Colecistitis



 Colecistitis
Dr. Juan Hernández Orduña.
Definición.
La Colelitiasis es la presencia de litos (cálculos) en la vesícula biliar.  La Colecistitis Aguda es la afección más espectacular y característica de la patología de las vías biliares; es un proceso inflamatorio que se desarrolla en la pared de la vesícula biliar, siendo la complicación más frecuente de la colecistitis crónica  ocasionada principalmente por cálculos (litos) y con menor frecuencia por barro (lodo) biliar, en raras ocasiones ninguna de estas condiciones está presente.  La persistencia del proceso inflamatorio e infeccioso conduce a la manifestación de complicaciones locales como la necrosis y la gangrena de la pared vesicular, perforaciones bloqueadas condicionantes del desarrollo de abscesos intraabdominales, o el desarrollo de una peritonitis secundaria. (GPC, 2009).  Constituye uno de los cuadros de urgencia de origen abdominal más frecuentes, solo  superado  por la apendicitis aguda.

Epidemiología.
   La litiasis biliar es una de las enfermedades más frecuentes que sufre el hombre, especialmente en los países occidentales.  A pesar de las dificultades existentes para su diferenciación clínica, desde este momento es preciso distinguir dos tipos de litiasis biliar, con epidemiología y factores de riesgo distintos: la litiasis de colesterol, relacionada con anomalías del metabolismo de las sales biliares y del colesterol, y la litiasis pigmentaria debida a trastornos en el metabolismo de la bilirrubina, comprendiendo la primera el 75 %, aproximadamente, de las litiasis biliares en los países occidentales, y la segunda el 25 % restante.
El estudio de su prevalencia se ha visto favorecido por el desarrollo de la ecografía, un método de exploración sencillo, barato y desprovisto de efectos secundarios. Así, entre 1969 y 1983 la prevalencia de la litiasis biliar se ha cifrado en un 7-21 % en los varones y en un 14-27 % en las mujeres, en distintos países europeos.
En el mundo occidental la litiasis vesicular se ha convertido en una «anomalía metabólica» muy frecuente. En Francia puede estimarse en 3.5 a 4 millones el número de pacientes litiásicos, y en 200 000/año el número de nuevos casos diagnosticados. Cada año se realizan más de 70 000 colecistectomías en Francia y más de 500 000 en Estados Unidos. En 1991, la litiasis vesicular en los Estados Unidos era la causa más frecuente de hospitalización y la patología digestiva más costosa.
En México la prevalencia global de litiasis biliar es del  14.3 %, ligeramente mayor a la observada en países  desarrollados como Japón y Estados Unidos, pero  inferior a Chile, que tiene la más alta incidencia de  litiasis biliar en el mundo (cerca del 44 % de las mujeres  y 25 % de los hombres mayores de 20 años de edad).  La colecistitis aguda es una de las  principales causas de consulta en  el servicio urgencias y en la consulta externa de cirugía general. La colecistectomía electiva es la intervención quirúrgica más frecuente en los centros hospitalarios del país. La colecistitis aguda se presenta con  más frecuencia en mayores de 40 años, tanto en hombres como en mujeres, siendo más frecuente  en el sexo femenino en relación 2:1.
En el año 2007 se otorgaron 218,490 consultas por colecistitis en IMSS, ocupando el primer lugar como causa  de consulta en cirugía general, siendo la colecistectomía la intervención quirúrgica que se realiza con más frecuencia en este mismo servicio; después de la cesárea la colecistectomía es la segunda intervención quirúrgica que con mayor frecuencia se realiza en el IMSS, con un total de 69,675 colecistectomías de las cuales 47,147 se realizaron con técnica abierta y 22,528 por laparoscopia, la colecistitis y colelitiasis ocuparon el séptimo lugar entre las veinte principales causas de egreso en el IMSS durante el año 2007 y ocuparon el decimoséptimo lugar entre las veinte principales causas de consulta por especialidad en el mismo año (Motivos de egresos. SUI-13, IMSS 2007) (GPC, 2009).

Etiología
La causa principal de la colecistitis aguda es la colelitiásis cuyos cálculos obstruyen el cístico generando el 95% de los casos. En el 5% la colecistitis aguda obedece otras causas como el edema de la mucosa del conducto cístico, y este porcentaje comprende a la colecistitis aguda alitiásica para la cual concurren otros factores como sepsis, traumatismos, consumo de alcohol, afecciones del colágeno, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida y diabetes. No debe dejarse de mencionar como propiciadores de la colecistitis aguda, menos frecuentemente, la volvulación de la vesícula biliar, la angulación del sifón vesicular, tumores benignos, quistes, el cáncer vesicular, y aun las anomalías vasculares excepcionalmente.
Factores predisponentes de litiasis 
1. La mayor incidencia de colelitiasis se encuentra 2 a 3 veces más en mujeres en edad reproductiva y raza blanca.
2. Los pacientes obesos, predominantemente mujeres, sobresaturan colesterol, teniendo 2-3 veces mayor frecuencia de litiasis.
3. Las dietas bajas en proteínas, grasas y fibra (cruda) así como en pacientes con DM, Se observa también sobresaturación en la bilis de colesterol, como respuesta al tratamiento con insulina.
4. Los pacientes cirróticos presentan mayor incidencia de cálculos de pigmentos por alteraciones en el metabolismo de los ácidos biliares y por menor producción de colesterol.
5. Se ha referido que la ingesta de 20 gr de alcohol protege contra la formación de cálculos, sin embargo, no se ha podido reproducir en otros trabajos esta afirmación.
6. Los trastornos hemolíticos, principalmente en niños predisponen a la formación de cálculos de pigmentos.
7. Alteraciones en el funcionamiento del íleon terminal, como la enfermedad de Crohn, síndrome de Whipple, esprue celiaco o esprue tropical, o bien la perdida de este segmento por resecciones intestinales amplias, disminuye la circulación enterohepática, provocando incremento en la síntesis y secreción de ácidos biliares por el hígado y favoreciendo la formación de cálculos de pigmento,
8. Nutrición parenteral total (NPT), asociado a la disminución en la motilidad vesicular por falta de estímulo por alimento.
9. El incremento de progesterona en el embarazo trae como consecuencia disminución de la motilidad vesicular,
10. El incremento en la concentración de estrógenos aumenta la secreción de colesterol hepático; esta misma situación se observa en las mujeres que consumen anticonceptivos, favoreciendo la sobresaturación de colesterol en la bilis.
11. Se ha observado incremento en la presencia de síntomas de colelitiasis en hombres mayores de 60 años, explicado por la disminución en la concentración sérica de andrógenos e incremento de estrógenos.
12. Se ha mencionado que la vagotomía troncular, al desnervar en parte a la vesícula biliar, disminuye la motilidad de ésta y favorece la estasis, y en pacientes con bilis litógena permite la formación dé cálculos; esta situación no ha podido ser demostrada.

 En la edad pediátrica
1.   Durante el período neonatal: 
Se pueden formar cálculos en cualquiera de las circunstancias de dificultad neonatal, en caso de colestasis o de interrupción del ciclo enterohepático. Así pues, los recién nacidos de riesgo son los prematuros, los infectados, los que necesitan una cirugía digestiva precoz o los que reciben  una alimentación parenteral total (Debray, 1993).
2.   Después del período neonatal:
a)   Hemólisis crónica: La formación de cálculos es particularmente frecuente en caso de drepanocitosis, talasemia mayor o esferocitosis hereditaria (Frieson, 1989). Cuando se detecta una litiasis, sobre todo si es sintomática, se debe buscar una posible enfermedad hemolítica de menor gravedad.
b)   Resección intestinal: En condiciones normales, gran parte de los ácidos biliares secretados en la bilis y excretados en el intestino son reabsorbidos de manera activa por un transportador específico en el íleon terminal. Cuando esta reabsorción está alterada, como ocurre tras la resección de la última asa intestinal, los ácidos biliares son reabsorbidos con menor eficacia a lo largo del intestino. El conjunto de ácidos biliares circulantes en el ciclo enterohepático está disminuido y la síntesis de ácidos biliares aumenta, pero no siempre lo suficiente como para que su concentración en la bilis permanezca constante (Frieson, 1989).
c)   Colestasis: Cualquiera que sea la causa, la colestasis se traduce por definición en una disminución de la secreción de ácidos biliares, que puede provocar un desequilibrio entre los tres componentes orgánicos principales. Este hecho explica que numerosas enfermedades hepáticas crónicas se puedan complicar con litiasis.
d)   Mucoviscidosis: La anomalía biológica fundamental de esta enfermedad es el defecto de un canal de cloro (proteína CFrR [regulador de la conductancia transmembrana en la fibrosis quística]) que, en el hígado, está presente en el polo apical de las células epiteliales biliares. Estas células secretan una proporción importante del agua presente en la bilis, gracias, entre otros, a este canal de cloro. Así, la bilis de estos pacientes está deshidratada. Además, la secreción de mucinas por las células epiteliales biliares también es anómala. Los cálculos están así formados por proporciones anómalas de proteínas y bilirrubinato de calcio en una  bilis deshidratada.
e)   Obesidad: El mecanismo, en este caso, es la sobresaturación de la bilis con colesterol, cuya excreción en ella es uno de los principales mecanismos de regulación. Los cálculos se suelen observar en los adolescentes obesos.
f)    Anomalías genéticas: Es posible encontrar anomalías heterocigotas de los genes responsables de PFIC (FICl, BSEP, MDR3), sobre todo si la litiasis es precoz o se complica tempranamente y cuando existen antecedentes familiares de enfermedad litiásica en personas jóvenes (Rosmoduc, 2001). Cabe señalar que ciertas mutaciones heterocigóticas de estos genes se han relacionado también con la colestasis gravídica o asociada a medicamentos (estroprogestágenos), antecedentes todos ellos que habrá que investigar. Dada la complejidad de los mecanismos de formación de la bilis, es muy probable que puedan existir polimorfismos en otros genes, en particular en caso de enfermedad litiásica familiar.
g)   Anomalías anatómicas: Una migración litiásica o una colangitis por obstáculo biliar pueden revelar un seudoquiste de colédoco (dilatación congénita de la vía biliar principal). En la ecografía, las vías biliares aparecen más dilatadas de lo que corresponde a una simple reacción a la migración de un cálculo. En este caso, la cirugía consiste en la escisión y realización de un asa en Y.
h)   Ausencia de enfermedad subyacente: Es la situación más frecuente. Un desequilibrio transitorio en la composición de la bilis es, sin ninguna duda, la causa de formación de un cálculo, que casi siempre se elimina sin recidiva.

Fisiopatología
   El origen de la colecistitis aguda es la obstrucción del cístico por un cálculo o por la compresión extrínseca en el cuello vesicular secundario a un cálculo impactado en esta zona.     A consecuencia de la obstrucción cística, la vesícula, sea litiásica o alitiásica se afecta por etapas biofísicas, bioquímicas, hipertensas y bacteriológicas, que sigue una de dos formas clínicas: una es la regresión fisiopatológicas en un período de 72 horas de promedio que ocurre en el 90 a 95% de los casos, y la otra conducta evolutiva es la persistencia y agravamiento de la afección con complicaciones.
Esta obstrucción, provoca distensión de la vesícula y contracción enérgica del músculo de la pared contra la obstrucción.  La bilis atrapada se concentra y causa la inflamación química de la mucosa vesicular por liberación de fosfoquinasa que desdobla los fosfolípidos y causa acumulación de presión en la vesícula, lo cual puede conducir a la infección bacteriana con virulencia aumentada y perforación.  Si persiste la obstrucción, se incrementa la presión intravesicular, provocando disminución en el flujo de retorno venoso, en consecuencia del arterial, ocasionando isquemia y necrosis de la pared vesicular que puede terminar en perforación; a este proceso inflamatorio se asocia la proliferación bacteriana que contamina la bilis.
La producción de moco aumenta la presión intra vesicular y genera dolor afectando la circulación venosa y arterial con isquemia de la pared, áreas de infarto, perforación y aun gangrena de la vesícula En este proceso inflamatorio, la mucosa de la vesícula, en lugar de absorber agua, la secreta, y ésta, combinada con moco y bilis desarrolla la entidad denominada hidrocolecisto; si se agrega un proceso infeccioso con presencia de pus, se presenta el piocolecisto que consiste en una colección de pus y bilis infectada. La repercusión sistémica dará lugar a bacteriemia, fiebre, leucocitosis e incremento de las transaminasas.

   Bacteriología
Histológicamente existe infiltración leucocitaria con exudado, edema intersticial y erosión de la mucosa.  Los gérmenes más frecuentemente aislados son: Anaerobios Gram negativo, Proteus, E. col., Klebsiella, Enterobacter y bacteroides fragilis. La frecuencia de infecciones de anaerobios aumenta en los ancianos.

Anatomía patológica





Colecistitis aguda. Vesícula biliar con la serosa tumefacta, hemorrágica.

Colecistitis aguda. Vesícula biliar abierta, con pared engrosada hemorrágica. En la mucosa se observan pseudomembranas


Colecistitis crónica. Vesícula biliar con mucosa granulosa, surcada por estrías pálidas.

Colecistitis crónica (hidrops vesicular). Vesícula biliar distendida. Seroso blanco nacarado con adherencias fibrosas filiformes.  Pared engrosada, blanquecina, fibrosa. Mucosa atrófica.


Colecistitis crónica. Vesícula pequeña, de pared engrosada fibrosa. Revestida interiormente por una delgada capa de calcificación distrófica ("vesícula en porcelana).





Clasificaciones
Clasificación desde el punto de vista evolutivo y pronóstico de la colecistitis aguda
Clasificación
Datos
Colecistitis leve
Dolor espontáneo en hipocondrio derecho, vómitos y/o fiebre, signo o maniobra de Murphy +, leucocitosis hasta 15.000.
Colecistitis moderada
Se agrega a lo anterior, vesícula palpable y dolorosa o presencia de plastrón vesicular y leucocitosis hasta 20.000.
Colecistitis grave:
Se agrega a lo anterior, signos de reacción peritoneal, compromiso séptico del estado general y leucocitosis mayor de 20.000.


Clasificación de colecistitis aguda según etiología.
Clasificación
Causas
Colecistopatía mecánica
Es la más frecuente de las colecistitis agudas.

•Causas orgánicas:
Ø Litiasis vesicular
Ø Lesiones cicatrízales del cístico
Ø Neoplasia primitiva vesicular
Ø Neoplasia primitiva hepatocoledoco
Ø Adenopatía metastásica
Ø Vólvulo de la vesícula.
Ø Parasitarias
•Causas espasmódicas:
Espasmo del esfínter de Lutkens-Oddis
Colecistopatía séptica

Ø Por continuidad canalicular
Ø Por vía hematógena (metastásica)
Ø Por contigüidad
Colecistopatía química
Es aquella en que se produce penetración del jugo pancreático en su interior por una perturbación circulatoria biliopancreatica.

Colecistopatía isquémica (Variedad muy rara) (lesión vascular)

·   Vólvulos de vesícula con compresión de la arteria cística,
Ø Trombosis o embolia capaces de originar infarto de la pared vesicular.
Ø Compresiones extrínsecas de los vasos nutricios por adenopatía o cálculos enclavados en el cístico.
Ø Síndrome de (ptosis) apoplejía visceral de Gregoine-Couvelaire
Ø Colecistitis disecante exfoliatrices.

Clasificación anatomoclínica
Clasificación
Características
Vesícula biliar edematosa
 Donde la pared presenta un grado variable de edema y congestión vascular
Vesícula biliar supurada
Existe infiltración celular inflamatoria importante con obstrucción de la mucosa que está en relación con los trastornos vasculares.
Vesícula biliar gangrenosa:-
Donde existe infarto hemorrágico agudo con necrosis y la perforación es la etapa sucesiva.
Vesícula biliar Perforada
La vesícula se presenta tumefacta, edematosa, con serosa hiperémica, con áreas de necrosis y pseudo membrana.
En estadios más avanzados
Se produce la inflamación e infiltración de los órganos vecinos dando lugar al Plastrón Vesicular donde participan el colon transverso, colon derecho y su meso, epiplón mayor, estómago y duodeno y peritoneo parietal anterior.

