Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 3ra parte
Dr Juan Hernandez Orduña.
Dr Juan Hernandez Orduña.
Sutura lateral protegida con un dren de Kehr.
Sólo se realiza en las lesiones limitadas y con un colédoco lo bastante
ancho para que pase el dren de Kehr de menor diámetro (n.° 9). Pocas veces puede utilizarse, pero en caso de arrancamiento del conducto
cístico con desgarro
del conducto común,
el dren de Kehr puede colocarse
a nivel incluso de
la herida.
Figura: Reparación de una lesión limpia y sana del conducto colédoco: sutura con colocación de un dren de Kehr
por la rama superior. El drenaje se
introdujo por una incisión a distancia.
Sutura directa coledococoledociana.
Está indicada en las lesiones parciales (se cierra en transversal una lesión longitudinal) o si la lesión es una sección completa (en cuyo caso se realiza una anastomosis terminoterminal, lo que sólo se plantea cuando no hay pérdida de
sustancia o si ésta es mínima). Esta última situación es excepcional, porque a menudo debe recortarse el conducto
para llegar a un tejido totalmente sano. No se deben subestimar
las lesiones por coagulación o isquemia.
Para evitar la tracción,
se debe realizar
un despegamiento duodenal (maniobra de Kocher),
que permite una mayor flexibilidad a la sutura, que nunca debe estar sometida a tracción.
Se aconseja insertar un dren de Kehr bajo la sutura, cuya rama superior quede a nivel transanastomótico. Este drenaje permite un control
postoperatorio y se retira a las 4-6 semanas
|
|
Figura: Reparación precoz simple terminoterminal con colocación de un dren de Kehr por la rama superior.
Sólo puede efectuarse si la lesión es
limpia y si la sutura se
realiza sin tensión.
Sólo tras una valoración completa de la lesión y una perfecta comprensión del mecanismo
del traumatismo se escogerá
el tipo de reparación biliar, adaptada al traumatismo biliar detectado. La resección quirúrgica evitará desvascularizar la VBEH y conservará el muñón biliar
superior, que posteriormente servirá para la reparación [Northover, 1979]. Ante todo, es preciso evitar,
en la precipitación y el estrés, infligir lesiones adicionales, por ejemplo, durante la hemostasia. Si el cirujano
responsable se halla ante una lesión
biliar compleja, sin disponer
de
una experiencia óptima, es
preferible recurrir a un profesional experto en cirugía
biliar o drenar el foco quirúrgico, cerrar y remitir al paciente a un cirujano especializado en vez de acometer
una reparación biliar insegura, que presagia morbilidad, mortalidad y mayores consecuencias médico-legales.
Sutura biliar
de una lesión lateral
En caso de
una lesión puntiforme de la pared biliar a nivel de la VBEH es posible una sutura
primaria con un hilo de sutura monofilamento de reabsorción lenta calibre 5/0 a 6/0. La sutura debe efectuarse en una pared biliar
sana, tras reavivar
los bordes y resecar tejidos biliares eventualmente coagulados, bajo riesgo de provocar
una fístula biliar o la dehiscencia de la sutura en el período
postoperatorio. En caso de una VBP ancha es posible una sutura vertical.
De existir una VBP fina la sutura transversal de una lesión vertical
de la vía biliar
constituye una plastia de cierre
que permite evitar la estenosis
postoperatoria ulterior.
Fig. Esquema de la técnica de plastia
de agrandamiento durante el tratamiento de un traumatismo de la VBP, mediante sutura
transversal de una lesión longitudinal
del colédoco.
Cuando la lesión biliar lleva a una convergencia biliar derecha escalonada, con un canal posterolateral de calibre
reducido, se realizará una sutura transversal minuciosa con hilo de sutura monofilamento reabsorbible calibre 5/0 o 6/0, al abrigo de un drenaje de Kehr introducido a través de una coledocotomía. Si la lesión es mínima
puede omitirse el drenaje
biliar. Se recomiendan la epiploplastia
local y el drenaje
de contacto.
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Fig. Paciente sometido a una colecistectomía laparoscópica para tratar una colecistitis escleroatrófica enfriada con lesión parcial
de un canal posterolateral derecho detectada en la colangiografia peroperatoria
(a)
y tratada mediante
una sutura transversal directa, al abrigo de un drenaje
de Kehr introducido a través de una coledocotomía (e) guiada dentro del canal posterolateral por un
mandril metálico (b).
