COLEDOCOLITIASIS Y COLANGITIS
Por: Dr. Juan Hernández Orduña.
Coledocolitiasis
Coledocolitiasis se define como la presencia de cálculos en la vía
biliar principal. La forma más frecuente es la coledocolitiasis secundaria a
litiasis vesicular y los factores que pueden favorecer este hecho
son colelitiasis de pequeño tamaño y de evolución prolongada, un cístico
amplio y la edad avanzada del paciente. La historia natural de la
coledocolitiasis es impredesible en cada paciente, 50% permanecen
asintomáticos. La principal consecuencia clínica es la obstrucción de la
Vía Biliar.
Antecedente histórico.
Los cálculos en la vesícula biliar son tan antiguos como la
humanidad. Las primeras descripciones están en el papiro de Ebers.
El Papiro Ebers es uno de los más antiguos tratados médicos conocidos, fue
redactado en el antiguo Egipto, está fechado en el año 8º del
reinado de Amenhotep I, de la dinastía XVIII. Se han descubierto cálculos
vesiculares en momias egipcias que datan de más de 3.000 años antes de Cristo.
La primera descripción de cálculos en el colédoco posiblemente se deba
a Mateo Realdo Colombo (c. 1516-1559) fue un profesor de anatomía y
cirujano de la Universidad de Padua, Italia , alumno y sucesor de Vesalio,
quien hizo la autopsia a San Ignacio de Loyola, muerto en 1556, de lo que
seguramente fue un cuadro de sepsis biliar. Encontró cálculos en la vesícula, en
el colédoco e inclusive uno que ya había erosionado la vena porta.
Epidemiologia
Aproximadamente 1 de cada 7 personas con cálculos biliares padecen
cálculos en el conducto colédoco, el pequeño conducto que transporta la bilis
desde la vesícula hasta el intestino.
Alrededor de 10 a 15% de los pacientes
con colelitiasis experimentan el paso de cálculos al conducto colédoco. La incidencia de cálculos
en éste aumenta
con la edad, de modo que hasta 25% de los pacientes
geriátricos pueden tener cálculos en el colédoco cuando se realiza
la colecistectomía. Tras
la colecistectomía quedan cálculos no detectados en la vía biliar en 1 a 5% de pacientes. La inmensa mayoría de estos cálculos
son de colesterol, que una vez formados
en la vesícula emigran
a las vías biliares
extrahepáticas a través del conducto cístico.
Causas
La mayoría de los cálculos de la vía biliar se originan en
la vesícula y migran silenciosamente hacia la vía biliar, su forma y
composición son similares a las de los cálculos vesiculares. Los
pequeños cálculos que migran a través del cístico siguen creciendo en el
colédoco por aposición de colesterol; simultáneamente, se produce una
dilatación gradual de la vía biliar que, puede llegar a
un diámetro de 2 cm. o más con el tiempo. Los
cálculos así impactados pueden ser pequeños o de gran tamaño, únicos o
múltiples y tienden a aparecer en un 6-12% de los pacientes con colelitiasis.
En algunos casos los cálculos pueden desarrollarse directamente
dentro del conducto biliar (cálculos primarios). Estos cálculos son poco
comunes y a diferencia de los cálculos secundarios que están
formados de colesterol, los primarios suelen ser de bilirrubinato de calcio,
son de color café y toman la forma del conducto donde se forman. La litiasis
primaria se forma cuando ha existido un drenaje biliar inadecuado, siendo lo
más frecuente una estenosis o una tumoración en vía biliar o ámpula de
Vater. Estos cálculos son poco comunes y a diferencia de los cálculos
secundarios que la mayoría están formados de colesterol, los primarios suelen
ser de bilirrubinato de calcio, son de color café y toman la forma del conducto
donde se forman.
Fisiopatología
Los cálculos
primarios que aparecen
de novo en los conductos por lo común son de pigmento,
y se observan
en individuos con:
1) Parasitismo hepatobiliar o colangitis
recurrente crónica;
2) Anormalidades congénitas de los conductos biliares
(en particular enfermedad de caroli);
3) Dilatación, esclerosis o estenosis
de los conductos, o
4) Un defecto del gen
MDR3 que disminuye la secreción
de fosfolípidos por la bilis.
Los cálculos
del colédoco pueden permanecer asintomáticos durante años, ser expulsados espontáneamente al duodeno, o con mayor frecuencia, en el cuadro inicial pueden originar cólicos vesiculares
o alguna otra complicación.
Manifestaciones clinicas
La forma clásica de presentación de la coledocolitiasis es la
coexistencia de dolor, ictericia y fiebre. Sin embargo, esta tríada sólo se
observa en un tercio de los pacientes; en la mayoría, la enfermedad se
manifiesta por sólo uno o dos de estos síntomas, o puede ser asintomática o asociarse
a pancreatitis aguda
El paso de los cálculos al colédoco generalmente da lugar a un cuadro
doloroso intenso similar al producido por la obstrucción del cístico y puede ir
acompañado de ictericia y coluria. Si es un paciente postoperado de colecistectomía
refiere que es un dolor similar al que presentaba antes de la cirugía.
Cuando el cuadro obstructivo se asocia a infección se desarrolla
una colangitis supurativa con ictericia, escalofrío y fiebre, cuadro
grave y potencialmente letal si no se atiende oportunamente.
Se presentan temperaturas de 39-40 ºC los
escalofríos son frecuentes y se integra la tríada de Charcot
caracteriza por: dolor en hipocondrio derecho, fiebre e
ictericia y se presenta en el 20% a 40% de los casos. Si el tratamiento
no es adecuado se presentan deterioro rápido con estado mental alterado y
trastornos en la coagulación (pentada de Reynolds) que sugiere colangitis
supurativa grave.
En otros casos los cálculos
pueden pasar a través del ámpula de Vater y del esfínter de Oddi, lo que sucede
generalmente cuando dichos cálculos son pequeños. Sin embargo cuando son
de mediano tamaño pueden quedar en esta zona del colédoco, y la bilis puede
refluir al conducto pancreático dando lugar a cuadros de pancreatitis. Cuando
los cálculos logran pasar, pueden lesionar también el esfínter de Oddi
provocando inflamación del mismo favoreciendo cuadros de colangitis, y el
desarrollo posterior de de pancreatitis.