Cuadro clínico
   Los pacientes con colelitiasis pueden permanecer asintomáticos, cuadro que se calcula se presenta hasta en un 50% de los casos.  Pueden presentar también síntomas vagos que se caracterizan por manifestar molestias epigástricas (dispepsia) acompañadas de náusea, distensión abdominal y flatulencia.
Las formas de presentación más frecuentes son los episodios intermitentes del mal llamado “cólico vesicular”, ya que se trata de un cuadro crónico de colecistitis; otra presentación es la aguda y por último la presentación por las complicaciones de la colecistitis como fistula biliar, Coledocolitiasis o pancreatitis de origen biliar.
   Más de 90 % de las colecistitis agudas están asociadas a la presencia de cálculos vesiculares, el 10% restante es de otro origen y es denominada colecistitis alitiasica aguda. (CAA)
   El cuadro clínico que se presenta en la colecistitis aguda es de dolor pungitivo (no cólico), constante y progresivo, localizado en el hipocondrio derecho o epigastrio, rara vez en el hipocondrio izquierdo o zona precordial, el dolor se irradia característicamente a la zona escapular derecha e incluso al hombro del mismo lado. Las crisis duran desde unos minutos hasta horas y pueden agravarse con ingestión de comidas grasas o iniciar 30 a 60 minutos después de esta.  Las molestias suelen ocurrir por la noche por que el decúbito dorsal permite que los cálculos se desplacen al cuello del conducto cístico. Los pacientes experimentan náuseas y vómito que en ocasiones disminuye la intensidad del dolor; en el 60% de los casos. Puede haber fiebre moderada de  38 a 39º, con frecuencia de 50 a 60%, eventualmente acompañada de escalofríos.  Ictericia aparece en el 20% de los pacientes, es de ligera intensidad. Se la explica por comprensión de la vía biliar principal por la vesícula tumefacta.
  El cólico vesicular es un dolor que cede en un máximo de 6 horas con medicamentos y la colecistitis aguda no cede siendo necesario intervención.
  Cuando se infecta el contenido vesicular (empiema vesicular) se agudizan los síntomas, aparecen signos de sepsis y puede producirse la perforación de la vesícula a la cavidad peritoneal libre (peritonitis), localizada a la zona perivesicular (absceso perivesicular) o a una víscera hueca (fístula colecistoentérica).
La evolución clínica de la colecistitis aguda es prácticamente periódica. Los síntomas se mantienen por un término de 72 horas en el 90% de los pacientes, remitiendo espontáneamente y normalizándose el paciente en el lapso de ocho a diez días. En cambio, si al contrario el cuadro no remite y se intensifica el dolor, los signos locales, la fiebre, la leucocitosis y se agrava el estado general del paciente, debe admitirse la inminencia o que ya se ha instalado muy probablemente una complicación como empiema, perforación u otra.
En el niño mayor (y no siempre) los dolores que acompañan a la migración de un cálculo tienen los caracteres típicos de un cólico hepático: «hepático = apático»: dolor violento que se irradia al hombro o a la espalda y que, en el mejor de los casos, se controla con la inmovilidad. En el niño pequeño, en particular, son mucho más difíciles de distinguir de los dolores abdominales «funcionales» comunes. Es necesario realizar una  anamnesis  detallada  para  detectar  el carácter «apático», que «Corta la respiración»; el niño interrumpe sus actividades y se pone a llorar cuando el cólico ha pasado. Entre las crisis, la exploración física es normal.
Colecistitis en el niño: Esta complicación inflamatoria aparece casi siempre en un niño portador de una enfermedad subyacente, en particular una hemólisis crónica. Se acompaña de dolores en el hipocondrio derecho que se irradian al hombro, vómitos, un  síndrome infeccioso grave en caso de sobreinfección y, a veces, ictericia (Frieson, 1989). La palpación del hipocondrio derecho desencadena el dolor.

Examen físico
Hipersensibilidad en el hipocondrio derecho, resistencia muscular y datos de irritación peritoneal.
Puede palparse un plastrón que corresponde a la vesícula distendida, generalmente rodeada de epiplón.
El dato clásico es el "signo de Murphy' que se caracteriza por la interrupción de la inspiración durante la palpación profunda del hipocondrio derecho.
También puede haber una hiperestesia en la piel que cubre por detrás a las costillas 9-11 de lado derecho (signo de Boas)
Hasta en 25% de los casos se observa ictericia y ésta se atribuye a compresión extrínseca de la vía biliar por el proceso inflamatorio y cuello de la vesícula; en estos casos hay que descartar Coledocolitiasis.
Palpación de la vesícula biliar
Las vesículas normales y escleroatrófica no se palpan. Su volumen aumenta en la oclusión calculosa del conducto cístico con persistencia de la secreción mucosa que se acumula en la vesícula (hidrops, hidrocolecisto, hidropesía vesicular). No hay ictericia, salvo en el excepcional síndrome de Mirizzi, (en el que el cálculo intracístíco actúa sobre el colédoco por compresión extrínseca) y cuando existe un obstáculo en el colédoco estando la vesícula sana y con sus paredes distensibles, circunstancias que se dan en el cáncer de la cabeza del páncreas o de la ampolla de Váter y rara vez en el cálculo impactado, pues la vesícula de donde éste procede suele estar esclerosada y con paredes rígidas e inextensibles (en estos casos, aparece ictericia).
En la mayoría de casos, es válida la ley de Corvoisier: «Obstrucción cancerosa, vesícula grande; obstrucción calculosa, vesícula retraída».
La vesícula distendida se presenta como un tumor indoloro, piriforme, de superficie lisa, consistencia elástica, renitente o firme según la tensión de su contenido, cuyo polo anterior regularmente redondeado (sin borde) se desliza bajo la mano que realiza la palpación,
Cuando se hace respirar profundamente al enfermo; tiene también movilidad pasiva en sentido lateral.
Si la vesícula biliar se encuentra inflamada, se hace sensible y dolorosa a la presión.
Se explora con la maniobra de Pron presionando cuidadosamente la zona vesicular; previamente con ambos pulgares se presiona la zona epigástrica para valorar la sensibilidad local , a continuación se deprime con el pulgar la zona izquierda epigástrica para valorar la sensibilidad Aislada gástrica ,Y a continuación se deprime con el pulgar la región de la vesícula (en el borde externo del músculo recto anterior; algo por fuera en los sujetos pícnicos, con amplia abertura torácica, y más hacia la línea media en los asténicos con ángulo epigástrico agudo) por debajo del reborde costal, mientras se hace respirar al paciente rápida y profundamente.
Si la abundancia en grasa de la pared abdominal o la excesiva tensión muscular hacen imposible la penetración del dedo explorador hasta el lecho vesicular, es pertinente recurrir a la técnica de Chiray, en la cual, el paciente está en posición de decúbito lateral izquierdo con los muslos flexionados sobre la pelvis; el explorador, situado detrás, hunde suavemente la mano izquierda debajo del reborde costal derecho.
La misma maniobra puede realizarse también con el paciente sentado, ligeramente inclinado hacia delante y a la izquierda (maniobra de Brugsch).

Laboratorio
La mayoría de los pacientes cursan con leucocitosis moderada, no mayor a 15000 por mm3 con neutrofilia; cuando las cifras son mayores a 20 000 y se acompaña de bandemia, debe sospecharse piocolecisto, perforación o colangitis.
Las pruebas de funcionamiento hepático deben ser solicitadas cuando hay ictericia y generalmente revelan elevación discreta de las transaminasas.
No hay prueba de laboratorio específicas para colecistitis aguda.  Pruebas de laboratorio que pueden ser de utilidad: Biometría hemática en la cual se puede encontrar leucocitosis  y Proteína C Reactiva la cual puede encontrarse elevada y es de utilidad para confirmar proceso inflamatorio.
Para identificar la gravedad de la Colecistitis y Colelitiasis se solicitara: Bilirrubinas, BUN, Creatinina, Tiempo de protrombina. La amilasa sérica es de utilidad para identificar complicaciones como coledocolitiasis.
Ante la presencia de fiebre y sospecha de proceso infeccioso el médico cirujano solicitara: Hemocultivo  con  la finalidad se la selección del agente antimicrobiano.  (GPC, 2009)

Imagenologia
Radiografía simple de abdomen
Menos del 20 % de los cálculos contienen suficiente calcio para poder visualizarlas en la placa simple de abdomen.
En caso de colecistitis aguda, puede observarse aumento de densidad en el hipocondrio derecho por el proceso inflamatorio, asociado a la presencia de un asa centinela del intestino delgado.
En los casos de colecistitis enfisematosa se visualiza gas en la pared de la vesícula biliar.
La presencia de gas intramural (colecistitis enfisematosa) en la radiografía simple aparece en forma de colecciones aéreas, pequeñas, redondeadas, ovaladas o lineales, en la pared, formando Una línea radiopaca, de dibujo irregular y quebrada; corrientemente existe también gas en la luz vesicular.
Cuando la vesícula contiene bilis calcárea o en lechada de cal (por la precipitación de carbonato de cal en el líquido contenido en la vesícula biliar) o cálculos radiopacos, no se precisa ningún medio de contraste para su identificación.
 
La introducción de contraste opaco en la vesícula biliar y vías biliares dibuja sus contornos, a la Manera del tubo digestivo con la papilla de bario. Ello puede ocurrir con los medios de contraste Administrados por la vía oral, intravenosa, directamente en el acto operatorio (colangiografía peroperatoria), a través de un drenaje biliar externo (cole cistografía postoperatoria), a través de la papila (CPRE) o de la piel (colangiografía percutánea transparietohepática). Ocasionalmente, en casos de fístulas espontáneas biliodigestivas, se puede observar el árbol Biliar a consecuencia de su llenado por paso de contraste baritado en un examen gastroduodenal o colónica.

Colecistografía oral
Se ingieren de 3 a 6 tabletas (doble contraste) de material yodado la noche anterior del estudio; este es absorbido por vía portal hasta el hígado en donde es excretado junto con la bilis. La bilis y el medio de contraste son concentrados de 8 a 10 veces en la vesícula biliar por lo que en una radiografía simple debe visualizarse la vesícula biliar y sus contornos. Se observa presencia de cálculos en la vesícula biliar por defectos de llenado en su interior.
En casos de colecistitis aguda, la obstrucción del cístico asociada a la perdida de función concentradora de la mucosa impide la visualización de la vesícula, imagen radiológica denominada como vesícula excluida.
En estudios clínicos se ha demostrado que la Colecistografía oral tiene una especifidad y sensibilidad de 95%, sin embargo, las fallas en el estudio son ocasionadas por:
a) No haber ingerido los medicamentos,
b) enfermedad inflamatoria o estructural del intestino que impide la absorción del medio de contraste,
c) Diarrea,
d) daño hepático que impide la captación y excreción del medio.
Por competir el medio de contraste con la bilirrubina para su excreción, este estudio no debe indicarse en pacientes con hiperbilirrubinemia, es decir, en pacientes ictéricos.
Todos estos factores han limitado el uso de cole cistografía oral, sin embargo, en la actualidad puede indicarse en casos de sospecha de disquinesia vesicular

Colecistografía intravenosa.
Tras la administración del contraste por vía intravenosa, el colédoco se opacifica después de 10 minutos. La opacidad máxima de los conductos se obtiene entre los 20-45 minutos. La vesícula normal empieza a llenarse entre media y una hora. A la 2-3 h suele conseguirse la imagen de máxima repleción vesicular.


Colangiografía peri operatoria.
Muy necesaria para la valoración del colédoco y la visualización de posibles litiasis residuales.

Colangiografía postoperatoria.
A través del drenaje biliar externo para valorar la correcta permeabilidad de la vía biliar y la visualización de posibles cálculos residuales.
Esta técnica se ve relegada a diario por estar la cirugía abierta de las vía biliares cada vez más desfasada en relación a la cirugía por vía laparoscópica, y a su vez la CPRE o la colangiopancreatografía por resonancia magnética (CP-RM) dan diagnósticos más seguros y fiables.

Colangiopancreatografía retrógrada por vía endoscópica (CPRE).
La opacificación directa de la vía biliar se puede obtener mediante CPRE o CTPH. Ambas exploraciones tienen una sensibilidad y una especificidad de alrededor del 90 % y un riesgo de complicaciones del 1- 3 %. Se realiza la exploración cateterizando la papila de Váter por medio de la técnica endoscópica.
La CPRE es preferible, ya que permite a la vez efectuar una esfinterotomía de la papila como acto terapéutico. Esta exploración debe realizarse ante toda colestasis no aclarada, cuando se sospecha litiasis coledocal (síndrome coledociano, pancreatitis) que no se confirma por ecografía, y cuando esté indicada la esfinterotomía endoscópica. La colangioscopia intraoperatoria a través de un tubo en T o peroral puede ser útil para establecer el diagnóstico diferencial de la litiasis coledocal con otros procesos (estenosis, tumores), permitiendo, además de la toma de biopsias, la práctica de maniobras terapéuticas.

Colangiografía percutánea transparietohepática
Se punciona directamente el área hepática para localizar un conducto intrahepático dilatado e inyectar un medio de contraste que opacifique las vías biliares y la vesícula.
En el caso de neoplasias, con esta técnica es posible dejar un catéter en el interior de las vías biliares y conseguir su descompresión externa, o bien, pasar el extremo distal del catéter al duodeno a través del colédoco y papila, y conseguir un drenaje interno.
El hemoperitoneo y el coleperitoneo son los riesgos principales.

Gammagrafía
La cole cistografía radio isotópica consiste en la administración de ácido imidodiacetico marcado con tecnecio 99m, el cual es captado por el hígado y eliminado por la bilis en forma no conjugada, permitiendo estudiar el tiempo de eliminación del radiofármaco (función hepática), la captación y concentración de este por la vesícula, la permeabilidad y contornos de la vía biliar y conducto cístico así como el tiempo de eliminación al duodeno.
Es un estudio que tiene 98 % de sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de la colecistitis aguda, en cuyo caso, no hay captación del radiofármaco por la vesícula en un periodo de 60 minutos como consecuencia de la obstrucción del cístico por un cálculo.
Si bien es un estudio efectivo para el diagnóstico de colecistitis aguda, su costo y disponibilidad limitan su uso.
Este estudio es de elección en el diagnóstico de colecistitis a calculosa y disquinesia vesicular al alterar la captación y concentración del radiofármaco y el tiempo de eliminación del mismo.  Utiliza derivados del ácido iminodiacético marcados con 99m Tc. La sensibilidad oscila entre el 95 y el 97 %; y la especificidad, entre el 90 y el 97 %. La ausencia de relleno vesicular evidencia la obstrucción del cístico y es la característica distintiva de la colecistitis aguda, mientras que la visualización de una vesícula normal la descarta. Es necesario tomar imágenes tardías, ya que en diversas situaciones, como enfermedad hepática y colédocolitiasis, se puede rellenar la vesícula después de varias horas.
Para evitar esta demora se puede usar sulfato de morfina i.v. en los pacientes sin relleno en 30-60 minutos. Esto aumenta la presión del esfínter de Oddi y favorece el reflujo de bilis hacia la vesícula. Puede haber falsos positivos en la colecistitis crónica, enfermedad hepática, ayuno prolongado, nutrición parenteral total y enfermos críticos.

Gammagrafía biliar (escintografia) tienen sensibilidad del 97%, se solicitar cuando la clínica y la ecografía no fueron concluyentes.  La Gammagrafía de vías biliares con Tc-HIDA reporta: Exclusión vesicular.  Signo de RIM (Aumento de la radioactividad alrededor de la fosa vesicular) (GPC, 2009).

Tomografía computarizada.
Estudio radiológico que forma imágenes claras por computadora; este no ha demostrado ser más eficaz en el diagnóstico de colecistitis ni en procesos inflamatorios de la vesícula que la ultrasonografía, además de ser un método de imagen caro y refinado.
Se ha utilizado este método para medir la densidad de los cálculos de la vesícula y predecir si responderán al tratamiento de disolución química o a la litotripsia.




Tomografía Axial Computada (TAC) reporta: Engrosamiento de la pared vesicular,  Colecciones liquidas perivesiculares, Alargamiento vesicular, Áreas de alta densidad en el tejido graso perivesicular.

