Tratamiento médico del pie diabético

 


Objetivos principales

1. Control metabólico

2. Mejorar circulación

3. Control de infección

4. Favorecer cicatrización

 

Partiendo del principio de que en el origen del pie diabético participan la infección, la neuropatía, la vasculopatía y hasta la retinopatía, se puede  visualizar fácilmente la importancia del control metabólico en su prevención. La hiperglucemia crónica, ya sea  por sí misma  o en combinación con la hiperinsulinemia y la dislipidemia características  del diabético, se relaciona con el desarrollo de  cada uno de  estos componentes patogénicos. Una vez establecido el pie diabético, la importancia del control metabólico es determinante  para evitar la progresión de las lesiones y las complicaciones  sistémicas.

 

Criterios de control

La importancia que se otorga a las cifras de glucosa en sangre como objetivo fundamental del tratamiento de la DM depende de que haya una correlación entre ellas y el desarrollo de complicaciones y secuelas. Puesto que el pie diabético se relaciona más  con la diabetes no dependiente de insulina, describiremos las medidas para el control metabólico en esta variedad de la enfermedad.

Son varios los estudios que avalan el uso del tratamiento intensivo con insulina para un estricto control glucémico y así prevenir o demorar el desarrollo de las complicaciones, o simplemente, para garantizar una evolución satisfactoria en situaciones agudas y complejas, como sucede en el pie diabético.

Las publicaciones de los estudios del Diabetes Control and Complications Trial (DCCT), y del estudio Epidemiology of Diabetes Interventions and Complications (EDIC), junto a muchas más, reafirman lo planteado. 32-37 No se puede olvidar que a la insulina además de su efecto hipoglucemiante, se le adjudican acciones inmunomodulador y como factor de crecimiento. La terapéutica intensiva con dosis múltiples de insulina debe comenzarse desde el principio de la enfermedad (grado I de Wagner), ya sea con insulina regular convencional o con análogos de acción rápida, antes del desayuno, almuerzo y cena e insulina NPH o análogo antes de acostarse. Este esquema de tratamiento con dosis múltiples es válido para cualquiera de los tipos de diabetes mellitus.

Para evaluar el control metabólico será necesaria la realización de glucemias en ayunas, 2 horas después de la ingestión de alimentos y antes de acostarse. Se considerará un buen control metabólico cuando las glucemias en ayunas oscilen entre 100 a 130  y las posprandiales de 2 horas, entre 140 y 160. Hb glicosilada  debajo de 7.

Poder realizar determinaciones de hemoglobina glucosilada (menor de 6,5 % avalará un buen control durante un período de 5 a 7 semanas),34 junto a determinaciones de fructosamina (que reflejan promedios de glucemia de 2 a 3 semanas) y glucemias en ayunas y posprandiales (que brindan información de minutos) sería lo óptimo para el manejo del control metabólico en el paciente diabético.40 Consideramos que los medicamentos reguladores de la glucemia orales no son recomendables durante el tratamiento de esta entidad, pues no aseguran el mejor control glucémico en los pacientes.

 

alimentación y ejercicio

Las bases del tratamiento son la alimentación y el ejercicio que por su puesto está limitada en el paciente con pie diabético, y los medicamentos orales, sin embargo, con frecuencia el paciente con pie diabético (PD) requiere el empleo, aun cuando sea de  manera transitoria de insulina.

La alimentación es un elemento fundamental en  el tratamiento de la DM, al grado que  en muchos pacientes basta una  alimentación adecuada para lograr el control metabólico. habría que señalar que la alimentación del  diabético ( dieta para el diabético) no consiste en una reducción de hidratos de carbono o azúcar, sino,  en una perfectamente balanceada, en una alimentación normal en el sentido de ideal. Si todas las personas, diabéticas o no se sujetara a una dieta para diabéticos seguramente  habría muchos menos problemas de  salud, pero mientras que en los no diabéticos las desviaciones tienen relativamente poca trascendencia, en el diabético la trascendencia es acentuada. La tendencia de la alimentación debe  ser proporcionar energía y  los nutrimentos adecuados para mantener un peso adecuado y, por lo tanto, debe individualizarse, como cualquier otro tratamiento.

En términos generales para  los adultos el componente energético de la dieta se calcula de acuerdo con el peso ideal, entre 20 y 30 Kcal por Kg de peso ideal. El rango tan alto se debe  a que las necesidades metabólicas pueden ser diferentes, en particular en proporción con la actividad física que realice el paciente, de modo que en un sedentario s e calcularía  sobre 20 Kcal y en el activo    pueden considerarse hasta  30 Kcal.

La dieta debe tener entre 55 y 60% de las calorías en forma de Carbohidratos complejos, 10 a 20 % de las calorías en forma de proteínas y el resto en forma de grasa. Es conveniente que tenga una buena cantidad de fibra, por lo menos  35 gr al día.

 

Tratamiento del componente isquémico

Mediante la aplicación de las medidas indicadas y la descarga postural, se consigue la cicatrización total en el 90% de los casos en la úlcera neuropática no complicada del enfermo diabético. No obstante, en la úlcera neuro isquémica o isquémica, es preciso adoptar, además, medidas de tipo farmacológico o quirúrgico encaminadas a mejorar la perfusión arterial del pie.

Las diversas opciones de la terapéutica farmacológica tienen su indicación de forma aislada en los estadios iniciales de la enfermedad, o bien asociadas a la cirugía revascularizadora en la fase de isquemia crítica.

A pesar de la larga trayectoria que en la práctica clínica acreditan la mayor parte de los fármacos actualmente utilizados, no existe suficiente nivel de evidencia clínica sobre si éstos, de forma aislada o bien asociados al ejercicio físico, aportan una regresión en la sintomatología de la CI. Entre otras razones, porque no se dispone del suficiente volumen de estudios y ensayos clínicos controlados que comparen el proceso de la enfermedad tratada con el de su evolución natural. La mayoría de estos estudios evidencian defectos metodológicos importantes que impiden alcanzar conclusiones válidas y generalizables.

Avala este criterio la experiencia clínica de que la evolución de la enfermedad es favorable en el grupo de enfermos motivados a seguir las medidas higiénicas como la suspensión del tabaco y la práctica habitual de ejercicio.

 

Tratamiento farmacológico

Vasodilatadores

Antagonistas del calcio; inhibidores de la ECA; antagonistas de la serotonina (ketanserina, naftidrofuril); bloqueantes del simpático; papaverina; blufomedil; nicergolina.

Su indicación se basa en la hipótesis de que pueden favorecer la apertura de la circulación colateral, hecho que supone el aporte de flujo sanguíneo a los tejidos isquémicos. No obstante, y debido a esta misma hipótesis, la acción vasodilatadora se ejercería también en las zonas no isquémicas, hecho que puede sustraer flujo de las afectadas, acción que agravaría la situación de isquemia. Su efecto hipotensor aumentaría las resistencias de la circulación colateral.

Estos dos hechos, en conjunción con la evidencia de que ningún fármaco tiene capacidad de incrementar el calibre de una arteria con un grado de esclerosis parietal avanzado, cuestionan formalmente su eficacia clínica, y por tanto no existen fundamentos para su prescripción en la isquemia de las extremidades inferiores.

En los enfermos hipertensos afectos de isquemia crítica, y por las razones expuestas, debería evitarse la prescripción de fármacos antihipertensivos con efecto β-bloqueante.

 

Agentes hemorreológicos

Pentoxifilina, dextrano BPM, prostaglandina E1, rutósidos, antagonistas del calcio, clofibrato, ácido ascórbico, papaverina.

Las sustancias hemorreológicas pueden modificar la fluidez sanguínea por efecto sobre la viscosidad sanguínea, mediante las siguientes acciones:

· Mejorando la deformabilidad eritrocitaria.

· Evitando la formación de “pilas” de monedas.

· Reduciendo la concentración hemática.

· Modificando la composición plasmática.

La relación existente entre una viscosidad anormalmente alta y las diversas alteraciones circulatorias se ha demostrado en el shock, en la isquemia de las extremidades, en la insuficiencia coronaria y también en la DM. Esta última se acompaña además de anomalías reológicas, de hiperviscosidad y de alteración en la deformabilidad de los hematíes, favoreciendo la interacción de las plaquetas sanguíneas con las paredes vasculares, indemnes o lesionadas.

La indicación de estos fármacos para el tratamiento de la isquemia de la extremidad, y en el mismo sentido que hemos mencionado sobre el grupo de los vasodilatadores, es controvertida.