En otros casos los cálculos pueden permanecer en el colédoco y permitir
el paso parcial de la bilis, pero en un momento dado puede acentuarse el
proceso inflamatorio y manifestarse un cuadro de coledocolitiasis o
de alteraciones en la función hepática. La ictericia intermitente sugiere
una obstrucción parcial de la vía biliar, mientras que la ictericia progresiva
sugiere un cálculo impactado o una obstrucción por tumor.
A la exploración física hay menos resistencia y dolor a la palpación
abdominal comparado con pacientes con colecistitis aguda. El signo de Murphy
está ausente. Incluso los pacientes con cálculos en la vía biliar que
estén asintomáticos deben tratarse ya que esta alteración se asocia a alta
morbilidad y mortalidad.
Exámenes de
laboratorio
Las pruebas de funcionamiento hepático revelan elevación de
transaminasas que regresan rápidamente a niveles normales mientras que la
fosfatasa alcalina y la gamma-glutamil-transpeptidasa se elevan progresivamente
y permanecen elevadas hasta una o dos semanas después. Puede haber elevación de
bilirrubinas que se presenta 24 hr. después de iniciados los sintomas y es
principalmente a expensas de directa aunque hay elevación leve de la indirecta.
Si la obstruccion es transitoria puede no ocurrir.
Después de obstrucción prolongada de la vía biliar se altera la absorción
de vitamina K y hay alteraciones en el tiempo de protrombina y parcial de
tromboplastilina.
Estudios de
imagen
La USG debe ser la primera exploración que debe realizarse,
no es invasiva, es rápida, económica fácil de realizar e inocua para el
paciente. El ultrasonido es el procedimiento que se practica de primera
instancia y es de gran utilidad ya que permite valorar la vesícula biliar, la
existencia de litiasis, la dilatación de las vías biliares, la presencia de
pancreatitis en algunos casos y el aspecto del hígado.
El ultrasonido es muy sencible para detectar litos en la vía biliar.
Sensibilidad se sitúa en el 25% mientras que en el 35% de los pacientes con
ictericia por coledocolitiasis no existirá dilatación de la VBP.
Los dos principales indicadores ultrasonográficos de litiasis en la vía
biliar son dilatación del colédoco (>7 mm) y visualización de sombra
acústica en la vía biliar. Si se encuentra obstrucción de las vías biliares por
cálculos o por otros elementos, o si no se pueden apreciar anormalidades por el
ultrasonido, la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (C P R E) o transoperatoria
son el estándar de oro y deben practicarse aun sin el ultrasonido cuando existe
el diagnóstico de litiasis ya que puede permitir establecerlo, e inclusive
practicar esfinterotomia para la extracción de los cálculos a nivel del
colédoco y favorecer el drenaje de la bilis llevando a cabo subsecuentemente el
tratamiento quirúrgico de la litiasis vesicular.
Tomografía
computarizada
Permite detectar la dilatación de la VBP. Útil en el diagnóstico
diferencial de ictericia obstructiva: tumor de cabeza páncreas y de la VBP
distal. Útil en el diagnóstico de litiasis intrahepática. Es más sensible
la colangiografía computada tridimensional y en espiral.
La tomografía computada tiene poca sensibilidad para el diagnóstico de
coledocolitiasis, (Sensibilidad: 75-80% en caso de obstrucción) pero la colangiografía computada
tridimensional y en espiral, así como la resonancia magnética pueden permitir
el diagnóstico.
Colangiorresonancia
La Colangioresonancia magnética tiene exactitud diagnóstica
en cálculos > 3 mm. Parásitos, coágulos, aerobilia o pequeños tumores
intraductales que pueden dar falsos positivos, permite visualizar la vía biliar
con una muy alta sensibilidad y especificidad (90%, 95%. respectivamente). La
contraindicación es pacientes portador de marcapaso o clips
vasculares intracraneales. Método no invasivo y no requiere uso de contrastes exógenos.
La
colagiopacreatogracia retrograda endoscopica
Sensibilidad y especificidad diagnósticas próximas al 100%. “Estándar de
oro”. Ventaja: permite el tratamiento de la coledocolitiasis en el mismo acto
mediante esfinterotomía endoscópica (EE) y extracción de los cálculos
a nivel del colédoco y favorecer el drenaje de la bilis llevando a cabo
subsecuentemente el tratamiento quirúrgico de la litiasis vesicular. De primera
elección en pacientes de alto riesgo quirúrgico, coledocolitiasis
residual y Colangitis agudas graves. En el 45-60% de las CEPRES por sospecha de
coledocolitiasis no se llega a confirmar el diagnóstico. Las complicaciones son
pancreatitis, colangitis, perforación duodenal, hemorragia Morbilidad 3% y
Mortalidad 0,7-0,05%.
Colagiografia
intravenosa
Permite la exploración radiológica de la vía biliar utilizando
contrastes intravenosos. No se opacifica la VBP en 3-10%. Alto porcentaje de
falsos negativos. Reacciones adversa al contraste. Muy poco utilizada en la
actualidad. La coledocoscopia trasoperatoria es una técnica de exploración bajo visión
directa de las vías biliares que disminuye la incidencia de litiasis residual.
Diagnóstico
El diagnóstico de la coledocolitiasis suele hacerse mediante colangiografía ya sea preoperatoria, con ERCP, o intraoperatoria en el curso de la colecistectomía. Hasta 15% de los pacientes sometidos a colecistectomía tienen cálculos
en la vía biliar principal. Con la aplicación de la colecistectomía laparoscópica, se está empezando a clarificar el tratamiento de los cálculos
en el conducto colédoco en presencia de cálculos vesiculares.
El enfoque preferido
es la ERCP preoperatoria con papilotomía endoscópica y extracción de los cálculos. Este proceder no sólo elimina
los cálculos, sino que define la anatomía
del árbol biliar en relación con el conducto
cístico. La ERCP está indicada en los pacientes con colelitiasis que presentan
alguno de los siguientes factores de riesgo:
1) antecedentes de ictericia o de pancreatitis;
2) alteraciones en las pruebas de función hepática,
y
3) signos ecográficos de dilatación de la vía biliar principal o de cálculos en el conducto.
Alternativamente, si la colangiografía
intraoperatoria muestra cálculos retenidos, puede llevarse
a cabo una ERCP posoperatoria. Se espera
que vaya disminuyendo la necesidad de practicar una ERCP preoperatoria
conforme mejoren las
técnicas laparoscópicas.