Imagen por resonancia magnética
Estudio de diagnóstico de imagen que utiliza la radiación magnética de las estructuras para conformar representaciones de los órganos corporales.
No demuestra mayor utilidad en el diagnóstico de colecistitis; sin embargo, se ha utilizado con elevada sensibilidad en la detección de cálculos en la vía biliar.
La Resonancia Magnética Nuclear (RMN) reporta:
§Signos de pericolecistitis con imágenes de alta densidad.
§Alargamiento vesicular
§Engrosamiento de la pared vesicular.

Colangiopancreatografía por resonancia magnética (CP-RM).
Es una novedosa exploración que permite la perfecta visualización del árbol biliar y zona pancreática.
Puede sustituir como método exploratorio a cualquier otra técnica exploratoria de las vías biliares, incluida la CPRE, dado que es una técnica no invasiva, no precisa sedación y puede estudiarse el campo.



Estudios de imagen con colecistocinina IV.
SE han estudiado a pacientes con sospecha de patología vesicular mediante cole cistografía oral, gammagrafía y ultrasonido; se inyecta un octapeptido de colecistocinina y se demuestran por imagen trastornos en la contracción vesicular y se despierta dolor en el cuadrante superior derecho que se supone es de origen vesicular.
Este estudio no demuestra incremento en el diagnóstico de colecistitis aguda y presencia de cálculos; sin embargo, debe guardarse para aquellos pacientes en los que se sospecha disquinesia vesicular y se quiere corroborar el diagnóstico, aunque requeriría de estudios prospectivos, aleatorizados y comparativos para saber si es necesario realizar este método o es suficiente la sospecha de trastornos motores de la vesícula solo con la gammagrafía o cole cistografía oral.

Ultrasonido de vesícula y vías biliares.
Ante la sospecha de Colecistitis o Colelitiasis aguda, la ecografía abdominal (ultrasonido) es la prueba no invasiva de primera elección.
El ultrasonido abdominal es positivo en el 98% (sensibilidad) de los casos de colelitiasis.
Como en la litiasis vesicular, la ecografía es la exploración de elección. Su sensibilidad es inferior en el diagnóstico de la litiasis del colédoco (55-60 %) que en el de la litiasis vesicular, pero llega al 77 % cuando la vía biliar está dilatada. El diagnóstico se basa en la observación de una imagen hiperecogénica con sombra acústica en el interior de un colédoco que se encuentra dilatado. Tanto la sensibilidad como la especificidad aumentan hasta el 90 % con la ecoendoscopia, que consiste en la colocación de un transductor ecográfico en el duodeno, vehiculizado en el extremo distal de un endoscopio de visión lateral. 




Figura. Litiasis del colédoco. Ecografía que muestra una estructura tubular horizontal con imágenes ecogénicas en su interior que producen sombra acústica y que corresponden a un colédoco dilatado con cálculos. (Cortesía de C. Bru.)

   En la colecistitis aguda se observa la imagen de doble halo que corresponde a la inflamación de la pared de la vesícula biliar y a pequeñas colecciones peri vesicular. Cuando el paso del transductor por la zona de la vesícula despierta dolor, se habla del signo de Murphy ultrasonografico.
Los hallazgos que reporta el ultrasonido ante la presencia de Colecistitis y/o Colelitiasis son: Engrosamiento de la pared vesicular mayor de 5 mm, Liquido perivesicular, Signo de Murphy ultrasonografico positivo, Alargamiento vesicular 8 cm axial y 4 cm diametral, Lito encarcelado, Imagen de doble riel, Sombra acústica, Ecos intramurales. La ecografía es el estudio que se indicara en primer lugar ante la sospecha de Colecistitis o Colelitiasis.  Punto de Buena Práctica ( GPC, 2009)
Se han descrito signos ecográficos mayores y menores. Frente a un cuadro clínico compatible con Colecistitis aguda, la presencia de un signo mayor y uno menor o de 3 signos menores tiene una sensibilidad del 99% con 98% de especificidad. 

Criterios UTS Mayores:
Imagen de doble halo o doble riel  perivesicular
Litiasis impactada en el cuello de la vesícula o en el conducto cístico.
Marcada irregularidad y un engrosamiento asimétrico dela pared vesicular, presente en la Colecistitis Gangrenosa . 
Liquido peri vesicular en ausencia de Ascitis, que puede implicar una perforación localizada y un absceso.


Criterios UTS Menores
 Edema de la pared vesicular mayor de 5 mm.
Banda intermedia continua y focal hiperecogénica.
Murphy ecográfico, que consiste en hipersensibilidad vesicular focal bajo el transductor.
Presencia de cálculo en la vesícula.
Bilis de éxtasis.
Dilatación de la vesícula y forma esférica. 
Alargamiento vesicular 8 cm axial y 4 cm diametral
Sombra acústica, Ecos intramurales


Figura  Litiasis vesicular. Ecografía que muestra una vesícula biliar con una imagen ecogénica ovalada en su interior de 26 mm de diámetro máximo y sombra acústica, correspondiente a un cálculo vesicular. (Cortesía de C. Bru.)

Diagnóstico.
Litiasis de la vía biliar.
 Aproximadamente el 10 % de los pacientes afectos de litiasis vesicular tienen una litiasis concomitante de la vía biliar principal. El diagnóstico puede establecerse por los signos directos (visualización del cálculo en el colédoco) o por signos indirectos (dilatación de la vía biliar en pacientes con manifestaciones clínicas compatibles).
El diagnóstico de colecistitis aguda se basa en los síntomas y signos clínicos ya descritos. La ecografía confirma el diagnostico por la presencia de los siguientes signos:
a) engrosamiento de la pared superior a 3 mm, difuso o localizado, homogéneo o heterogéneo, que se halla en el 70 % de los casos, no siendo un signo específico, puesto que puede observarse en otros procesos abdominales, en la hipoalbuminemia, la ascitis, la hepatitis aguda y la hipertensión portal;
b) distensión vesicular con diámetro transverso superior a 4 cm, y
c) fango biliar, que aparece en el 60 % de los casos.

Diagnóstico clínico
Las manifestaciones clínicas de Colecistitis y Colelitiasis son: Signo de Murphy positivo. Masa en cuadrante superior derecho . Dolor en cuadrante superior derecho. Resistencia muscular en cuadrante superior derecho. Nausea  y Vomito
Las manifestaciones clínicas de Colecistitis y Colelitiasis aguda complicadas son: Vesícula palpable, Fiebre mayor de 39º C, Calosfríos e Inestabilidad hemodinámica
La perforación con peritonitis generalizada se sospecha cuando: Existen signos de irritación peritoneal difusa. Distensión abdominal, Taquicardia Taquipnea, Acidosis metabólica, Hipotensión, Choque.
Se debe de considerar el diagnóstico de Colecistitis o Colelitiasis aguda cuando el paciente presente un signo o síntoma local y un signo sistémico, más un estudio de Imagenologia que reporte positivo para esta patología. (GPC, 2009).
La tríada: - Litiasis - Murphy ecográfico - Edema de la pared vesicular, es muy sugerente de colecistitis aguda (valor predictivo positivo de más del 90%). El líquido perivesicular, las membranas intraluminales y el engrosamiento irregular de las paredes con halo hiperecogénico en su espesor deben sugerir la existencia de gangrena vesicular. El hallazgo de sombras mal definidas que proceden de la pared vesicular sugiere el diagnóstico de colecistitis enfisematosa.

Grado de severidad en colecistitis  aguda
Guías de Tokio
Grado
Criterio
Leve  ( grado 1)
Colecistitis aguda sin otro criterio
Inflamación  vesicular sin compromiso funcional orgánico
Moderada ( grado 2)
La presencia de uno o más de los  siguientes criterios:
1. Leucocitosis   más de 18 000
2.      Masa palpable en  HCD
3.      Duración de dolor más de 72 horas.
4.      Marcada inflamación local que incluye peritonitis biliar, absceso pericolecistico, absceso hepático, colecistitis gangrenosa, colecistitis enfisematosa
Severa ( grado 3)
La presencia de uno o más de los  siguientes criterios:
1)    Disfunción cardiovascular ( apoyo de aminas)
2)    Disfunción neurológica (  alteración de la conciencia)
3)    Disfunción respiratoria  ( hipoxemia)
4)    Disfunción renal ( oliguria , creatinina  > 2 mg)
5)    Disfunción hepática ( TPT , INR >1.5)
6)    Disfunción hematológica ( plaquetas < de 100 000)


Diagnóstico Diferencial
Ante el reporte negativo de las pruebas diagnósticas para Colecistitis o Colelitiasis se deberá realizar diagnóstico diferencial con alguna de las siguientes entidades nosológicas:  Úlcera péptica perforada , Apendicitis aguda , Obstrucción intestinal , Pancreatitis aguda , Cólico renal o biliar , Colangitis aguda bacteriana , Pielonefritis ,Hepatitis aguda , hígado congestivo , Angina de pecho , Infarto de miocardio , Rotura de aneurisma aórtico , Tumores o abscesos hepáticos , Herpes zoster y Síndrome de Fitz-Hugh-Curtis. (GPC, 2009).


Entidades clínicas
En la actualidad decir que un paciente es portador de una colecistitis aguda es insuficiente para plantear la estrategia terapéutica de ésta; por ello consideramos conveniente diferenciar algunas poblaciones particulares y resumir sus características principales.

Colecistitis aguda litiásica en pacientes que corren riesgo quirúrgico aceptable: comprende al grupo más frecuente que asistimos los cirujanos. La causa es un cálculo impactado en el cístico y dado el buen estado del paciente el tratamiento que se realiza es el definitivo y radical, consistente en la colecistectomía laparoscópica. El diagnóstico se basa en la clínica (dolor en el hipocondrio derecho, vómitos y fiebre) y el examen físico y se confirma por imágenes, con la ecografía como método de elección por su nivel de certeza y por ser económico Y repetible. En los casos de dudas diagnósticas la tomografía computarizada es el método que aporta datos valederos en los casos de hepatización de la vesícula, en los que la ecografía presenta limitaciones.

Colecistitis aguda litiásica en pacientes que corren riesgo quirúrgico elevado: la patología corresponde a la del grupo anterior, pero difiere la población que padece el problema. En general, se trata de pacientes añosos y con comorbilidades principalmente cardiovasculares y respiratorias, las que limitan el tratamiento quirúrgico radical y definitivo. Aquí, el tratamiento es médico y en los casos que persisten los síntomas requiere el drenaje percutáneo de la vesícula (colecistostomía percutánea). Superada la situación aguda se revaluará el estado del paciente y la expectativa de vida para definir la posibilidad y la racionalidad del tratamiento definitivo posterior.

Colecistitis aguda alitiásica: representa cerca del 10% de todas las colecistitis agudas, y es una patología de creciente observación en las unidades de cuidados intensivos y de trauma. La patogenia se relaciona con una hipocinesia de la vesícula, por largo ayuno por operaciones recientes, asistencia respiratoria mecánica (ARM) prolongada, etc. Es un cuadro principalmente inflamatorio por la acción nociva de las sales biliares sobre la mucosa vesicular que, de persistir en el tiempo, se asocia con necrosis y gangrena parietal.
Representa en realidad un epifenómeno en pacientes críticos, su diagnóstico por imágenes es difícil y el tratamiento frente a la falta de respuesta al tratamiento médico es la colecistostomía percutánea. Una vez superada la situación aguda del paciente, no es necesaria la colecistectomía y se procede simplemente al retiro del catéter.

Colecistitis aguda asociada con procedimientos biliares endoscópicos y percutáneos: es un cuadro nosológico de presentación cada vez más frecuente. Se lo observa sobre todo en el manejo de los pacientes con obstrucciones de la vía biliar que se someten a procedimientos biliares diagnósticos y terapéuticos. Son cuadros caracterizados por su gran repercusión clínica, por evolución frecuente con necrosis de la pared vesicular y por el aislamiento de gérmenes nosocomiales resistentes a los antibióticos habituales (Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter, etc.). El tratamiento es al principio médico y el drenaje percutáneo en los casos de persistencia de los síntomas.
Fig.  Paciente con tumor de la vía biliar proximal, que luego de la colangiografía endoscópica retrógrada desarrolló colangitis aguda y colecistitis aguda con necrosis de la pared de la vesícula. Fue tratada con colecistostomía percutánea y drenaje percutáneo bilateral de la vía biliar (flechas).

Colelitiasis asintomática.
La gran mayoría de los pacientes con litiasis biliar permanecen asintomáticos, es decir, no sufren cólicos biliares ni otras complicaciones de la litiasis durante largos períodos. La historia natural de la litiasis asintomática es bien conocida, gracias a estudios longitudinales en series numerosas de pacientes seguidos desde el diagnóstico casual de la enfermedad y durante períodos de 10-20 años. Los estudios realizados a partir de 1968 en los que se tuvo especial cuidado en seleccionar pacientes realmente asintomáticos y no valorar los trastornos dispépticos como síntomas de litiasis biliar, muestran resultados homogéneos y permiten estimar que el riesgo de sufrir cólicos hepáticos en un paciente afecto de colelitiasis asintomática es del 15-20 % en 10-20 años.

Dispepsia biliar.
Este término se usa para describir la asociación de una serie de síntomas, como intolerancia a las grasas, la leche y el chocolate, náuseas postprandiales, pirosis, flatulencias y digestiones pesadas y que clásicamente se han atribuido a litiasis biliar. Sin embargo, este término se presta a confusión, puesto que tales síntomas se observan con la misma frecuencia en los pacientes afectos de litiasis biliar que en los pacientes libres de esta enfermedad y, además, en aquéllos los síntomas suelen mejorar con tratamientos sintomáticos que nada influyen en la fisiopatología biliar. Los únicos síntomas realmente atribuibles a la litiasis biliar son el cólico biliar y los dependientes de las complicaciones de esta enfermedad.



Cólico hepático.
El cólico hepático o biliar es el resultado de una obstrucción pasajera del conducto cístico o del colédoco por un cálculo. Es el único síntoma realmente característico de la litiasis vesicular o colelitiasis. Se trata de un dolor intenso, por lo general continuo (a pesar de denominarse habitualmente «cólico»), localizado preferentemente en el hipocondrio derecho y el epigastrio y en muchas ocasiones irradiado a la espalda, el omóplato y el hombro derechos. El dolor suele durar varias horas (no debe atribuirse a la vesícula biliar cualquier dolor que dure menos de 30 min, aunque tenga la misma localización) y aumenta gradualmente hasta llegar al acmé, intensidad con la que puede permanecer varias horas, para desaparecer en forma de lisis. En ocasiones se acompaña de vómitos.
El valor predictivo positivo del dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen en relación con la litiasis vesicular demostrada es bajo (16 %), puesto que son numerosas las posibles causas de molestias semejantes, mientras que el valor predictivo negativo (no litiasis) de la ausencia del síntoma es muy elevado (93 %). No siempre es fácil diferenciar el dolor biliar del producido en otras vísceras abdominales, localizado o irradiado al hemiabdomen superior (úlcera duodenal, aerocolia, cólico intestinal, cólico nefrítico). Los cálculos en la vesícula biliar originan cambios inflamatorios y cicatrízales que reciben el nombre de colecistitis crónica y no presentan síntomas específicos.

Síndrome de Mirizzi.
Un cálculo impactado en el conducto cístico o en cuello de la vesícula puede, en raros casos, producir una obstrucción del hepático común por compresión extrínseca o por su englobamiento en un proceso inflamatorio. Esta situación, descrita por Mirizzi en 1948, puede causar dolor biliar, ictericia, episodios de colangitis y, en caso de prolongarse, colestasis crónica y cirrosis biliar secundaria, al igual que cualquier otra obstrucción extrahepática. Finalmente puede desarrollarse una fístula colecistobiliar. El diagnóstico, no siempre posible antes de la intervención quirúrgica, puede realizarse por ecografía, CTPH o CPRE.