 De este grupo, la pentoxifilina parece ser la sustancia que acredita una acción terapéutica más demostrada en el tratamiento de la CI, tanto por su acción hemorreológica como, en menor medida, por su efecto antiagregante y potenciador de la fibrinólisis. Mejora la microcirculación en los miembros isquémicos, y los estudios clínicos que más estrechamente se ajustan tanto a las directrices europeas como a las de la FDA han demostrado que después de su administración aumenta significativamente el perímetro de marcha. A pesar de esta evidencia, aún persisten dudas sobre la eficacia de este fármaco y sobre su valor terapéutico en amplios grupos de enfermos, y que fundamentalmente se deben al hecho de que no está suficientemente establecido si el tratamiento a largo plazo mejora la distancia caminada más allá de lo que podría conseguirse utilizando únicamente los métodos no farmacológicos de control de los factores de riesgo.

El estudio escandinavo, que está considerado como el más riguroso de los que han analizado la pentoxifilina, excluyó a los enfermos diabéticos amparándose en la premisa de que la neuropatía podría enmascarar el dolor de la claudicación intermitente, con lo que impediría la valoración objetiva de la capacidad de marcha.

En los enfermos con isquemia crítica de las extremidades inferiores, la pentoxifilina también ha aportado beneficios clínicos significativos en términos de disminución del dolor y mejoría clínica global.

Los datos disponibles indican que la administración intravenosa de pentoxifilina puede ser valiosa en el control de los enfermos con isquemia crítica de los miembros en el intervalo previo de su preparación para la cirugía revascularizadora.

 

Otros tratamientos farmacológicos:

Isquemia: El objetivo primario en el tratamiento de la úlcera neuro isquémica es aliviar el dolor, mejorar función y calidad de vida de los pacientes, esto se logra al incrementar la circulación microvascular.

El cilostazol, un inhibidor de la fosfodiesterasa, a dosis de 100mg dos veces al día, puede ser usado si la isquemia está asociada a claudicación intermitente, proporcionándole al paciente mejoría en la distancia al caminar, siempre y cuando la localización de la úlcera lo permita (nivel de evidencia A)

El ácido acetilsalicílico (dosis de 75-162 mg/día) y otros antiagregantes plaquetarios como el clopidogrel (75 mg/día) son importantes en el tratamiento a largo plazo en pacientes con enfermedad arterial obstructiva en miembros inferiores pues reduce el riesgo de eventos aterotrombóticos, mejorando el curso o la evolución de la isquemia crítica.

Prostaglandinas: Alprostadil, epoprostenol, iloprost

Estructuralmente, las prostaglandinas son ácidos grasos que el organismo humano tiene capacidad de generar en todos sus tejidos y células, a excepción de los hematíes.

Regulan el flujo sanguíneo a los tejidos específicos aumentando la perfusión de los órganos a través de un efecto vasodilatador y antiagregante.

Está perfectamente establecido que la producción de prostaciclina en la pared vascular se encuentra significativamente disminuida en las enfermedades arteriales oclusivas, debido a que determinados factores de riesgo, entre los que se encuentra la DM, provocan una disminución de su síntesis con el consiguiente aumento de los niveles plasmáticos de tromboxano.

Ésta no constituiría una circunstancia secundaria de la enfermedad, sino que los estudios realizados establecen la relativa deficiencia de las prostaglandinas como su base fisiopatológica fundamental, y abren la hipótesis de que su utilización con fines terapéuticos pueda mejorar las situaciones de isquemia.

En este sentido, existe evidencia de que la isquemia induce un aumento de la secreción de PGI2 local, y que ésta puede estar reducida e incluso abolida en la DM.

Las posibles causas, según autores como Shaker et al, serían:

· La peroxidación incrementada de los lípidos con inhibición de la biosíntesis de prostaciclina.

· La ausencia de factor estimulador de la prostaciclina en plasma.

· La presencia de un factor inhibidor de la formación de prostaciclina en el suero de los enfermos diabéticos.

En terapéutica clínica se utilizan análogos estables de las prostaglandinas. Las preparaciones sobre las que se dispone de mayor experiencia son los análogos de la PGE1, alprostadil y los de la prostaciclina epoprostenol e iloprost.

La unión de alprostadil con un oligómero cíclico de la glucosa, la alfa-ciclodextrina, mejora considerablemente la estabilidad química y la hidrosolubilidad de la prostaglandina E1.

Su indicación terapéutica básica se establece en enfermos en situación de isquemia crítica en los que no existe ninguna posibilidad de proceder a una revascularización quirúrgica, o frente al fracaso de esta.

Paralelamente, se están llevando a cabo estudios destinados a establecer su acción sobre la permeabilidad del by-pass fémoro-poplíteo, en base a su efecto reductor de las resistencias periféricas, antiagregante plaquetario y a su hipotética disminución de la hiperplasia intimal. Otro punto de investigación actual es el de la utilización de la PGE1 en enfermos con insuficiencia renal crónica terminal, frecuentemente asociada o provocada por la DM. Diversos estudios concluyen que la perfusión intraarterial o endovenosa de PGE1 consigue una evidente mejoría en la sintomatología isquémica en los enfermos diabéticos.

Las perspectivas de un futuro inmediato se concretan, por un lado, en la elaboración de prostaglandinas más estables y en la consecución de presentaciones galénicas que posibiliten su administración por vía oral y, por otro, en el mejor conocimiento de su mecanismo de acción a nivel de la microcirculación, con la finalidad de poder seleccionar de forma más precisa qué tipo de enfermo y qué tipo o grado de lesión puede beneficiarse de forma más eficaz de su utilización.

 

Antiagregantes plaquetarios

Ácido acetil salicílico, dipiridamol, sulfinpirazona, triflusal, tienopiridinas, dextrano 40

En la fisiopatología del proceso de formación y crecimiento de la placa de ateroma, las plaquetas están implicadas de forma fundamental.

Numerosos autores han descrito la presencia de una hiperactividad plaquetaria en los enfermos diabéticos, siendo destacables los siguientes aspectos:

· Hiperadhesividad a las superficies extrañas y a la membrana basal de los capilares.

· Hiperagregabilidad en presencia de agentes agregantes (ADP, colágeno, ácido araquidónico, adrenalina).

· Defecto de desagregación.

· Acortamiento de la vida media plaquetaria y aceleración de su turn-over.

Esta hiperactividad plaquetaria conduce al incremento de la síntesis y/o liberación de sustancias intraplaquetarias implicadas en distintas fases de la hemostasia y de la trombosis. Algunas de ellas parecen ser particularmente pro-agregantes y potencialmente aterógenas, como el tromboxano A2, los endoperóxidos, el factor plaquetario 4, la betatromboglubulina y el factor mitógeno o PDGF.

La progresión de la aterosclerosis está estrechamente relacionada con episodios subclínicos de trombosis arterial mediada por plaquetas, y la mayor parte de los factores de riesgo reconocidos en su progresión como son el tabaco, la hiperlipidemia y la hiperviscosidad sanguínea tienen diversas acciones sobre la activación plaquetaria.

La principal acción de los fármacos antiagregantes plaquetarios es su efecto preventivo sobre la formación de trombos secundarios a la placa de ateroma, y en este sentido, informes como el Antiplatelet Trialists´ Collaboration y el US Physicians Health Study han presentado resultados probados en el sentido de que la terapia antiplaquetaria mejora de forma significativa la permeabilidad de los procedimientos quirúrgicos de revascularización. No obstante, no se ha corroborado que su utilización sistemática modifique el curso evolutivo de la enfermedad ateromatosa.

Figura 1. Mecanismos de acción terapéutica de los fármacos hemorreologicos



Figura 2. Nivel de acción terapéutica de los fármacos antiagregantes plaquetarios

Finalmente, sigue vigente la necesidad de disponer de fármacos antiplaquetarios con mejores perfiles de seguridad y una mayor eficacia que la que presentan los disponibles en la actualidad.

 

El ácido acetil salicílico (AAS) basa su acción antiagregante plaquetaria en la capacidad de bloquear la ciclooxigenasa plaquetaria, mediante un proceso de acetilación que repercute en la formación de tromboxano A2, mientras que sus metabolitos tienen poco efecto sobre esta enzima. La ciclooxigenasa es una enzima que interviene en la conversión del ácido araquidónico a endoperóxidos cíclicos —prostaglandina G2 y prostaglandina H2 —, y puede ser también bloqueada por fármacos antiinflamatorios no esteroideos, la indometacina, la fenilbutazona, el ibuprofeno y el naproxeno.

Los efectos del AAS persisten a lo largo de toda la vida de las plaquetas, ya que la acetilación de la ciclooxigenasa es irreversible. La función plaquetaria sólo se restablece cuando se suspende su administración y entran en circulación nuevas plaquetas.