Evaluación
diagnóstica de los conductos biliares
con USG
Ventajas diagnósticas
|
Limitaciones
diagnósticas
|
Contraindicaciones
|
Complicaciones
|
Método rápido
|
Gases en intestino
|
Ninguna
|
Ninguna
|
Rastreo simultáneo de vesícula,
hígado,
conductos biliares y páncreas
|
Obesidad masiva
|
||
Identificación precisa de conductos
biliares dilatados
|
Ascitis
|
||
No
sufre menoscabo por ictericia ni embarazo
|
Bario
|
||
Método
que orienta en la obtención de material de biopsia con
aguja fina
|
Obstrucción parcial de conductos biliares
|
||
Visualización deficiente de
la porción distal
del colédoco
|
Comentario:
Método inicial más indicado para investigar la posibilidad de obstrucción de
vías biliares
Evaluación diagnóstica
de los conductos biliares con TAC
Ventajas diagnósticas
|
Limitaciones diagnósticas
|
Contraindicaciones
|
Complicaciones
|
Rastreo simultáneo de vesícula, hígado,
conductos biliares y páncreas
|
Caquexia extrema
|
Embarazo
|
Reacción al medio
yodado de contraste si se utilizó
|
Identificación precisa de conductos
biliares dilatados y masas
|
Artefactos cinéticos
|
||
No sufre menoscabo por ictericia, obesidad o ascitis
|
Íleo adinámico
|
||
Imágenes de alta resolución
|
Obstrucción parcial de
conductos biliares
|
||
Orientación para la toma de material de biopsia con aguja fina
|
Indicado para evaluar masas en hígado o páncreas. Más indicado para investigar la posibilidad
de obstrucción de vías biliares, si las limitaciones diagnósticas impiden la práctica de HBUS.
Evaluación diagnóstica de los
conductos biliares con colangiopancreatografía por resonancia magnética
Ventajas diagnósticas
|
Limitaciones diagnósticas
|
Contraindicaciones
|
Complicaciones
|
Modalidad útil para visualizar los conductos de Wirsung y
biliares.
|
Es imposible emprender alguna intervención
terapéutica
|
Claustrofobia
|
Ninguna
|
Posee excelente sensibilidad para detectar dilatación y estenosis de conductos biliares y anormalidades intraductales. Identifica dilatación o estenosis del conducto de Wirsung
y estenosis de algunas de sus ramas así como
páncreas dividido
|
Alto coste
|
Algunos metales (hierro)
|
Evaluación diagnóstica de los
conductos biliares con colangiograma transhepático
percutáneo
Ventajas diagnósticas
|
Limitaciones diagnósticas
|
Contraindicaciones
|
Complicaciones
|
Extremadamente útil en casos de dilatación de conductos
biliares
|
Conductos no dilatados
o escleróticos
|
Embarazo
|
Hemorragia
|
Visualización
mejor de la porción superior de
vías biliares
|
Coagulopatía no corregible
|
Hemobilia
|
|
Obtención de muestras
de bilis
para estudio citológico
o cultivo
|
Ascitis masiva
|
Peritonitis
biliar
|
|
Drenaje transhepático percutáneo
|
¿Absceso hepático?
|
Bacteriemia, sepsis
|
Evaluación diagnóstica de los
conductos biliares con colangiopancreatograma retrógrado endoscópico
Ventajas
diagnósticas
|
Limitaciones
diagnósticas
|
Contraindicaciones
|
Complicaciones
|
Pancreatografia
simultanea
|
Obstrucción gastroduodenal
|
Embarazo
|
Pancreatitis
|
Visualización mejor de
la porción distal de vías biliares
|
¿Anastomosis biliar-entérica en Y de Roux?
|
¿Pancreatitis aguda?
|
Colangitis, sepsis
|
Obtención de bilis o
material pancreático para estudio
citológico
|
¿Enfermedad
cardiopulmonar grave?
|
Seudoquiste pancreático
infectado
|
|
Esfinterotomía y
extracción de cálculos por endoscopia
|
Perforación ( rara)
|
||
Manometría de vías
biliares
|
Hipoxemia, aspiración
|
Indicada
en casos de: ausencia de conductos dilatados,
enfermedad de páncreas, ampolla de Vater o zona gastroduodenal?,
Operaciones previas de vías biliares.
Esfinterotomía endoscópica como posibilidad de tratamiento. La Ecografía endoscópica: método más sensible para detectar cálculos en
el ámpula de Vater. Se puede utilizar en el embarazo.
Nota: La colangiografía intravenosa es una técnica obsoleta porque no detecta 40% de los cálculos en colédoco
y su resolución
es muy deficiente incluso con tomografía. Se conocen muy pocas indicaciones de su empleo, en particular ahora que se dispone de otras técnicas colangiográficas.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial de la ictericia obstructiva
por coledocolitiais es con otras causas
tales como parásitos, coágulos o los tumores del ámpula de Vater,
vías biliares o páncreas en estos casos el ultrasonido, la resonancia
y la colangiopancreatografia retógrada endoscópica y la biopsia pueden
permitir establecer el diagnóstico. El
diagnóstico debe establecerse con los procesos obstructivos de otra naturaleza
como los tumores del ámpula de Vater, vías biliares o páncreas, aunque en estos
casos generalmente, si hay dolor,
habitualmente no es acentuado o está ausente. La colangitis puede presentarse
en estos casos y el ultrasonido, la colangiopancreatografia retógrada
endoscópica y la biopsia pueden permitir establecer el diagnóstico.
El cuadro, manifestado por fiebre y dolor puede presentarse a confusión
con el absceso hepático, aunque en éste generalmente la ictericia no es
importante y el ultrasonido puede establecer el diagnóstico diferencial. Las
colestasis intrahepáticas causadas por drogas, embarazo, hepatitis crónica
activa o cirrosis alcohólica y la hepatitis alcohólica aguda pueden presentarse
con ictericia, dolor y leucocitosis. El diagnóstico diferencial desde el punto
de vista clínico puede ser dificíl. La historia de consumo de alcohol y en
ocasiones la biopsia hepática son de utilidad.
Tratamiento
Se deben administrar líquidos intravenosos y antibióticos de amplio
espectro que tengan cobertura para gérmenes gram negativos, anaerobios y gram
positivos.