Síndrome coledociano.
Los cálculos biliares pueden hallarse también en el colédoco, bien por el paso de cálculos vesiculares a través del cístico, bien por formación de nuevos cálculos en una vía biliar dilatada por una obstrucción de cualquier naturaleza. Por lo general, en el primer caso los cálculos serán de colesterol o pigmentarios negros, mientras que en el segundo serán pigmentarios ocres. Los cálculos del colédoco pueden ser asintomáticos durante largos períodos o, al enclavarse de forma permanente o intermitente en el colédoco terminal, ocasionar diversos síntomas que constituyen el síndrome coledociano: dolor biliar, fiebre e ictericia. El dolor biliar de la litiasis del colédoco es idéntico al cólico hepático de la colelitiasis simple.
La fiebre refleja la infección de la vía biliar estásica (colangitis) y suele estar precedida de escalofríos. La ictericia aparece a las pocas horas del dolor (antes de las 48 horas), se acompaña de coluria e hipocolia, y su intensidad y duración dependen del grado de obstrucción de la vía biliar por el cálculo. Estos tres síntomas (dolor, ictericia y fiebre con escalofríos) pueden presentarse juntos (tríada de Charcot), aislados o combinados de todas las formas posibles. La obstrucción permanente del colédoco terminal produce ictericia obstructiva extrahepática que, si no se corrige, puede abocar a cirrosis biliar secundaria. La colangitis grave o prolongada puede complicarse con abscesos hepáticos y sepsis.

Pancreatitis de origen biliar.
El pasó o la permanencia de un cálculo en el colédoco terminal puede ocasionar una pancreatitis aguda por obstrucción del conducto de Wirsung, especialmente en los casos en que ambos conductos, el colédoco y el conducto de Wirsung, tienen una parte terminal común. Por lo general la pancreatitis de origen biliar se observa en pacientes con microlitiasis no siempre visible por ecografía. Más de la mitad de los casos de pancreatitis aguda responden a esta etiología.

Íleo biliar.
Es una manifestación poco frecuente de la litiasis biliar, que aparece en edades avanzadas y predomina en el sexo femenino. Un cálculo generalmente único y grande erosiona por decúbito el fondo vesicular, dando lugar a una fístula colecistoduodenal a través de la cual el cálculo pasa a la luz intestinal y progresa hasta impactarse en un punto en que se reduce el calibre, generalmente la válvula ileocecal. Debe sospecharse íleo biliar ante toda oclusión intestinal de naturaleza no aclarada en una persona de mayor edad. La presencia de aire en la vía biliar en la radiografía directa de abdomen debe sugerir esta posibilidad.

Cáncer de la vesícula.
El carcinoma de vesícula biliar se desarrolla en pacientes con una edad media de unos 70 años, colelitiasis (en el 80 % de los casos) e historia prolongada de síntomas biliares. Sin embargo, la incidencia anual del cáncer vesicular en pacientes litiásicos es muy baja (0,02 %). Es posible que este riesgo sea incluso más pequeño en pacientes asintomáticos y con pared vesicular sana.
De hecho, en los trabajos de seguimiento longitudinal de los pacientes litiásicos asintomáticos no se han observado muertes por litiasis o sus complicaciones en períodos de 2-20 años. Son factores de riesgo de desarrollar un adenocarcinoma de la vesícula biliar la pertenencia a grupos de población con elevada prevalencia de litiasis biliar (chilenos, indios del sudoeste norteamericano) y la calcificación de la pared vesicular (vesícula de porcelana).

Colecistitis alitiasica aguda.
De 8 a 10 % de las colecistitis no están asociadas a la presencia de cálculos vesiculares.
Por muchos años se afirmó que esta entidad se presentaba principalmente en pacientes en condiciones clínicas precarias, predominantemente en pacientes bajo tratamiento en las UCI, pacientes con traumatismos importantes y quemados.
En 1995 publicamos la presentación de colecistitis alitiasica aguda en pacientes no hospitalizados, encontrando, que los factores de riesgo son la asociación de DM e HAS.
La presentación clínica es similar a la colecistitis aguda litiasica y el diagnostico puede realizarse con USG en la que se observa distención de la vesícula sin cálculos en su interior, imagen de doble halo y engrosamiento de la pared de la vesícula.

Colecistitis enfisematosa
Es una variante clínica de la colecistitis aguda que se caracteriza por la presencia de gas en la luz de la vesícula biliar secundario a infección por anaerobios. Es una entidad de alta mortalidad por choque séptico. Además suele encontrarse aire en los conductos biliares. Es una de las más graves ocasionando una mortalidad 10 veces mayor que las otros tipos de colecistitis. El 75% afecta a los hombres y el 25% a mujeres. El 30% de los afectados son diabéticos.
Etimológicamente, sobre el 50% de los casos origina el clostridium Welchii y se han cultivado de su contenido: Echerichia Coli, estreptocos anaerobios y bacterioides frágiles. Predominan las bacterias aerógenas formadoras de gas. Comúnmente hay gangrena de la pared vesicular y litiasis en el 70% con obstrucción del conducto Cístico.
Fisiopatogénicamente se produce hipersecreción de la pared y producción de gases, por los microorganismos areógenos, que distenderá la vesícula, colapsará la circulación de la pared que se necrosará sumando al enfisema la gangrena y perforación cuyo contenido expulsando causará peritonitis generalizada.
La sintomatología es la que corresponde a una forma grave de colecistitis aguda exacerbada por el aporte tóxico de los clostridios e inmunodepresión de la diabetes cuando está presente en el 40% o de otros factores inmunodepresores.
El diagnóstico es imagenológico. Tanto la radiografía como el ultrasonido y mayormente TAC definen el componente gaseoso. Puede recurrirse a la imaginología contrastada para evitar la duda de que el gas corresponda al de las asas intestinales circundantes. El tratamiento es de colecistectomía en la base de antibioterapia específica. El pronóstico está afectado por una mortalidad del 40%.

Colecistitis Xantogranulomatosa.
Más que una entidad clínica es una forma de presentación histopatológica, ya que el cuadro clínico es similar a la colecistitis crónica que puede agudizarse.
Se caracteriza por el engrosamiento importante de la pared de la vesícula que macroscópicamente semeja adenocarcinoma, por la extravasación de la bilis a la pared de la vesícula, la fagocitosis de colesterol por macrófagos y consecuente reacción granulomatosa y por ende la coloración amarillenta de la pared. Por parecerse al cáncer, el diagnostico preoperatorios es importante ya que el tratamiento quirúrgico variaría.
En el USG además de observar el engrosamiento irregular de la pared, la presencia de nódulos o bandas hipo ecoicas sugiere su diagnóstico, al igual que los nódulos y bandas hipodensas en la Tac de abdomen.

Colecistitis Aguda Tifoídica
Es una forma de colecistitis aguda poco frecuente pero grave que generalmente se complica con perforación. Aparece en el curso de la tercera semana de la tifoidea en las formas clínica o subclínica de la enfermedad. La caracteriza e identifica encontrar B. De Ebertn en la bilis vesicular de esta colecistitis aguda. Generalmente son vesículas alitiásicas. También se presenta la colecistitis tifoídica en paciente sano de Salmonella Typhi. El tratamiento es la colecistectomía en la base antibioterapia específica.

Colecistitis Aguda por Torsión
Es una forma rara de colecistitis aguda de sintomatología muy severa pues puede evolucionar el infarto hemorrágico del órgano.
Su etiopatogenia obedece a una anomalía anatómica de la vesícula con una de estas dos variables: se trata que no están adosadas al hígado y que penden del conducto cístico y la arteria cística o se trata de vesículas que poseen un meso complaciente de uno a dos centímetros.
En ambos casos las vesículas pueden dar una rotación de 180º o más generando el "bloqueo" de cístico y la arteria cística y conduciendo por torsión al infarto hemorrágico. Casi siempre son vesículas litiasicas.
La sintomatología de estas colecistitis agudas es muy intensa y es frecuente palpar semiológicamente la vesícula. El diagnóstico es un imagenológico y el tratamiento es colecistectomía temprana para evitar la necrosis.

Colecistitis Aguda por Neoplasias
La colecistitis aguda puede ser causada por la presencia y acción ponderal de neoplasias benignas (mioblastos de células granulares, o pólipos), o neoplasias malignas (carcinoma) que siendo elementos que ocupan espacio pueden obstruir el infundíbulo vesicular o el conducto cístico creando las condiciones anatomopatológicas y etiopatogénicas que producen la Colecistitis aguda.
Por tanto, no nos referimos a la posibilidad de que la neoplasia maligna en su evolución invada el lumen de la vesícula obstruyéndola, sino a la posibilidad de que como extraño y estructura volumétrica bloquea el infundíbulo o el conducto cístico y el drenaje de la bilis originando la colecistitis aguda. El diagnóstico es ecosonográfico y el tratamiento quirúrgico.

Colelitiasis asintomática
El diagnostico fortuito de la colelitiasis es frecuente principalmente en el paciente que se estudia por patología renal.
Ha sido controversial el hecho de realizar colecistectomía profiláctica en estos pacientes, ya que solo 50% de los casos presentaran síntomas secundarios a la presencia de cálculos en la vesícula; sin embargo, también se le ha relacionado con adenocarcinoma.
Con el advenimiento de la colecistectomía laparoscópica, que en la actualidad tiene baja morbimortalidad, despertó nuevamente la posibilidad de llevar a cabo tratamiento definitivo y evitar las posibilidades de complicaciones por colecistitis. El riesgo anual calculado para desarrollar alguna complicación aguda es de 3.1 %.
Las condiciones que recomiendan la Colecistectomía laparoscópica en el tratamiento de estos pacientes incluyen:
1. Expectativa de vida mayor de 20 años.
2. Cálculos mayores de 2 cm
3. Cálculos menores de 3 mm que predisponen a pancreatitis aguda.
4. Cálculos asociados a pólipos intravesiculares que pueden malignizarse.
5. Vesícula no funcionante.
6. Vesícula en porcelana asociada cáncer.
7. DM concomitante.

Discinesia vesicular
Los trastornos funcionales de la vesícula biliar, relacionados con la falta de vaciamiento adecuado, se han relacionado con la presencia de síntomas similares a aquellos pacientes que la experimentan, pero asociados a los cálculos.
Cuando hay sospecha de colelitiasis y no se corrobora en USG, está indicado el estudio de otras posibilidades de patología del tracto digestivo como la EAP, Duodenitis por parásitos, SCI y hernia hiatal, principalmente; sino se encuentra patología deberá indicarse Colecistografía oral o gammagrafía para realizar el diagnóstico de Discinesia, puede utilizarse la colecistocinina IV para corroborar el diagnóstico.  La colecistectomía alivia los síntomas hasta en un 90% de los casos.

Colecistitis crónica
Es la inflamación e irritación prolongada de la vesícula biliar.
La colecistitis crónica es causada por ataques repetitivos de colecistitis aguda, lo cual lleva al engrosamiento de las paredes de la vesícula biliar. La vesícula biliar comienza a encogerse y finalmente pierde su capacidad para desempeñar su función de concentrar y almacenar la bilis.
La enfermedad es más frecuente en mujeres que en hombres y la incidencia aumenta después de los 40 años. Tener antecedentes de colecistitis aguda y la presencia de cálculos biliares son factores de riesgo para esta enfermedad.
El factor desencadenante es también la obstrucción del conducto cístico. El paciente se queja de dolor constante, pungitivo, de inicio leve y que se va incrementando en intensidad, localizado en el hipocondrio derecho o epigastrio, en ocasiones con sensación de pesantez , asociado con el consumo de alimentos grasosos (intolerancia a los colecistoquinéticos), aunque en realidad, cualquier tipo de comida puede estimular la contracción de la vesícula biliar.
Lo característico es que el cuadro clínico se repita ocasionalmente, puede ser en semanas, meses o años después y de intensidad variable. Durante la agudización del cuadro, se encuentra hipersensibilidad en el hipocondrio derecho, sin datos de irritación peritoneal y puede o no encontrarse el signo de Murphy.
En estos casos, la pared de la vesícula se encuentra engrosada, con áreas de erosión en la mucosa e histológicamente hay infiltrado inflamatorio crónico, con proliferación fibroblástica y presencia de fibras de colágena y ocasionalmente penetración en el epítelio de estructuras glandulares (cuerpos de Rokitanski-Aschoff).
El diagnóstico diferencial debe hacerse con la colitis espástica, enfermedad ácido péptica no complicada, hernia hiatal, enfermedad divertícular del colon, parasitosis duodenal o colónica.

Tratamiento médico.
Disolución de cálculos vesiculares por ácidos biliares
Los dos ácidos biliares disponibles son todavía el ácido quenodesoxicólico y el ácido ursodesoxicólico, mejor tolerado.
Este tratamiento, que se debe proseguir durante mucho tiempo, está indicado únicamente en caso de cálculos de colesterol y puede ser discutible solamente si la vesícula es funcional y los cálculos de pequeño tamaño y radiotransparentes, en pacientes ancianos y/o de riesgo.
Resultará eficaz en un 40 % de casos con cálculos de menos de 15 mm y en un 75 % de casos con cálculos flotantes de menos de 10 mm. Tras la disolución, la tasa de recidiva es aproximadamente de 10
% cada año, en el curso de los 5 primeros años. Ningún tratamiento de mantenimiento se ha mostrado eficaz. En general, este tratamiento disolvente ha resultado decepcionante y ha sido abandonado por la mayoría de los médicos, salvo en algunos casos particulares.
   El tratamiento no quirúrgico de la colelitiasis deberá indicarse solo en aquellos pacientes que tienen contraindicación absoluta de la colecistectomía, como en pacientes con infarto miocárdico agudo, trastornos importantes de la coagulación sanguínea o enfermedades que sean de alto riesgo para el paciente.
De los tratamientos medicamentosos existentes se encuentran:
   El ácido quenodesoxicólico (Sulobil), acido biliar primario que inhibe a la enzima reductasa de HMG.CoA disminuyendo la producción de colesterol y por lo tanto incrementa la solubilidad de este en la bilis provocando disolución de cálculos que contienen proporción elevada de este componente.
La disolución de los cálculos es lenta, por lo que se requiere de tratamiento mínimo de un año; se ha encontrado elevada hepatotoxicidad reversible y diarrea que puede ser incapacitante y que requiere de la suspensión del medicamento.
El ácido Ursodesoxicolico ( Ursofalk), un isómero, tiene menor toxicidad y efectos secundarios , pero con la misma efectividad aun utilizándolo en asociación con el ácido quenodesoxicólico, Por lo que requiere periodos prolongados de tratamiento y con el inconveniente que la recidiva de los cálculos es hasta 12.5 % a un año y hasta 50% a 5 años.
Para que el tratamiento sea eficaz se requiere:
1. Que la vesícula biliar tenga propiedades normales de contracción, por lo que se requiere que en el cole cistografía oral, con el alimento de Boyden, el vaciamiento del medio de contraste sea adecuado.
2. Que los cálculos sean de colesterol, por lo que los cálculos deben ser radio lucido en la placa simple del abdomen.
3. Que los cálculos sean menores de 3 cm y no múltiples.
4. Las dosis recomendadas de ambos ácidos son de 1 a 2 capsulas de 250 mg después de cada alimento y se debe vigilar al paciente con PFH periódicas.
Ambos se administran a dosis de 10 mg/kg/día, siendo su eficacia disolutiva del 30-60 %. El ácido ursodesoxicólico es por lo menos tan eficaz como el quenodesoxicólico, pero no ocasiona hiperlipemia ni elevación de las transaminasas, complicaciones frecuentes del tratamiento con el segundo, y sólo el 2-3 % de los pacientes presentan diarrea, en comparación con el 40 % de los tratados con ácido quenodesoxicólico. Algunos autores han preconizado la asociación de los dos agentes.
El tratamiento de la litiasis biliar con ácidos biliares es eficaz sólo en cálculos radiotransparentes de diámetro inferior a 15 mm, cuando la vesícula es funcionante, y especialmente en cálculos de diámetro inferior a 10 mm y que flotan en la bilis, en cuyo caso se ha descrito un 80-90 % de éxitos.
En tales condiciones sería el tratamiento de elección, sobre todo en pacientes de mayor edad, con riesgo quirúrgico o que se niegan a someterse a cirugía. La eficacia disolutiva está inversamente relacionada con el tamaño de los cálculos, siendo del 50 % en pacientes con cálculos menores de 5 mm, del 11 % en aquellos con cálculos entre 5-10 mm y del 2 % en aquellos con cálculos mayores de 10 mm. La asociación de otros fármacos como ácido acetilsalicílico o lovastatina, que teóricamente podrían modificar las condiciones de la bilis por un mecanismo distinto del de los ácidos biliares, no ha sido aún evaluada en clínica.