Tratamiento de un traumatismo de la vbp durante una colecistectomía
Siempre es deseable una reparación inmediata y, salvo excepciones, no puede realizarse más que por laparotomía, por lo que se precisa convertir la intervención si el accidente ha sobrevenido por laparoscopia. La experiencia adquirida con los transplantes hepáticos ha permitido hacer progresos en las reparaciones inmediatas que ocurren
casi siempre sobre las
vías biliares finas.
Contraindicaciones de la reparación
biliar inmediata
Son debidas a las condiciones locales (presencia de lesiones inflamatorias mayores y existencia de una VBP muy estrecha) y a
la inexperiencia del cirujano. Entonces
son posibles tres actitudes:
—
Amplio drenaje infrahepático en contacto
con la lesión biliar por una lámina,
de forma que se organice una
fístula biliar externa.
—
Ligadura de la vía
biliar lesionada, justo por
encima de la lesión; este método
había sido propuesto por Hepp con el objetivo
de obtener en algunas
semanas una dilatación de la
vía
biliar suprayacente, favorable a una anastomosis
biliodigestiva.
Rara vez ha sido utilizado, lo que no permite analizar sus resultados; esta ligadura es difícil de colocar y sería a menudo ineficaz, seguida
de una fístula
biliar externa.
—
Intubación del conducto
biliar seccionado por un dren de Kehr u otro tipo de drenaje
biliar. Este método tiene la ventaja
de permitir una fácil localización del conducto durante la reintervención, pero tiene
el inconveniente de impedir la
dilatación secundaria de la
vía biliar supralesional.
Sobre todo parece
interesante cuando el cirujano
renuncia él mismo a hacer la reparación y desea confiarla a un cirujano más
experimentado, en las horas o días siguientes.
Reparaciones biliares inmediatas
Pueden realizarse con una sutura del conducto terminoterminal, por una anastomosis biliodigestiva y, raramente, por una simple
sutura lateral sobre el dren
de Kehr.
Sutura canalicular terminoterminal
—
La sutura canalicular terminoterminal de la VBP representa la solución elegida
en las
secciones completas de la VBP sin pérdida de sustancia, localizadas en pleno pedículo
hepático, cuando la vía biliar
es de calibre normal y su
pared fina [Delaitre, 1996, Davidoff, 1992].
Se retiran las ligaduras
o los clips colocados
sobre la VBP o en contacto con ella. Se regularizan las líneas
de sección en el caso de que estén contusas y desgarradas, pero es necesario
conservar el máximo de pared biliar y no disecar demasiado los muñones biliares para
no desvascularizarlos.
La sección
biliar puede ser ligeramente ovalada de tal modo que se agrande
el calibre de la anastomosis.
La sutura se hace con un hilo muy fino, ya sea con puntos separados, anudados fuera de la luz, ya sea, preferentemente, con
una
sutura continua única o doble
que aseguraría una mejor hermeticidad. Las agujas deben ser muy finas, 6 ó 7/0, y las prensiones sobre la vía biliar moderadas
y regulares, de forma que se asegure un buen afrontamiento de mucosa con mucosa. Las gafas de aumento son muy útiles para la confección de esta anastomosis. La sutura se debe hacer sin tensión, de ahí la necesidad habitual de hacer una disección
duodenopancreática.
El drenaje de la vía biliar no es
imprescindible si la
sutura parece hermética,
pero a menudo es aconsejable colocar un pequeño dren de Kehr, no a través de la sutura, sino por una pequeña coledocotomía
vertical subyacente.
Este drenaje se mantendrá
sólo durante el tiempo de cicatrización de la sutura biliar y será retirado
al cabo de 3 a 4 semanas
si la colangiografía de control
no muestra fugas a nivel de la anastomosis. Igualmente, se podría utilizar un pequeño
drenaje de silastic
transanastomótico que salga por vía trashepática o un drenaje transcístico
, pero actualmente se tiende a evitar estos drenes
a menudo inútiles o incluso
perjudiciales.
Reparación biliar inmediata de una lesión de
la VBP por sutura terminoterminal.
A.
Los bordes de sección
se regularizan y se ponen en contacto el uno con el otro mediante la disección duodenopancreática.
B.
Ovalización de los bordes
de sección
que
permite aumentar
el calibre de la anastomosis.
C.
Sutura de la VBP
con una doble sutura continua de hilo
fino, sin drenaje
biliar asociado.
D.
Sutura de la VBP
y drenaje biliar mediante
un pequeño dren
transcístico.
E.