El uso generalizado de la colecistectomía
laparoscópica y de la ERCP ha reducido
la incidencia de alteraciones complicadas del árbol biliar
y la necesidad de realizar
coledocolitotomías, así como de drenar mediante un tubo en T los conductos
biliares. La
esfinterotomía endoscópica
seguida de la salida
espontánea o bien de la extracción de los
cálculos representa el método
de elección en el
tratamiento de los pacientes con cálculos
en la vía biliar principal, especialmente en los ancianos o en los de alto riesgo.
La CPRE es un procedimiento diagnóstico y terapéutico. Con esta se realiza
esfinterotomía del esfínter de Oddi y extracción de cálculos. Es el tratamiento
de primera línea. Otras opciones
incluyen colecistectomía laparoscópica con exploración laparoscópica de vía
biliar, CPRE preoperatoria con colecistectomía abierta con colangiografía
intraoperatoria y exploración de vía biliar. En pacientes con obstrucción
prolongada de vía biliar frecuentemente se requiere corrección de trastornos de
coagulación previos al procedimiento administrado vitamina K.
La cirugía menos invasiva, ya sea
endoscópica o laparoscópica, también es una alternativa de la cirugía
tradicional para coledocolitiasis en un paciente con vesícula biliar in situ
con colelitiasis. Como en todos los procedimientos terapéuticos, deben
balancearse los resultados y los riesgos de los métodos alternativos, los que
en este caso pueden ser cuatro:
1. Colangiografía retrógrada y papilotomía endoscópica, seguida de
colecistectomía laparoscópica, en casos en que el diagnóstico de
coledocolitiasis se hace en el preoperatorio.
2. Colecistectomía laparoscópica y papilotomía endoscópica en el
postoperatorio, si el diagnóstico se hace en el intraoperatorio de la
colecistectomía.
3. Colecistectomía y exploración de la vía biliar por la vía
laparoscópica, con diagnóstico en el periodo preoperatorio o en el
intraoperatorio y se cuenta con coledocoscopio.
4. Cirugía abierta o tradicional, tanto en casos en que el diagnóstico
de la coledocolitiasis se hace en el preoperatorio como en el intraoperatorio
de una colecistectomía laparoscópica, lo que implica una conversión de la
técnica o no se puede resolver por CEPRE.
Hemos obtenido resultados excelentes siguiendo estos pasos.
Complicaciones
Ictericia obstructiva
La obstrucción gradual del conducto
colédoco a lo largo de semanas o meses suele producir prurito o ictericia
como manifestaciones iniciales, sin que existan síntomas de cólico biliar o de colangitis.
Puede aparecer ictericia
indolora en pacientes
con coledocolitiasis, pero esta manifestación es mucho más característica de la obstrucción biliar secundaria a un tumor maligno de la cabeza del páncreas,
los conductos biliares o la
ampolla de Vater.
En los pacientes
cuya obstrucción biliar es secundaria a coledocolitiasis es muy común encontrar
colecistitis crónica litiásica asociada, y en esta situación
la vesícula biliar es relativamente poco distensible. La ausencia de una vesícula palpable en la mayoría
de los pacientes con obstrucción biliar por cálculos en la vía biliar es
la base de la ley de Courvoisier; esto es, que
la presencia de una vesícula palpable y agrandada hace pensar que la obstrucción biliar es secundaria
a un tumor maligno más
que a una enfermedad litiásica. La
obstrucción biliar provoca dilatación progresiva
de los conductos biliares intrahepáticos conforme aumenta la presión
dentro del árbol biliar. El flujo de la bilis hepática
se ve interrumpido y la regurgitación de la bilirrubina conjugada a la sangre produce ictericia asociada con orina oscura
(bilirrubinuria) y heces
poco
pigmentadas (acolia).
Se debe sospechar la existencia de cálculos
en el conducto colédoco en todo paciente con colecistitis cuya concentración
sérica de bilirrubina rebase los 85.5 mol/L (5
mg/100 ml). La concentración máxima de bilirrubina no suele superar los 256.5 mol/L (15 mg/100 ml) en pacientes con coledocolitiasis, salvo que exista una hepatopatía asociada o algún otro trastorno
que favorezcan la hiperbilirrubinemia intensa. Concentraciones de bilirrubina sérica de 342 mol/ L (20 mg/100 ml) o mayores deben sugerir la posibilidad de obstrucción neoplásica. La fosfatasa
alcalina sérica está elevada
casi siempre en la obstrucción biliar. Con frecuencia, el aumento de la fosfatasa
alcalina precede a la aparición
clínica de la ictericia y puede ser la única anormalidad en los análisis
habituales de función
hepática. Las transaminasas pueden elevarse
de dos a 10 veces, en especial si la obstrucción ha sido de inicio agudo. Después de eliminar el proceso
obstructivo, las elevaciones de las aminotransferasas suelen
normalizarse de manera rápida,
mientras que la concentración sérica de bilirrubina puede tardar de una a dos semanas
en llevarlo a cabo. El incremento de la fosfatasa alcalina suele ceder lentamente y se mantiene
más tiempo que las tasas elevadas
de bilirrubina en suero.
Pancreatitis
Las alteraciones
del
árbol biliar son los procesos
detectados con mayor frecuencia
en los pacientes
con
pancreatitis aguda no alcohólica. Los signos bioquímicos de inflamación pancreática complican
15% de los casos de colecistitis
aguda y 30% de los de coledocolitiasis; el factor común en ambos casos parece
ser el paso de cálculos a través del conducto biliopancreático. Se debe sospechar pancreatitis concomitante en pacientes
con síntomas de colecistitis en los que hay:
1) dolor de espalda
o a la izquierda de la línea abdominal media;
2) vómitos prolongados con íleo paralítico, o
3) derrame pleural,
especialmente si es izquierdo.
El tratamiento quirúrgico de la litiasis
biliar suele acompañarse de la resolución de la pancreatitis.
Cirrosis biliar secundaria
La cirrosis biliar secundaria puede complicar la obstrucción prolongada o intermitente de las vías biliares,
haya o no colangitis
recurrente. Aunque esta complicación puede apreciarse en Pacientes con coledocolitiasis, es más frecuente
en casos de obstrucción prolongada por estenosis
o neoplasia. Una vez establecida, la cirrosis
biliar secundaria puede seguir avanzando aunque se elimine
el proceso obstructivo, y su progresión a cirrosis
hepática grave puede originar
hipertensión portal o insuficiencia
hepática y muerte.