Disolución por contacto.
 Los cálculos de colesterol pueden disolverse en el interior de la vesícula biliar al ponerse en contacto durante un tiempo variable con disolventes del colesterol. El éter metilterbutilo, éter alifático, parece ser el más efectivo de los disolventes ensayados hasta el momento.
Disolución de cálculos vesiculares in situ con metil-ter-butil-éter. Puesto a punto en la clínica Mayo [90], no ha sido desarrollado al ser susceptible de entrañar múltiples complicaciones
Es líquido a la temperatura corporal, lo que permite su instilación y aspiración continua por métodos manuales o mecánicos al interior de la vesícula mediante un catéter transcutáneo o colocado a través de la vía biliar en el curso de una CPRE. En una serie de 75 pacientes seleccionados tratados con este procedimiento en la Clínica Mayo se obtuvo la disolución efectiva de los cálculos en 72 pacientes (95 %). Sin embargo, se trata de un procedimiento engorroso no exento de complicaciones, cuyos beneficios en relación con la colecistectomía no han sido demostrados y que, por lo tanto, no ha tenido aceptación.
Condiciones para llevar a cabo con éxito este método son:
1. La permeabilidad del conducto cístico
2. Que los cálculos sean predominantemente de colesterol.
La recurrencia se calcula en 40% para los cálculos solitarios y 70% en cálculos múltiples.

Litotripsia extracorpórea
El equipo gastroenterológico de Munich fué el primero, en 1985, en utilizar los litotriptores de segunda generación en la litiasis vesicular. Los pacientes eran seleccionados (litiasis poco sintomática, cálculos en número de 1 a 3, de talla inferior a 30 mm y radiotransparentes, vesícula funcional de pared fina) y se asoció sistemáticamente un tratamiento disolvente con ácidos biliares.
La fragmentación se obtuvo en el 80 al 95 % de casos, según el aparato utilizado.
Los usuarios de un aparato Dornier obtuvieron una desaparición de cálculos en un año en el 80 % de casos con cálculos únicos y en el 40 % de casos con cálculos múltiples. La escuela de Munich mostró una tasa de recidiva litiásica del 11 % en un año y del 15 % en 2 años.
La litotricia extracorpórea, después de haber suscitado gran entusiasmo, ha decaído profundamente y prácticamente ha desaparecido en el tratamiento de la litiasis vesicular, mientras que mantiene un lugar dominante en el tratamiento de la litiasis urinaria.
Ejerce un efecto de destrucción de los elementos sólidos del cálculo sin dañar las partes blandas que tienen la misma impedancia acústica del agua.
Los criterios de selección son:
1. Paciente con cálculos radio lucidos.
2. Menos de 3 cálculos en la vesícula.
3. Cálculos menores de 3 cm
4. Vesícula biliar funcionable en la cole cistografía oral.
Está contraindicado el uso de este método en los casos de colecistitis aguda, cirrosis hepática y trastornos de la coagulación, por la posibilidad de sangrado intraabdominal y casos de colecistitis aguda o colangitis por Coledocolitiasis.
El índice de recurrencia es de 10 % al año y se incrementa año con año.
Su costo es elevado y no existe disponibilidad en todos los centros hospitalarios.
Aparte del dolor biliar que aparece después de la fragmentación en el 30 % de los casos y de la pancreatitis que se describe en el 1-3 %, el procedimiento es bien tolerado y, por el momento, no se ha descrito mortalidad. Los inconvenientes que han condicionado que la técnica no resista la comparación con la colecistectomía, y menos con la intervención por laparoscopia, son el elevado coste de la inversión, la escasa aplicabilidad del tratamiento (indicado sólo en el 20 % de todas las litiasis biliares) y la larga duración del tratamiento, con sesiones repetidas de litotricia y tratamiento a largo plazo con ácido ursodesoxicólico.
En la actualidad su única indicación sería la litiasis de la vía biliar principal fácilmente localizable por ecografía, en la que los cálculos no hayan podido ser extraídos mediante CPRE y en pacientes con elevado riesgo quirúrgico.
Tratamiento médico pre quirúrgico
Inicialmente consiste en la internación del paciente, la hidratación parenteral y la administración de analgésicos. El empleo de antibióticos está sujeto al tiempo de evolución del cuadro, la edad y las comorbilidades del paciente y su repercusión en el estado general, y es indiscutible en enfermos críticos, inmunosuprimidos, añosos o con evidencias de complicaciones locales.
Por el contrario, en los casos de menos de 48 horas de evolución, sin evidencias de complicaciones locales y en pacientes en buen estado general se requiere solo una dosis perioperatoria si la cirugía será inmediata, solo se hará profilaxis antibiótica una dosis perioperatoria de ampicilina o cefalosporinas de primera generación resulta suficiente. Por el contrario, en los pacientes añosos o con compromiso del estado general deberá emplearse un esquema más amplio como la combinación de ampicilina y gentamicina o ampicilina y quinolonas. La prolongación del tiempo de administración de los antibióticos dependerá de los hallazgos intraoperatorios (abscesos, peritonitis, etc.).

Litiasis vesicular asintomática.
Como ya se ha mencionado, el estudio de la historia natural de la litiasis vesicular asintomática muestra que la mortalidad es extremadamente baja y que en un período de 15-20 años la probabilidad de que se produzca un cólico hepático es del 20 %, la de complicaciones graves (colecistitis, litiasis coledociana, pancreatitis) del 1 % y la de desarrollar cáncer de vesícula del 0,4 %. Por otra parte, la mortalidad de la colecistectomía electiva es del 0,25-1 %. Por lo tanto, no es previsible que la colecistectomía preventiva sistemática prolongue la esperanza de vida, en comparación con la colecistectomía indicada en caso de síntomas o complicación. Por ello, actualmente existe el consenso de no proponer la intervención para el tratamiento de la litiasis biliar asintomática, con la sola excepción de la vesícula de porcelana, por su elevado riesgo de malignización. La misma actitud debe adoptarse en relación con las variantes del tratamiento quirúrgico (colecistectomía laparoscópica) y los tratamientos no quirúrgicos. Quizá los cálculos pequeños que flotan en la bilis, con vesícula funcionante, podrían ser una excepción, dada su elevada probabilidad de disolución con ácidos biliares por vía oral, tratamiento absolutamente desprovisto de riesgo.
La ecografía abdominal, un exámen simple, poco costoso e inofensivo, al solicitarse en múltiples circunstancias es la que ha mostrado una frecuencia insospechada de litiasis vesiculares asintomáticas o acompañadas de síntomas no específicos como cefaleas o dispepsias.
La abstención terapéutica parece justificable por estudios estadísticos que han mostrado que la litiasis asintomática continúa siéndolo durante toda la vida  y que el riesgo de complicaciones no resulta tan elevado como para justificar una colecistectomía preventiva. Cada año, 1 a 2 % de pacientes asintomáticos presenta síntomas o alguna complicación.
   Los estudios prospectivos sobre la historia natural de la litiasis  deben ser seguidos y afinados para saber si la colecistectomía profiláctica está indicada en ciertos grupos de enfermos que podrían tener un riesgo muy elevado de complicaciones en función de una patología asociada, del tipo de litiasis, del carácter funcional o no de la vesícula y del estado de la pared vesicular. El riesgo de cáncer vesicular es muy bajo, alrededor de un caso por año por cada 1 000 pacientes, y no justificaría una intervención profiláctica.
El desarrollo de la colecistectomía laparoscópica ha llevado a un aumento notable de las indicaciones operatorias  en  la  litiasis  vesicular,  600  000  colecistectomías  en  1991  en  los  Estados  Unidos , aumento del 17 al 26 % en un estudio australiano y canadiense. Esta actitud no parece justificada en las litiasis asintomáticas ya que la colecistectomía laparoscópica que da lugar a postoperatorios simples en la mayoría de los casos, no está absolutamente exenta de complicaciones que pueden ser graves e incluso mortales.
Según las conferencias de consenso, la colecistectomía por litiasis asintomática se justifica sólo para casos particulares de vesícula de porcelana, en razón de su frecuente asociación (25 %) con el cáncer vesicular, los adenomas vesiculares de más de 1 cm de diámetro y los cálculos vesiculares de más de 3 cm de diámetro. En algunos enfermos de riesgo (transplantados, inmunodeprimidos, drepanocitosis), serían necesarios estudios prospectivos para afirmar que la colecistectomía por litiasis asintomática es necesaria. En pacientes intervenidos por otra afección abdominal, no han sido demostradas las ventajas de una colecistectomía «incidental» por litiasis vesicular asintomática, pero ésta, sin hacerse de forma sistemática, merecería ser discutida caso por caso.

Litiasis vesicular sintomática.
Cólico biliar y colecistitis aguda. En la fase aguda del dolor biliar es necesaria la administración de analgésicos. Los fármacos más ampliamente utilizados son los que combinan un analgésico con un espasmolítico inyectable por vía intramuscular o intravenosa. Los opiáceos deben evitarse por su acción constrictiva del esfínter de Oddi. Actualmente se tiende a utilizar  el diclofenaco sódico, un potente analgésico inhibidor de la síntesis de prostaglandinas, en inyección intramuscular, que se ha mostrado más eficaz que los espasmolíticos en calmar el dolor biliar.
La administración de AINEs (antinflamatorios no esteroideos) en pacientes con cólico biliar es recomendable, para prevenir la aparición de colecistitis aguda.
Una vez iniciado el cuadro de colecistitis aguda, la administración de AINEs, no ha demostrado remisión de la enfermedad.
En presencia de cólicos biliares y para evitar el progreso de la colecistitis aguda se recomienda una dosis de 75 mg de diclofenaco (intra-muscular)
El manejo del dolor en pacientes con colecistitis aguda incluye narcóticos como la meperidina, en presencia de dolor intenso La selección del antibiótico dependerá de: La susceptibilidad local del germen, conocida por medio del antibiograma La administración previa de antibiótico La presencia o no, de disfunción renal o hepática La gravedad de la colecistitis aguda
En pacientes con falla renal el antibiótico de elección debe ser ajustado de acuerdo a las guías de Sanford.
El tratamiento con antibiótico se indicará usando como premisa la gravedad de la colecistitis:
Colecistitis grado I........ Un antibiótico
Colecistitis grado II......doble antibiótico
Colecistitis grado III.... doble antibiótico
Agregar metronidazol cuando se detecta o se sospecha presencia de anaerobios El ácido ursodeoxocicolico se indica como coadyuvante cuando se realiza litotricia, ya que de esta forma se logra mayor efectividad en la destrucción de los litos
La colecistitis aguda requiere la hospitalización del paciente y la estrecha vigilancia de sus constantes vitales y de los signos de infección. Se establece hidratación parenteral, dieta y aspiración continua si hay íleo paralítico, y analgesia y antibioterapia si existen signos de infección (fiebre y leucocitosis con neutrofilia). A no ser que aparezca una complicación supurativa, en cuyo caso la intervención quirúrgica debe ser inmediata, actualmente se tiende a operar dentro de la primera semana tras la aparición de los síntomas, puesto que este proceder ha mostrado tener menor morbimortalidad que la intervención diferida 2 o 3 meses.
Si bien la colecistitis aguda se consideró en un principio una contraindicación para la colecistectomía laparoscópica, experiencias recientes parecen demostrar que esta modalidad de tratamiento quirúrgico también puede aplicarse a estos pacientes, con un índice de conversión a la forma abierta del 14 %, morbimortalidad aceptable y disminución de la estancia postoperatoria. La colecistectomía laparoscópica ha irrumpido con fuerza en el campo de las ofertas terapéuticas de la colelitiasis, hasta el punto de que se considera el avance más importante de los años recientes en este campo. Sus ventajas en relación con la colecistectomía convencional parecen centrarse fundamentalmente en un postoperatorio más corto y cómodo (la mayoría de los pacientes pueden comer a las pocas horas de la intervención, abandonar el hospital al día siguiente y reintegrarse al trabajo aproximadamente en 1 semana). Sus inconvenientes (tiempo de anestesia mayor, necesidad de un entrenamiento específico por parte del cirujano y elevado coste del equipo) determinan que, a pesar de la disminución de la estancia hospitalaria, la principal ventaja del procedimiento no sea la económica. A pesar de ello, la colecistectomía laparoscópica ha pasado a ser la primera opción terapéutica en la mayoría de los casos.
El drenaje percutáneo de la vesícula biliar bajo control ecográfico está indicado en casos con excesivo riesgo quirúrgico y en formas especiales de colecistitis agudas (postraumática, posquirúrgica) que tienden rápidamente a la perforación o la gangrena. En una revisión de 231 casos la vesícula pudo ser cateterizada en todos menos en uno, las complicaciones inherentes a la técnica (hemobilia, peritonitis) fueron del 8 % y se resolvió el cuadro séptico en más del 60 % de los casos. Inconvenientes de este procedimiento son la incapacidad de evaluar las características de la pared vesicular (necrosis, perforación) y la eventual persistencia de una fístula biliar. Habitualmente se practica la colecistectomía una vez resuelto el caso.
Las complicaciones más importantes son la lesión quirúrgica de la vía biliar y la pancreatitis, ambas con una frecuencia inferior al 1 %, influida la primera por la experiencia del cirujano y la segunda por las maniobras exploratorias o terapéuticas sobre el esfínter de Oddi. Las complicaciones postoperatorias más frecuentes son la infección de la herida operatoria (10-15 %) y la fístula biliar (0,7 %). Sin embargo, la extirpación de la vesícula con sus cálculos no siempre conduce a la curación: el 25-30 % de los pacientes colecistectomizados padecen molestias y dolores en el hipocondrio derecho, cuadro que ha merecido el nombre de «síndrome poscolecistectomía».
En una mínima parte de estos casos existe una causa orgánica del dolor en la vía biliar (litiasis residual, estenosis traumática), mientras que en la mayoría se trata de síntomas preexistentes, erróneamente atribuidos a la litiasis vesicular y relacionados con otras disfunciones asociadas (úlcera gastroduodenal, colopatía funcional).

Colecistectomía
Actualmente constituye el único tratamiento eficaz al eliminar los cálculos y suprimir su  formación. Además, la supresión de la vesícula no entraña secuelas notables ni aparentemente ninguna consecuencia futura. El riesgo aumentado de cáncer colorrectal después de colecistectomía nunca ha sido formalmente probado.

Colecistectomía tradicional por laparotomía
Es una operación bien codificada y muy segura, y que obtiene los mejores resultados con la minilaparotomía transversal derecha. Las complicaciones están más relacionadas con las deficiencias orgánicas del operado que con la operación en misma. Las lesiones de la VBP, tan temidas, resultan excepcionales para un cirujano experimentado. Además, la hospitalización se ha reducido progresivamente y se han simplificado los cuidados postoperatorios.

Evolución del tratamiento quirúrgico de la litiasis biliar Nacimiento de la cirugía biliar
   La primera colecistectomía programada fue realizada con éxito por el alemán Langenbuch en Berlín, en 1882. Praderi atribuye al inglés Thornton la primera coledocotomía con éxito en 1889, mientras que Glenn se la atribuye a Courvoisier, de Basilea, en 1890.  En 1895, Kehr colocó un tubo de caucho en la vía biliar a través del conducto cístico. Él fue uno de los primeros en especializarse en cirugía biliar y mejorar el curso postoperatorio gracias a su hepaticus drainage.
En 1891, Sprenger realizó con éxito la primera anastomosis coledocoduodenal.
En 1894, Kocher, de Berna, algunos años después de la descripción que Oddi hizo del esfínter terminal del colédoco, realizó la primera coledocoduodenostomía interna que, de hecho, funcionaba como una amplia esfinterotomía.
En 1908, en el Congreso Francés de Cirugía, Momprofit, de Angers, propuso la anastomosis coledocoyeyunal con asa en Y descrita por Roux, de Lausana, en 1897.
Otros nombres deberían también asociarse al nacimiento de la cirugía biliar, como aquellos de  los cirujanos franceses Doyen, Terrier y Quenu

Maduración de la cirugía biliar
   En las décadas 1950-1960, la cirugía biliar se desarrolló gracias al progreso de las técnicas anestésicas, la reanimación y la antibioticoterapia.
   La colangiografía peroperatoria fue preconizada por Mirizzi, de Córdoba (Argentina) desde 1936 y, con el impulso de Mallet-Guy en Lyon y de Caroli y Bergeret en París, la radiomanometría desempeñó un papel preponderante en el curso del acto operatorio.
Se produjo entonces el desarrollo de la cirugía biliar programada y dominada por la búsqueda de la seguridad, objetivo en el que contribuyó de forma importante el cirujano francés Jacques Hepp.