También actúa sobre la ciclooxigenasa de la pared de los vasos inhibiendo la producción de prostaciclina.

El AAS ha demostrado, en ensayos clínicos controlados, su capacidad de reducir el riesgo de nuevos eventos cardiovasculares en enfermos con isquemia coronaria.

La dosis más ajustada para la optimización de su eficacia terapéutica es un tema sobre el que persiste el debate. Algunos autores argumentan que dosis bajas, inferiores a 250 mg/24 h, pueden ser tan eficaces en la reducción del riesgo trombótico, como aquellas que superan esta dosis, con la ventaja adicional en la incidencia de efectos adversos, especialmente gastrointestinales y hemorrágicos.

El dipiridamol actúa elevando el nivel de AMP cíclico, acción que se traduce en la disminución de la adhesión de las plaquetas a la superficie arterial lesionada y en su posterior agregación.

El nivel de AMP cíclico plaquetario puede incrementarse mediante la estimulación de la adenilciclasa de la membrana —acción que produce la prostaciclina—, o bien mediante el bloqueo de la fosfodiesterasa plaquetaria, que previene la disminución del AMP cíclico. Se ha sugerido que sería este segundo el mecanismo de acción antiagregante del dipiridamol.

La FDA lo cataloga como vasodilatador coronario. No obstante, el mayor interés de este fármaco radica en su efecto antitrombótico, que se ha relacionado con el aumento del AMP cíclico plaquetario.

La sulfinpirazona es un fármaco uricosúrico utilizado en el tratamiento de la hiperuricemia. Estructuralmente es semejante a la fenilbutazona, pero difiere de ésta por poseer una actividad

antiinflamatoria mínima. Inhibe la ciclooxigenasa de las plaquetas en menor grado que el AAS, siendo su efecto reversible, ya que sólo actúa en el intervalo de tiempo en que la concentración plasmática del fármaco es eficaz.

El triflusal basa su efecto antiagregante plaquetario en la acción de bloqueo de la actividad de la ciclooxigenasa plaquetaria, al inhibir por vía del ácido araquidónico la formación de endoperóxidos y, en consecuencia, la de tromboxano A2. Su estructura química —ácido 2-acetiloxi-4(trifluorometil)- benzoico— se encuentra relacionada con los salicilatos.

No obstante, no es un derivado del AAS y carece de la actividad antiinflamatoria de éste.

Aumenta los niveles intraplaquetarios de AMP cíclico por inhibición de la fosfodiesterasa plaquetaria, sin influir en la producción de prostaciclina en el endotelio vascular, motivo por el cual su actividad antiagregante podría ser superior a la del AAS, como lo demuestran los estudios que utilizan como inductores de la agregación el ADP y la adrenalina.

El HTP, metabolito principal de triflusal, también es inhibidor de la agregación plaquetaria.

Las tienopiridinas (clopidogrel) tienen su acción fundamentada en la interferencia de la activación de las plaquetas inducida por el ADP, y en la inhibición de la secreción de gránulos-alfa, así como de la adhesión plaquetaria, acciones que pueden tener una particular importancia durante la activación plaquetaria inducida por fuerzas de cizallamiento.

Los diferentes mecanismos de acción de las tienopiridinas y del AAS justifican su utilización clínica simultánea, con la finalidad de mejorar y ampliar el espectro de actividad antiplaquetaria y, de hecho, algunos autores la indican en la prevención de la reoclusión por trombosis de las angioplastias simples o asociadas a un stent.

El estudio C.A.P.R.I.E., aleatorizado y triple ciego, realizado sobre cerca de veinte mil pacientes de trescientos ochenta centros en los cinco continentes y publicado en 1997, permitió comparar el clopidogrel con el AAS.

El diseño de este estudio se basó en los hallazgos del Antiplatelet Trialists Collaboration —metaanálisis de 142 ensayos sobre sustancias antiagregantes y que incluyó a más de 73.000 pacientes con diferentes manifestaciones aterosclerosas— que indica que los fármacos antiplaquetarios reducen el riesgo de infarto cerebral, miocárdico y la muerte de causa vascular, en alrededor de un 25% y que esta reducción del riesgo es comparable entre enfermos con distintas manifestaciones clínicas de aterosclerosis.

En el mismo se compara la eficacia y seguridad de clopidogrel a dosis de 75 mg/día, con referencia al AAS a dosis de 325 mg/día, en cuanto a su capacidad de reducción de episodios de trombosis cerebral, miocárdica o periférica y a la muerte de causa vascular. Los enfermos fueron seguidos hasta un máximo de tres años (seguimiento medio de 1,9 años).

El clopidogrel mostró mejores resultados con respecto al AAS en los tres grupos: del 23,8% en la isquemia crónica de extremidades inferiores; del 7,3% en la isquemia cerebral y del 3,7% en la coronaria. Rheo-Macrodex (10% Dextrano 40). Su acción como fármaco antiagregante plaquetario es multifactorial:

- Previene la excesiva activación y adhesión de las plaquetas en los injertos sintéticos, en la superficie de los stents y en el endotelio dañado, debido en parte a su acción protectora electrostática.

- Normaliza los niveles elevados del factor VIII, del fibrinógeno y de otros componentes que influyen sobre el estado de hipercoagulabilidad inducido por el estrés quirúrgico.

- Reduce la viscosidad sanguínea y aumenta la perfusión periférica, sobre todo a nivel de la microcirculación.

En función del efecto combinado de estas propiedades, consigue disminuir la trombogenicidad de los injertos y mejorar el run-off, aspectos ambos relacionados con la oclusión a corto plazo de las técnicas revascularizadoras.

En los enfermos diabéticos, el Rheo-Macrodex con glucosa al 5% no debe utilizarse, sustituyéndose por su preparación salina al 0,9%.

En el tratamiento de la angiopatía diabética han utilizado los medicamentos flebotrópicos como el Daflón® (Diosmina/ Hesperidina), el cual mejora el tono venoso y el drenaje linfático, acelerando el proceso de cicatrización de las úlceras. También es capaz de disminuir la hiperpermeabilidad capilar mediante la protección de la microcirculación en procesos inflamatorios. Se recomienda su administración durante 2-4 meses los cuales mejoraran la evolución de la herida.

 

Microangiopatia

En pacientes con microangiopatía y úlceras diabéticas se han llevado a cabo estudios para evaluar la eficacia de un extracto hidrosoluble de la corteza del pinus marítimo (Pinus pinaster ssp. atlantica). Los resultados muestran que este compuesto, además de su actividad antioxidante, estimula la enzima Óxido Nítrico Sintetasa (eNOS) aumentando los niveles de óxido nítrico (. ON), lo que podría contrarrestar los efectos de sustancias vasoconstrictoras como la endotelina, epinefrina y norepinefrina. (diabetes, 2009)

Además, los efectos de protección adicionales podrían derivarse de las propiedades establecidas del óxido nítrico en la disminución de la agregación y adhesión plaquetaria, así como en la inhibición de la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), todo lo cual coadyuva en la protección contra la aterogénesis y trombosis. De esta forma esta droga muestra ser una herramienta prometedora en el manejo, tratamiento y control de esta complicación. Otro fármaco cuyo uso se ha ganado un sitio especial como parte del tratamiento de la microangiopatía es la Pentoxifilina. La misma mejora la deformabilidad de los eritrocitos, disminuye los niveles de fibrinógeno y disminuye la agregación plaquetaria, lo cual demostró ser de mucha utilidad en las manifestaciones isquémicas en pacientes diabéticos. Sin embargo, los beneficios clínicos de esta droga no han sido totalmente definidos. (diabetes, 2009)

 

Anticoagulantes

Heparina, dicumarol

La indicación terapéutica de los anticoagulantes se realiza básicamente en aquel grupo de enfermos que presentan, en función de valoraciones clínicas y analíticas, un riesgo trombótico elevado: episodios reiterados de trombosis arterial aguda, reagudizaciones severas de isquemia crónica —grados III-IV—, prevención de retrombosis posterior a la fibrinólisis, y cardiopatía embolígena.

La heparinización sistémica y en ocasiones asociada a tratamiento hemorreológico —dextrano, prostaglandina, pentoxifilina— se utiliza en los enfermos hospitalizados con el diagnóstico de isquemia crítica y en los intervalos de diagnóstico y evaluación pre-operatoria que preceden a la revascularización quirúrgica.

Históricamente, la sal sódica de la heparina ha sido la preparación farmacológica más utilizada, si bien en la actualidad tiende a sustituirse por preparaciones heparínicas fraccionadas (heparinas de bajo peso molecular).