Sutura de la VBP y drenaje biliar mediante un pequeño dren de Kehr que sale por debajo de la anastomosis.
F.
Sutura de la VBP y drenaje
biliar con un pequeño dren de Silastic
que sale por vía transhepática.
El drenaje infrahepático
es imprescindible
debido al riesgo de fuga biliar.
—
La sutura terminoterminal del conducto
hepático derecho es más difícil de realizar
pues éste es todavía
más estrecho.
La
lesión se puede
localizar sobre el mismo
conducto derecho
cuando éste
tiene un
trayecto
perpendicular anormalmente largo
(convergencia baja de los conductos
hepáticos).
La lesión puede estar en una sola de las dos ramas de origen del conducto
derecho, sobre todo en el conducto paramediano, que desemboca separadamente sobre la VBP (convergencia escalonada de los conductos
hepáticos) y que, excepcionalmente, podría desembocar en el conducto
cístico o en la vesícula.
Sólo se puede identificar precisamente el conducto derecho lesionado mediante una colangiografía peroperatoria que
resulta indispensable.
Es aconsejable la reparación del mismo conducto hepático
derecho o de una de sus dos ramas de origen, pero su realización es difícil
debido al pequeño
calibre de estos conductos
[19]. La sutura obedece a los mismos principios expuestos anteriormente, y la necesidad de un hilo muy fino y de unas
gafas de aumento resulta
aún más imperiosa.
No existe ningún dren de Kehr lo suficientemente fino como para colocarlo en el interior del conducto.
¿Es preciso colocar un pequeño catéter que salga por vía transhepática o no colocar
ningún drenaje biliar?
Reparación inmediata de
una lesión de un conducto
sectorial derecho.
A.
Lesión del conducto sectorial
derecho sin pérdida de sustancia.
B.
Sutura canalicular terminoterminal mediante una
sutura
continua de hilo
fino sin drenaje
biliar asociado.
C.
Sutura canalicular terminoterminal y drenaje biliar mediante
un pequeño drenaje transanastomótico que
sale por vía transhepática.
D.
Restablecimiento de
la continuidad del conducto
sectorial derecho mediante sutura de su parte proximal al conducto cístico.
E.
Lesión del
conducto sectorial derecho con pérdida
de sustancia: reparación inmediata por anastomosis
hepaticoyeyunal sobre
asa
excluida.
F.
Lesión del
conducto sectorial derecho con pérdida
importante de sustancia, haciendo que toda tentativa de reparación sea ilusoria
y obligando a realizar una ligadura del conducto
con hilo no reabsorbible.
Cada vez se tiende
más a no dejar ningún drenaje biliar. En algunos casos excepcionales, se podría
incluso utilizar
el muñón cístico para
la reparación.
Anastomosis hepaticoyeyunal con asa
en Y.
Esta anastomosis está indicada cada vez que la sutura
terminoterminal no sea posible, sobre todo en dos circunstancias:
—
Cuando existe una pérdida de sustancia
consecutiva a la resección de un fragmento largo de vía biliar.
—
Cuando la lesión se localiza
en la zona de convergencia de los conductos hepáticos
.
Reparación inmediata de
una lesión de la VBP mediante anastomosis hepaticoyeyunal sobre un asa en
Y.
A.
Lesión de
la VBP pedicular con importante pérdida de sustancia que impide una sutura terminoterminal. Agrandamiento de la boca biliar mediante un corte sobre la cara anterior del conducto
hepático y de la parte distal
del conducto hepático
izquierdo. Anastomosis hepaticoyeyunal sobre la convexidad del asa en Y con puntos separados.
B.
Lesión del
conducto hepático con pérdida de sustancia y destrucción de la zona de convergencia. Agrandamiento de las dos bocas biliares
después de un descenso
de la placa hiliar. Doble anastomosis hepaticoyeyunal sobre
la convexidad del asa en Y con puntos separados.
El extremo biliar superior se debe todavía
avivar de manera parsimoniosa. Se puede agrandar la boca biliar,
cuando la vía biliar
es estrecha, mediante
una incisión sobre la cara anterior de la VBP o del conducto
hepático izquierdo para las lesiones de la convergencia. Son también unas anastomosis de difícil realización que deben hacerse con puntos separados de hilo fino y, si es posible,
con gafas de aumento.
El dren tutor nos parece perjudicial y contraindicado cuando existe un buen afrontamiento mucomucoso. Por el contrario, es esencial
colocar un drenaje infrahepático en la proximidad de la anastomosis debido al riesgo de fugas biliares
durante el desarrollo
de la operación.