Toda litiasis diagnosticada requería la cirugía, salvo contraindicación.
La vía de acceso era amplia para facilitar una exploración completa de la cavidad abdominal y obtener un buen campo operatorio de la región infrahepática y el pedículo hepático.
La radiomanometría peroperatoria se realizaba sistemáticamente, de ahí que permitía evitar coledocotomías inútiles, descubrir litiasis latentes de la vía biliar y disfunción del esfínter de Oddi funcional u orgánica.  Otros preferían la radiokinesimetría o la radiodebitometría.
Todas estas técnicas, destinadas teóricamente al logro de un estudio completo, anatómico y funcional de la vía biliar y del esfínter de Oddi, llevaban al tratamiento simultáneo, en un tiempo, de la litiasis y de las lesiones concomitantes.
Se recomendaba la presencia de dos ayudantes, el segundo de ellos para levantar el borde costal y exponer la cara inferior del hígado con una valva.
Se utilizaba un instrumental variado y abundante: pinzas de cálculos, sondas, legras, dilatadores de Bakes, papilotractor de Hepp, jeringa de Soupault, a los que se añadían sondas de Dormia y sondas de balón de Fogarty.
La esfinterotomía quirúrgica conoció inicialmente un período de expansión, pero después cayó progresivamente en desgracia debido al riesgo de una pancreatitis aguda mortal.
Tras la coledocotomía, el cirujano decidía entre drenaje biliar externo o anastomosis biliodigestiva.
El drenaje de la cavidad abdominal era sistemático, incluso después de la colecistectomía simple, sobre todo por temor a un coleperitoneo postoperatorio.
La morbilidad y mortalidad postoperatorias disminuyeron progresivamente

 Expansión de la cirugía biliar tradicional
En las décadas 1970-1980, la cirugía biliar adquirió una gran madurez al beneficiarse de los progresos de las técnicas quirúrgicas y de las disciplinas de su entorno.
Se convirtió a la vez en más simple, más segura y menos costosa para la sociedad, ya que con ello se redujeron las estancias hospitalarias.

Litiasis vesicular
La vía de acceso tiende a reducirse, para disminuir un perjuicio estético.
Las incisiones verticales se abandonan porque originan demasiadas eventraciones.
Las incisiones transversales se convierten en las más habituales, debido a las ventajas de su solidez en el cierre, una menor restricción ventilatoria en el postoperatorio y una buena exposición del campo operatorio, gracias a una valva que se fija en el arco tensor de Toupet o de Hautefeuille.
La tendencia es lograr la mayor horizontalidad en la incisión y, en los casos favorables, realizar una minilaparotomía horizontal que respeta al máximo la pared abdominal.
El trazado de la incisión se realiza antes de la intervención, en función de la morfología del paciente y de eventuales incisiones anteriores, y en un pliegue cutáneo en la mujer joven.
La colecistectomía por minilaparotomía se convierte en la intervención de elección.

El instrumental se adapta al tamaño de la vía de abordaje.
Para operar por minilaparotomía, el cirujano necesita valvas estrechas y, si es posible, transparentes a los rayos X, destinadas a tirar del borde costal, valvas maleables estrechas y clips, ya que la ligadura del conducto cístico no puede realizarse siempre, al igual que la de la arteria cística.

La radiomanometría se sustituye por la simple colangiografía.
La manometría, sea cual sea la técnica utilizada, se abandona debido a que la diskinesia biliar es mal conocida y su existencia incluso puesta en duda, y que la odditis fibrosa estenosante de Del Valle es un hallazgo excepcional.
   En cambio, la colangiografía peroperatoria permite en un 3 a un 5 % de casos descubrir cálculos latentes de la vía biliar, incluso en una vía biliar fina. Además, permite constatar la integridad de la vía biliar postcolecistectomía.
   Así, la colangiografía peroperatoria se convierte en una exploración que contribuye a la calidad y seguridad de las intervenciones de la litiasis vesicular sin aumentar el costo. Pero ¿debe continuar practicándose de forma sistemática? ¿Debe reservarse para casos en los que se sospecha una litiasis de la vía biliar en razón de los antecedentes, de la existencia de microlitiasis, de colestasis biológica o una imagen ecográfica sospechosa? Cada uno responde según sus convicciones.
   En nuestra opinión, la colangiografía peroperatoria parece preferible cuando el conducto cístico tiene una amplitud suficiente para ser fácilmente canalizado.
El equipo utilizado debe asegurar una perfusión lenta del contraste que permita la obtención de imágenes radiográficas en capa fina. La vigilancia de la perfusión en el monitor representa una ventaja indiscutible, ya que las imágenes obtenidas con los amplificadores actuales son de una calidad excelente, pero pueden resultar suficientes las imágenes tomadas en el transcurso de la perfusión.
Se abandona el drenaje sistemático de la cavidad abdominal, dado que numerosos estudios prospectivos han mostrado su inutilidad [37, 59]. El flujo serohemático habitual observado tras el drenaje es fácilmente absorbido por el peritoneo.
El curso postoperatorio se reduce progresivamente. La antibioticoterapia profiláctica permite reducir las infecciones de pared. La hospitalización se reduce y la mortalidad se aproxima a cero, dependiendo en gran parte de los factores de riesgo y la edad de los pacientes [16, 62].
En nuestra serie prospectiva de casos estudiados entre 1970 y 1990 [60], incluyendo 5 000 intervenciones y reintervenciones tradicionales por litiasis vesicular, 4 872 colecistectomías fueron realizadas con un solo caso de, lesión de la vía biliar principal (VBP). En 4 060 colecistectomías electivas, la mortalidad fue nula y la morbilidad del 7 %. De 612 colecistectomías por colecistitis aguda, la mortalidad fue del 0,3 % y la morbilidad del 17,4 %.

Colecistectomía por laparoscopia
Nacimiento y desarrollo de la cirugía biliar laparoscópica
La aparición de la colecistectomía por vía laparoscópica significa una verdadera revolución en la cirugía biliar y consecuentemente en el contexto de la cirugía digestiva. Durante una veintena de años, los ginecólogos habían realizado por laparoscopia intervenciones ginecológicas cada vez más complejas.
En cirugía digestiva, la mutación se produjo más tarde. La laparoscopia se utilizó inicialmente en la liberación de bridas y adherencias intraperitoneales y en apendicectomías, sobre todo por autores alemanes. Fue en 1987 cuando Mouret realizó por primera vez, en Lyon, una colecistectomía por laparoscopia.
La técnica fue luego perfeccionada por Dubois  en 1988, produciéndose a continuación una verdadera explosión. Múltiples equipos en todo el mundo comienzan a utilizar este nuevo método que se expande como un reguero de pólvora. Un neumoperitoneo se realiza con CO2 para levantar la pared abdominal, después el cirujano coloca los trocars para introducir sus instrumentos. El laparoscopio se conecta a una fuente de luz fría y a una microcámara de video que permite visualizar perfectamente el campo  operatorio  en  un  monitor  y  guiar  las  maniobras  de la  intervención.  El  instrumental  que  era, inicialmente, el utilizado por los ginecólogos, se va adaptando progresivamente.
La intervención se realiza bajo anestesia general o peridural alta. El objetivo es realizar por laparoscopia la misma intervención que se realizaba por laparotomía. Al igual que en la colecistectomía tradicional, la intervención comienza por el abordaje del conducto cístico y después de la arteria cística en el triángulo de Calot. La vesícula se separa secundariamente del hígado por electrocoagulación del lecho vesicular. La vesícula liberada,  y si  es necesario vaciada,  se extrae habitualmente  por el  orificio periumbilical. La colecistectomía  puede o debe completarse, como en la cirugía abierta, con una colangiografía transcística. El postoperatorio se desarrolla habitualmente con una «extraordinaria simplicidad», con una disminución del dolor postoperatorio y del consumo de analgésicos y una menor afectación de la función respiratoria. La alimentación se inicia ya al día siguiente. La hospitalización puede reducirse a 2 o 3 días y la actividad social y laboral puede reanudarse precozmente, lo cual representa una gran ventaja. Además, el perjuicio estético se reduce al mínimo, cosa importante para las pacientes jóvenes. En la serie de Dubois et al, con 2 006 colecistectomías laparoscópicas, la mortalidad es del 0,05 % y la morbilidad del 2,24 %.
   Las complicaciones son raras, pero la colecistectomía laparoscópica no está desprovista de riesgos, sobre todo para los cirujanos debutantes en laparoscopia, ya que se trata de gestos nuevos y diferentes a los de la cirugía tradicional.
Hay riesgo de hemorragia peroperatoria. En caso de hemorragia incontrolable debe, de inmediato, convertirse a una laparotomía clásica. El campo operatorio debe estar preparado con anticipación de manera que la laparotomía pueda realizarse en las mejores condiciones en caso de necesidad.
Se ha desarrollado con tal rapidez y ha adquirido tal popularidad en todo el mundo occidental que ha sido imposible realizar un gran estudio prospectivo aleatorio para compararla con la colecistectomía tradicional. Es probablemente la primera vez que una nueva técnica se haya convertido en la técnica de elección sin que se haya realizado antes un estudio aleatorio, porque la evidencia ha mostrado ya su superioridad respecto a la precedente.
Después de 1992, una decena de ensayos aleatorios controlados se publicaron comparando la colecistectomía laparoscópica con la colecistectomía por minilaparotomía, basándose sobre todo en criterios clínicos y también en otros como la afectación de la función respiratoria, la duración de la estancia hospitalaria, la reincorporación laboral y las consecuencias biológicas de la intervención.
   Ciertos estudios son discutibles por su metodología y porque las series presentadas son, muchas veces, cortas.
Todas las series comparativas están en favor de la colecistectomía laparoscópica pero menos claramente de lo que podría pensarse (Millat).
Criterios como el dolor postoperatorio y el tiempo de hospitalización no dependen exclusivamente de la técnica operatoria y muchos otros criterios no han sido estudiados. En un reciente metaanálisis, la colecistectomía laparoscópica tiene, por una parte, una tasa muy elevada de lesiones de la VBP, mientras que la tasa de otras complicaciones es generalmente baja y, por otro lado, una tasa de mortalidad menor que  la  de  la  colecistectomía  tradicional.  Los  estudios  económicos  comparando  el  coste   de  la colecistectomía laparoscópica con los de la colecistectomía tradicional son dificiles de llevar a cabo y de analizar Las estimaciones varían de un país a otro y lo que se constata en los Estados Unidos puede no ser extrapolable  a  Europa.  Puede decirse esquemáticamente que la cirugía  laparoscópica resulta menos costosa en el plano sociolaboral pero más costosa para el hospital.
La colecistectomía laparoscópica se ha convertido en una intervención de rutina. Una disminución del dolor postoperatorio y de todas las complicaciones, tanto de la pared abdominal como médicas, en particular respiratorias, una disminución de la estancia hospitalaria, las cicatrices apenas visibles, una rápida recuperación de la actividad, una mejor calidad de vida en el curso del primer mes postoperatorio [86], tales son los beneficios que hacen que cirujanos y pacientes prefieran la colecistectomía laparoscópica.
  

Existe igualmente el riesgo de lesión de la VBP.
Se trata de lesiones graves y de pronóstico incierto y debe prestarse atención para evitarlas. Su incidencia ha aumentado de forma inquietante durante el debut explosivo de la colecistectomía laparoscópica, entre un 0,15 y un 0,6 %, el doble de la derivada de la cirugía convencional. Cuando se produce una lesión de la vía biliar, debe saber reconocerse en el curso de la intervención y realizar una reparación inmediata tras la conversión.
Las principales contraindicaciones de la colecistectomía laparoscópica parecen ser: el tercer trimestre del embarazo, la existencia de laparotomías anteriores en la región supraumbilical que constituyen una contraindicación relativa, la insuficiencia cardiorespiratoria, las cirrosis hepáticas con insuficiencia hepatocelular, las coagulopatías refractarias, así como la sospecha de cáncer vesicular.
Cuando la vesícula contiene cálculos voluminosos, para su extracción puede ser necesario ampliar discretamente la incisión parietal elegida para la extracción. Cuando existe litiasis asociada de la VBP, el cirujano experimentado puede realizar por laparoscopia la misma intervención que en cirugía abierta: extracción de cálculos a través del conducto cístico si es posible y, sino, extracción por coledocotomía y control de la vacuidad de la vía biliar por coledocoscopia. Tal intervención sólo puede realizarse por cirujanos con gran experiencia en laparoscopia y que dispongan de un instrumental específico que es oneroso y frágil.
Hoy representa el mejor tratamiento de la colecistitis aguda litiásica en un paciente que corre riesgo quirúrgico aceptable. Sin embargo, debe reconocerse que su realización varía en los diversos grupos, por lo que al comienzo de la era laparoscópica se consideraba una contraindicación absoluta, luego una contraindicación relativa para convertirse hoy en los grupos con un elevado grado de entrenamiento, en la mejor opción terapéutica. La indicación de la cirugía en la mayor parte de los centros quirúrgicos es una cirugía temprana durante la misma internación independientemente del tiempo de evolución; en la actualidad la necesidad de diferir la cirugía o cirugía tardía ("enfriar el cuadro") es una excepción, sujeta a las condiciones generales desfavorables del paciente. La cirugía inmediata (a las pocas horas de internado el enfermo) solo se justifica frente a complicaciones evolutivas asociadas como una peritonitis secundaria.
   En la serie de Lo, publicada en 1996, se compararon la colecistectomía laparoscópica temprana y la diferida, y se observó que la última opción presentó un mayor índice de conversiones (20 contra 7,4%) y de tiempo de internación posoperatoria, lo que muestra que los beneficios esperados al diferir la cirugía no eran reales en el momento de la operación.
En la actualidad, el tiempo de evolución del cuadro ya no es una limitación del enfoque laparoscópico, sin dejar de reconocer que con mayor tiempo de evolución se asocia un mayor grado de dificultades técnicas intraoperatorias, un mayor potencial índice de complicaciones y de conversiones. Es por eso que la selección no se refiere al procedimiento sino al grado de entrenamiento del cirujano actuante.
Por ello, hoy se considera que poco se pierde si se inicia con una laparoscopia el tratamiento de un paciente con colecistitis aguda y se evalúa el grado de inflamación y la posibilidad de su resolución por esa vía.
   Es necesario mencionar que existen aspectos técnicos importantes que difieren de la colecistectomía electiva realizada por litiasis vesicular no complicada. Entre ellos cabe destacar:
l. A menudo se debe evacuar el contenido vesicular a fin de hacer más sencilla la movilización y liberación vesicular.
2. Se debe emplear disección roma para liberar el plastrón inflamatorio, para lo que la cánula de aspiración es una excelente herramienta.
3. El empleo de pinzas con dientes y amplia superficie de prensión vuelve más sencilla la cirugía sobre vesículas con la pared engrosada e inflamada.
4. La necesidad de realizar colangiografía intraoperatoria sistemática en estos casos tiene mayor justificación debido a las frecuentes distorsiones anatómicas del pedículo por el proceso inflamatorio, y una mayor incidencia de litiasis coledociana asociada (15 a 20%).
5. Debido a la friabilidad de los tejidos es recomendable el cierre del muñón cístico con nudos intracorpóreos o extracorpóreos ("endoloop").
6. En los casos en los que el proceso inflamatorio tiene muchos días de evolución y es difícil la identificación del plano de movilización en el lecho vesicular la confección de una colecistectomía parcial ("Pribram laparoscópico") es una maniobra de suma utilidad para evitar la laceración del lecho hepático con potenciales complicaciones hemorrágicas asociadas.
7. La extracción vesicular se ve facilitada si se realiza en una bolsa plástica, ya que durante su extracción por la pared abdominal se produce a menudo su ruptura y caída de los cálculos.
8. La necesidad de dejar drenajes abdominales se evaluará en cada caso de acuerdo con la característica del cierre del conducto cístico y la liberación de la vesícula del lecho hepático.