Si la indicación de descoagulación persiste a medio plazo o de por vida, debe realizarse mediante dicumarínicos

 

Trombolíticos

Uroquinasa, estreptoquinasa, rTPA

Su indicación fundamental se sitúa en la fase de isquemia aguda secundaria a trombosis arterial, ya sea primaria o secundaria a la obliteración de los procesos revascularizadores —by-pass, PTA.

Su objetivo es provocar la lisis del trombo, con la intencionalidad de proceder con posterioridad a la reparación quirúrgica de su causa. Los fármacos más utilizados son la uroquinasa, la estreptoquinasa y el rPTA. La perfusión per-operatoria de uroquinasa puede mejorar el funcionalismo inmediato de aquellos procedimientos revascularizadores con difícil runoff distal, aunque existe escasa experiencia en esta indicación.

 

Manejo de infección

Tratamiento local según el grado de ulceración (grados de la escala de Wagner).

Grado 0 Como ya se ha comentado en capítulos precedentes, es un "Pie de riesgo". No existe lesión y, por tanto, la actitud terapéutica es de índole preventiva.

Grado I La actitud terapéutica va dirigida a disminuir la presión sobre el área ulcerada. Habitualmente no suele existir infección.

Grado II La infección suele estar presente, por lo que es necesario obtener muestras para cultivo y antibiograma. Debe realizarse desbridamiento, cura tópica y utilizar antibioticoterapia por vía sistémica. Tanto en el grado I como en el II es básica la actuación podiátrica.

Grado III Se caracteriza por la existencia de una infección profunda, con formación de abscesos y, a menudo, de osteítis. La indicación quirúrgica suele ser necesaria.

Es preceptivo el ingreso hospitalario y la realización de cultivos y estudio radiográfico del pie. Debe valorarse el componente isquémico, frecuente a partir del grado III, mediante estudios hemodinámicos. Se realizará el estudio angiográfico si existe indicación de proceder a la revascularización.

Durante el ingreso debe observarse un especial cuidado sobre el pie contralateral, evitando la aparición de úlceras en el talón secundarias a la posición de decúbito prolongado.

Grado IV Los enfermos precisan de hospitalización con carácter urgente y valoración del componente isquémico, que en esta fase evolutiva suele estar gravemente afectado.

Habitualmente, debe procederse a cirugía revascularizadora, en función de evitar la amputación, o conseguir que ésta pueda realizarse a un nivel distal de la extremidad.

Grado V La gangrena extensa del pie requiere la hospitalización urgente, el control de la glucemia y de la infección, y la amputación mayor.

 

Tratamiento local del pie diabético (más información en manejo de heridas y cicatrización del Blog del autor)

El manejo local de la úlcera así como la selección de la técnica de abordaje de la misma y el proceso de desbridamiento va a depender de varios factores, entre ellos: la etiología, las características morfológicas y la forma de presentación clínica de la úlcera. Cuando la infección afecta capas superficiales, el tratamiento local con limpieza y debridación mecánica es usualmente suficiente. Sin embargo, la presencia de infección severa requiere desbridamiento quirúrgico; este último está indicado en abscesos profundos, fascitis necrotizante, gangrena gaseosa y síndrome compartimental. En ausencia de isquemia el desbridamiento será extenso con la finalidad de remover la mayor cantidad de tejido necrótico; en presencia de isquemia, el drenaje de abscesos y tejido necrótico se debe realizar luego de procedimientos de revascularización.

Los apósitos utilizados para desbridamiento médico están diseñados para mantener la herida limpia y libre de contaminación al tiempo que promueven la cicatrización de la misma. En presencia de una úlcera o herida abierta con infección asociada se recomienda mantener un ambiente húmedo para prevenir la pérdida de vitalidad celular además que facilita la migración celular a través del lecho de la herida y promueve la angiogénesis y la síntesis de tejido conjuntivo. La elección del oposito dependerá del grado de humedad e infección concomitante.

Figura 3. apósitos para cuidado de heridas

 

Larvaterapia: Aunque no tenemos experiencia en nuestro centro, este método es utilizado en centros especializados y es eficiente para la remoción del tejido necrótico a través del efecto beneficioso que sobre el pH del tejido y la remoción de este tienen las enzimas proteolíticas existentes en las larvas que destruyen bacterias durante el proceso digestivo y que, además, favorece la granulación del tejido útil. Sustancias obtenidas de las larvas muestran gran actividad contra patógenos gram positivos y negativos y más recientemente contra S. aureus meticilino resistente.

Factores de Crecimiento: Los factores de crecimiento juegan un papel crítico, regulando todos los aspectos de la cicatrización de heridas, y en especial, el factor de crecimiento epidérmico favorece la síntesis de colágeno y la reepitelización de las heridas. En nuestro país se cuenta con Heberprot-P® (Ampolla de 75ug), un factor de crecimiento epidérmico recombinante para inyección intra y perilesional, 3 veces por semana, hasta un máximo de 8 semanas. Está indicado en úlceras Wagner III y IV, neuropáticas e isquémicas, siempre y cuando el proceso infeccioso esté controlado. Los efectos benéficos de traducen en formación de tejido de granulación en grado variable.

 

Tratamiento farmacológico del pie diabético

El desarrollo de un proceso infeccioso sobre un pie con compromiso tanto neuropático como arterial constituye un elemento fundamental para el desarrollo del pie diabético, por tanto, el control de cada factor de riesgo es un blanco terapéutico en el intento de prevenir o retrasar la progresión de la enfermedad y su resultado final que es la amputación.

En línea general el tratamiento antibiótico por sí solo no es suficiente para la erradicación del proceso infeccioso, sino que debe ir acompañado de un desbridamiento quirúrgico amplio y profundo del tejido desvitalizado.

El primer aspecto para tomar en cuenta para elegir el antibiótico adecuado es conocer los aspectos microbiológicos o gérmenes más comúnmente aislados en úlceras de pacientes diabéticos, ya que la instauración inicial del tratamiento se hará de forma empírica hasta obtener los resultados de los cultivos de secreción. Las infecciones superficiales como erisipela y celulitis son causadas por cocos gram positivos, en especial Streptococo betahemolítico del grupo A, B, C y G y Stafilococos aureus. En úlceras moderadas a severa, así como en osteomielitis predomina la infección polimicrobiana incluyendo gérmenes como bacterias gram positivas anaerobia, aerobias facultativas y bacilos gram negativos dentro de los que se incluyen Stafilococos coagulasa negativo, Enterococos sp., enterobacterias como Echierichia coli, Corinebacteria sp., Pseudomona aeruginosa, Bacteroides frágilis y Peptostreptococos e incluso hongos (Candidas pp). Otros dos gérmenes con alta prevalencia en infecciones de úlceras diabéticas son S. aureus meticilino resistente y enterococo resistente a vancomicina, lo que en la actualidad agrega mayor complejidad al tratamiento de esta patología.

La mayoría de las infecciones leves son monomicrobianas siendo suficiente el uso de antibióticos con alta biodisponibilidad oral, dentro de los cuales se incluye: amoxicilina-ácido clavulánico, fluoroquinolonas (levofloxacina, moxifloxacina), clindamicina, trimetropin-sulfametoxazol y linezolid. La mayor parte de estas infecciones sólo requiere 1 y 2 semanas de tratamiento, debiéndose evaluar al paciente cada 48 a 72 horas. Las úlceras moderadas y severas usualmente son polimicrobianas, requieren hospitalización y la administración de terapia antibiótica parenteral. En nuestro servicio se recomiendan las siguientes combinaciones en este orden:

· Fluoroquinolonas + Metronidazol

· Cefalosporinas de tercera generación + Metronidazol

· -Piperacilina-Tazobactam o Carbapenémicos + Linezolid o Vancomicina

· Ertapenem + Linezolid o Vancomicina

· Tigeciclina + Fluoroquinolonas o Amikacina

· Cefalosporina + clindamicina y  levofloxacina

Al elegir una terapia determinada, debe tomarse en cuenta la función renal del paciente y el potencial efecto nefrotóxico de estos fármacos. La duración del tratamiento en infecciones severas oscila entre 3 y 4 semanas y debe ir acompañado de un adecuado control metabólico.

Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de osteomielitis pues ello interviene en la elección del tratamiento farmacológico y quirúrgico, así como, la duración del mismo. Por tanto es importante tener en consideración aquellos factores que predisponen al desarrollo de osteomielitis como son: úlceras extensas, profundas y crónicas, asentamiento de la úlcera sobre prominencias óseas o exposición ósea en el sitio de la lesión. La cirugía conservadora asociada a antibioticoterapia es una opción atractiva en el tratamiento de la osteomielitis debido a que reduce los cambios en la mecánica del pie y minimiza la duración de la terapia antibiótica. Se recomienda iniciar antibioticoterapia por vía parenteral al menos durante una semana y luego según la evolución clínica y los resultados del cultivo evaluar la posibilidad de uso de la vía oral y tratamiento mínimo por 6 semanas aunque en algunos casos se aconseja por un período de 3 a 6 meses. Deben emplearse antibióticos que tengan buena disponibilidad y penetración ósea como las quinolonas, rifampicina y clindamicina.

