Hernia Umbilical










Hernia umbilical
    
 






Dr Juan Hernandez Orduña
    
 


Definición

La hernia umbilical se define como un abultamiento alrededor del ombligo, que puede contener epiplón, parte del intestino delgado o intestino grueso.  (GPC, 2012)

 

Historia

Estas hernias son reconocidas desde los tiempos de Celso, en el siglo I d.C., y siempre se manejaron con ligaduras elásticas.
En 1740 William Cheselden describió por primera vez un tratamiento de hernia umbilical estrangulada.
A William J. Mayo se debe la descripción clásica de la técnica de reparación de las hernias umbilicales con sus cuatro pasos importantes que hizo en 1901:
1. Resección del saco herniario.
2. Cierre del peritoneo.
3. Aproximación de los bordes del músculo recto hacia la línea media.
4. Cierre del defecto herniario mediante imbricación de la aponeurosis en forma de “chaleco sobre pantalón” (borde superior o chaleco sobre el borde inferior o pantalón) con puntos en “U” o de colchonero.
En la actualidad se desecharon tres de estos pasos y sólo se realiza la imbricación de la aponeurosis; además, esta técnica se encuentra en desuso por su alta incidencia de recurrencias, que va de 13 a 54% en las diferentes series publicadas. ( Mayagoitia, 2009)

 

Epidemiologia

La hernia umbilical constituye entre 4 y 13% de las hernias de la pared abdominal, y es una patología muy común a partir de la quinta década de la vida.

Puede presentarse como un problema al nacer, pero la mayoría (90%) se presentan en la vida adulta de manera adquirida (a partir de un cierre defectuoso de la cicatriz umbilical desde los primeros días del nacimiento) y son más comunes en las mujeres.

En los adultos, la hernia umbilical es menos frecuente que las hernias inguinales; su prevalencia se estima entre un 2% (Velasco, 1999) y un 3-5% (Muschaweck, 2003).

Suele admitirse que la hernia umbilical es más frecuente en mujeres que en varones (aunque en algunas series había más varones que mujeres (Kurzer, 2004. Mislowsky, 2008. Haakinson, 2010) y que el estrangulamiento es más habitual en las mujeres ( Velasco, 1999).

La hernia umbilical infantil es un cuadro benigno y frecuente (Lassaletta, 1975). En general es asintomática y evoluciona hacia el cierre espontáneo del anillo umbilical en los tres primeros años de vida. Al contrario de los que sucede en las hernias inguinales, el riesgo de estrangulamiento es mínimo. La principal indicación quirúrgica es la persistencia de la hernia umbilical después de los 4 años de edad.


Reseña anatomoclínica

El ombligo constituye un punto de debilidad de la pared abdominal, un defecto al nivel de la línea alba dispuesta desde la apófisis xifoides al pubis. Se proyecta respecto a la columna al nivel de L4-L5. El ombligo corresponde a la cicatriz que se forma después de la ligadura del cordón umbilical, a través del que pasan elementos fundamentales. Para comprender bien su anatomía y sus consecuencias fisiopatológicas, es indispensable un breve recuerdo de la organogénesis ( Armstrong, 2003). En un corte sagital del embrión durante el período de la hernia fisiológica (entre la sexta y la décima semana de vida intrauterina), se observa que por el anillo umbilical pasan cuatro tipos de estructuras:

Figura: Corte sagital del embrión. 1. Vena umbilical izquierda; 2. conducto vitelino (onfalomesentérico); 3. arterias umbilicales; 4. conducto alantoideo (uraco). (Tomado de Elsevier, 2014)

         La vena umbilical izquierda, perteneciente al eje venoso onfalocava (la derecha se atrofia con rapidez, debido al gradiente de presión). Se atrofia después del nacimiento y en el trayecto del ligamento redondo se encuentra su vestigio, que puede repermeabilizarse en las cirrosis, debido al flujo hepatófugo, lo que explica el desarrollo de la circulación venosa colateral periumbilical;
         Las arterias umbilicales, que se obstruyen después del pinzamiento del cordón umbilical y que constituyen el extremo distal trombosado de las arterias umbilicales después de que hayan vascularizado la cara superior de la vejiga;
         El conducto vitelino u onfalomesentérico (vértice del asa intestinal primitiva), que debe desaparecer por completo y cuyo resto más conocido es el divertículo ileal o de Meckel (que, desde la cara profunda del ombligo, alcanza el borde antimesentérico del intestino delgado a alrededor de 50-60 cm del final de éste);
         Por último, el conducto alantoideo, que se convertirá en el uraco (conducto urinario del feto), que después del nacimiento se oblitera y permanece como una estructura fibrosa, que no es molesta porque es extraperitoneal (a diferencia del conducto vitelino, que es intraperitoneal, por lo que debe desaparecer del todo).
El ombligo es la región más delgada de la pared abdominal anterolateral. Desde la profundidad a la superficie, se observan cuatro elementos: el peritoneo, la fascia umbilical, el anillo umbilical y la piel.
El peritoneo parietal reviste la cara profunda de la región del anillo (lo que permite diferenciar los onfaloceles, en los que el peritoneo se detiene en el perímetro del anillo, y las hernias umbilicales, en las que el peritoneo sigue a las vísceras). La fascia umbilical corresponde a una condensación de la fascia transversal, poco vascularizada, que reviste la capa profunda del ombligo.
Esta estructura sólo desempeña un papel menor en la contención abdominal a este nivel. La situación de la fascia umbilical respecto al anillo umbilical es variable; en algunos casos, puede formar una especie de conducto (conducto de Richet (Neidhart, 1997). Suelen describirse las hernias directas, que se exteriorizan a través de la fascia, y las indirectas, que lo hacen por encima o por debajo de sus bordes superior o inferior. Sin embargo, esta distinción carece de implicaciones quirúrgicas prácticas.
El anillo umbilical, fibroso y resistente, se inserta en la línea alba, provocando una interrupción de ésta. Dicho anillo está parcialmente obliterado por cuatro estructuras fibrosas. En su polo craneal, el ligamento redondo del hígado contiene la vena umbilical trombosada; en su borde caudal, existen tres estructuras vestigiales más o menos desarrolladas: en el medio, el resto del uraco, flanqueado a cada lado por la terminación de las arterias umbilicales, que no son permeables a este nivel. Los elementos cutáneos son la parte visible de esta cicatriz, en forma de una depresión redondeada, rodeada por un reborde cutáneo. En su profundidad, el tubérculo umbilical se relaciona con el paquete adiposo umbilical que es más profundo aún, circunscrito por el surco umbilical.

Figura: Variaciones de la fascia umbilical. De Neidhart [8]. 1. Ligamento redondo; 2. anillo umbilical; 3. fascia umbilical; 4. arteria umbilical izquierda; 5. uraco; 6. conducto de Richet. (Tomado de Elsevier, 2014)

 

Patogenia

Al contrario que la hernia umbilical infantil, la del adulto suele ser adquirida; sólo el 10% de los adultos que presentan una hernia umbilical refieren haberla tenido desde la infancia (Velasco, 1999. Muschaweck, 2003). La dilatación del anillo umbilical se ve favorecida por la hiperpresión abdominal, la tracción ejercida por los músculos abdominales (Askar, 1978) y la degradación del colágeno. Los embarazos múltiples, la obesidad y la ascitis son factores favorecedores que implican tanto un aumento de la presión abdominal como una alteración del colágeno. La frecuencia relativa de la asociación de la hernia umbilical con otras hernias (42% en una serie) apunta a favor de la degradación del colágeno. Esta asociación implica que la buena práctica clínica consiste en la búsqueda sistemática de una hernia inguinal asociada.
El tamaño de la hernia varía desde un simple orificio subcentimétrico, por el que sale de forma intermitente una lengüeta de tejido extraperitoneal, a la voluminosa hernia exteriorizada de forma permanente, que contiene intestino y que en ocasiones es irreducible. Como el tamaño del orificio aponeurótico suele ser muy inferior al del saco herniario, el riesgo de estrangulamiento es elevado (17% según algunas series) y es mayor en las mujeres que en los varones. A título de ejemplo, en una serie de 42 hernias umbilicales estranguladas, sólo había un varón (Abdel-Baki, 2007). El orificio herniario puede corresponder exactamente al anillo umbilical o estar un poco descentrado, en cuyo caso se habla de hernia paraumbilical.
No es infrecuente que la hernia umbilical se asocie a pequeños orificios secundarios paraumbilicales o a una hernia epigástrica. Deben buscarse con atención mediante la exploración física y, en caso de duda, con ecografía, así como durante la intervención, porque si se pasan por alto se expone a la recidiva. También puede asociarse a una diastasis de los músculos rectos, sobre todo en los pacientes obesos o en las mujeres jóvenes con pared delgada, distendida por uno o varios embarazos. La diastasis es simplemente un ensanchamiento de la línea blanca, con separación de los músculos rectos, sin solución de continuidad; no conlleva un riesgo de estrangulamiento y no requiere una intervención quirúrgica. Hay que explicar al paciente de forma adecuada que sólo se opera la hernia umbilical. En estos casos, debido a la delgadez frecuente de la aponeurosis, suele optarse por un procedimiento protésico.