¿Es necesaria una exploración peroperatoria de la VBP sistemática o selectiva?
Como en la colecistectomía tradicional, ningún consenso ni argumento científico permite recomendar una actitud mejor que otra.
Si  existen  uno  o  varios  factores  pronósticos de litiasis  de  la  VBP,  la  exploración de  la  VBP  resulta indispensable, ya sea en el preoperatorio o en el peroperatorio. Parece deseable escoger entre las dos posibilidades para evitar la prescripción de exploraciones redundantes y costosas. La elección dependerá de la estrategia utilizada por cada uno en el tratamiento de la litiasis de la VBP.
Si no existe ningún factor pronóstico de litiasis de la VBP, algunos renuncian a la exploración peroperatoria de la VBP, argumentando que resulta casi siempre inútil y puede ser perjudicial, otros preconizan una exploración sistemática [40, 56] que tendrá sobre todo un doble objetivo: la búsqueda de una litiasis latente de la VBP, que aparece en un 3 a un 5 %, y la confirmación de la integridad de la VBP tras la colecistectomía.

¿Cómo explorar la VBP?
La colangiografía peroperatoria constituye la forma habitual de exploración de la VBP, al ser un método simple y seguro a pesar de un cierto número de falsos positivos.
La ecolaparoscopia actualmente disponible y eficaz  es realizable en todos los casos, sin riesgo para la VBP pero de difícil interpretación en la exploración del colédoco retropancreático.
Permite igualmente reconocer la oclusión de la VBP por un clip.
Un estudio prospectivo comparativo, evaluando la ecolaparoscopia y la colangiografía, ha mostrado resultados similares en la detección de cálculos. La ecolaparoscopia tiene actualmente los inconvenientes de necesitar un largo aprendizaje y un coste elevado. Aún no se ha adoptado en la práctica corriente.

Litiasis vesicular complicada
Bajo este término se agrupan las colecistitis agudas que constituyen una indicación operatoria formal. El tratamiento antibiótico se administra inmediatamente. El momento ideal para el tratamiento quirúrgico ha sido discutido largamente y al menos tres ensayos aleatorios en cirugía abierta han concluido en favor de una intervención precoz, antes de las 72 horas, confirmando igualmente para la cirugía laparoscópica.
   La colecistitis aguda se consideraba en el inicio de los años 90 como una contraindicación para la vía laparoscópica.  Pero  desde  1993,  la  revisión  de  consenso  del  «National  Institute  of  Health»  consideró que la colecistitis aguda podía tratarse por laparoscopia. Ningún estudio prospectivo controlado ha sido realizado, pero numerosas publicaciones tienden a mostrar que la colecistectomía laparoscópica  se ha convertido en el tratamiento de elección de la colecistitis aguda.
La intervención es más difícil de realizar, más larga, más hemorrágica,  siendo necesaria una buena experiencia en laparoscopia.
La tasa de conversión es más elevada, del 7 %, mientras que para la litiasis no complicada es del 4 %. Las conversiones se deben especialmente a una disección dificultosa del infundíbulo vesicular adherido al pedículo hepático. Además, un estudio no aleatorio  ha evidenciado  que el riesgo de conversión aumenta en función del retraso entre el inicio de la colecistitis aguda y la intervención, debido al grado de adherencias perivesiculares. La colangiografía peroperatoria parecería deseable, pero su realización se ve generalmente dificultada por la friabilidad del conducto cístico. La colocación de un drenaje infrahepático puede ser discutido.
La mortalidad y morbilidad parecen equivalentes en cirugía abierta y en laparoscópica, pero el curso postoperatorio es habitualmente más simple y la duración media de la estancia hospitalaria más corta después de laparoscopia. En la cirugía de la colecistitis aguda, cabe subrayar que la experiencia del cirujano es de gran relevancia y la conversión debe ser realizada a la menor duda para evitar el riesgo de lesión visceral o biliar, sobre todo en las colecistitis agudas operadas de forma tardía. La conversión no debe verse como un fracaso sino como una prueba de responsabilidad.
La peritonitis biliar, según los expertos, no es una contraindicación para la vía laparoscópica, salvo en caso de shock séptico. Ésta permite realizar una limpieza peritoneal cuidadosa y completa de la cavidad abdominal. Secundariamente, el cirujano puede siempre practicar una corta laparotomía para realizar la colecistectomía si las condiciones locales no permiten hacerlo por vía laparoscópica.

Colecistostomía percutánea
Publicada por primera vez en 1979 por Elyaderani et Gabrièle, se realiza bajo control ecográfico, en la sala de reanimación si es necesario, por vía transparietal y transhepática. Estaría indicada en casos de pacientes de elevado riesgo. La vesícula se vacía de su contenido, del que se toman muestras para exámen microbiológico, y luego se llena de contraste en la búsqueda de una extravasación que sería una indicación de cirugía. Al drenaje de la vesícula sigue habitualmente una rápida mejora de los signos clínicos de la colecistitis aguda. El drenaje puede completarse más tarde con el tratamiento de la litiasis causal.
El tratamiento de la colecistitis aguda con la colecistectomía en pacientes que corren alto riesgo en mal estado general se vio marcado por una elevada mortalidad aunque no siempre relacionada con el método. La alternativa quirúrgica más simple pareció ser la colecistostomía como método para descomprimir la vesícula y evacuar su contenido.
La primera colecistostomía percutánea como tratamiento de un empiema vesicular se publicó en 1980 como resultado de previos procedimientos invasivos diagnósticos en la vesícula biliar. A partir de esta publicación la colecistostomía percutánea se ha utilizado cada vez con mayor frecuencia en pacientes con colecistitis aguda.
Su empleo será con el fin de ganar tiempo, como lo muestra el algoritmo presentado, en los casos en los que las condiciones generales del enfermo o las comorbilidades lo hacen correr alto riesgo quirúrgico. Una vez realizado el drenaje percutáneo y estabilizado el cuadro infeccioso se revaluará la expectativa de vida del paciente, las condiciones cardiopulmonares y las características de los cálculos vesiculares. Así, en nuestra serie, publicada en 1995, solo el 37,5% de los pacientes se hallaba vivo a los 21,1 meses de seguimiento promedio.
Indicaciones
La colecistostomía tiene aplicación de urgencia en la colecistitis aguda alitiásica, en la que puede ser el tratamiento definitivo al igual que en las colecistitis posteriores a tratamientos biliares percutáneos o endoscópicos, en la colecistitis aguda litiásica en pacientes añosos y que corren alto riesgo que no responden al tratamiento médico en las primeras 48 horas y en las obstrucciones de la vía biliar principal que se presentan con vesícula distendida y la vía biliar intrahepática no dilatada, para tratar colangitis o el prurito en enfermos neoplásicos. La evolución y el tratamiento final de los pacientes dependerán del tipo de colecistitis y patologías asociadas.
En la colecistitis aguda alitiásica una vez superada la situación crítica multifactorial causante del proceso inflamatorio la funcionalidad vesicular se recupera y no será necesaria la colecistectomía por no existir patología biliar y solo se retirará el drenaje percutáneo como lo muestra el algoritmo propuesto en la figura .
En la colecistitis aguda litiásica la colecistostomía podrá ser un procedimiento transitorio, que permitirá superar la situación aguda, mejorar las condiciones generales del paciente y llevado a la cirugía en condiciones electivas, con el catéter en la vesícula hasta el momento de la cirugía. Si no puede someterse a la cirugía, existe la posibilidad de resolver los cálculos por vía percutánea (colecistolitotomía percutánea) utilizando el trayecto del drenaje; así se evita la recurrencia de la colecistitis. La simple extracción del catéter y el control del paciente lo exponen a un 20 a 30% de posibilidades de recurrencia de una colecistitis aguda. La recidiva litiásica en los primeros cinco años es una situación frecuente en los pacientes que persisten con la "vesícula in situ". Sin embargo, las posibilidades de que este paciente muy vulnerable viva tanto tiempo suelen ser limitadas.
En los enfermos con corta expectativa de vida, superado el cuadro agudo se puede remover el catéter percutáneo, con posibilidades de recurrencia de un nuevo cuadro agudo.
En los pacientes con un riesgo quirúrgico aceptable luego de la estabilización y con expectativa de vida prolongada el tratamiento definitivo es la colecistectomía laparoscópica; debe subrayarse al respecto que el procedimiento será técnicamente complejo. Las dificultades se relacionan con la existencia del catéter, pero principalmente con la presencia de una vesícula descomprimida que se comporta como escleroatrófica y se adhiere a las estructuras vecinas, sobre todo al pedículo hepático, con mayor riesgo de lesiones de la vía biliar. A menudo se deben realizar colecistectomías parciales por la falta de un plano de disección del lecho vesicular. La exploración de la vía biliar asciende a casi un 30% por ser la mayoría de estos pacientes ancianos con mucho tiempo de su evolución de la patología biliar.
Contraindicaciones
Las principales son las coagulopatías no corregidas y la peritonitis generalizada asociada con la colecistitis.
Técnica
El procedimiento se efectúa con anestesia local y sedoanalgesia asociadas con atropina como la profilaxis de las reacciones vágales. Se realiza en general bajo doble control ecográfico y radioscópico y con técnica de Seldinger. Al comienzo es preferible realizar la técnica siempre transhepática por temor a las bilirragias.



Fig. Técnica transhepática de colecistostomía percutánea.
Sin embargo, en los casos de colecistitis agudas con plastrón perivesicular hemos realizado el drenaje directamente por vía transperitoneal sin parénquima hepático interpuesto. Preferimos el acceso subcostal al intercostal por ser menos doloroso y por ser más sencillas las dilataciones del trayecto. Se utilizan drenajes para nefrostomía de 8,3 F.
Una vez colocado el catéter se realizan estudios radiográficos para demostrar la causa de obstrucción del conducto cístico, el estado de la pared vesicular (perforación), la presencia de litiasis coledociana asociada y de fístulas biliodigestivas espontáneas.

Fig. A. Tomografía computarizada de colecistitis aguda alitiásica con perforación bloqueada y gas en el interior vesicular en una paciente diabética. B. Colecistocolangiografía percutánea por el catéter colocado que confirma la pelioración bloqueada (flecha). La paciente no requirió cirugía y su evolución fue satisfactoria; el catéter se retiró a los dos meses.

El seguimiento del paciente es fundamental en las siguientes 48 horas posteriores al procedimiento. Si no hay mejoría del estado del paciente, deben plantearse tres posibilidades: error diagnóstico, inefectividad o complicación del método.
La colecistostomía percutánea (CP) ha mostrado bajos índices de morbimortalidad relacionados con el método. Así, en un trabajo cooperativo sobre 322 CP se comunicó una morbilidad global del 8 al 10%; las bilirragias (1,5%) y las reacciones vagales (1%) fueron las complicaciones más frecuentes. Las esporádicas fueron rápidamente superadas con el uso del acceso transhepático a la vesícula y la utilización de atropina previa a la punción. Así, la CP se considera un método seguro, sencillo y fácil de realizar. La mortalidad asociada con complicaciones del método es un hecho excepcional corroborado con un índice del 0,4% en una serie de 213 pacientes. La mortalidad hospitalaria de las diversas series de CP por colecistitis aguda oscila entre el 5,5 y el 59%. Son las patologías asociadas las causantes de estos índices y no la inefectividad o complicaciones del método. La comparación entre las diversas series de los procedimientos referidos no es factible, por corresponder a épocas diferentes y por no estar los pacientes categorizados por algún score. En una serie, en la que los pacientes tuvieron un puntaje asignado (APACHE II) los resultados fue semejantes para la técnica quirúrgica y la percutánea.
   Se describen como ventajas de la CP la posibilidad de realizarla con anestesia local en la cama del paciente bajo control ecográfico, hecho de gran importancia para los complejos pacientes en terapia intensiva; en que el traslado del enfermo involucra un procedimiento complejo y riesgoso. Se evita una incisión abdominal con potenciales complicaciones. La evolución de la probable gangrena vesicular -que puede estar presente en hasta un 40% de estos pacientes críticos- fue un hecho que preocupó a los grupos tratantes. En muchas series se describe la necesidad de la cirugía por inefectividad de la CP, en que el hallazgo intraoperatorio fue una gangrena de la pared vesicular. Sin embargo, diversos autores alertan sobre la escasa necesidad de una intervención quirúrgica, si los factores peritoneales plásticos bloquean el proceso inflamatorio.
  Debe hacerse hincapié en el seguimiento posterior al drenaje y frente a una insatisfactoria evolución pensar en complicaciones del método, gangrena o necrosis vesicular o diagnóstico erróneo.
La elevada efectividad y la baja morbilidad del procedimiento han conducido a algunos autores a indicar la CP ante la sospecha de colecistitis aguda en pacientes que corren alto riesgo.
Luego de la experiencia en CP algunos autores proponen la simple punción evacuadora transhepática de la vesícula en patología aguda sin colocación del drenaje en su cavidad. Las experiencias son favorables y tal vez sea la selección de los pacientes la clave. En los pacientes complejos preferimos dejar un catéter para tener total seguridad que la vesícula sea un foco séptico abdominal.
En pacientes en mejor estado y con poco tiempo de evolución de síntomas tal vez la punción simple sea una indicación válida. En nuestra experiencia, solo la hemos utilizado en una oportunidad.
Respecto de la colecistostomía percutánea en el manejo de la colecistitis aguda podemos destacar:
1. Es un procedimiento fácil de realizar, seguro y efectivo para el tratamiento de la colecistitis aguda en pacientes que corren alto riesgo.
2. La mortalidad de las serie de colecistostomía percutánea generalmente no es determinada por complicaciones o inefectividad del método, sino que es resultante de la enfermedad de base y las condiciones precarias del paciente.
3. Puede emplearse como tratamiento inmediato y definitivo de las colecistitis alitiásicas para evitar la necesidad de una colecistectomía.
4. Puede utilizarse como un método transitorio o definitivo en el tratamiento de la colecistitis aguda litiásica; las litiasis pueden resolverse por la misma vía percutánea.

Tratamiento en pediatría
Casi todas las litiasis detectadas por ecografía son asintomáticas y no requieren ningún tratamiento. De ahí la importancia de una buena descripción semiológica de los dolores abdominales que han llevado a su detección y que seguramente no mejorarán  después de una colecistectomía.

Tratamiento médico
El único tratamiento etiológico disponible es el ácido ursodesoxicólico, que sólo disuelve los cálculos colesterólicos. Es un ácido biliar de síntesis (natural en el oso) excretado en la bilis, que restablece el equilibrio micelar entre los lípidos y los ácidos biliares. Así, puede contribuir a disolver los cálculos, pero después de varios meses; el efecto sólo persiste durante su administración, por lo que se trata de un tratamiento a largo plazo. No está justificado en la mayoría de las litiasis infantiles que, o bien no necesitan tratamiento, o se curan de una forma más radical por colecistectomía. Puede ser de utilidad  en algunos casos muy particulares:
    Por ejemplo, en niños muy frágiles en los que una complicación podría ser fatal;
    O, de manera preventiva, después de una resección intestinal (pero se plantea el problema de su absorción);
    O cuando el cálculo mide menos de 5 mm en un adolescente obeso.
Es de muy fácil control porque carece de toxicidad, pero posee un efecto catártico que puede agravar una diarrea. La dosis es de 5-10 mg/kg, dos veces al día. No es eficaz en la mucoviscidosis, ya que en este trastorno los cálculos no son colesterólicos.
El tratamiento del cólico hepático es sintomático: analgésicos simples, antiespasmódicos, antiinflamatorios no esteroideos. En caso de infección, la antibioticoterapia debe ir dirigida contra las enterobacterias y los anaerobios.