La obstrucción
biliar prolongada
puede verse
complicada también por déficit clínicamente importantes de las vitaminas liposolubles
A, D, E y K.
Colangitis
Se denomina colangitis a la infección de los conductos biliares
resultado de la obstrucción de la vía biliar y su colonización bacteriana (Mosler, 2011)
La colangitis aguda es un síndrome clínico que se
integra por la presentación de ictericia, fiebre y dolor abdominal resultado de
la estasis del líquido biliar y la infección subsecuente. (GPC AMCG, 2014)
La primera descripción que hace referencia a esta patología fue
debida a Charcot, que describió en 1877 la denominada "fiebre hepática", entidad que se caracteriza por
la presencia de fiebre intermitente acompañada de escalofríos, dolor en hipocondrio
derecho e ictericia. Con posterioridad, este complejo sintomático se reconoció
como la tríada de Charcot (Kimura 2007).
Ha recibido diversas denominaciones,
como sepsis
biliar, colangitis recurrente piógena, colangitis supurada o colangitis bacteriana. Esta
entidad clínica fue descrita por Charcot inicialmente y es referida en algunos
textos como sinónimo de colangitis ascendente.
Colangitis aguda: condición mórbida con inflamación
aguda del conducto biliar.
Colangitis asociada a cuidados de la salud:
Inflamación aguda del conducto biliar que se ha desarrollado en pacientes con
menos de 12 meses de hospitalización previa, inmunocomprometidos, sujetos a
diálisis o que permanezcan en un asilo.
Fiebre hepática: Término utilizado por Charcot
(1887) que incluye dolor en CSD, escalofríos y fiebre intermitente.
Posteriormente se incluyeron estos signos y síntomas en la triada de Charcot.
Pentada de Reynolds: Se describe en los casos en
los que la triada de Charcot se encuentra acompañada de letargo, confusión y
choque que ameritan drenaje urgente de la vía biliar.
Síndrome de Mirizzi: Estenosis del colédoco causada
por presión mecánica o inflamación de litos presentes en el cuello vesicular y
el cístico.
Síndrome de Lemmel: Obstrucción extrínseca del
colédoco o del hepático común por un divertículo duodenal adyacente a la papila
de Vater.
Es importante considerar que la colangitis es una
infección sistémica con potenciales graves consecuencias en cuanto a
morbimortalidad, a diferencia que la colecistitis aguda que suele tener un
curso clínico menos grave. (GPC AMCG,
2014)
Epidemiologia
La prevalencia de colelitiasis en la población general es de aproximadamente un 10-15% en Estados Unidos y en Europa. En los pacientes con colelitiasis
asintomática, el riesgo anual de desarrollar un cólico biliar es del
1%, una coledocolitiasis sintomática, la causa más frecuente de colangitis, del
0,2% y una pancreatitis biliar de entre el 0,04 y el 1,5%.
Aunque conocemos el riesgo de estos pacientes para desarrollar una colecistitis
aguda, aproximadamente el 0,3% anual, la incidencia de colangitis es
desconocida.
La edad media de los pacientes es de 50 a 60 años6 y no
se observa ninguna predilección por el sexo.
La incidencia de colangitis tras la práctica de una
colangiopancreatografía endoscópica retrograda (CPER) ha sido más estudiada y
en una recopilación de varios estudios que incluía a más de 33.000 pacientes se
situó entre el 0,7 y el 5,4%. La mortalidad de la colangitis aguda, que era
cercana al 50% antes de la década de los ochenta, ha descendido de forma
relevante desde la introducción rutinaria de las técnicas endoscópicas
para el drenaje de la vía biliar obstruida, siendo actualmente del 3-10% (Kimura 2007).
Anteriormente la colangitis era tratada mediante
cirugía. Sin embargo este manejo se asociaba a una mortalidad cercana al 40%.
En México la mortalidad asociada al tratamiento
quirúrgico fluctúa entre el 3 y 23% de acuerdo a la complejidad del manejo
escogido. Sin embargo, el avance de las técnicas de endoscopia y radiología ha
desplazado estas técnicas y lo han reservado para casos seleccionados. La
incidencia anual de colangitis aguda en pacientes sin síntomas de litiasis vesicular
es de 0.3-1.6%. La incidencia de casos graves es de 12.3% dependiendo de los
criterios de gravedad utilizados. El desglose de casos graves con colangitis
aguda incluye 7-25% con choque, 7-22.2% con alteraciones del estado de alerta y
3.5-7.7% con pentada de Reynolds. (GPC
AMCG, 2014)
La incidencia de colangitis aguda posterior a una
CPRE es de 0.5-2.4%. La incidencia de complicaciones posterior a CPRE es de
0.8-12.1% con una mortalidad de 0.0023-1.5%, siendo la complicación más
frecuente pancreatitis aguda moderada a leve.
La tasa de mortalidad en colangitis aguda posterior
al año 2000, es de 2.7-10% . La recurrencia de eventos biliares (colelitiasis,
cólico biliar o colangitis) posterior a esfinterotomía es de 7-47% en un seguimiento
de 2.5-15 años. La recurrencia de coledocolitiasis es de 5.5% posterior a
esfinterotomía y de 8.8% posterior a dilatación endoscópica con balón de la
papila de Vater. Se espera que el 70% de los pacientes mejoren con terapia de
soporte (monitoreo, corrección hidroelectrolítica, ayuno y administración de
analgesia) y antibiótico IV. Aquellos que desarrollan una infección grave deben
recibir el tratamiento previo junto con drenaje de la vía biliar y corrección
de fallas orgánicas de manera urgente. (GPC AMCG,
2014)
Etiología
No están totalmente aclaradas. La colangitis aguda resulta de la
obstrucción de la vía biliar y el crecimiento bacteriano en la bilis. En
resumen, consiste en colestasis inicial e infección biliar consecuente.
La causa
principal de obstrucción de la vía biliar es la coledocolitiasis , responsable
del 30-70% de los casos de colangitis (Kimura,
2007. Qureshi, 2006). Otras causas como la estenosis de anastomosis
biliares o la causada por enfermedades benignas o malignas, se presentan en
menor proporción (GPC AMCG,
2014). Se desconoce por qué es más frecuente en la obstrucción del
colédoco por litiasis o en las estenosis por traumatismo de la vía biliar que en las originadas por tumores
malignos. Una posible
explicación es la mayor facilidad
de regurgitación del contenido
duodenal
cargado de bacterias
en las estenosis
benignas, habitualmente parciales, que en las malignas
totales. Los escalofríos y los picos febriles
se deben al paso de bacterias desde la bilis a la sangre
(bacteriemia). Se ha comprobado experimentalmente que este paso de bacterias es proporcional a la presión en el interior del árbol biliar.