Etiopatogenia
Las variaciones anatomoembriológicas dan origen a una debilidad en la zona orificial aparentemente bien cicatrizada, ocasionando la aparición, a veces tardía, de la patología herniaria umbilical en el adulto, relacionada con deficiencias del entrecruzamiento de fibras, un fenómeno bien descrito por Askar en 1978.
Las variaciones en el entrecruzamiento de fibras en la línea alba más la aparición de algunos factores condicionantes, como distensión abdominal importante debida a obesidad, embarazos y diálisis peritoneal por insuficiencia renal o cirrosis, determinarán que el cierre de la cicatriz umbilical deficiente se manifieste como una hernia umbilical del adulto o “adquirida”.
Otro factor que se invoca en la aparición de hernia umbilical es la alteración en la disposición de la fascia umbilical, como lo describió Chevrel en 1996.
La hernia umbilical está presente en 25% de los pacientes cirróticos, en los que también intervienen como factores condicionantes la recanalización de la vena umbilical por inversión del flujo, la distensión, el aumento de la presión abdominal por ascitis y el estado de malnutrición secundaria.
Las deficiencias de colágena, cualquiera que sea su tipo, además de ser un factor condicionante de esta aparición, determinan la velocidad de crecimiento de dicho anillo herniario, entre otros factores.
Un paciente con hernia umbilical y deficiencia de colágena tiene un riesgo de 42% de desarrollar otra hernia en algún sitio de la pared abdominal y 5% de padecer múltiples hernias, de acuerdo con lo publicado por Mittelstaedt en 1988.
En 1969 Bryant hizo una asociación curiosa de pacientes multíparas con colelitiasis y hernia umbilical, donde al parecer la multiparidad constituyó un factor desencadenante de otras dos entidades: colestasis y distensión y adelgazamiento de las estructuras de la pared abdominal.
En 75% de los pacientes la hernia umbilical tiene un diámetro menor de 3 cm y el diámetro horizontal siempre es ligeramente mayor que el vertical, lo cual le confiere un aspecto oval.


Clasificación
Hay un acuerdo general para la clasificación de las hernias umbilicales. Por su origen se clasifican en congénitas y adquiridas, y por su localización se dividen en umbilicales, cuando surgen por el anillo umbilical, y en paraumbilicales, cuando surgen en la periferia cercana al anillo umbilical, con excepción de la línea alba supraumbilical, donde adquieren el nombre de hernias epigástricas.
Las hernias congénitas son las que aparecen desde el nacimiento; las padecen entre 30 y40%de los recién nacidos, aunque aumenta su frecuencia en los bebés de bajo peso al nacer (hasta 84% de los bebés prematuros las presentan) y pueden tender al cierre espontáneo en los primeros dos a cuatro años de vida; sin embargo, el cierre puede ser deficiente y manifestarse posteriormente en la vida adulta como una hernia adquirida del adulto, pues, de acuerdo con Jakson y Mawera, sólo 10% de las hernias del adulto refieren haberla tenido desde la niñez. A los dos años de edad la frecuencia de (Velasco, 1999) hernias umbilicales es de 15 a 30% y a los tres años es de sólo 10%. De lo anterior se desprende la decisión de no operar hernias umbilicales antes de los dos años de edad, que es cuando puede haber un cierre espontáneo o al menos una disminución en el diámetro del anillo.  (Mayagoitia, 2009)

Cuadro clínico
En los niños que padecen hernia umbilical congénita el saco herniario se hace muy aparente ante la carencia de tejido celular subcutáneo y no hay dificultad para hacer el diagnóstico. Las hernias umbilicales adquiridas en la vida adulta se manifiestan únicamente como la aparición de una tumoración reductible a nivel de la cicatriz umbilical; la mayor parte de las veces es asintomática y más o menos visible desde su inicio, dependiendo de la complexión del paciente.
En la mujer su aparición es común durante el transcurso de un embarazo. Cuando los orificios son pequeños puede existir malestar más que dolor a nivel del saco cada vez que protruye su contenido, que cede al reducirse espontánea o digitalmente.
Cuando las hernias umbilicales crecen, tienden a distender la piel del ombligo y causar atrofia de la piel con ulceraciones con mayor frecuencia que en las de otra parte de la pared abdominal, debido a que esta zona no cuenta con una gran cantidad de tejido celular subcutáneo que retarde este evento. En los pacientes con cirrosis puede presentarse un estallamiento de la delgada piel de la cicatriz umbilical y surgir una fuga de líquido ascítico.
El mayor tamaño de la hernia y el tiempo de evolución se asocian con deterioro de la pared abdominal, por lo que es frecuente encontrar hernias umbilicales implantadas en abdómenes flácidos y con diástasis de rectos que dificultan la reparación integral de la pared.
Por la rigidez, el diámetro pequeño y el contenido de estas hernias, que casi siempre es epiplón, entre 17 y 40% de ellas se encuentran incarceradas (13% de las hernias catalogadas como incarceradas son umbilicales). Sin embargo, tanto el intestino delgado como el grueso pueden formar parte del contenido herniado, lo cual obliga en 20% de los casos a una cirugía de urgencia y una resección intestinal; en 80% de los casos sólo se encuentra un epiplón hemorrágico o con necrosis. (Mayagoitia, 2009)


Auxiliares de diagnóstico
Por su localización anatómica, la mayoría de las hernias umbilicales son diagnosticadas mediante examen clínico,  por lo que el ultrasonido y la tomografía se reservan para pacientes con obesidad mórbida o con hernias umbilicales recurrentes asociadas con obesidad, donde los tejidos cicatricial y celular subcutáneo pueden dificultar la palpación adecuada.

Indicaciones quirúrgicas

Hay dos elecciones esenciales que deben plantearse: la elección entre herniorrafia y hernioplastia protésica y la elección entre acceso directo y laparoscopia.
Suele admitirse que la reparación mediante sutura es suficiente para las hernias pequeñas y que el riesgo de recidiva es menor con una reparación protésica en las hernias grandes. La frontera entre ambas no está claramente definida y suele situarse en 2 o 3 cm. En una serie reciente de 106 pacientes operados mediante sutura por una hernia umbilical de tamaño inferior a 3 cm, el porcentaje de recidivas fue del 23% (Haakinson, 2010). En dos estudios no aleatorizados se ha demostrado que había menos recidivas con los procedimientos protésicos que con las suturas (lau, 2016). En un estudio prospectivo no aleatorizado en el que los orificios de tamaño inferior a 3 cm se trataron con sutura y los de tamaño superior a 3 cm con prótesis, la tasa de recidiva fue del 14% en el primer grupo frente al 2% en el segundo (Erylmaz, 2006). Un estudio aleatorizado (aparentemente el único) que incluyó 200 pacientes con un seguimiento de 64 meses ha demostrado un porcentaje de recidivas 10 veces mayor tras sutura (11%) que tras prótesis (1%) (Arroyo, 2001). Por consiguiente, aunque la sutura parece aceptable para un orificio del orden de 1 cm, con una aponeurosis de buena calidad y en ausencia de factores de riesgo, se recomienda la reparación protésica en todos los demás casos.
La técnica del «sello postal» es la que se emplea de rutina en la mayoría de los casos. Los autores de este artículo son un poco más reticentes a los métodos del tapón (cuya punta hace procidencia bajo el peritoneo, sobre todo en pacientes delgados), de la prótesis PHS (debido al volumen de material y a la presencia del disco subcutáneo) y de las prótesis de tipo Ventralex o CA.B.S.'air en posición intraperitoneal, a pesar de la presencia de una cara antiadherente. Para las hernias voluminosas, es probable que la prótesis retromuscular sea el método de elección. No se describe la prótesis premuscular, porque esta técnica no es lógica y, además, un estudio ha descrito que tiene un 20% de recidivas (Gonzalez, 2003).
La elección entre el acceso directo y la laparoscopia es más difícil, debido a la falta de datos basados en la evidencia. Sólo se dispone de estudios retrospectivos sobre la hernia umbilical, aunque han demostrado que la laparoscopia se asocia a menos recidivas (Gonzalez, 2003. Lau, 2003), menos dolor postoperatorio y menos sepsis [Wright, 2002) que la cirugía abierta. La mayor parte de los ensayos clínicos aleatorizados engloban las eventraciones y las hernias ventrales (Forbes, 2009). Aunque la laparoscopia parece ofrecer ventajas claras para el tratamiento de las eventraciones, no se puede extrapolar por completo a las hernias umbilicales, porque la mayoría de ellas son pequeñas y más fáciles de tratar que las eventraciones. La sencillez técnica de la prótesis en sello postal, la posibilidad de implantarla bajo anestesia local y la ausencia de cuerpo extraño intraperitoneal merecen sopesarse frente a  las ventajas de la laparoscopia. El único estudio aleatorizado que ha comparado el acceso directo y la laparoscopia en una serie de 58 hernias ventrales no ha demostrado diferencias significativas entre ambas técnicas (Pring, 2008). Por otra parte, el sentido común sugiere que la realización de tres orificios de 5- 10 mm para cerrar uno de 10-20 mm no ofrece ventajas evidentes. Hasta que se demuestre lo contrario, parece lógico considerar que las hernias pequeñas se traten por una vía de acceso directo y que la laparoscopia puede tener ventajas para las hernias extensas, como sucede con las eventraciones, siempre que no estén incarceradas ni que sean demasiado voluminosas.