Como parte del tratamiento farmacológico del pie diabético debe incluirse la terapia para la onicomicosis, pues más que un problema cosmético, constituye un factor de riesgo para complicaciones serias como la amputación de extremidades. Los imidazoles son los agentes más activos contra los microorganismos que causan la onicomicosis; el Fluconazol, a dosis de 150 – 300 mg una vez a la semana por 6 a 9 meses ha mostrado eficacia y seguridad. El Itraconazol presenta menos efectos adversos y con 200 mg al día por 3 meses se ha observado una cura hasta del 79%, sin embargo, debido al alto costo, se han recomendado pulsos de tratamiento con igual efectividad; la dosis usada es 200 mg BID por 1 semana de cada mes por un lapso de 3 meses.

Las infecciones subagudas y crónicas suelen ser polimicrobianas, pero es difícil precisar, en la mayoría de los casos, y a partir de la recogida de muestras de las úlceras o fístulas, cuáles son los gérmenes responsables de la infección.

En este sentido, numerosos autores están de acuerdo en que existe una mínima correlación entre los hallazgos microbiológicos objetivados en las muestras recogidas de úlceras superficiales y los gérmenes responsables de las infecciones profundas.

Existe incluso relativamente poca coincidencia entre los hallazgos bacteriológicos obtenidos por legrado o por lavados profundos con respecto a los que posteriormente se obtienen en los fragmentos de una extremidad amputada por gangrena.

Estas consideraciones previas no invalidan que deban seguirse unos protocolos en base a los gérmenes que con más prevalencia son responsables de las infecciones del PD que, como hemos mencionado, se trata en general de infecciones subagudas y crónicas polimicrobianas, en las que se objetivan de promedio de 2,7 a 4,7 tipos diferentes de gérmenes, con predominio de los aerobios sobre los anaerobios, y siendo excepcional que estos últimos sean responsables exclusivos de la infección.

 

 Figura 4. Microorganismos mas frecuentemente aislados en el pie diabético infectado

 

Es útil realizar de forma reiterada análisis bacteriológicos de las zonas accesibles en función de que pueden en ocasiones objetivarse gérmenes como el Stafilococcus aureus meticilin resistente, el clostridio, el enterococo, o la Pseudomonas, que no son sensibles a los antibióticos administrados o que añaden una significación especial a la infección.

A modo de resumen, en ausencia de datos clínicos, la interpretación de la microbiología es compleja en estas infecciones. Un cultivo de un exudado de una úlcera, herida o fístula, raras veces nos indicará de forma inequívoca si está infectada o no lo está y cuáles son con precisión absoluta los gérmenes que desempeñan un papel importante en la infección.

Sin embargo, la presencia de una concentración importante de Stafilococcus aureus, de estreptococos, de gérmenes anaerobios y de bacilos gramnegativos tipo enterobacterias y Pseudomonas debe hacer sospechar de forma fundada la existencia de infección y todavía más cuando estos gérmenes se encuentran en un magma de pus, proceden de una cavidad cerrada, de una estructura profunda infectada,

se encuentran en monocultivo o son aislados de forma reiterada en sucesivas muestras.

El tratamiento de las infecciones en el PD ha de ser individualizado, dependiendo de variables como la fase —aguda o crónica— de la infección, la afectación en mayor o menor grado de las estructuras profundas, y los gérmenes responsables de ello.

Siguiendo el esquema de J. Gómez, el protocolo terapéutico ha de responder a las siguientes cuestiones:

Se requiere una clara evidencia clínica de signos de infección, expresada en la inflamación local y en la presencia de exudado, con independencia de la presencia de fiebre o afectación sistémica.

Cuando se trata de una fisura o una herida superficial infiltrativa que no afecte a los tejidos profundos, el tratamiento consiste en evitar que el enfermo siga ejerciendo presión sobre la misma zona. Debe indicarse el reposo y la adopción posterior de medidas ortopédicas o incluso quirúrgicas correctivas.

En estos casos de infección superficial, el tratamiento tópico mediante antisépticos o antibióticos puede tener valor preventivo, aunque poco demostrado.

La objetivación únicamente de microorganismos, en ausencia de una clínica consistente, debe ser considerada como una colonización y sólo requiere su seguimiento y el control microbiológico evolutivo sin instaurar de primera intención un tratamiento antimicrobiano.

Cuando la infección es moderada-grave requiere su ingreso hospitalario. Es recomendable de forma inicial y siempre con posterioridad al drenaje desbridamiento quirúrgico, utilizar antimicrobianos por vía parenteral para conseguir elevadas concentraciones plasmáticas y tisulares, que coadyuven a una rápida remisión. Una vez lograda ésta, y en función del tipo de microorganismos aislados en el cultivo, se valorará seguir la pauta antibiótica por vía oral, dado que, con determinados fármacos, como las quinolonas —ciprofloxacino, ofloxacino— se consigue igualmente un nivel de actividad mantenida y por períodos prolongados

Deben seleccionarse siempre antimicrobianos que tengan una adecuada correlación clínico-microbiológica en las infecciones mixtas, con buena difusión tisular y excelente tolerancia.

No debe usarse en estos casos aminoglucósidos parenterales debido a su inactivación en focos supurativos como los abscesos, su mala difusión en territorios poco vascularizados y por su toxicidad.

Asimismo, la aplicación tópica de antibióticos es inadecuada, dada su dudosa penetración y difusión en los tejidos desvitalizados.

Si se trata de una infección aguda —celulitis o linfangitis—, una cefalosporina de primera generación o una penicilina isoxazólica pueden ser el tratamiento adecuado si se aísla el Stafilococcus aureus, el estreptococo y un tercer germen.

El desbridamiento amplio y precoz de la zona necrosada constituye una medida terapéutica fundamental como reiteradamente se expone en este Tratado del pie diabético. No tan sólo es imprescindible para obtener una mejoría clínica a nivel del pie, sino que habitualmente implica una más factible compensación metabólica y un evidente mejor estado general en el enfermo.

En los casos de infección crónica en que predominan los bacilos gram-negativos, los anaerobios y las enterobacterias, puede estar indicado un antibiótico con acción anti-anaerobia, como el metro- nidazol, la clindamicina o la cefoxitina, asociado a un segundo con acción sobre los bacilos gram-negativos, como la amoxicilina-ácido clavulánico, la ciprofloxacina, la cefalosporina de tercera generación, o el aztreonam.

La combinación piperacilina-tazobactam o el imipenem pueden utilizarse en monoterapia. Si se aísla algún germen como el enterococo, el Stafilococcus aureus, o una pseudomona no sensible a los antibióticos administrados, debe procederse a las correcciones adicionales necesarias.

Los protocolos más habituales en pautas de antibioticoterapia en el PD están sintetizados en la figura 5.

Figura 5. Protocolos de tratamiento antimicrobiano en el pie diabético infectado

 

La duración del tratamiento dependerá de la clínica, del tipo de estructuras afectadas — partes blandas o huesos— y del período evolutivo. Con criterio general, será de un mínimo de tres semanas y un máximo de tres meses si persiste algún foco infeccioso no totalmente erradicado con posterioridad a la cirugía.

Finalmente, la actualización de la profilaxis antitetánica no parece recomendarse en nuestro medio dada la poca frecuencia con la que el bacilo tetánico tiene su punto de entrada a partir del PD.

 

 

Dolor neuropático:

El dolor neuropático afecta aproximadamente 16% de los pacientes con DM y trae consigo importantes implicaciones en la calidad de vida del paciente. La Sociedad Americana de Neurología, la Asociación Americana de Medicina Neuromuscular y Electro diagnóstico y la Academia Americana de Medicina Física y Rehabilitación recomiendan la siguiente terapia farmacológica para el tratamiento del dolor neuropático, con el aval de la Asociación Americana de Diabetes(33,34): Nivel de evidencia A: Pregabalina 300–600 mg/día. Nivel de evidencia B: Gabapentin: 900–3600 mg/día, Amitriptilina: 25–100 mg/día, Venlafaxine: 75 – 225 mg/día, Duloxetine: 60 – 120 mg/día, Dextrometorfano: 400 mg/día, Morfina, Tramadol: 210 mg/día, Capsaicina crema 0,075% QID.