Entre el 10-50% son debidas a neoplasias malignas,
fundamentalmente neoplasia de páncreas, tumores papilares, colangiocarcinoma y,
con menor frecuencia, por compresión extrínseca de tumores primarios o
metastásicos en el hilio hepático. En la actualidad, no es excepcional que la
colangitis se produzca tras la obstrucción o migración de una prótesis endocoledocal, colocada para paliar la
obstrucción del colédoco en un paciente con neoplasia de las vías biliares
irresecable.
Alrededor del 10-20% de las obstrucciones son
causadas por estenosis benignas (como las posquirúrgicas o las secundarias a
tumores benignos de la vía biliar) y un 1-3% por colangitis esclerosante .
De forma excepcional, la obstrucción se puede deber
a una enfermedad parasitaria que afecte a la vía biliar, pudiendo facilitar la
formación de cálculos del colédoco. Esta obstrucción de la vía biliar, inusual
en Estados Unidos y Europa pero relativamente común en países del sudeste
asiático, puede estar causada por Clonorchis sinensis, Opistorchis felinus.
O. viverrini y fasciola hepática (Qureshi,
2006). Ocasionalmente,
también Ascaris lumbricoides puede obstruir los conductos biliares y
causar colangitis. En ocasiones, el parásito puede causar obstrucción biliar
por compresión extrínseca, como sucede en la equinococosis.
Tabla Etiología
de la colangitis aguda
Colelitiasis.
|
Estenosis biliar benigna.
|
Factores congénitos.
|
Factores posoperatorios
(lesión de vía biliar, estenosis de coledocoyeyuno anastomosis, etc.)……
|
Factores inflamatorios
(colangitis oriental, etc.).
|
Oclusión de origen maligno.
|
Colangiocarcinoma.
|
Cáncer de vesícula bilia.r
|
Tumor ampular.
|
Tumor pancreático.
|
Tumor duodenal.
|
Pancreatitis.
|
Parásitos dentro de la vía
biliar.
|
Presión externa.
|
Fibrosis de la papila.
|
Divertículo duodenal
|
Coágulo.
|
Síndrome de sifón (saco ciego
biliar) posterior a anastomosis bilioentérica.
|
Factores iatrogénicos.
(GPC AMCG, 2014)
|
Existen otras causas menos frecuentes de
obstrucción como el síndrome de Mirizzi y Lemmel. Aquellos factores asociados a
la presentación de colelitiasis y colecistitis aguda como la obesidad y la
terapia de reemplazo hormonal. No existe evidencia que apoye la asociación
entre el embarazo y la edad fértil con la presentación de colangitis aguda. La
colangiopatía por SIDA, se observa en pacientes entre 21-59 años con dolor en
CSD, elevación importante de FA e imagen con zonas de estenosis y dilatación de
la vía billar intra y extrahepática. (GPC AMCG,
2014)
Traumatismos, estenosis y hemobilia
Las estenosis
benignas de los conductos
biliares extrahepáticos son consecuencia de traumatismos quirúrgicos en alrededor
de 95% de los casos y acontecen en una de cada 500 colecistectomías. Las estenosis
pueden manifestarse como pérdida de bilis o formación de abscesos en el posoperatorio inmediato, o como obstrucción biliar o colangitis hasta dos o más años después del traumatismo responsable. El diagnóstico se efectúa mediante colangiografía endoscópica o percutánea. El cepillado endoscópico de las estenosis
biliares es un método eficaz para establecer
la naturaleza de la lesión y es más fiable que la citología
biliar aislada. Cuando se obtiene
una citología exfoliativa positiva, el diagnóstico de estenosis
neoplásica queda confirmado. Este método cobra especial
importancia en pacientes
con colangitis esclerosante primaria (primary sclerosing cholangitis, PSC), que están predispuestos a padecer colangiocarcinomas. Normalmente, un cirujano
experto logra corregir el trastorno
mediante una anastomosis entre el conducto y el intestino, aunque las tasas de mortalidad por complicaciones quirúrgicas, colangitis recurrente o cirrosis biliar secundaria son elevadas.
La hemobilia puede ser consecuencia de una lesión traumática o quirúrgica del hígado o de las vías biliares, de la
rotura intraductal de un absceso hepático
o de un aneurisma de la arteria hepática, de la hemorragia de un tumor biliar o hepático,
o de complicaciones mecánicas de coledocolitiasis o de parasitosis hepatobiliares. Procedimientos diagnósticos como biopsia
hepática o colangiografía percutánea transhepática, o la inserción transhepática de un catéter de drenaje biliar, pueden producir
también hemobilia. Los pacientes
presentan a menudo,
con la tríada clásica
de cólico biliar, ictericia obstructiva y melena,
o al menos sangre oculta en las heces. El diagnóstico se basa a veces en los signos colangiográficos de coágulos
de sangre en el árbol biliar, pero puede ser necesario confirmarlo mediante una angiografía selectiva. Aunque los casos leves de hemobilia pueden resolverse sin necesidad de intervención quirúrgica, con frecuencia
hay
que proceder a la ligadura quirúrgica
del vaso sangrante.
Compresión extrínseca de las vías biliares
En ocasiones se puede producir
una obstrucción biliar
parcial o completa
como consecuencia de la compresión extrínseca de las vías biliares. La causa más frecuente de esta modalidad
de ictericia obstructiva es el carcinoma de la cabeza del páncreas.
También puede producirse obstrucción biliar como complicación de una pancreatitis aguda o crónica, o debido a la afección
de los ganglios linfáticos del hilio hepático
por un linfoma
o un carcinoma metastásico. Este último trastorno debe diferenciarse de la colestasis secundaria a la infiltración tumoral
masiva del hígado.
Parasitosis hepatobiliares
La infestación del árbol biliar por helmintos adultos o sus huevos puede producir
una colangitis piógena
crónica recurrente, con o sin abscesos
hepáticos múltiples, cálculos biliares u obstrucción biliar. Esta alteración es relativamente rara, pero se observa
en habitantes del sur de China y otras zonas del sudeste asiático.