Tratamiento
Ante una hernia umbilical de tipo congénito, el manejo es expectante durante los dos primeros años de vida; no  se recomienda la intervención quirúrgica porque el índice de recidivas al manejar tejidos muy delgados a esta edad es alto y porque en algunos pacientes existe la tendencia a un cierre espontáneo, o cuando menos a que el diámetro del anillo disminuya sus dimensiones.
La recomendación para la madre sólo incluye vigilancia, sin ningún procedimiento de contención del saco umbilical. Por desgracia, en los infantes pesan más las tradiciones y costumbres ancestrales que sólo lastiman la piel umbilical (colocación de tela adhesiva con aditamentos como algodón, canicas o monedas para contención del saco, bragueros, vendajes abdominales, fajas para hernias, etc.) y producen dolor, aunque no se ha probado que alteren para bien o para mal la evolución natural de la contracción del anillo umbilical. Cuando se utilizan aditamentos que presionan fuertemente la región, como el uso de fajas “especiales para hernias”, puede surgir inflamación crónica del saco, del anillo y del contenido herniario, dando paso a que se desarrolle una complicación por incarceración o estrangulamiento.
En general, en una hernia umbilical que no se cerró al pasar los dos años de edad debe considerarse la intervención quirúrgica, ya ante la presencia de tejidos más firmes de la pared abdominal. No se indican las técnicas con material protésico, debido a las consideraciones de contracción de los materiales, el crecimiento del niño y el desconocimiento del comportamiento de dichos materiales a muy largo plazo. Las técnicas deben ser con tensión y se cuenta con varias opciones que se detallan a continuación, además de que pueden ser útiles para el manejo de adultos que no desean material protésico o en los que exista algún impedimento para su uso.
La incisión de la piel para el abordaje abierto ha sido objeto de controversia en distintos trabajos publicados, y aplica igual para las técnicas abiertas sin tensión. La incisión clásica9 de media luna o transversa supraumbilical o infraumbilical se usó durante muchos años sin importar el aspecto estético.
En 1981 Criado propuso un abordaje transumbilical vertical con el fin de que la incisión quedara dentro de la cicatriz umbilical y se lograran resultados estéticos satisfactorios.
Más tarde Smith Behn indicó que la incisión horizontal mejora aún más el resultado. Del mismo modo, se retomó el problema de la piel redundante por una hernia umbilical de saco grande en pacientes muy delgados, en quienes siempre quedaba una cicatriz umbilical conmucha piel gruesa y mal aspecto (especialmente en niños), por lo que en 2004 El--Dessouki propuso una incisión transumbilical con resección de la piel redundante en forma de doblemedio cono para obtener resultados estéticos satisfactorios sin alterar los resultados de la plastia. Es importante señalar que, a cambio de mejorar los aspectos estéticos, el abordaje y el campo operatorio se han restringido, tornando más laboriosa la plastia para el cirujano.
De igual forma, la dirección del cierre del defecto umbilical despertó algunas controversias y consideraciones. El cierre horizontal parece lograr menor tensión en la línea de sutura, aunque hay estudios controversiales, incluidos los deAskar en 1984, que indican el cierre oblicuo de los defectos, porque parece más “fisiológico” porque la línea de sutura semeja la dirección que llevan las fibras que se entrecruzan en la línea alba, además de que crea menor tensión que el cierre horizontal. (Mayagoitia, 2009)
Se recomienda la cirugía ambulatoria en pacientes con hernia umbilical debido a que disminuye
las complicaciones y la estancia hospitalaria
En las herniorrafias umbilicales se recomienda la cirugía abierta ya que es el método que
requiere menos tiempo para su ejecución
Indicaciones de reparación quirúrgica en la población  pediátrica
Se debe considerar reparación quirúrgica de  la hernia umbilical en los siguientes casos:
·Defecto herniario umbilical mayor de 1.5cm a cualquier edad.
·Defecto herniario umbilical persistente después de los 2 años de edad.
Se recomienda el cierre del defecto herniario con la técnica de Mayo, utilizando material de sutura
absorbible del tipo ácido poliglicolico o poliglactina 910
Reparación de hernia umbilical en adultos
Se recomienda el cierre del defecto herniario con la técnica de Mayo, utilizando material absorbible (ácido poliglicolico o poliglactina 910) o no absorbible (polipropileno)
 Se recomienda el uso material protésico del tipo de polipropileno y mallas parcialmente absorbibles como material de elección en  caso de hernias umbilicales con defectos mayores a 3  cm de diámetro (GPC, 2012)

Preparación y anestesia

La preparación cutánea es aún más importante para las hernias umbilicales que para las de otro tipo. Debido a la oquedad que constituye el ombligo, no es infrecuente que contenga depósitos de materias orgánicas que se escapan a los cuidados de higiene habitual y suele haber lesiones eccematosas exudativas al nivel del pliegue situado en su borde inferior. El porcentaje de sepsis es elevado en algunas series y puede llegar hasta el 19% (Gonzalez,2003. Farrow, 2008). La extracción cuidadosa de los depósitos (en ocasiones bajo anestesia), el lavado minucioso con povidona yodada y la inspección final por el propio cirujano antes de cualquier intervención quirúrgica son indispensables. Debido a estas características peculiares del ombligo, es lógico prescribir una antibioticoterapia profiláctica, aunque su utilidad sólo se ha demostrado en un pequeño estudio aleatorizado (Abramov, 1996).
El método de anestesia más utilizado es la anestesia general; la raquianestesia se emplea menos, aunque puede usarse. La anestesia local ofrece ventajas en las hernias pequeñas. Suele emplearse en algunos centros especializados (Kurzer, 2004); los autores de este artículo la utilizan en los pacientes que no tienen un panículo adiposo excesivo y que no son demasiado ansiosos. Se realiza una infiltración mediante lidocaína con adrenalina al 0,5%. Se comienza por infiltrar el tejido subcutáneo en el perímetro del ombligo, tras lo que la anestesia se completa inyectando el anestésico lo más cerca posible de la piel, para mejorar la anestesia cutánea. A continuación, se infiltra el plano aponeurótico. Durante la disección, se procede a la infiltración del saco a demanda, sobre todo en su base. Si se plantea colocar una prótesis extraperitoneal, se infiltra el plano extraperitoneal, bien atravesando la aponeurosis o inyectando directamente en este espacio con la aguja introducida en oblicuo a través del orificio aponeurótico. Los autores de este artículo no tienen experiencia con el bloqueo paraumbilical (Theissen, 2006), que en un caso ha permitido tratar una hernia estrangulada en un paciente de riesgo (Dareau, 2008).

 

Herniorrafias

Sutura simple

Esta técnica es adecuada para las hernias pequeñas, cuyo orificio no supere los 2 cm. Las incisiones más utilizadas son la lateral, que rodea el borde izquierdo del ombligo y lo sobrepasa un poco por encima y por debajo, y la incisión semicircular inferior, que es la preferible porque produce una cicatriz menos visible y expone menos a la formación de queloides. La disección con tijeras de Metzenbaum del saco consiste en separarlo de la piel, del tejido subcutáneo y del cuello aponeurótico. Se debe procurar no lesionar la piel que suele estar muy adherida al saco. Por este motivo, se recomienda la disección con tijeras en lugar de la electrocoagulación. Si se produce una pequeña lesión cutánea, se sutura con hilo fino (3/0 o 4/0). Se utiliza hilo de reabsorción rápida, que evita tener que retirar los puntos del fondo del ombligo. Si se coloca una prótesis, es preferible cubrirla con varios puntos de aproximación de la aponeurosis. El saco se puede resecar, después de haberlo abierto para verificar su contenido, o simplemente reintegrarlo en el espacio extraperitoneal.
La disección de este espacio con una pinza roma a lo largo de 1 o 2 cm puede facilitar la aproximación de los bordes aponeuróticos sin tensión. Se deben buscar los orificios paraumbilicales asociados, bien introduciendo el dedo a través del orificio herniario (si es lo bastante amplio) o bien utilizando una pinza acodada en ángulo recto.
La sutura puede realizarse con puntos separados o con una sutura continua. El sentido de la sutura depende de la forma del orificio. Por lo general, se efectúa una sutura continua entrelazada en el sentido transversal, con una aguja redonda o redonda de punta cortante montada con un monofilamento no reabsorbible 2/0 o incluso 3/0. La utilización de un hilo más grueso y de agujas triangulares crea orificios en la aponeurosis que la debilitan, mientras que los hilos 2/0 y 3/0 ofrecen una resistencia suficiente. Después de un control cuidadoso de la hemostasia, el cierre se realiza por lo general sin drenaje. La cara profunda de la piel umbilical se fija a la aponeurosis con uno o dos puntos de hilo reabsorbible, tras lo que la piel se sutura con puntos separados o con una sutura continua intradérmica mediante hilo de reabsorción rápida 4/0. Una compresa de tul graso se usa para rellenar la depresión umbilical y se mantiene colocada mediante una compresa de gasa y un apósito adhesivo. El paciente puede volver a su domicilio el mismo día de la intervención. El apósito se retira a los 3 o 4 días y se revisa a la semana de la intervención.


 








Figura :  Herniorrafia por sutura simple.
A.    Incisión vertical.
B.   Incisión semicircular.
C.   Disección del saco.
D.   Disección preperitoneal.
E.    Sutura continua simple.
F.    Sutura continua entrelazada y fijación de la piel a la aponeurosis. (Tomado de Elsevier, 2014)

La incisión vertical transumbilical produciría una cicatriz invisible (Mislowsky, 2008), aunque los autores de este artículo no tienen experiencia con ella. La incisión vertical se traza directamente al nivel del ombligo, sin sobrepasar sus bordes, y los dos colgajos laterales se separan del saco. Después de las etapas de disección y reparación habituales, la sutura cutánea consiste primero en el paso de dos puntos de hilo reabsorbible que unen la cara profunda de la piel con la aponeurosis y después en la realización de una sutura continua intradérmica con hilo de reabsorción rápida. Los dos puntos de anclaje se anudan antes de la sutura continua. La aplicación de adhesivo biológico permite evitar el vendaje.





Figura:   Incisión transumbilical.
A.    Incisión cutánea.

B.   Disección de los colgajos cutáneos y del saco.
C.   Sutura continua intradérmica e hilos de fijación de la piel a la aponeurosis. (Tomado de Elsevier, 2014)

Herniorrafia con sutura solapada

La técnica de reparación con sutura solapada fue descrita en Francia por Quénu y en Estados Unidos por Mayo, que se inspiró en un procedimiento descrito por Championnière para la hernia inguinal (Mayo, 1901). Consiste en rebatir la hoja aponeurótica superior por encima de la hoja inferior. La hoja superior se fija al borde de la hoja inferior con uno o varios puntos en U (Mayo, 1901. Quenu, 1967) y después el borde libre de la hoja superior se fija a la cara anterior de la hoja inferior con puntos separados. Esta técnica, destinada en un principio a tratar las hernias con un orificio amplio, es menos útil hoy en día debido al material protésico del que se dispone, sobre todo porque aumenta la tensión al nivel de las aponeurosis.