•
Sutura de las lesiones
parciales sobre un dren de Kehr
Las lesiones
laterales se observan en muy raras ocasiones y forman un conjunto heterogéneo. Su mecanismo es variable:
abertura voluntaria de la VBP confundida con el conducto cístico para hacer la colangiografía, arrancamiento del conducto cístico,
lesión del conducto hepático durante la disección del cuello vesicular, necrosis parietal localizada, asociada a una electrocoagulación realizada a ras del conducto.
Es posible un tratamiento conservador cuando la pérdida
de sustancia parietal
es limitada: simple
colocación de un dren de Kehr cuando el orificio
es pequeño o sutura lateral,
de un lado y otro de un dren de Kehr,
cuando el orificio está más extendido a lo largo.
Este tratamiento lo puede realizar por laparoscopia un cirujano
muy experimentado. Cuando la pérdida
de sustancia es más importante, existe riesgo de estenosis secundaria del conducto y, de entrada,
podría considerarse una anastomosis hepaticoyeyunal.
Ligadura de los conductos accesorios
Cuando la lesión ocurre
en un conducto
pequeño que parece accesorio, es suficiente la ligadura
del mismo. Antes de realizar esta maniobra, es indispensable la opacificación de este conducto
para identificarlo y para juzgar
el volumen del parénquima hepático drenado. La opacificación
del
conducto es tanto más difícil
de realizar cuanto más estrecho
sea éste. La ligadura de un conducto
realmente accesorio no tiene consecuencias futuras, acarrea simplemente una atrofia
del territorio hepático
correspondiente. Esta ligadura
debe hacerse con un hilo no
reabsorbible.
Momento de la reparación
biliar primaria
El mejor momento para reparar un traumatismo quirúrgico de la VBP es, sin lugar a dudas, el de la intervención inicial. En el momento de esta reparación biliar primaria inmediata, generalmente no existe inflamación local o es poco significativa (fuera de una posible
colecistitis aguda asociada), si bien las vías biliares
son la mayoría de veces finas y no dilatadas, Reparación biliar primaria de un traumatismo quirúrgico lo que exige una reparación biliar primaria delicada y compleja,
en manos de un cirujano
generalmente poco habituado
a estas
anastomosis microquirúrgicas, sin hablar
del impacto
Psicológico negativo que
puede experimentar por la aparición de dicha complicación. En este contexto
se aconseja encarecidamente consultar con
un cirujano experimentado cuyo juicio sobre la gravedad
de las lesiones y la estrategia
que debe adoptarse
resulte más objetiva.
En caso de sección de un colédoco filiforme sin un entorno
inflamatorio local, difícil
de suturar en primera
intención, se ha
descrito la oclusión
de la vía biliar proximal por un
clip o una ligadura transitoria muy distal,
esperar algunos días una dilatación biliar retroobstructiva o reintervenir quirúrgicamente para llevar a cabo la reparación biliar primaria. El desconocimiento del traumatismo biliar antes de la intervención quirúrgica se acompaña de complicaciones biliares postoperatorias (ictericia obstructiva, fístula biliar externa, coleperitoneo, sepsis local, etc.), condiciones que, sobreañadidas a la ausencia de dilatación de las vías biliares,
complican considerablemente una reparación biliar primaria
precoz (en los dos meses siguientes al traumatismo
biliar inicial). En este estadio, la presencia de lesiones
continuadas de necrosis
biliar térmica puede imposibilitar la reparación biliar primaria y precisar
una derivación biliar
externa, con la idea de realizar
posteriormente una reparación biliar diferida tardía (en general de 2 a 3 meses después) en condiciones técnicas mejores (remisión de los procesos
inflamatorios y aparición de una dilatación
de las vías biliares secundaria a una estenosis
biliar).
Tratamiento temprano de las lesiones quirúrgicas de la
vía biliar
La reparación quirúrgica de las LQVB debe ser realizada por cirujanos con experiencia en la cirugía hepatobiliar. La posibilidad de éxito, el tiempo de internación y la rehabilitación del paciente se ven muy comprometidos cuando el intento
de reparación es realizado por cirujanos con menor experiencia. Entendemos que el diagnóstico de una LQVB realizado
durante el mismo procedimiento quirúrgico en el que se provocó la lesión -a veces- obligaría al mismo equipo quirúrgico a ser el que deba reparada,
independientemente de su experiencia. Sin embargo, consideramos que si el diagnóstico es efectuado
en el período posoperatorio, y el cirujano actuante carece de experiencia en cirugía
hepatobiliar de esta naturaleza, éste debe tomar las medidas necesarias para que la reparación sea realizada por un equipo
quirúrgico entrenado.