Los parásitos más habituales
son
trematodos, como Clonorchis sinensis, Opisthorchis viverrini u Opisthorchis felineus, y Fasciola hepatica. El árbol biliar puede verse también afectado por la migración intraductal de individuos adultos de Ascaris lumbricoides desde el duodeno,
o por la rotura
dentro de su luz de quistes hidatídicos hepáticos, producidos por variedades de Echinococcus. El diagnóstico se realiza mediante colangiografía y por la presencia de los huevos
característicos en el análisis de las heces. Cuando hay obstrucción, el tratamiento preferido es la laparotomía bajo cobertura
antibiótica, con exploración de la vía biliar principal y un procedimiento de drenaje biliar. Hay que hacer hincapié en que en Oriente
también se observa la colangiohepatitis asociada con litiasis pigmentaria, y de
hecho es más común que la colangitis secundaria a parasitosis.
Colangitis esclerosante
La colangitis esclerosante primaria o
idiopática es un trastorno
caracterizado por un proceso progresivo de tipo inflamatorio, esclerosante y obliterante que afecta los conductos
biliares extrahepáticos o intrahepáticos. La enfermedad ocurre en 70% de los casos asociada a una enfermedad inflamatoria intestinal, especialmente colitis ulcerosa. También puede asociarse, aunque raras veces, con síndromes de fibroesclerosis multifocal, como la fibrosis retroperitoneal, mediastínica o periureteral, la tiroiditis de Riedel o el seudotumor de la
órbita.
Los pacientes
con colangitis esclerosante primaria suelen
mostrar síntomas y signos
de obstrucción biliar
crónica o intermitente, ictericia, prurito, dolor en el hipocondrio derecho o colangitis aguda. En fases tardías pueden aparecer obstrucción
biliar completa, cirrosis biliar secundaria, insuficiencia hepática o hipertensión
portal con varices
sangrantes. El diagnóstico suele realizarse
al
detectar estenosis multifocales, difusamente distribuidas, con segmentos intermedios de conductos
normales o dilatados, lo que produce en la colangiografía un aspecto de rosario (fig. 292-2D). La técnica
colangiográfica de elección
si se sospecha este trastorno es probablemente la ERCP, puesto
que la afección ductal intrahepática puede dificultar la PTC. Una vez establecido el diagnóstico de colangitis esclerosante es necesario
investigar la existencia de posibles
enfermedades asociadas, en especial de enfermedad inflamatoria intestinal crónica. En un estudio
reciente se describe la historia
natural y la evolución
de 305 pacientes
de origen sueco con colangitis esclerosante primaria; 134 (44%) estaban asintomáticos en el momento del diagnóstico y, como parece lógico,
tuvieron una tasa de supervivencia significativamente más alta con una mediana de seguimiento de 63 meses. Los factores independientes predictivos de mal pronóstico fueron edad, concentración de bilirrubina sérica y presencia
de cambios histológicos hepáticos. Se encontró un colangiocarcinoma en 24 pacientes (8%). La enfermedad inflamatoria intestinal estaba estrechamente asociada con la colangitis esclerosante primaria
y su
prevalencia en la población de este estudio
fue de 81 por ciento.
La PSC de conductos
finos se define
por la presencia
de colestasis crónica
y una imagen histológica hepática
compatible con PSC pero con datos normales en el colangiograma. La PSC de conductos
finos se detecta en alrededor de 5% de los individuos con PSC y puede representar una etapa más
temprana de PSC que conlleva
un pronóstico significativamente mejor a largo plazo.
Sin embargo, el cuadro puede evolucionar hasta la forma clásica
de PSC, hepatopatía terminal
o ambas posibilidades, y obligar
más adelante a emprender
trasplante de hígado.
En individuos con SIDA, por medio de colangiopancreatografía es posible
demostrar cambios de muy diversa
índole en las vías biliares, así como obstrucción de conductos
pancreáticos y a veces pancreatitis (cap. 173). Además, las lesiones en las vías biliares en el SIDA incluyen infección
y cambios colangiopancreatográficos semejantes
a los
de la colangitis esclerosante primaria (PSC).
Entre los cambios están:
1)
ataque difuso exclusivamente de los conductos
biliares intrahepáticos;
2)
afección de los conductos
intrahepáticos y extrahepáticos por igual;
3)
estenosis de la ampolla de Vater;
4)
estenosis de la porción
intrapancreática del colédoco, y
5)
afección del conducto de Wirsung o pancreático. Los microorganismos infecciosos que participan incluyen Cryptosporidium, Mycobacterium avium-intracellulare, citomegalovirus, Microsporidia e Isospora.
Además, hasta en 10% de los enfermos
se detecta colecistitis acalculosa. La esfinterotomía por ERCP, aunque a veces conlleva
algunos riesgos,
permite aplacar notablemente el dolor en individuos con estenosis ampollar en el SIDA.
La colangitis esclerosante secundaria
puede constituir una complicación a largo plazo de coledocolitiasis, colangiocarcinoma, lesión operatoria o traumática de vías biliares o cuadros
inflamatorios contiguos.
Clasificación
de colangitis
Aunque se han propuesto diversas clasificaciones de
la enfermedad, una de las más clásicas es la de Longmire, que divide a esta
entidad en 5 tipos (Kimura, 2007):
1. Colangitis aguda secundaria a colecistitis
aguda.
2. Colangitis no supurativa aguda.
3. Colangitis supurativa aguda.
4. Colangitis supurativa aguda obstructiva.
5. Colangitis supurativa aguda acompañada de
absceso hepático.
En
realidad, la mayoría de las veces se trataría de fases de un mismo proceso en relación con el tiempo de evolución de la enfermedad y/o presencia de
obstrucción subyacente
La colangitis aguda grave es aquella que cursa con
falla orgánica. (B) Tabla.
La
colangitis aguda moderada es aquella en riesgo de progresión a una grave sin
drenaje biliar temprano. Se determina por alteración en leucocitos (>12,000
ó >4,000/mm3), fiebre (>39ºC), edad (>75 años), hiperbilirrubinemia
(BT >5mg/dl) o hipoalbuminemia.
La colangitis aguda leve es aquella que no cumple
criterios de moderada o grave.
La triada de Charcot, no necesariamente determina
una colangitis aguda como grave. (GPC AMCG,
2014)
Tabla Clasificación de severidad para colangitis
aguda según las guías de Tokio del 2013(GPC
AMCG, 2014)
Colangitis
aguda Grado III (severa)
|
|
Colangitis
aguda “grado III” está definida por colangitis aguda asociada al inicio de la
disfunción de al menos uno de los siguientes órganos/sistemas:
|
|
1.