Figura:  Sutura solapada. A, B. Técnica de Quenu. C. Técnica de Mayo. (Tomado de Elsevier, 2014)

Técnica de Mayo. Técnica de reparación con el denominado “chaleco sobre pantalón”; es decir, se superpone con suturas el colgajo superior sobre el inferior en unos 2 cm. Hay que destacar que al anudar el primer plano quedan espacios que permiten el reingreso de contenido abdominal entre las dos solapas formadas, condicionando una pronta recidiva.
Para evitarlos se puede cerrar minuciosamente el ángulo formado con una sutura continua que ocluye totalmente la cavidad y luego suturar la solapa sobre la cara anterior de la aponeurosis.
Está técnica es la que tiene un mayor porcentaje de recidivas.

 Técnica de Morestin. Se utiliza doble línea de sutura para el cierre. Se da un primer plano inicial y posteriormente un plano imbricante que protege la primera línea de sutura. Si se advierte mucha tensión en los tejidos, pueden agregarse incisiones de descarga paraumbilicales verticales a 2 cm del orificio, sobre la vaina del recto en sentido bilateral, sobrepasando con amplitud la longitud del defecto.

Técnica de Rothschild. Se tallan dos colgajos cuadrangulares de las vainas del recto y se superponen para cubrir el orificio, mediante suturas en la línea media. Esta técnica sólo se indica en adultos, pues en los niños pocas veces se tiene un orificio difícil de cerrar.
 
  Técnica de Zeno. Incluye las técnicas de Mayo invertida, “pantalón sobre chaleco” o borde inferior del defecto sobre el borde superior, y se utiliza cuando hay vísceras pegadas a este colgajo superior; se lleva a cabo con las mismas precauciones en los ángulos, para disminuir en lamayor medida posible las recidivas tempranas.
Resultados
Las recidivas con técnicas tensionantes para la reparación de la hernia umbilical se encuentran en rangos de 10 a 30% en todas las series e incluso hay algunas con 54% de recidivas en grupos de pacientes adultos. Para mayor sorpresa de los cirujanos, la técnica de Mayo fue la que aportó el mayor índice de recurrencias. Lo anterior obligó a introducir las técnicas sin tensión con prótesis, como si se tratara de una hernia incisional o ventral grande. ( Mayagoitia, 2009)

Hernioplastias protésicas
No hay un registro del inicio del manejo de las hernias umbilicales con prótesis, pero es obvio que cambió el concepto antiguo de que los anillos herniarios menores de 3 cm pueden ser tratados con plastias tensionantes, puesto que75%de las hernias umbilicales tienen un anillo menor que estas dimensiones. Tampoco hay una idea clara del número de técnicas que se han propuesto para resolver esta patología, por lo que aquí se mencionarán las más usuales. En la actualidad se sugiere la colocación de prótesis de malla en todas las hernias umbilicales  en pacientes adultos.
El abordaje de la incisión en las técnicas abiertas debe cumplir con los criterios mencionados, que incluyen la seguridad y el aspecto estético, y puede efectuarse con anestesia local más sedación o bloqueo peridural. (Mayagoitia, 2009)

 

Técnica del «sello postal»

Esta técnica es adecuada para los orificios mayores de 1 cm de diámetro.

Técnica del «tapón»

Se recomienda para los defectos herniarios de 1.5 cm o menores, donde la disección del espacio preperitoneal bajo visión directa es difícil. Esta técnica tiene su antecedente en el tapón o cono de malla usado en la técnica de Lichtenstein inicial en hernias femorales. A diferencia del cono, el tapón se elabora con una malla rectangular de 4 x 13 cm de malla de polipropileno de material ligero. Se enrolla y se le aplica una sutura circunferencial de material no absorbible (polipropileno) en la parte central, para darle una especie de forma de reloj de arena, con una base amplia que se fije a los bordes del anillo. Se diseca el espacio preperitoneal en la mayor medida posible, pero si esto es imposible por lo pequeño del defecto simplemente se invagina el saco y se inserta el tapón para que la sutura circunferencial de dicho tapón quede justo en el defecto.
Después de la disección y reintegración o resección del saco, la disección limitada del espacio extraperitoneal con una pinza roma y con el dedo permite crear el bolsillo para el tapón. Puede fabricarse un tapón con un fragmento de prótesis de 4 o 5 cm de lado, que se pliega en forma de cucurucho o utilizar un tapón industrial. El tapón se introduce en el bolsillo y su borde se sutura a la cara profunda de la fascia con varios puntos en U, de modo que quede adosado a la cara profunda de la fascia. Los bordes del orificio herniario pueden suturarse entre sí con una sutura continua o no. Esta técnica no ha presentado recidivas en dos series de unos 50 casos cada una (Muschaweck, 2003. Kurzer, 2004).
Figura:  Técnica del tapón. (Tomado de Elsevier, 2014)


Debe efectuarse con conos de malla fabricados a partir de una malla plana si se trata de un defecto muy pequeño (menor de 1.5 cm). Si el defecto mide entre 2 y 4 cm puede utilizarse el cono prefabricado (PerfixR Plug), pero si son mayores de 4 cm no se recomienda su uso, porque el cono quedaría inestable ante un defecto tan grande.
Su inconveniente se ha centrado en la punta del cono de aspecto puntiagudo que apunta a la cavidad peritoneal, en especial en los pacientes delgados, donde pudiera ocasionar erosión intestinal posterior.

 

Técnicas en las que se usan prótesis específicas

En la actualidad, se dispone de varias prótesis adaptadas de forma específica para facilitar el cierre del orificio umbilical o de otros tipos de hernias.
La prótesis Ventralex tiene forma redonda y está constituida por una malla de polipropileno y una capa de politetrafluoroetileno (PTFE), destinada a entrar en contacto con el intestino. Consta de un anillo flexible que la confiere una cierta memoria de forma y dos bandeletas, que permiten traccionar de la prótesis para colocarla. La técnica de colocación se describe en otro artículo de este tratado («Tratamiento quirúrgico de las hernias de la línea blanca o hernias epigástricas»).
La prótesis PHS, concebida en principio para el tratamiento de la hernia inguinal, consta de un disco profundo y un disco superficial, unidos por un cilindro intermedio.

Figura:  Prótesis PHS. 1. Disco profundo; 2. peritoneo; 3. cilindro intermedio; 4. disco superficial. (Tomado de Elsevier, 2014)

La prótesis CA.B.S.'air consta de dos caras, una de PTFE expandido antiadherente y otra de malla de polipropileno que contacta con la pared. Las dos placas limitan una bolsa en la que se coloca un balón inflable. La prótesis se introduce plegada en el orificio umbilical; el inflado del balón asegura el despliegue de la prótesis, que se fija a la aponeurosis con dos puntos totales, que se pasan con los dos hilos premontados, a los que se pueden añadir otros dos puntos en posición cardinal.

Técnica de Rives umbilical
Algunos cirujanos la denominan “mini Rives”. Tiene los mismos fundamentos y principios técnicos que un procedimiento de Rives para hernia incisional grande. Se efectúa la disección del saco herniario y posteriormente la disección del espacio preperitoneal, lo cual resulta sencillo en las hernias primarias, pero difícil en las recurrencias. La disección de este espacio debería ser de al menos 6 cm, pero los autores de diferentes series recomiendan una disección menor, al parecer con buenos resultados. El autor de este capítulo no está de acuerdo con este concepto, aunque se piensa que con el uso demallas ligeras es suficiente una disección de 3 cm más allá de los bordes del defecto. La disección del espacio preperitoneal y la fijación de la malla para realizar una técnica de Rives en orificios menores de 3 cm son extremadamente complejas, debido a lo limitado del campo. Cuando no es posible el paso de un dedo disector, la disección se puede facilitarmediante lamaniobra de disección con gasa húmeda, como se recomienda en la técnica del PHS para herniainguinal, donde se inserta paulatinamente la gasa y se complementa con una disección roma con la pinza de disección y tijera. La malla debe colocarse mediante la técnica del “paracaídas” o de la sutura de las válvulas cardiacas, donde se dan los puntos a la aponeurosis mientras el ayudante detiene exteriormente la malla, regresando el punto en “U” en cada uno de los cuadrantes.
Al tener los cuatro puntos cardinales se estiran y se introduce la malla, anudando cada uno de los puntos al mismo tiempo que se verifica que la malla entre cada punto quede totalmente expandida.
Una vez fijada la malla, no se requieren más puntos. El cierre del defecto es electivo, pero si se hace debe usarse un surgete continuo conmaterial absorbible o no absorbible. Cerrar el defecto tiene la ventaja de que se podrá fijar la cicatriz umbilical con un punto en la forma tradicional. Si se decide no hacerlo por cuestiones de tensión, deberá tenerse cuidado de que la fijación de la cicatriz umbilical quede alejada del contacto con la malla de polipropileno, ya que puede ocasionar erosión y fistulización. Se fijará de preferencia en el borde inferior del defecto, sobre la aponeurosis, para un mejor efecto estético, en lugar de fijarla en el borde superior.(Mayagoitia, 2009)

Figura. Segmento circular de malla de acuerdo con el tamaño del defecto herniario. Colocacion de  cuatro puntos cardinales mediante la técnica del paracaídas, donde se jalan y anudan los hilos. Esquema de la técnica de Rives umbilical o mini Rives donde la malla de polipropileno ligero sobrepasa 3 cm del borde del defecto. ( Tomado de Mayagoitia, 2009)

Técnica en “H” (técnica de Celdrán)
La describió Angel Celdrán en 1994 para el tratamiento de hernias umbilicales o epigástricas con defectos de 1.5 a 5 cm. El saco herniario y el espacio preperitoneal se disecan de la misma manera que en la técnica de Rives umbilical. Se toma un segmento de malla de polipropileno ligero (pesado en su técnica original) de 9 x 13 cm y se corta para formar un dispositivo, como se muestra en la figura 42--9, donde la banda central debe tener una anchura igual o ligeramente superior al diámetro transversal del defecto herniario y los puentes que unen a dicha banda deben tener aproximadamente 1 cm, para que cada banda tenga una longitud de 6 cm. En seguida las bandas centrales se introducen en el espacio preperitoneal por el defecto herniario, se extienden y se fijan con puntos en “U”, que pueden soportarse sobre un segmento de malla adicional si así se desea. El resto de la malla queda supraaponeurótica y se fija con puntos simples a la aponeurosis del recto. Esta técnica tiene el inconveniente de que las bandas centrales en el espacio preperitoneal crean el efecto de tapón, pero dejan descubiertas las partes laterales que sólo se cubren con la malla a manera de parche (onlay), lo cual origina que las hernias recurran como hernias intersticiales a través de dichos espacios. Además, la mayor parte de la malla quedará en contacto con el tejido celular subcutáneo. ( Mayagoitia, 2009)