El manejo terapéutico de las
LQVB depende de los siguientes factores:
1.
Estado general
del paciente.
2.
Tiempo que transcurre entre
la lesión y el diagnóstico.
3.
Tipo, extensión y nivel
de la lesión.
4.
Existencia de lesiones asociadas.
5.
Experiencia del equipo de profesionales
involucrados.
El objetivo de reparar las LQVB es evitar las complicaciones o secuelas
a corto y largo plazo, como las fístulas biliares, las colecciones y los abscesos
intraabdominales e intrahepáticos, la colangitis, las estenosis biliares o anastomóticas y, finalmente, la cirrosis
biliar secundaria. Menos de un tercio de las
LQVB son diagnosticadas durante el propio acto quirúrgico laparoscópico. Ante esta eventualidad el cirujano
debe abstenerse de realizar
una mayor disección para evitar una lesión mayor o una devascularización de la vía biliar. En la circunstancia de confirmar
una LQVB aconsejamos la conversión a cirugía abierta
para facilitar el reconocimiento de la anatomía biliar. El objetivo deseado es reparar la lesión en forma inmediata. Sin embargo, la existencia de uno o más de los siguientes factores podrían condicionar
la decisión de postergar
la solución
definitiva:
1.
Condiciones locales de los
tejidos (inflamación aguda, vía biliar
extremadamente fina).
2.
Imposibilidad técnica de
definir la lesión.
3.
Inexperiencia del equipo quirúrgico.
En el cuadro
1 se presentan las diferentes conductas quirúrgicas que consideramos adecuadas para cada tipo de lesión. Siguiendo un orden didáctico nos ajustaremos a la clasificación descrita en la figura, considerando
qué hacer
en cada caso y teniendo en cuenta la experiencia del equipo interviniente. Las reparaciones quirúrgicas de las LQVB realizadas en forma coordinada proporcionan excelentes resultados a largo
plazo y alcanzan un éxito
completo en más del 90% de
los pacientes.
Cuadro. Conducta y
tratamiento de las VQVB de acuerdo con el tipo de lesión y la experiencia del equipo
quirúrgico.
Equipo sin experiencia
|
Tipo de
Lesión
|
Equipo con experiencia
|
Ligadura y/o sutura
|
A
|
Ligadura y/o sutura
|
Colangiografía y ligadura lo más alejada posible del hígado
|
B1
Y B2
|
Colangiografía, considerar el diámetro y el parénquima
hepático involucrado:
< 2 mm:
ligadura ;<
2 mm/ >
1 segmento: Colangioyeyuno anastomosis con catéter transanastomótico
|
Drenaje del cabo hepático al exterior con catéter
(de ser posible
drenar también el cabo
biliar)
|
C
|
Evaluar la irrigación hepática
Hepaticoyeyunoanastomosis con catéter transanastomótico
|
Sutura primaria y tubo de
Kehr distal
(alejado de ser
posible)
|
D1
|
Sección <
25% de la circunferencia:
sutura primaria (evaluar colocación o no de un tubo de Kehr)
Sección ;<:25% de la circunferencia:
sutura primaria y tubo de Kehr distal (> 75% considerar tratamiento de E1, E2)
|
Tubo de Kehr en la lesión
|
D2
|
Ídem D1.
|
Vía biliar> 8 mm de diámetro:
conducto hepático o coledocoyeyunoanastomosis
|
E1
|
Hepaticoyeyunoanastomosis
|
Vía biliar < 8 mm de diámetro:
drenaje al exterior y derivar
a
equipo
quirúrgico con experiencia
|
E2
|
Coledocoyeyunoanastomosis
|
Sin bilirragia: derivar a equipo
quirúrgico
con experiencia
Con bilirragia:
múltiples drenajes externos y derivar a equipo quirúrgico con
experiencia
|
E3
|
- Colangiografía y evaluar
irrigación hepática
Derivación biliodigestiva compleja con
catéter transhepático- transanastomótico
|
ídem E3
|
E4
|
Colangiografía y evaluar
irrigación hepática
Derivación biliodigestiva doble con
catéter transhepático- transanastomótico.
Considerar resección hepática.
|
Complicaciones postoperatorias precoces
Las complicaciones postoperatorias, menores o mayores, son muy variadas.