Disfunción cardiovascular
|
Hipotensión
que requiere de tratamiento con dopamina ≥5 μg/kg por min, o cualquier dosis
de norepinefrina.
|
2.
Disfunción neurológica
|
Disminución del estado de alerta.
|
3.
Disfunción respiratoria
|
Cociente
PaO2/FiO2 <300.
|
4.
Disfunción renal
|
Oliguria, creatinina >2.0 mg/dl.
|
5.
Disfunción hepática
|
TP-INR
>1.5.
|
6.
Disfunción hematológica
|
Cuenta plaquetaria <100,000/mm3
|
Colangitis
aguda Grado II (moderado)
|
|
Colangitis
aguda “grado II” está asociada a dos de las siguientes condiciones:
|
|
1.
Leucocitosis (>18,000/mm3).
|
|
2.
Fiebre alta (≥39 °C).
|
|
3. Edad
(≥75 años).
|
|
4.
Hiperbilirrubinemia (bilirrubina total ≥5 mg/dL).
|
|
5.
Hipoalbuminemia (<LLN x 0.7).
|
|
Colangitis
aguda grado I (leve).
|
|
Colangitis
aguda “grado I” es aquella que no cumple con los criterios de colangitis
aguda “grado III (severa)” o “grado II (moderada)” al inicio del diagnóstico.
|
|
Notas El
diagnóstico temprano, el drenaje biliar temprano y/o el tratamiento
etiológico, y antibiótico son aspectos fundamentales en el tratamiento de
colangitis aguda clasificada no sólo como grado III (severa) y grado II
(moderada) sin también grado I (leve)
|
|
Por lo
tanto, se recomienda que los pacientes con colangitis aguda que no respondan
al tratamiento médico inicial (medidas de soporte general y terapia
antibiótica) sean sometidos a drenaje biliar temprano o tratamiento
etiológico (ver diagrama de flujo)
|
La obstrucción biliar genera un incremento en la presión endoluminal de la vía biliar
(valor normal menor de 10 cm H2O), hecho que favorece
la permeación de toxinas, citocinas y bacterias
hacia el torrente
linfático y venoso cuando
los valores superan
los 20 cm H2O. Esta situación
es la determinante de las manifestaciones sistémicas y el compromiso de los parénquimas (encefalopatía, insuficiencia
renal, etc.)
Patogenia
Para que exista colangitis
aguda deben coexistir dos situaciones: obstrucción biliar y bactibilia (bilis con gérmenes). La
presencia de solo uno de ellos no resulta
suficiente; sirvan de ejemplo los pacientes con ictericia
neoplásica que presentan
grados importantes de obstrucción biliar y excepcionalmente presentan colangitis, ya que la bilis en estos enfermos es estéril si no se ha infectado
por vía endoscópica o percutánea. Otro ejemplo son los pacientes
portadores de drenajes biliares (percutáneos o tubos de Kehr) que presentan
habitualmente cultivos de bilis positivos y no desarrollan colangitis
por estar la vía biliar descomprimida por estos drenajes.
En caso de obstruirse los drenajes
el paciente puede desarrollar colangitis aguda.
Por ello, en las colangitis agudas graves el primer objetivo
terapéutico es la descompresión de la vía biliar por el método menos invasivo (endoscópico o percutáneo), aún sin resolver en este primer
abordaje la causa
de la obstrucción biliar.
Los 2 factores más importantes para el desarrollo
de una colangitis son la colonización bacteriana de la vía biliar y, sobre
todo, la obstrucción de su luz.
En condiciones normales, las vías biliares son estériles debido a las
propiedades antibacterianas de las sales biliares y a la secreción local de
inmunoglobulina A (IgA), y el papel del esfínter de Oddi es evitar el reflujo
de microorganismos a partir del tracto digestivo (Qureshi, 2006. Hanau, 2000). Se ha observado que la vía biliar está
colonizada en el 16% de los pacientes sometidos a cirugía abdominal no biliar,
en el 44% de las colangitis crónicas, en el 50% de los casos con obstrucción de
la vía biliar, en el 72% de los pacientes con colangitis aguda y en el 90% de
los pacientes con ictericia secundaria a coledocolitiasis (Kimura, 2007).
La colangitis aguda se produce por la asociación de
la presencia de bacterias
en la bilis y un aumento de la presión
intrabiliar debida a obstrucción; es decir, la infección biliar es necesaria
pero no suficiente. Los gérmenes pueden llegar a la vía biliar por dos caminos:
a) de forma ascendente, desde el duodeno (el más común) y b) por vía portal por
un mecanismo de translocación bacteriana. Esto explica que los gérmenes más
frecuentemente aislados sean Escherichia coli, Klebsiella, Enterococcus
y Proteus. En un 15%-30% de los casos existe infección combinada con
bacterias anaerobias: Bacteroides fragilis o Clostridium perfringens
(Manzano, 2004).
Cuando existe el antecedente de manipulación
instrumental mediante colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE),
colangiografía transparietohepática (CTP) o cirugía complicada, es posible la
infección por gérmenes gramnegativos más resistentes a antibióticos, como Pseudomonas
o Enterobacter. El mecanismo por el que se producen la bacteriemia y la
sepsis se explica por el reflujo de gérmenes sometidos a presión intrabiliar
hacia las venas o linfáticos perihepáticos; además, la infección biliar puede
extenderse al parénquima hepático dando lugar a la aparición de abscesos (Manzano, 2004).
Algunos estudios han demostrado que la incidencia
de bacteriemia y endotoxemia están directamente relacionadas con la presión
intrabiliar (Csendes, 1998). Dicho aumento de la presión causa una disrupción
de las uniones hepatocelulares con la consiguiente translocación de las
bacterias y toxinas al torrente circulatorio (Attasaranya,
2008). Además,
se ha observado que la obstrucción causa cambios en la función de los neutrófilos, con una disminución de
la adhesión y de la capacidad fagocitaria, y una respuesta anómala de las
citocinas. Por otro lado, se ha observado que la ausencia de sales biliares e
IgA en el duodeno, como consecuencia de la obstrucción biliar, incrementaría la
flora duodenal que se transformaría en flora fecal, facilitándose la
translocación bacteriana (Hanau, 2000).
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