Figura. Tecnica en H. A y D contención de la malla. C. Malla colocada y fijada. D Bandas centrales fijadas con apoyo de un segmento cuadrado de malla del mismo material. ( Tomado de Mayagoitia,. 2009)

Los reportes de series con las distintas técnicas libres de tensión dan cuenta de índices de recidivas de 0 a 2%en pacientes con hernias primarias y de 3 a 7% en hernias umbilicales recurrentes (que deben ser catalogadas como hernias incisionales). ( Mayagoitia, 2009)

Tecnica de Parachute
Esta tecnica la hemos utilizado en  nuestra unidad  en   15 casos (por un periodo de   7 años)  con hernia umbilical   mediana a grande, hasta la fecha  sin recidivas o complicaciones.
 La insicion   y diseccion del saco no cambia. Ya disecado  el  saco se     invagina y se diseca el espacio preperitoneal  2-3  cm   alrededor de  los bordes del defecto herniario, vigilando la hemostasia. Posteriormente se coloca una malla cuadrada de acuerdo a    el tamaño del defecto  y  que  sobrepase  los bordes  2-3  cm  y se dan  cuatro puntos cardinales con  polipropileno o nylon 2-0, con posterior  cierre de defecto con puntos antitensionales. (Hernandez Orduña, 2016)

Técnica laparoscópica
La decisión de operar una hernia umbilical por acceso laparoscópico sigue siendo polémica, no así en lo relacionado con la reparación con malla, que debe usarse en todos los casos.
A sabiendas de que la cirugía laparoscópica es una cirugía de mínimo acceso, pero de gran invasión, la controversia es la siguiente: ¿cuál es el tamaño adecuado a la técnica que ocasione una mayor invasión que la cirugía abierta?
Se sabe que sólo 25% de los pacientes con hernia umbilical tienen un defecto mayor de 3 cm, por lo que pocos pacientes tendrían una hernia con un anillo mayor de 5 cm, lo cual justificaría este tipo de acceso (no existe un acuerdo al respecto). (Pring, 2008)

Técnica IPOM (Intra Peritoneal Onlay Mesh)
Es la técnica habitual para la reparación laparoscópica de las hernias ventrales e incisionales. Se aplican los mismos principios de liberación del contenido y adherencias, se emplean mallas bicapa o tricapa que no se adhieran a las vísceras y la fijación con puntos transcutáneos y grapas.
Las ventajas consisten en la posibilidad de reparar o reforzar la línea media cuando también existe diástasis de rectos con una malla de mayor tamaño; la recuperación más rápida permite una reincorporación a las actividades habituales y laborales, y tiene una menor incidencia de infección de herida; sin embargo, tiene una incidencia mayor de seromas. Su inconveniente es la invasión de la cavidad abdominal, el uso casi obligado de anestesia general y los costos mayores. (Mayagoitia, 2009)

Técnica de Rives laparoscópica
Dado que las hernias umbilicales primarias tienen un orificio pequeño y el espacio preperitoneal prácticamente está virgen, se puede intentar la ejecución de este método. Se levanta un colgajo peritoneal que incluya el saco herniario, la colocación de una malla de polipropileno ligero y la fijación con grapas y puntos transcutáneos. Se cierra el colgajo peritoneal con sutura o grapas de modo que cubra la malla, para que no quede en contacto con las vísceras. Tiene las ventajas de que puede utilizarse una malla menos costosa que las que tienen protección antiadherente y origina una menor formación de seromas al extirpar el saco herniario; por el contrario, tiene la desventaja de que es un procedimiento más laborioso. La disección del colgajo peritoneal es más difícil en las hernias recurrentes.  (Mayagoitia, 2009)




Casos especiales

Debe tenerse un especial cuidado si la hernia umbilical se asocia con las siguientes condiciones:
Embarazo
En general, no hay reportes de estrangulación durante la etapa del embarazo, ya que la misma distensión agranda el orificio y durante el último trimestre el útero protege al defecto herniario, interponiéndose entre la pared y las vísceras, por lo que rara vez tiene contenido el saco. Estas hernias tienden a disminuir de tamaño y en ocasiones la protrusión se manifiesta hasta un nuevo embarazo. Por tal motivo, rara vez se recomienda o se requiere una plastia electiva o de urgencia durante el transcurso de la gestación. De igual forma, es criticable que los ginecólogos traten de hacer el cierre del defecto en el transcurso de la cesárea por vía intraabdominal. Hay que recordar que el defecto es más grande en esos momentos de lo que será en unas semanas, los tejidos son muy delgados y difícilmente se toman los adecuados bordes del defecto para hacer un cierre con suturas, por lo que no deja de ser una plastia con tensión realizada a ciegas. Un error más consiste en intentar una reparación inmediatamente después del parto o durante el transcurso de la cesárea por vía de otra incisión infraumbilical.
De nuevo, el orificio está muy distendido, hay dificultad para localizar los bordes del defecto, porque los tejidos son delgados, y se terminará colocando mallas más grandes de lo que se hubiera podido hacer si se hubiera diferido la cirugía. Se recomienda reparar la hernia después de tres meses del parto o cesárea. (Mayagoitia, 2009)

 

Hernias voluminosas

Las hernias voluminosas suelen contener un segmento de intestino, sobre todo el colon transverso, que puede ser irreducible por la diferencia de tamaño entre el orificio herniario y el contenido del saco, así como por la presencia de adherencias intrasaculares. Las lesiones cutáneas son frecuentes, en especial la presencia de eczema supurativo al nivel de los pliegues. Por estos motivos, suele realizarse la exéresis en bloque del ombligo y de los tejidos que lo rodean, mediante una incisión en «gajo de naranja». Sin embargo, si no hay lesiones cutáneas, se puede realizar una incisión vertical u horizontal, como para el tratamiento de una eventración.
Se efectúa una incisión cutánea en «gajo de naranja» que circunscribe el ombligo y pasa por piel sana. El plano adiposo subcutáneo se incide con el bisturí eléctrico hasta el plano aponeurótico. La disección se realiza a continuación en contacto con la aponeurosis, en dirección al orificio herniario, que se diseca de forma progresiva. El saco se abre con cuidado mediante una incisión lateral, por encima del orificio herniario; el contenido se reintegra en la cavidad abdominal. La resección de un panículo epiploico voluminoso puede facilitar las cosas. Después de vaciar el contenido del saco, se secciona por competo, lo que permite la resección en bloque del saco, del tejido adiposo y de la piel. Durante todas estas etapas quirúrgicas, se procura manipular el conjunto de los tejidos, sobre todo la piel, mediante un paño embebido en povidona yodada y se utiliza un mínimo de instrumentos. Al final de estas etapas quirúrgicas, estos instrumentos se retiran del paño, se cambian los guantes y la herida quirúrgica se lava con povidona yodada.

Figura:  Hernia voluminosa.
A.             Trazado de la incisión cutánea.
B.            Abertura del saco. (Tomado de Elsevier, 2014)

El cierre del saco se efectúa con una sutura continua, tras lo que el espacio en el que se va a colocar la prótesis (extraperitoneal o retromuscular) se separa mediante disección roma. La reparación protésica puede efectuarse de varios modos, bien con la técnica del «sello postal», si el orificio no es demasiado amplio (4-6 cm) o bien con una prótesis retromuscular, según la técnica descrita en otro artículo de este tratado («Tratamiento quirúrgico de las hernias de la línea blanca o hernias epigástricas»). El cierre cutáneo puede efectuarse mediante una sutura continua o con puntos separados. En el centro de la sutura, se colocan varios puntos de hilo de reabsorción lenta que fijan la cara profunda de la piel a la aponeurosis, para crear una depresión que simule el ombligo. De este modo, se puede reconstruir el ombligo según una de las técnicas de cirugía plástica descritas en otro tratado (Tenorio, 2008).

Hernia Infantil
La indicación quirúrgica es establece si la hernia umbilical persiste después de los 4 o 5 años edad o en los casos de hernias voluminosas y desfigurantes, sin tendencia a la resolución.(Lassaletta, 1975. Blumberg, 1980. Skinner, 1993)

Técnica quirúrgica

Colocación

El niño se coloca en decúbito supino. Es indispensable una limpieza y desinfección cuidadosas del ombligo, ya que a menudo no está bien lavado.

Incisión cutánea

La incisión, periumbilical y semicircular, se efectúa por debajo o a la izquierda del ombligo. Para facilitar la incisión puede tensarse la piel.
Figura 1 :  Trayecto de la incisión cutánea. (Tomado Elsevier, 2014)

Disección del saco herniario

La disección subcutánea se realiza con tijeras, rodeando el saco herniario y aislándolo por completo del tejido celular subcutáneo.






Figura 2 :  Disección subcutánea del saco herniario. (Tomado Elsevier, 2014)

Incisión del saco herniario

La incisión del saco se efectúa en sentido transversal, dejando un corto anillo en la cara profunda del ombligo. Tras comprobar su contenido y rechazar posibles restos de epiplón, se completa la incisión circular.

Figura 3 :  Incisión del saco herniario. (Tomado Elsevier, 2014)

 

Cierre del anillo umbilical

El peritoneo, en general muy delgado en esta zona, no se aísla.
Se colocan dos pinzas laterales en los bordes aponeuróticos del anillo para poder elevar la pared y suturar transversalmente los bordes con puntos separados de hilo no reabsorbible o de reabsorción lenta, con cuidado de no lesionar las asas intestinales.