El ácido alfa lipoico ha mostrado una reducción moderada del dolor neuropático (20-24% superior a placebo), sin embargo, la Sociedad Americana de Neurología no recomienda su uso por no haber evidencia suficiente al respecto. Esto fue parte de los hallazgos del estudio ALADIN III donde no hubo diferencias en los síntomas neuropáticos al comparar ácido alfa lipoico intravenoso y vía oral contra placebo. Contrario a esto, en el año 2006 se publicó el estudio SYDNEY 2, un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, placebo-controlado donde se utilizó ácido alfa lipoico vía oral a distintas dosis en comparación con placebo; se demostró que el uso de esta terapia a 600 mg una vez al día mejora síntomas neuropáticos y proporciona una óptima relación riesgo-beneficio.

En ausencia de alteraciones estructurales del nervio, la forma conocida más efectiva para prevenir la aparición de la sintomatología neuropática es el control metabólico de la DM. En este sentido, debe conseguirse un tratamiento optimizado que mantenga la hemoglobina glicosilada (HbA1c) en valores plasmáticos inferiores a 7,5%.

El enfermo diabético debe estar advertido de los efectos tóxicos que el alcohol y determinados productos químicos tienen sobre el nervio periférico La sintomatología clínica más frecuente, es el dolor, las disestesias y las parestesias, que inciden especialmente en situación de reposo nocturno.

Previamente, debe establecerse el diagnóstico diferencial con otras causas de dolor.

Figura 6. Evaluación y diagnostico diferencial del dolor en el pie diabético

 

 

La pauta terapéutica se efectúa de acuerdo con la escala de dolor descrita por Ross.

 

Figura 7. Pauta terapéutica en la polineuritis periférica en el enfermo diabético

 

El dolor neuropático es un síntoma relevante en pacientes con diabetes. Hasta 50% de los pacientes diabéticos tiene dolor en algún momento de su evolución y 15% tiene síntomas agudos.70 El dolor es constante, molesto y difícil de controlar. Afortunadamente, existen diversos tipos de medicamentos bien estudiados y que han demostrado efectividad en el tratamiento, entre ellos los antidepresivos tricíclicos, la carbamazepina, tramadol, gabapentina, cap-saicina, inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS), pregabalina y duloxetina.

 

Antidepresivos tricíclicos

Los antidepresivos se han convertido en los medicamentos de primera línea en el tratamiento de la neuropatía diabética. Diversas presentaciones y precios los han  vuelto medicamentos accesibles y con eficacia comprobada.

Los antidepresivos tricíclicos, de uso frecuente en nuestro país (amitriptilina, imipramina), son algunos de los medicamentos más estudiados, y han demostrado ser efectivos en diversos ensayos clínicos controlados que involucraron específicamente a pacientes con neuropatía diabética. Cuando fueron  comparados contra placebo, tanto imipramina68 como amitriptilina demostraron ser efectivos para disminuir el dolor. Cuando los tricíclicos se han comparado entre ellos, no ha habido diferencias importantes en su efecto (NE: I-A).

Algunos estudios clínicos se han enfocado a interrumpir la trasmisión del dolor con antidepresivos, mismos que inhiben el recambio de norepinefrina o serotonina. Esta acción central acentúa los efectos de los neurotransmisores activando sistemas inhibidores endógenos del dolor en el cerebro que modulan la trasmisión del dolor por la médula espinal. Un problema pueden ser los efectos adversos, como: xerostomía y disautonomías. La utilización de nortriptilina en lugar de amitriptilina puede reducir estos efectos anticolinérgicos.

 

Tramadol

El tramadol es un analgésico que actúa a nivel central y se utiliza para tratar dolor moderado o severo, y se ha demostrado que puede aliviar el dolor en pacientes con dolor neuropático.

 

Inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS)

Estos inhibidores son de uso común como antidepresivos, pero han sido estudiados como posibilidades terapéuticas para el dolor de la neuropatía diabética. El citalopram, la paroxetina y la fluoxetina se compararon con placebo en ensayos clínicos aleatorizados y resultaron efectivos (NE: I-A).

 

Antidepresivos duales

La venlafaxina es un inhibidor de la recaptura de serotonina y norepinefrina que se ha estudiado recientemente y se considera efectivo, con la ventaja de que no tiene muchos efectos adversos.

La duloxetina es un potente inhibidor selectivo con alta afinidad por los transportadores de recaptura noradrenérgica y serotoninérgica. No parece modular directamente la función dopaminérgica y carece de actividad significativa por los receptores histaminérgicos, colinérgicos y adrenérgicos.

La eficacia y seguridad de duloxetina en el tratamiento del dolor de la neuropatía diabética periférica se estudió en un ensayo multicéntrico doble-ciego en 457 pacientes con dolor debido a polineuropatía por diabetes tipos 1 y 2 durante 12 semanas de tratamiento. Los pacientes se asignaron al azar a recibir 20, 60 y 120 mg/día, repartidos en dos dosis, o placebo. Tanto con las dosis de 60 como con 120 mg/día de duloxetina se obtuvo una mejoría significativa comparado con placebo en la escala “24- h Average Pain Score”, comenzando esta mejoría una semana después de iniciar el tratamiento y continuando hasta la semana 12 del mismo. Menos de 20% de los pacientes abandonaron el tratamiento debido a los efectos adversos. Los autores concluyeron que duloxetina a dosis de 60 y 120 mg/día resultó segura y efectiva en el control del dolor neuropático periférico de naturaleza diabética. Se recomienda como tratamiento de primera línea. (NE: I-A).

 

Medicamentos anticonvulsivantes

Diversos medicamentos cuya principal indicación es el control de crisis epilépticas se han utilizado con éxito en el tratamiento del dolor neuropático en pacientes diabéticos.

La carbamacepina es uno de los medicamentos más utilizados con este fin. Múltiples estudios doble ciego y controlados con placebo han demostrado que la carbamazepina puede ser útil en el control del dolor en pacientes con dolor neuropático. Sus efectos tóxicos pueden limitar su indicación en algunos pacientes (NE: I-A).

La difenilhidantoína se ha utilizado desde hace tiempo en el tratamiento del dolor causado por neuropatías. Algunos estudios doble ciego cruzados no han demostrado eficacia en este tipo de pacientes en comparación con grupo placebo.79 Además, sus efectos adversos disminuyen su uso en pacientes diabéticos, como es el caso de su habilidad para suprimir la secreción de insulina, misma que ha resultado en precipitación de estado hiperosmolar y cetoacidosis diabética. (NE: I-A)

La gabapentina es un anticonvulsivo muy eficaz, pero de mecanismo de acción no muy claro, pero se han localizado sitios de unión con alta afinidad en el sistema nervioso central que corresponden a canales de calcio dependientes de voltaje y que contienen subunidad alfa-2-delta-1. Estos canales son presinápticos y pueden modular la liberación de neurotransmisores excitatorios que participan en la nocicepción.

Además, posee un efecto analgésico en la neuropatía dolorosa. En un estudio multicéntrico efectuado en Estados Unidos,80 la monoterapia con gabapentina fue eficaz en el control del dolor y en la interferencia en el sueño asociada con dolor neuropático periférico. También se observaron efectos positivos en el estilo y calidad de vida. La gabapentina ha sido estudiada en cuatro ensayos clínicos controlados con placebo, encontrándose que es un medicamento efectivo y seguro. (NE: I-A)

La pregabalina ha demostrado alivio del dolor frente a placebo y disminución de la interrupción del sueño por dolor durante las noches. Se inicia con dosis de 75 mg al día y puede incrementarse hasta 600 mg. Obtiene mejoría rápida (desde la primera semana y se mantiene de manera evolutiva hasta la quinta semana) y sostenida. Los efectos adversos más frecuentes son: somnolencia, mareo y náusea (NE: I-B).

 

Ácido tióctico

El efecto benéfico antioxidante del ácido tióctico en los síntomas y signos neuropáticos se ha demostrado consistentemente, en forma experimental y en varios ensayos clínicos controlados, sobre todo por sus efectos en el estrés oxidativo.

En un metaanálisis que incluyó los cuatro ensayos clínicos controlados más representativos de ácido tióctico en  neuropatía diabética (Alpha-lipoic Acid in Diabetes Neuropathy (ALADIN I, ALADIN III), Symptomatic Diabetic Neuropathy (SYDNEY) y Neurological Assessment of Thioctic Acid in Neuropathy (NATHAN II)) se comparó al ácido tióctico en dosis de 600 mg al día en infusión intravenosa durante tres semanas (con descansos los fines de semana) contra placebo. La población estudiada incluyó a 1,258 pacientes y se demostró que la tasa de respuesta favorable fue superior en los pacientes tratados con ácido tióctico (52.7%) en comparación con los tratados con placebo (36.9%). Los pacientes que recibieron ácido tióctico experimentaron menor dolor y sensación de ardor y parestesias, y mejoría en el reflejo aquíleo y sensibilidad al tacto (presión y punzadas).