Colecistectomía
El tratamiento de la litiasis complicada, con cólicos hepáticos de repetición, colecistitis o pancreatitis, es la ablación de la vesícula biliar, si es posible por laparoscopia. Las complicaciones quirúrgicas son excepciona les y la falta de vesícula  no tiene consecuencias a largo plazo. Si existe un síndrome infeccioso, se realizará una antibioticoterapia antes de la cirugía. En raras ocasiones, será necesario un drenaje externo de urgencia para controlar una sepsis grave. Lo más conveniente es realizar la colecistectomía «en frío», cuando no hay infección. La frecuencia de las complicaciones en niños con hemólisis crónica, en particular con drepanocitosis, justifica a menudo una colecistectomía profiláctica. También se puede plantear en niños que padecen mucoviscidosis. Es fundamental que el cirujano compruebe cuidadosamente que no hay un cálculo residual en la vía biliar principal.

Tratamiento  endoscópico
La extracción de cálculos por colangiografía retrógrada endoscópica puede estar justificada en caso de litiasis de la vía biliar principal. Generalmente, esta intervención se completa después con una colecistectomía. La esfinterotomía sistemática no está justificada. Las complicaciones de este procedimiento son infrecuentes (pancreatitis).

Tratamiento radiológico
La colangiografía percutánea transvesicular permite confirmar el diagnóstico de litiasis, realizar un lavado de las vías biliares y, a veces, desenclavar el cálculo. Éste es el método de elección en un recién nacido que presenta un cuadro de colestasis.

Conducta en la práctica
·         Cálculo descubierto de manera fortuita en un niño sin antecedentes personales ni familiar es particular es. No es necesario ningún tratamiento. Puede estar justificada una ecografía sistemática de control 6-12 meses después de la primera. En más del 50% de los casos, el cálculo habrá desaparecido. Una alternativa es reservar el control ecográfico para los casos en los que se desarrollan síntomas de aspecto «hepático».
    Cálculo en un niño asintomático portador de una enfermedad litógena crónica (hemólisis, mucoviscidosis, resección intestinal). En principio, se su ele realizar una colecistectomía.
    Cálculo sobre una anomalía anatómica de las vías biliares. Escisión de toda la vía biliar extrahepática y realización de un asa en Y.
    Migración con enclavamiento de un cálculo en la vía biliar principal. Si no hay signos de infección, se puede esperar a la eliminación espontánea del cálculo con un tratamiento antiespasmódico. Si después de 1-2 semanas de espera el cálculo sigue enclavado, hay que realizar una colangiografía retrógrada endoscópica o percutánea  radiológica,  dependiendo de la edad del niño y los medios locales disponibles. Después, en función de los antecedentes del niño, se discute una colecistectomía secundaria.
    Colangitis. El tratamiento antibiótico es urgente, así como la eliminación del obstáculo, por vía endoscópica o radiológica. La cirugía secundaria se discute en los mismos términos. También se puede plantear una vez controlad a la infección, si no es posible realizar la colangiografía. No obstante, la intervención es más difícil en período inflamatorio; también es mayor el riesgo de dejar un cálculo residual.
    Pancreatitis. El tratamiento sintomático es el del dolor; por lo general se asocia a un régimen pobre en grasas. La conducta respecto a la vesícula biliar se discute después, en función del contexto.
    Cálculo bajo tratamiento con ceftriaxona. Desaparece de manera espontánea después de finalizar el tratamiento.
    Cálculo en un  adolescente obeso. Lo importante es controlar el sobrepeso y una posible hipercolesterolemia. En casos excepcionales,  se prescribe un  tratamiento  prolongado  con ácido ursodesoxicólico.
    Complicación grave (cálculo enclavado, colecistitis) en un niño con antecedentes familiares de enfermedad litiásica precoz. Una colecistectomía de entrada está plenamente justificada. También habrá que buscar una anomalía heterocigótica en los genes responsables de PFIC.

 Tiempo de recuperación
En los casos de colecistectomía laparoscópica no complicada los días de recuperación son en promedio de 14 - 21 días.  Punto de Buena Práctica
En los casos de colecistectomía laparoscópica no complicada un día de estancia hospitalaria es suficiente. Punto de Buena Práctica
En Colecistectomía Abierta no complicada los días de estancia hospitalaria postquirúrgica son de 2 a 3 días. Punto de Buena Práctica
En Colecistectomía Abierta no complicada el tiempo promedio de recuperación es de 21 días. Punto de Buena Práctica
En los casos de colecistectomía laparoscópica o abierta complicada los días de recuperación varían de acuerdo a la complicación, y se les otorgara incapacidad laboral hasta que las complicaciones se resuelvan.

Complicaciones de la colecistitis aguda
Nos referiremos a las más frecuentes, que son las siguientes:
a.   Perforación: 1. Con acción localizada y 2. Con peritonitis generalizada
b.   Absceso pericolecístico
c.   Empiema Vesicular.
d.   Gangrena Vesicular.
e.   Fistulización: Colecistointestinal, Colecistoduodenal, Colecistoyeyunal, Colecistocolónica, Colecistoduodenocolónica
f.    Íleo Biliar
g.   Plastrón Vesicular.
j.    Colangitis Obstructiva Aguda Supurada.
k.   Pancreatitis biliar.

    1. Perforación
Se ha descrito como una de las complicaciones más serias. Confluyen anatomopatológicamente el aumento del contenido vesicular y su acción sobre las paredes de la misma que experimenta el colapso circulatorio venoso arterial con presencia de isquemia e infartos múltiples; el aumento de la tensión intra vesicular actuando sobre una pared debilitada produce la ruptura de la misma. La salida violenta del contenido vesicular altamente contaminante produce una reacción peritoneal localizada inicialmente pero que rápidamente se extiende. El diagnóstico es ecosonográfico. El tratamiento es la colecistectomía con drenaje. La mortalidad es elevada, alrededor del 20%.
La perforación tiene dos modalidades: con acción localizada y con peritonitis generalizada.
1.      Perforación con invasión localizada es la localización de la pérdida alrededor de la vesícula. Se produce cuando hay reacción peritoneal con concurrencia del epiplón mayor para confinar el pus y originar un absceso pericolecístico o una peritonitis localizada.
Los signos locales y efectos sistémicos se exacerban; el dolor se intensifica con reacción peritoneo-parietal de contractura. Los síntomas generales igualmente aumentan: fiebre, escalofríos y leucocitosis de 20.000 o más. Para el diagnóstico es útil el ecosonograma.
El tratamiento: Colecistectomía y evacuación del absceso con drenaje, en la base de antibióticos y bactericidas.
2. Perforación con peritonitis generalizada es la difusión de la biliopus, al resto de la cavidad peritoneal, se da cuando no hay reacción peritoneoepiploica tabicante y se contamina toda la cavidad peritoneal produciendo peritonitis generalizada. Los signos y síntoma son los correspondientes a esta última afección.
El diagnóstico es clínico e imagenológico, con punción diagnóstica dirigida que propiciará cultivo y antibiograma del contenido.
El tratamiento es el normativo de peritonitis generalizada con derrame y lavado peritoneal; y colecistectomía si el estado general lo permite, evacuación del pero si el riesgo operativo es alto. Si las complicaciones generales del paciente lo permiten se efectuará colecistectomía. . La mortalidad alcanza el 15 a 20%.

b. Absceso Pericolecístico
Es la más frecuente de las complicaciones. Consiste en la colección de pus alrededor de la vesícula, proveniente de una perforación de la misma o aun sin perforación o ruptura vesicular por diapédesis de los elementos contaminantes a través de la pared vesicular. El diagnóstico es clínico-imagenológico. El tratamiento consiste en la evacuación, lavado y colecistectomía.

c.     Empiema Vesícula ( piocolecisto)
Es la transformación del contenido de la vesícula en pus. Resulta de la invasión, proliferación e incremento de la virulencia de las bacterias que contaminan el contenido de la vesícula, transformándola en una bolsa de pus a tensión.
 La sintomatología del empiema corresponde a la infección de la vesícula y sepsis abdominal con todo el complejo local y sistémico de dolor, fiebre, taquicardia, escalofríos y leucocitosis de sobre 20.000. Es lo más común de las complicaciones, alrededor del 50% de ellas, con un índice de mortalidad de un 15%.
El diagnóstico es clínico, ecosonográfico y hemático.  Leucograma: leucocitosis alta con gránulos tóxicos; en pacientes de edad avanzada pueden no existir alteraciones. Ultrasonido de Vesícula y vías biliares: Vesícula distendida con paredes engrosadas, con bilis muy eco refringente y cálculos en su interior.
El tratamiento consiste en colecistectomía de urgencia, o colecistostomía si la flogosis local y el mal estado del paciente requieren un tiempo quirúrgico menor y acción menos traumatizante.
Tratamiento Quirúrgico:
Colecistectomía de Urgencia Indicaciones:
a) Riesgo Quirúrgico aceptable
b) Condiciones anatómicas locales que permitan disecar el hilio hepático
Colecistostomía Indicaciones:
a) Riesgo Quirúrgico alto.
b) Condiciones anatómicas locales que no permitan disecar el hilio hepático con seguridad
c) Detalles de la técnica: Se preferirá siempre que sea posible realizarla por punción guiada por US. O por vídeo laparoscopia
De no existir los requerimientos técnicos necesarios, o el personal entrenado, se realizara a cielo abierto, utilizando una sonda de Pezzer No 16 ó 18, fijándose a la piel. La vesícula se fija al peritoneo parietal y se exteriorizará la sonda por contra abertura. Se obtendrá muestra de pus para coloración de Gram, cultivo y antibiograma.

d.    Gangrena Vesicular
Es el estado más avanzado de daño de la pared vesicular y clínicamente el más grave. Se produce por isquemia de la pared y necrosis localizada o total, con distensión de la vesícula por un contenido empiematoso; pudiendo contribuir la torsión de la vesícula. Suele presentarse en diabéticos e inmunodeprimidos. En la presencia bacteriana predominan anaerobios y clostridios.
La gangrena vesicular puede presentar perforación y ruptura con alivio pasajero del dolor por cese de la distensión que se reactiva por la irritación que produce el contenido extravasado.
 El diagnóstico se hace por imágenes y el tratamiento es la colecistectomía con saturación antibiótica del paciente. Se sospechará durante el proceso de una colecistitis aguda, en que el paciente presente: Síntomas y signos. Toma del estado general. Fiebre (39-40 grados). Taquicardia marcada. Hipotensión arterial. Signos locales de irritación peritoneal, poco acentuados en relación con las manifestaciones generales.
En la mayoría de los pacientes se confirmará el diagnóstico durante el acto operatorio.
Exámenes de diagnóstico: Se procederá igual que en el empiema vesicular. En el US y la TAC, puede observarse una pared particularmente engrosada con imágenes sugerentes de gas.
Tratamiento quirúrgico: Colecistectomía: (Estará indicada, a pesar de las condiciones generales o locales precarias del enfermo, en los casos siguientes: Necrosis de la vesícula, Necrosis en distintas áreas de la pared vesicular.
Colecistostomía Será indicada en: Necrosis circunscrita al fondo. Si las condiciones locales impiden la colecistectomía.

e.     Fístula Biliar
Es una complicación excepcional.  Antecedentes de empiema vesicular mal tratado. Síntomas y signos: Fístula en el hipocondrio derecho que drena pus con bilis mal ligada y, en ocasiones, cálculos biliares. Exámenes radiológicos: Fistulografía. Tratamiento: Fistulectomía y colecistectomía abierta.

Fistula biliar Externa
Las fístulas constituyen el 2 al 3% de las complicaciones; las más frecuentes son las colecistoduodenales y las colecistocolónicas constituyendo las primeras el 75% y las segundas el 15% del universo de las fístulas vesiculares. Les siguen en frecuencia las colecistoduodenocolónicas, colecistogástricas y colecistoentéricas. Las fístulas se originan por la aposición de la vesícula a una víscera hueca vecina cuya pared irrita y al producirse la perforación vesicular compromete la pared de la víscera a que está adherida, circunscribiéndose de adherencias peritoneales.
Clínicamente son difíciles de diagnosticar, y ocasionalmente pueden descubrirse por la tinción de las vías biliares en un estudio radiológico gastroduodenal o colónico. El tratamiento consiste en colescistectomía y rafia del defecto en el tubo digestivo. (Fistulectomia)

Fístula biliar Interna
Antecedentes de colecistitis aguda o subaguda. Puede acompañarse de un proceso clínico de colangitis.  Es posible que ocurra la expulsión de cálculos junto con las heces fecales.
Exámenes radiológicos: Radiografía simple de abdomen (muestra gas en las vías biliares).
Examen de estómago y duodeno, que mostrará el pase del contraste a las vías biliares.
Tratamiento: Si la fístula determina sintomatología (colangitis), se realizara colecistectomía, resección del trayecto fistuloso y enterorrafia.

f.     Íleo Biliar
Es la complicación originada por el paso de un cálculo biliar de 2 a 2.5 centímetros por una fístula colecistoentérica, sea en el duodeno o en el yeyuno y el alojamiento o "entrampamiento" del cálculo en el íleon terminal (válvula ileocecal generalmente) por no poder franquearla. La sintomatología corresponde a un abdomen agudo obstructivo intestinal.
La imagen radiológica que proporciona el tránsito gastrointestinal se conoce como de "serpiente con cabeza blanca" por la presencia del medio de contraste en el íleon y la imagen de substracción producida por el cálculo frente a la válvula ileocecal. El tratamiento consiste en la extracción del cálculo y sutura de la incisión. No se efectúa en la misma intervención la reparación de la fístula colecistoentérica.
El diagnostico se realiza por una triada clínica de neumobilis, radiopacidad en FID y placa de oclusión intestinal.
En la operación debe explorarse todo el intestino delgado para descubrir si hay cálculos en el lumen, que si hubiera se los haría progresar hasta el íleon terminal para utilizar incisión y no hacer otra enterotomía para su extracción. El íleo biliar no tratado produce 15% de óbitos.

g.    Plastrón Vesicular
Es la complicación que se produce cuando se limita un absceso tanto por el epiplón como la aposición del intestino con producción de fibrina y membranas fibrinoleucocitarias. El tratamiento consiste en analgesia, hidratación y Antibioticoterapia con el seguimiento por eritrosedimentación semanal; si evaluación favorable tratamiento quirúrgico a los 6 meses, si por el contrario aparecen complicaciones se realiza tratamiento quirúrgico de urgencia.
Historia sugerente de colecistitis de más de 72 h de evolución. Masa tumoral dolorosa, ubicada en el hipocondrio derecho, sin contacto lumbar. Signos locales de irritación peritoneal, de poca intensidad, en el hipocondrio derecho.
Exámenes de diagnóstico: Ultrasonido abdominal, TAC, RMN. Laparoscopia diagnóstica en los casos dudosos.
Tratamiento: Médico: Pacientes con intolerancia a la vía oral: Sonda nasogástrico con aspiración cada 3 h. Hidratación parenteral, de acuerdo con el balance hidromineral. Analgésicos: Dipirona (3-6 g/24h) - Antibióticos. Tan pronto se tolere la vía oral: Dieta líquida Pasar progresivamente, a dieta sólida hipo grasa, Antibioticoterapia Oral. Vigilancia estricta cada 12 h, durante 4 días, realizando hemograma y eritrosedimentación.
Ante una posible evolución desfavorable (empiema, gangrena o perforación), se deberá intervenir quirúrgicamente, de urgencia.
Si la evolución es favorable se llevara a cabo: Eritrosedimentación semanal. Estudio por US de las Vías Biliares al mes, a los tres y seis meses. Perfil hepático al mes, tres y 6 meses (si fuera necesario). Valorar CPRE si el perfil hepático sugiere patrón obstructivo. Si el plastrón vesicular persiste o se asocia Ictero obstructivo, valorar CPRE, TAC o RMN.
Quirúrgico: Colecistectomía a los 6 meses

Colangitis aguda  y Pancreatitis biliar  hablaremos de ellos en otros capítulos.


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