Figura 4 : Cierre del anillo umbilical mediante sutura de los bordes aponeuróticos. (Tomado Elsevier, 2014)

fijación umbilical

La cara profunda de la piel del ombligo se fija al plano aponeurótico con uno o dos puntos de inversión de hilo de reabsorción lenta.
No es necesario resecar el exceso de piel en el ombligo ya que su evolución natural es hacia la reabsorción espontánea.
Figura 5 : Fijación subcutánea del ombligo al plano aponeurótico. (Tomado Elsevier, 2014)

Cierre cutáneo

La realización de una sutura continua intradérmica, en general con hilo reabsorbible, permite una aproximación cutánea óptima y que la cicatriz umbilical sea estética y muy poco visible.
Se coloca un apósito moderadamente compresivo para limitar el riesgo de hematoma subcutáneo. El apósito se
mantiene ocho días.

Hernias estranguladas

Entre 3 y 5%de las hernias umbilicales incarceradas pueden evolucionar a una estrangulación con riesgo vascular para el epiplón y las asas intestinales. El estado general del paciente se maneja preoperatoriamente con hidratación y control de la sepsis. La antibioticoterapia parenteral profiláctica se recomienda en caso de que no existan datos de sepsis; debe valorarse su retiro o continuación en el posoperatorio.
La elección de la incisión depende del tamaño y del tipo de la hernia: incisión habitual paraumbilical o infraumbilical en las hernias de tamaño pequeño o mediano, o incisión en «gajo de naranja» en las hernias voluminosas. En las hernias pequeñas que sólo contengan epiplón estrangulado, lo  más sencillo es resecarlas. Si hay un estrangulamiento del intestino, se debe ampliar el orificio fibroso para liberarlo. La ampliación se realiza desbridando con prudencia el reborde aponeurótico a lo largo de 1 o 2 cm. El desbridamiento puede realizarse en el sentido transversal o vertical, según el tipo de hernioplastia prevista. El intestino se trata del modo habitual en cualquier tipo de estrangulamiento, por conservación o por resección.
Se suele recomendar la realización de una reparación por sutura en presencia de un estrangulamiento. Sin embargo, esta regla no es absoluta; puede efectuarse una hernioplastia protésica siempre que se respeten unas normas de asepsia rigurosas: cambiar de guantes y de material al final de las etapas de disección, lavar ampliamente con povidona yodada, impregnar la prótesis con este mismo producto, administrar antibióticos durante unos días. Varias publicaciones han demostrado que la colocación de prótesis para tratar las hernias estranguladas, incluso en caso de resección intestinal, es posible sin un riesgo de complicaciones excesivo ( Pans, 1997. Campanelli, 2004)
En un estudio aleatorizado se ha comparado el tratamiento de las hernias umbilicales estranguladas mediante prótesis o con sutura. En cada grupo se realizaron tres resecciones intestinales. Sólo se produjo una sepsis en el grupo de prótesis, sin que ésta tuviese que retirarse. No hubo ninguna recidiva en el grupo de prótesis, frente a un 19% en el de sutura.
El flemón pioestercoráceo es una complicación infrecuente del estrangulamiento visto en un estadio avanzado; sin embargo, puede observarse en pacientes obesos, debido a las dificultades y al retraso del diagnóstico. Se produce por la necrosis del intestino (en la mayoría de los casos, el colon transverso) secundaria a isquemia. El tratamiento consiste en realizar las primeras etapas de la dermolipectomía, intentando circunscribir la zona abscedada sin abrirla. El colon se expone al nivel proximal y distal de la zona necrótica y se secciona en una zona sana. La resección debe ser lo más conservadora posible para permitir una anastomosis sin tensión.
En el caso de compromiso de intestino (necrosis, perforación o abdomen agudo previo) se prefiere una laparotomía que atraviese el defecto herniario. Se repara el intestino afectado y se decide un cierre simple de la herida de laparotomía o la colocación de una malla si el defecto continúa siendo grande (con los cuidados mencionados en el capítulo de mallas en áreas contaminadas y cirugía intestinal concomitante). La morbilidad, especialmente la relacionada con infecciones, aumenta sus porcentajes, y la mortalidad de 0.2 a 3% de la plastia umbilical electiva se eleva a cifras de hasta 25%.

 

Insuficiencia renal
Cuando existe la necesidad de colocar un catéter para diálisis peritoneal y se presenta una hernia umbilical (o de cualquier otro tipo), se debe llevar a cabo la reparación con técnicas sin tensión y con el uso de prótesis de malla (pacientes desnutridos y con una escasa respuesta cicatricial) dentro del mismo acto quirúrgico, aunque debe diferirse el inicio de las diálisis entre 36 y 48 h para dar tiempo a que selle el peritoneo y no exista fuga posterior del líquido de diálisis. Cuando no se reparan dichas hernias, la distensión causada por el líquido dialítico agranda con rapidez dichos defectos, dificultando su reparación posterior. Por el contrario, si un paciente con un catéter de diálisis presenta una hernia incisional a través del sitio de inserción, se procurará reparar dicha hernia a la brevedad posible, antes de que aumente significativamente de tamaño. Lo ideal es reparar el defecto sin movilizar el catéter (algo parecido a lo realizado en las hernias paraostomales), puesto que si se retira y recoloca el catéter se tienen muchas posibilidades de que surja una nueva hernia por el sitio de nueva inserción. ( Mayagoitia, 2009)

Cirrosis
Los pacientes con cirrosis deben contar con un buen control metabólico y no presentar ascitis; con esto se logran los mejores resultados y se evitan complicaciones, como la fuga de líquido ascítico cuando se abre el peritoneo, que en ocasiones evoluciona a infección de herida o de cavidad o a la formación de fístulas crónicas de ascitis, ya que la malla actúa como un cuerpo extraño y dificulta el cierre de dichas fístulas. En ocasiones se presentan hernias estranguladas que no permiten una preparación adecuada. En estos casos es necesario informarles al paciente y sus familiares las posibilidades de sufrir las complicaciones mencionadas.

Conceptos anatómicos
El ombligo es una cicatriz cutánea que está adherida a un anillo fibroso a través de un tejido subcutáneo muy delgado, formado por un panículo adiposo, la fascia superficialis.
En la zona profunda, el ombligo está tapizado por el tejido infraperitoneal y el peritoneo; lo más frecuente es que el peritoneo esté adherido al anillo.









1 Corte esquemático de un ombligo normal.
a.     Pliegue umbilical
b.     Anillo umbilical
c. Peritoneo
B. Corte esquemático de una hernia umbilical debida a la ascitis.
El saco peritoneal subcutáneo que contiene ascitis está directamente en contacto con la piel que se va adelgazando para terminar ulcerándose. (Tomado de Elsevier, 2014)

Consecuencias de la hipertensión portal en el ombligo
Ascitis
La ascitis comporta un aumento de la presión intraabdominal que empuja al peritoneo a través del anillo umbilical, distendiendo el ombligo. La persistencia de la ascitis o su recidiva hacen aumentar el tamaño del saco peritoneal que se desarrolla a través del anillo en el espacio subcutáneo.
El saco peritoneal subcutáneo que contiene ascitis está en contacto directo con la piel que se va adelgazando, para luego ulcerarse y dar lugar a una rotura del ombligo. La persistencia o la recidiva de la ascitis puede comportar asimismo un agrandamiento del anillo umbilical.

Hipertensión portal
La  hipertensión  portal  da  lugar  asimismo  a  una  circulación  colateral  portocava.  La  sangre  portal, procedente de la vena porta izquierda, pasa por venas paraumbilicales que siguen el trayecto de la vena umbilical transformada en un cordón fibroso (ligamento redondo). La vena umbilical está obliterada, pero las vénulas paraumbilicales que se desarrollan sobre el ombligo aumentan de calibre y se unen alrededor del ombligo con las venas epigástricas. La circulación venosa colateral puede ser a veces predominante, dando lugar al síndrome de Cruveilhier-Baumgarten. En ciertos casos, los fenómenos inflamatorios en la zona del saco peritoneal favorecen la formación de adherencias entre el epiplón y el fondo del saco, con la creación de una  circulación  colateral  a partir de venas epiploicas hacia las  venas paraumbilicales  y epigástricas ( Farges, 1989).
En ausencia de ascitis, la prevalencia de la hernia umbilical es baja (aproximadamente el 5 %) y similar a la de los enfermos no cirróticos. En caso de ascitis, la hernia umbilical se produce, en general, en el transcurso del tercer episodio ascítico (Belghiti, 1983). La evolución de la hernia y el tamaño de la misma dependen de la evolución de la ascitis. El tamaño herniario aumenta si la ascitis persiste y disminuye cuando la ascitis desaparece. En ciertos casos, cuando el anillo umbilical continúa siendo muy estrecho, puede desaparecer la ascitis de la gran cavidad peritoneal, con la persistencia de una ascitis encerrada en el saco peritoneal, que da lugar a seudooclusiones irreducibles (Belghiti, 1990). La persistencia de la hernia puede comportar igualmente alteraciones tróficas con un adelgazamiento de la piel, y la aparición de telangiectasias que preceden a la rotura umbilical. Estas alteraciones tróficas son mucho más importantes cuando la función hepatocelular está alterada. Así, se ha demostrado que las alteraciones tróficas y/o la rotura del ombligo se asocian de manera constante a una reducción de los factores de la coagulación y a una falta de respuesta de la ascitis al tratamiento.
La hernia umbilical puede disminuir de volumen, y estar representada tan sólo por una distensión cutánea, cuyo riesgo y recidiva pueden comportar problemas estéticos o de otro tipo.
La hernia umbilical puede estrangularse. De hecho, este accidente es raro. Esta rareza puede explicarse por el hecho de que el anillo umbilical continúa siendo a menudo estrecho e impide la incarceración de intestino a través del mismo. Cuando el anillo es lo suficientemente grande como para ser franqueado por un fragmento del tubo digestivo, en general el intestino delgado, la persistencia de la ascitis favorece el deslizamiento del mismo por un fenómeno asimilable al de la lubricación. Puede producirse una estrangulación si aparece una disminución muy notable del volumen de ascitis, ya sea por una rotura del ombligo, ya sea por una punción de la ascitis, por la colocación de un shunt peritoneoyugular o por un tratamiento médico muy activo ( Eisenstadt, 1979. Lemmer, 1983).
La rotura del ombligo es el accidente más grave, puesto que provoca una comunicación de la ascitis con la región cutánea, con el consiguiente riesgo de sobreinfección de la ascitis y una dificultad de cicatrización de la perforación, a causa de la maceración de la piel por el paso de la ascitis. En general este accidente va precedido por alteraciones tróficas con un adelgazamiento de la piel y, a veces, pequeñas ulceraciones, que es preciso saber identificar para proponer un tratamiento antes de que se produzca la rotura.