 

Tratamiento de los factores involucrados Neuropatía Diabética

Los avances en el conocimiento de la fisiopatología del pie diabético y los factores involucrados han permitido desarrollar diversas terapias prometedoras para evitar el avance de la lesión y mejorar la calidad de vida del paciente.

La observación de un flujo excesivo de metabolitos hacia la aldosa reductasa en la vía de los polioles abrió el camino para la utilización de inhibidores de esta enzima.

Se considera que los inhibidores de la aldosa reductasa reducen la desintegración del número de fibras nerviosas y la distorsión de la morfología del nervio a largo plazo, al corregir los trastornos metabólicos básicos de la vía del sorbitol y promover un ambiente más idóneo para la restauración del nervio. Esta hipótesis se encuentra sometida a prueba en numerosos ensayos clínicos prospectivos en pacientes con neuropatía diabética.

Algunos ácidos grasos como el ácido γ-linoleico (dosis de 300-500 mg diarios) y el ácido eicosapentaenoico (dosis de 1000-1500 mg diarios) han sido utilizados en pacientes con neuropatía sintomática obteniéndose resultados controversiales.

En vista del alto grado de oxidación presente en los pacientes diabéticos, se han utilizado antioxidantes como el ácido lipoico. Algunos autores proponen que el tratamiento con este potente antioxidante previene el desarrollo de la lesión neuronal y neurovascular en personas con neuropatía diabética.

Por otro lado, la aplicación de oxígeno hiperbárico para el manejo de pie diabético ha dado resultados contradictorios, pues acelera la tasa de curación y reduce la necesidad de amputación de un pie diabético con úlcera isquémica; sin embargo, la aplicación de una dosis supra-terapéutica produce vasoconstricción debido a la pérdida de vasodilatación estimulada por la hipoxia leve.

Además, la aplicación sistémica de oxígeno hiperbárico puede causar problemas en el sistema nervioso central

Entre otros efectos secundarios, algunos pacientes experimentan el desarrollo de cataratas, aumento significativo de la miopía y fibroplasia retrolental -en especial- si las defensas antioxidantes son precarias. A pesar del poco porcentaje de pacientes que presentan “neuropatía hiperalgésica”, no debe olvidarse el manejo farmacológico adecuado para esta condición con la finalidad de brindar alivio del dolor.

Los mismos pueden estar dirigidos a la disminución de los niveles de glutamato o al aumento de los niveles de ácido gamma-aminobutírico (GABA). En este orden de ideas, uno de los medicamentos más utilizados es la gabapentina, un anticonvulsivante de segunda generación utilizado principalmente en el tratamiento antiepiléptico, pero en la actualidad se encuentra aprobado por la FDA (“Food and Drug Administration”) para el dolor neuropático y aunque su mecanismo de acción no está del todo esclarecido, se plantea que éste induce una reducción de la síntesis del glutamato y un aumento de los niveles de GABA.

La pregabalina es otra droga recientemente introducida en el armamentario contra la neuropatía dolorosa de la diabetes Mellitus. Este medicamento es un análogo del GABA y aunque su mecanismo de acción no está del todo claro, aparentemente exhibe su efecto analgésico mediante la disminución de la liberación de neurotransmisores excitatorios como el glutamato, aspartato, noradrenalina y sustancia P, debido a su fijación a la subunidad alfa-2-delta de los canales de calcio voltaje dependientes (tipos N, P y Q) que en el sistema nervioso central. De esta forma ocasiona una disminución de la excitabilidad anormal en diferentes áreas del sistema nervioso que guardan relación con el dolor, la epilepsia o la ansiedad. Está indicado en el tratamiento del dolor neuropático periférico en adultos, en el manejo de las crisis epilépticas parciales con o sin generalización secundaria y en el trastorno de ansiedad generalizada.

La carbamazepina se mantiene como una buena opción en el manejo del dolor neuropático. Sin embargo, su uso de forma crónica está asociado con efectos indeseables como las dislipidemias, hiponatremia, ganancia de peso, inducción de enzimas hepáticas, modificaciones, cambios en la concentración de hormonas sexuales. Es estructuralmente similar a los antidepresivos tricíclicos, y al igual que ellos tiene un efecto antagonista sobre los canales de sodio. También es probable que tenga acción central y periférica sobre los canales de adenosina, y puede inhibir la liberación de glutamato. La oxcarbazepina es un derivado de la carbamazepina que comparte su acción analgésica, aunque aparentemente con mejor perfil de seguridad.

A diferencia de los anticonvulsivos, los ADT tienen una estructura química semejante y por ende comparten el mecanismo de acción. Así, es menos razonable cambiar una droga por otra de esta clase cuando el enfermo no responde en forma adecuada. No obstante, cada uno se asocia con un perfil de seguridad distinto.

Amitriptilina e imipramina, clomipramina, desipramina y doxepina son eficaces en dolor neuropático, independientemente del efecto antidepresivo. Se considera que estos fármacos afectan numerosos sitios en la vía del dolor, tanto a nivel central como periférico. La amitriptilina, un antidepresivo tricíclico, que actúa inhibiendo la recaptación de norepinefrina, ha mostrado reducir el dolor neuropático en pacientes diabéticos. Sin embargo, su uso es limitado en estos pacientes, puesto que son más susceptibles a sus efectos adversos, en especial aquellos con hipotensión ortostática, retención urinaria y constipación.

Existen otros fármacos antidepresivos denominados mixtos, ya que inhiben la recaptación de serotonina y noradrenalina, tal es el caso de la duloxetina y la venlafaxina.

Según algunos estudios la acción de la duloxetina es más rápida y posee menos efectos secundarios que la amitriptilina. Actualmente se encuentra aprobado su uso para el tratamiento de dolor neuropático en pacientes diabéticos adultos.

Un fármaco derivado del pimiento rojo picante (capsaicina), ha sido aprobado por la FDA para el tratamiento de la neuralgia post-herpértica y la neuropatía diabética, se piensa que su aplicación tópica ocasiona depleción de los depósitos de sustancia P de manera reversible, así como la de otros neurotransmisores en las terminaciones nerviosas, reduciendo así la transmisión de la sensación dolorosa de los nervios periféricos a los centros nerviosos.

 

DOLOR EN LA ENFERMEDAD VASCULAR

El dolor por isquemia es uno de los síntomas importantes de la enfermedad vascular; en tanto, la claudicación se encuentra en 3% de los hombres con edades o comprendidas entre los 45 y los 65 años y en 1% de las mujeres con edades entre 50 y 60 años.  La arteriosclerosis es casi siempre el padecimiento base en estos pacientes, que en su mayoría son diabéticos. En muchos individuos que claudican, la causa de reducción del flujo es por obstrucción atero o arteriosclerótica en el extremo proximal, la cual se combina con un grado variable de anormalidades micro circulatorias, que quizá se exacerban por efecto de los metabolitos anaeróbicos en los pequeños vasos.

EI tratamiento inicial para la circulación incluye un programa de ejercicio, dejar de fumar y alivio o corrección quirúrgica en la obstrucción proximal, si es posible una vez que se ponen en práctica estas medidas, todavía restan numerosos pacientes con síntomas de isquemia dolorosa en miembros y en algunos de ellos la simpatectomía química lumbar resuelve el problema.