Indicaciones operatorias
Como se acaba de ver, el principal problema terapéutico que plantea la cirugía de la hernia umbilical es el que comporta el tratamiento de la ascitis (Leonetti, 1984). En un enfermo con una hernia umbilical, el primer objetivo es tratar la ascitis, verificar mediante una ecografía de la región perihepática y del fondo de saco de Douglas la desaparición de la ascitis, y luego operar al enfermo sin presencia de ascitis. El tratamiento quirúrgico es sencillo; la morbilidad y la mortalidad son bajas  ( Pescovitz, 1984).
Si la ascitis persiste después de un tratamiento médico bien realizado, es posible efectuar un tratamiento aislado de la hernia umbilical, sabiendo que en el período postoperatorio deberá preverse un aumento de la ascitis que podría evacuarse mediante drenajes aspirativos de tipo Redon, tratarse con punción hasta la cicatrización cutánea o controlarse mediante una valva peritoneoyugular colocada al mismo tiempo.
Los resultados del tratamiento simultáneo de la hernia y la ascitis mediante un shunt peritoneoyugular indican que la morbilidad infecciosa es más importante que después del tratamiento aislado de la hernia. También se recomienda no proponer este tratamiento excepto en los casos en que el enfermo es operado de urgencia por una rotura del ombligo (existe una ulceración cutánea que hace temer una rotura) y si la ascitis es realmente resistente al tratamiento médico. En caso de estrangulación, el enfermo debe ser operado de urgencia. No cabe plantear la colocación de un shunt peritoneoyugular si hay un sufrimiento del tubo digestivo. Cuando se opera al enfermo de manera electiva para valorar la colocación de un shunt peritoneo yugular, conviene verificar antes de la intervención (mediante una punción con recuento de gérmenes) que no hay una infección de la ascitis.

Anestesia y reanimación del cirrótico
La curación de la hernia umbilical se realiza bajo anestesia general. Es posible efectuarla con el empleo de una neuroleptoanalgesia (Droleptan - Fentanil-Janssen), completada con una anestesia local con xilocaína al 1 %. Se desaconseja el empleo de la raquianestesia cuando hay problemas de hemostasia.
En el cirrótico existen diversos factores debidos a la enfermedad que pueden agravar la cirugía. Estos factores son los siguientes: la hipertensión portal, las alteraciones de la hemostasia, el riesgo de infección y la ascitis. La hipertensión portal: la circulación colateral, que se desarrolla a través de venas de paredes frágiles con un flujo de alta presión, aumenta las dificultades de la disección y es la causa de un aumento de las pérdidas hemáticas ( Aranha, 1986. Doberneck, 1983. Garrison, 1984). Algunos autores han demostrado que la supresión de esta circulación colateral puede comportar un aumento de la presión portal y desencadenar la rotura de varices esofágicas. Las alteraciones de la hemostasia combinan déficit de la coagulación, debidos a una disminución de la síntesis de factores, con una trombocitopenia debida, en general, a un hiperesplenismo.
A veces existe una coagulopatía y una fibrinólisis. Estas anomalías de la hemostasia son, en su gravedad y complejidad, el reflejo de la insuficiencia hepatocelular. Cuando estas alteraciones son moderadas, no tienen traducción clínica alguna, pero en caso de insuficiencia hepatocelular grave se produce una prolongación del tiempo de Quick que sólo puede corregirse mediante la transfusión de plasma . El aumento del riesgo infeccioso en el cirrótico explica la aparición de septicemias, a veces con  una peritonitis espontánea por sobreinfección de la ascitis. En el transcurso de una intervención quirúrgica existe en el cirrótico un mayor riesgo de infección de la ascitis.
La ascitis postoperatoria, que es la principal complicación del cirrótico, es casi constante en la cirugía de la hernia umbilical. Esta ascitis se atribuye a varios factores, como el aumento de la retención hidrosódica, que depende a su vez del grado de insuficiencia hepatocelular, la supresión de la circulación colateral y la disección linfática ( Belghiti, 1989). El aumento de la retención hidrosódica se ve favorecido por la importancia de las modificaciones hemodinámicas perioperatorias.
Las consecuencias de la ascitis son un aumento de la presión intraabdominal con un riesgo de fuga parietal y un riesgo de derrame pleural. La ascitis impide que se produzcan las uniones postoperatorias y es un factor que favorece probablemente las fugas anastomóticas en caso de resección de tubo digestivo.

Tratamiento quirúrgico de la hernia
Cuidados preoperatorios
Si el enfermo ha sido hospitalizado con una rotura o una ulceración cutánea, se limpia la pared todos los días y se protege con un apósito estéril, que debe estar fijado, lo cual resulta a veces difícil si existe una pérdida de ascitis y cuando el abdomen está muy distendido. Teniendo en cuenta el riesgo de sobreinfección de la ascitis y la sensibilidad de estos enfermos a las infecciones, la región operatoria y el ombligo deben limpiarse cuidadosamente la víspera y la mañana del día de la intervención.

Intervención
Incisión cutánea elíptica, centrada en el ombligo, que transcurre a un mínimo de 2 cm alrededor del mismo, en una zona en la que la piel sea gruesa y disponga de un tejido celular subcutáneo.








2 Incisión cutánea elíptica centrada en el ombligo. (Tomado de Elsevier, 2014)

Debe evitarse una incisión de la piel relacionada con el saco peritoneal, puesto que a este nivel es una piel muy fina, mal vascularizada, que comporta un riesgo de mala cicatrización. Desde el momento en que se realiza la incisión cutánea, la hemostasia debe realizarse con bisturí eléctrico hasta llegar a la aponeurosis.
Esta hemostasia debe ser especialmente cuidadosa teniendo en cuenta el riesgo hemorrágico existente en estos enfermos. Se rechaza el saco, se diseca hasta la altura del cuello, y se separa de los bordes del anillo umbilical. Se abre el saco a la altura del anillo; a veces se encuentra epiplón adherido al fondo del mismo.


 Se aparta el saco y se diseca hasta la altura del cuello. (Tomado de Elsevier, 2014)

Es preciso liberarlo con una hemostasia con suturas puesto que existe una circulación colateral. Una vez abierto el saco, si hay ascitis, se recogerá por aspiración y se conservará para un examen bacteriológico.
A continuación se cierra el saco peritoneal con una sutura continua de hilo reabsorbible ( Premont, 1989).
Cierre del anillo tras haber liberado los bordes del anillo umbilical, mediante una sutura transversal de los bordes con puntos separados o con una sutura continua de un hilo de reabsorción lenta.


     Cierre del anillo: los bordes se suturan transversalmente mediante puntos sueltos o mediante una sutura continua. Este cierre debe ser estrictamente estanco. La sutura cutánea se realiza mediante la aproximación de los bordes tras haber efectuado de nuevo una hemostasia de todos los vasos subcutáneos. La sutura cutánea debe tener las siguientes características:
     Debe ser estanca, para evitar una fuga de ascitis que comportaría un riesgo de retardar la cicatrización a causa de la maceración.
      Debe ser hemostática, debido a las alteraciones de la hemostasia existentes, con la consiguiente posibilidad de un sangrado difuso.
      No debe ser isquemiante, teniendo en cuenta las alteraciones tróficas de estos enfermos. Se ha adoptado una sutura continua «pasada» que utilizan los cirujanos vasculares a nivel del Scarpa. Esta sutura continua tiene, además, la ventaja de producir una cicatriz que puede reproducir un seudoombligo.



Sutura continua «pasada» que se utiliza para el cierre cutáneo. ( Tomado de Elsevier, 2014)

Esta sutura continua es estanca, hemostásica y no isquemiante. ( Tomado de Elsevier, 2014)

Tratamiento quirúrgico de la hernia estrangulada
Tras la abertura del saco y el acceso al cuello, que en general es más grande, si hay un fragmento de epiplón incarcerado, éste debe ser extirpado en todos los casos, y deberá efectuarse una hemostasia con hilos de sutura colocados sobre pinzas. Es preciso comprobar que esta hemostasia sea perfecta para evitar reintegrar un fragmento de epiplón que pudiera sangrar en el interior del peritoneo. Si hay tubo digestivo incarcerado en la hernia, tras la sección del cuello se verifica la viabilidad de este fragmento del intestino.
En los enfermos con una ascitis de varios meses de evolución es frecuente que exista un engrosamiento del peritoneo que puede asimilarse a una peritonitis encapsulante. En ningún caso debe intentarse la liberación de esta cápsula. Cuando existe una isquemia del intestino delgado de aspecto inflamatorio, debe esperarse a la recuperación de la isquemia, comprobando que el intestino adquiere una coloración similar a la que presenta el no incarcerado. Si hay una necrosis, se impone la realización de una resección. Esta resección se realiza con una protección del campo operatorio, con objeto de evitar los riesgos de contaminación de la ascitis. La anastomosis terminoterminal se realiza con suturas de hilo reabsorbible fino y con puntos de aproximación.
La anastomosis puede rodearse con un fragmento de epiplón. Se desaconseja rotundamente la realización de una ostomía y debe hacerse todo lo posible por efectuar una anastomosis inmediata, teniendo en cuenta el riesgo de fuga de ascitis alrededor de la ostomía y la casi certeza de una sobreinfección de la ascitis en estos casos.

Tratamiento quirúrgico de la rotura del ombligo
La indicación operatoria en caso de rotura del ombligo continúa siendo controvertida. Algunos autores evitan una intervención de urgencia y proponen la colocación de un apósito estéril oclusivo sobre la hernia y la perforación, asociada a una antibioticoterapia por vía parenteral, un reequilibrado hidroelectrolítico y un tratamiento médico de la ascitis. Este tratamiento puede completarse mediante punciones- evacuaciones de la ascitis, cuyo riesgo radica en la sobreinfección.
Otros autores, teniendo en cuenta el riesgo de sobreinfección de la ascitis y la posibilidad de un tratamiento simultáneo de la hernia y de la ascitis, proponen una intervención semiurgente tras haber colocado un apósito compresivo y estéril, haber perfundido las soluciones de reequilibrado hidroelectrolítico y los antibióticos necesarios y haber efectuado punciones evacuadoras de la ascitis con recuento de polinucleares y cultivo de la ascitis ( Yonemoto, 1956). Si no hay infección de la ascitis, es posible realizar un tratamiento simultáneo de la ascitis y de la hernia [ Belghiti, 1990, Lemmer, 1983, O’Connor, 1984).

Cuidados postoperatorios
Se mantiene en el enfermo la perfusión intravenosa durante 24 a 48 horas. La reanimación hidroelectrolítica comporta una restricción del aporte de agua y sodio para reducir el volumen de ascitis postoperatoria. El aporte hidrosódico incluye plasma fresco y sangre, que permiten un aporte de factores de la coagulación. Sin embargo, el riesgo de una sobreinfección vírica, que es mal tolerada en los enfermos que presentan una hepatopatía, lleva a preferir la perfusión de albúmina.
Los diuréticos utilizados son preferentemente los que actúan sobre el túbulo distal (espironolactona). En el período postoperatorio, el retardo de la acción de la espironolactona que alcanza varias horas hace que se añada en general un diurético con acción sobre la rama ascendente del asa de Henle, la mayoría de las veces furosemida. Las complicaciones de los diuréticos son tanto más frecuentes y graves cuanto más intensa es la insuficiencia hepatocelular. Los diuréticos pueden comportar una depresión de sodio excesiva, con hiponatremia, hipovolemia y, en ciertos casos, aparición de un síndrome hepatorrenal.
En caso de ascitis postoperatoria, ésta debe drenarse o puncionarse si existe una resonancia parietal o pulmonar. La ascitis puede drenarse mediante drenajes aspirativos con objeto de evitar  una contaminación de la cavidad peritoneal, o bien con punciones repetidas ( Fekete, 1987).
En un cirrótico puede haber una infección sin fiebre ni leucocitosis [5]. Es necesario obtener múltiples muestras bacteriológicas de manera sistemática, pero sobre todo si existe un agravamiento de la función hepatocelular, una insuficiencia renal, una hemorragia digestiva y/o una encefalopatía. Estos estudios consisten en hemocultivos, búsqueda de una posible sobreinfección de la ascitis y análisis de orina con recuento de los elementos celulares y los gérmenes.
No se habría realizado ningún estudio controlado de la antibioticoterapia perioperatoria en el cirrótico. Nuestra experiencia, y el análisis de la bibliografía relativa a la antibioticoterapia utilizada en cirugía digestiva y en los cirróticos con hemorragias digestivas, nos llevan a proponer la utilización per y postoperatoria, durante un mínimo de tres días, de una cefalosporina de segunda generación. La elevada nefrotoxicidad de los aminoglucósidos en el cirrótico hace que deban evitarse estos fármacos.
En cuanto a la piel, conviene mantener una vigilancia de la posible aparición de un hematoma que podría sobreinfectarse y comportar una infección de la ascitis. Ante la menor duda, se efectuará una punción del hematoma, evitando la abertura de la piel en la medida de lo posible. Los puntos se retiran tardíamente, a los 12 ó 14 días, dado el retraso existente en la cicatrización en los cirróticos.

Tratamiento simultáneo de la hernia y de la ascitis
El objetivo de este tratamiento es colocar un shunt peritoneoyugular en los enfermos que presentan una ascitis difícilmente reducible en el peroperatorio o en aquellos pacientes cuya función hepatocelular hace presagiar la aparición de una ascitis postoperatoria importante.
Bajo anestesia general se coloca al paciente plano. Se sitúa entonces una pequeña cuña de apoyo bajo los hombros, para despejar la región cervical. Se le gira la cabeza hacia la izquierda y se mantiene en esta posición con una banda elástica. El campo operatorio es único e incluye de entrada todo el abdomen, el hemitórax derecho y la región cervical. La intervención tiene cuatro tiempos que deben realizarse en el orden siguiente.
Colocación de la valva
Se realiza una incisión subcostal derecha de 5 a 6 cm, a la altura de los músculos grandes del abdomen. Tras la incisión de la aponeurosis, se separan los músculos en el sentido de las fibras musculares y se expone el peritoneo. Se realizan dos bolsas concéntricas con Prolene 0000 en el peritoneo.
Tras la abertura del peritoneo se introduce el catéter peritoneal de la valva en el centro de la bolsa interna, y se mantiene allí mediante el cierre de las dos bolsas. Se cierran los músculos grandes por encima del cuerpo de la válvula.
Anteriormente se habrá creado un túnel entre la superficie peritoneal y el tejido subcutáneo a través de los músculos y de la aponeurosis para permitir el paso del catéter venoso. El cierre aponeurótico se realiza con un hilo de reabsorción lenta de 00, por encima del shunt tras haber efectuado el trayecto subcutáneo.
Realización del trayecto subcutáneo e incisión cervical
Se realiza una cervicotomía de 6 a 8 cm entre los dos extremos del esternocleidomastoideo. Se diseca la vena yugular interna en un trayecto de 2 cm y se enlaza. Se realiza un trayecto subcutáneo, conectando la incisión de la cervicotomía con la incisión abdominal, con objeto de llevar el catéter venoso hasta la altura de la cervicotomía. El extremo del catéter se abandona en el campo cervical, tras la zona de recubrimiento.







Colocación del catéter peritoneal de la valva mediante una incisión subcostal derecha. Paso del catéter venoso por un trayecto subcutáneo. El extremo del catéter se deja en el campo cervical. ( Tomado de Elsevier, 2014)



Curación de la hernia umbilical
Los primeros tiempos de la curación de la hernia son idénticos a los que se han descrito antes. Tras la abertura del saco peritoneal, se aspira toda la ascitis y, si el cuello es grande, puede comprobarse la posición del catéter peritoneal para verificar que esté bien situado en el espacio parietocólico derecho y no en medio de asas de intestino delgado. A continuación se llena el peritoneo con 5 ó 6 litros de suero fisiológico.

Llenado del peritoneo con 5 a 6 litros de suero fisiológico. ( Tomado de Elsevier, 2014)

Ello tiene dos objetivos:
Reducir al mínimo las alteraciones de la hemostasia inducidas por la colocación de la valva.
Evitar el paso de aire a la valva.
El cierre aponeurótico se realiza bajo una película de agua, con objeto de asegurar que no se formen burbujas .
Cierre aponeurótico realizado bajo una película de agua. ( Tomado de Elsevier, 2014)

Además se comprueba en el extremo del catéter venoso la ausencia de aire en los tubos. Colocación del catéter venoso
Se pinza el catéter venoso tras haber verificado su permeabilidad y el buen funcionamiento de la valva con un paso espontáneo de líquido intraperitoneal. Se realiza una bolsa con un hilo vascular fino 000000, en la cara anterior de la vena. Tras haber efectuado un pinzamiento lateral de la vena, se abre ésta en el centro de la bolsa, se introduce el catéter y se hace descender en un trayecto de 8 a 10 cm. El control de la posición del catéter se realiza mediante una imagen radiológica. El extremo debe estar situado en el abocamiento de la vena cava superior en la orejuela derecha (fig. 10).

Imagen del campo operatorio tras la curación de la hernia y la colocación del shunt peritoneoyugular. ( Tomado de Elsevier, 2014)

Se controla el buen funcionamiento del conjunto del sistema mediante la inyección en el abdomen de 2 a 5 ml de azul de metileno. El colorante azul aparece rápidamente a la altura del catéter cervical. Se cierran las incisiones cutáneas de manera que sean muy estancas, teniendo cuidado de interponer músculo o aponeurosis entre el catéter y la piel, para evitar la sobreinfección del catéter.
Cuidados postoperatorios tras la curación de la hernia asociada a un shunt peritoneoyugular
Las complicaciones postoperatorias inmediatas de la colocación de este shunt son las siguientes: infección, coagulopatía de consumo y rotura de varices esofágicas. Una asepsia rigurosa y la administración sistemática de antibióticos antiestafilocócicos son los principales factores que permiten reducir el riesgo de infección postoperatoria ( Franco]. La coagulopatía de consumo se atribuye al paso a la circulación general de sustancias procoagulantes contenidas en la ascitis ( Biagini, 1986). Ello se traduce en una reducción del índice de Quick, una disminución de las plaquetas y el fibrinógeno y la aparición  de complejos solubles en la circulación general.
Estas complicaciones se reducen al mínimo con la evacuación de la ascitis y la sustitución de la misma por suero fisiológico, con objeto de evitar en los primeros días un paso demasiado importante de sustancias procoagulantes a la circulación general. Esta sustitución de la ascitis amortigua los estigmas biológicos de la coagulación y reduce su incidencia clínica.
El empleo de un cinturón de contención abdominal y de sesiones de kinesiterapia respiratoria son métodos que permiten mejorar el funcionamiento del shunt.

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