El tratamiento farmacológico del dolor por isquemia periférica se puede dividir en varias categorías según los mecanismos de acción que se buscan; éstos son:

• Los que detienen el progreso de la arteriosclerosis

• Los que mejoran la circulación colateral

• Medicamentos que revierten las anormalidades reológicas, los que impiden la trombosis y los que favorecen un buen metabolismo hístico en la fase isquémica

 

Antilipidemicos

Se sospecha que el colesterol y los triglicéridos son los causantes de la lesión endotelial que desencadena los mecanismos aterógenos. No obstante que está comprobado  que estas sustancias pueden manejarse de forma favorable mediante la farmacoterapia, se carece de certeza en cuanto a que tal tratamiento produzca en efecto benéfico sintomático en el dolor isquémico. De esta manera, el tratamiento con  colestiramina y clofibrato de aluminio debe reservarse para los casos en que sólo se trate de corregir los niveles séricos de las sustancias mencionadas

 

Antiplaquetarios y prostaglandinas

El efecto que se busca con estos dos fármacos es inhibir en forma selectiva el Tromboxano A 2 plaquetario o reducir la prostaciclina endógena elevada con Objeto de modificar el equilibrio de la prostaglandina en favor del efecto antiadherente plaquetario y de la vasodilatación; de esta manera se evitan la adherencia plaquetaria, el daño endotelial y el progreso de la arteriesclerosis. La prostaglandina E-1 (PGE-1) posee un poderoso efecto antiadherente sobre las plaquetas; se administra IV, a veces en perfusión IV y, si no es efectiva en esta última forma, intraarterial cada dos días o hasta a largo plazo. La PGE-1 es bastante eficaz en el tratamiento de la claudicación intermitente no quirúrgica de las extremidades inferiores y en el fenómeno de Raynaud. Aun cuando las venoclisis se administran por periodos cortos, el efecto terapéutico puede prolongarse, lo que sugiere que la PGE-1 posee cierto efecto tardío en el desarrollo de vasos colaterales o detiene el avance de la enfermedad vascular básica. Sin embargo, muchos afectados sufren recaidas y necesitan otra perfusión o un tratamiento alternativo.

La PGI-2 (prostaciclina o epopronestol)  es una sustancia que se encuentra de manera natural en el endotelio, cuenta con un poderoso efecto plaquetario antiadherente y vasodilatador, puede administrarse IV  y suele darse por 3 dias consecutivos, aunque el efecto suele durar más tiempo, hecho que contrasta con su vida media de unos pocos minutos. Ello sugiere un efecto tardío sobre la aterogénesis o en la formación de colaterales. Los efectos de la PGE-1 y PGI-2 son semejantes y se resumen en la acción vasodilatadora que poseen; los principales efectos secundarios son la hipotensión y la taquicardia y, en menor grado, bochornos, fiebre, cefalea y arritmias cardiacas mínimas, efectos que en ocasiones obligan a discontinuar el tratamiento.

 

Ácido acetilsalicílico

Es un inhibidor de la ciclooxigenasa plaquetaria, por lo que reduce la cantidad de tromboxano A-2, inclinando así el nivel de prostaglandinas hacia un mayor efecto de la prostaciclina. A dosis bajas de 5 mg x kg x día la aspirina puede modificar de manera favorable el dolor de la isquemia; en tanto, no hay evidencia convincente de que la adición de dipiridamol o de sulfinpirazona proporcione efectos benéficos agregados. Deben evitarse las dosis más altas del ácido acetilsalicílico (mayores de 10 mg x kg x día) ya que pueden presentarse efectos adversos, los principales de los cuales son una gastritis erosiva o hemorragia intestinal o úlcera gástrica.

 

Medicamentos que favorecen la circulación colateral (AMG, 1999)

Vasodilatadores

El empleo de vasodilatadores en el tratamiento de dolor isquémico se basa en dos hipótesis; la primera acepta que estos pacientes presentan algún vasoespasmo y la segunda supone que la circulación colateral se abre con vasodilatadores. Por desgracia, no se cuenta con evidencia de que los vasodilatadores disponibles en la actualidad tengan un efecto que se relacione con dichas hipótesis. Los relajantes de la musculatura lisa con acción vascular son ineficaces, como la papaverina, ácido nicotínico, cinaricina y ciclandelato. De igual manera, los vasodilatadores de mediación neural han resultado inútiles en este contexto y entre éstos se incluyen los antagonistas adrenérgicos beta como isoxsuprina y nilidrina, antagonistas adrenérgicos alfa como la fenoxibenzamina, timoxamina y tolazolina, así como los agotadores de catecolaminas guanetidina y reserpina.

 

Medicamentos para revertir las anormalidades reológicas (AMG, 1999)

Los eritrocitos normales con diámetro de 8 a 9 micras pueden pasar a través de los capilares en la microcirculación, no obstante que estos capilares apenas alcanzan 4 o 5 micras de diámetro. Para comprender cómo ocurre lo anterior ha de recordarse que las células rojas sufren notable deformación en varias situaciones (p ej., anemia falciforme, deficiencias de hierro, aterosclerosis). El hematocrito muestra relación inversa con la viscosidad sanguínea; de esta manera es posible que un exceso de  glóbulos rojos o de células muy rígidas incremente la deficiencia micro circulatoria y agrave la isquemia. Los agentes hemorreologicos son de gran utilidad para revertir la patología y con ello reducir  el dolor de la isquemia.

La pentoxifilina disminuye la viscosidad sanguínea, sobre todo al aumentar la capacidad de deformación de los glóbulos rojos, pero también al aminorar el fibrinógeno plasmático y la adherencia plaquetaria. Algunos estudios controlados demuestran que existe una definitiva (aunque modesta) mejoría en la claudicación cuando se emplea este medicamento por vía oral a dosis de 600 a 1 200 mg por día, en comparación con placebo, adenosina, nilhidrina. Los efectos adversos por lo general son moderados e incluyen náuseas, vómito y somnolencia. En tan solo 3 % de los pacientes estas molestias llegaron a ser de tal grado intensas que fue necesario suspender el tratamiento.

Un nuevo fármaco, la ketanserina, parece tener efecto vasodilatador, hemorreológico y antiadherente plaquetario. Podría convertirse en un importante medio para tratar el dolor isquémico, pero por el un momento se encuentra en fase de investigación.

Los dextranos actúan como hemo diluyentes y disminuyen la viscosidad sanguínea, pero como carecen de efecto duradero no resultan prácticos en pacientes con dolor de esta naturaleza.

La terapéutica fibrinolítica con esteroides anabólicos (del tipo estanozol) también suele tener acción limitada, pero sus efectos adversos sobrepasan los beneficios.

 

 

Medicamentos para revertir o prevenir la trombosis(AMG, 1999)

Si se tiene en consideración que la trombosis mural es quizás el desenlace de lo arteriosclerosis, resultaría lógico intentar la prevención o aun la reversión de la trombosis, una vez que se establece.

En los casos inoperables con isquemia aguda de miembros, el tratamiento trombolítico con estreptocinasa o urocinasa intraarteriales ofrece resultados preventivos al evitar la pérdida del miembro afectado, pero no es un tratamiento practico para aliviar el dolor isquémico por un periodo prolongado.

Los antagonistas de la vitamina K (warfarina sódica o cumadina) favorecen la producción de hipoprotrombinemia con fines terapéuticos, aunque carecen de efectos para aliviar el dolor por isquemia.

 

Medicamentos  que mejoran el metabolismo hístico en los estados isquémicos

Si llegan a fracasar todos los esfuerzos por restablecer una circulación efectiva, debe recurrir a una medida más: facilitar la función hística en un estado isquémico.

Se sabe que durante la isquemia un tejido puede ser atacado parcialmente por un radical libre de  oxígeno que daña las membranas lípidas. Esto es en particular cierto cuando a  los periodos de isquemia les siguen intervalos de reperfusión. Durante la isquemia se forma hipoxantina a partir del trifosfato de adenosina (ATP), en tanto que la enzima xantinooxidasa se origina a partir de su precursora, la deshidrogenasa de xantina, mediante la acción de una xantina dependiente de calcio. Tras la perfusión, el oxígeno molecular actúa sobre la hipoxantina por medio de la enzima xantinooxidasa y ocasiona la ruptura del radical superóxido Algo semejante ocurre durante la inflamación. El dolor durante este proceso y durante la reperfusión de la isquemia puede relacionarse con las acciones citotóxicas de los radicales libres de oxígeno; si es así, esta cadena puede interrumpirse en varios de sus eslabones. Un bloqueador del canal del calcio podría obstruir la formación de la proteasa dependiente del mismo, generada en concentraciones suficientes para catalizar la producción de xantinooxidasa. Un inhibidor de esta última disminuye la reacción entre la hipoxantina y el oxígeno molecular durante la reperfusión. Un arrasador de radicales libres puede neutralizar el radical superóxido antes que peroxide las membranas lípidas.

Los bloqueadores del canal del calcio casi siempre están disponibles, aunque no se han probado en pacientes con dolor isquémico en la medida suficiente como para recomendar su empleo en esta eventualidad. Los bloqueadores verapamil, nifedipina y nimodipina poseen efecto vasodilatador. El alopurinol, un inhibidor de la xantinooxidasa, reduce el daño por reperfusión y tal vez así sea eficaz para tratar el dolor por isquemia. La enzima dismustasa de superóxido, la catalasa y muchos otros radicales libres depuradores han demostrado también su poder para reducir el daño de la reperfusión, pero hasta ahora no existen datos acerca de su eficacia clínica en casos de dolor por isquemia.

 

 

 

 

 

 

 

 

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