La comparación entre las tasas de complicaciones observadas en las
series publicadas es imposible pues cada centro interpreta
a su manera la noción de
complicación . Sería aconsejable separar las complicaciones por
su grado de gravedad
[Northover, 1979].
Complicaciones parietales
—
Tras colecistectomía abierta, las complicaciones parietales representan un capítulo
importante pero han disminuido mucho gracias a una serie de precauciones: vía de abordaje
transversal, incisión más corta,
recomposición parietal cuidadosa, hemostasia rigurosa,
antibioticoterapia profiláctica.
—
Los hematomas
pueden aparecer sobre todo en enfermos
que han recibido tratamiento anticoagulante preventivo a dosis altas. Los pequeños hematomas pueden dejarse mientras que los grandes precisan una reparación parietal precoz y un
nuevo cierre parietal si fuese necesario sobre
un drenaje aspirativo. Las supuraciones parietales menores pueden abrirse en la cama del enfermo por desunión de la cicatriz con un
estilete.
Los
grandes abscesos profundos pueden precisar apertura en quirófano,
seguida de lavado y
drenaje. Las desuniones parietales se han vuelto escasas y las evisceraciones excepcionales con las incisiones
transversales.
—
Después de la colecistectomía laparoscópica, las complicaciones parietales son mucho más raras pero pueden observarse las supuraciones y los hematomas, sobre todo a nivel del ombligo. Incluso se han descrito
algunos casos
de hernia
visceral a través de los
orificios de laparoscopia.
Muchas lesiones no son reconocidas en el momento de la colecistectomía. El cuadro
clínico es vago, con dolor abdominal, nausea y febrícula, producto de la extravasación peritoneal de bilis. Más tardíamente s e pueden encontrar datos de septicemia: se deben hacer esfuerzos
para delinear la anatomía del árbol biliar, aunque
el paciente parezca estar en estado crítico.
Las técnicas de imagen,
como USG y TAC, desempeñan un papel importante en la valoración del paciente con
lesión probable ya que detectan la
presencia de colecciones.
En estos casos que cursan con obstrucción es posible encontrar dilataciones de las vías biliares.
En caso de fuga biliar, generalmente no s e encuentra
dilatación. Las PFH demuestran colestasis. En pacientes con fuga biliar,
la bilirrubina se encuentra con elevacion
mínima, Producto de la absorción de la cavidad
peritoneal.
La
fosfatasa alcalina se encuentra elevada, mientras que las
transaminasas se encuentran normales
o con elevación mínima.
La gammagrafía de las vías biliares e s un estudio
útil para confirmar la fuga, pero no identifica el sitio específico. Es necesario delimitar la anatomía
del árbol biliar con colangiografía percutánea o Colangioresonancia, dado que se corre el riesgo de fracaso en la reconstrucción por no encontrar
las vías biliares.
En la Serie de Stewart
y Way, hubo una levada
falla de reconstrucción (96%) por ausencia de colangiografias preoperatoria. En nuestra experiencia consideramos que es un estudio necesario, pero no estrictamente indispensable, ya que no es tan alta la falla en la reconstrucción en ausencia
de colangiografía. La CEPRE e s de valor limitado en las secciones
completas, dado que corrobora la fuga completa
o la interrupción de la vía biliar.
No permite la visualización del árbol proximal
en los casos de sección incompleta, no solo es diagnostica sino que puede ser terapéutica. Para visualizar las vías intrahepáticas y proximales, la Colangiografía percutánea y la colangio resonancia tiene una gran utilidad. La Colangiografía percutánea puede también permitir la colocación de catéteres
que ayudan a disminuir la fuga de
bilis y mejorar las condiciones del paciente para el procedimiento definitivo.
La infección debe tratarse y controlarse con drenaje percutáneo o quirúrgico cuando sea necesario, y el paciente
de recibir antibiótico de amplio espectro hasta mejorar
sus condiciones para el procedimiento.
En algunos casos la espera de días o semanas es una buena opción para resolver la inflamación y optimizar
el resultado quirúrgico.
Técnica anastomótica
Las anastomosis vía biliar con vía biliar
o vía biliar
con intestino requieren
una prolija preparación de ambos cabos, asegurando una adecuada
longitud e irrigación de ellos. Hacemos
hincapié en todos los detalles técnicos.
El calibre del hilo de sutura, el tipo de aguja empleada
y la precisión de cada punto pasado (la tensión, la distancia al borde y
entre los puntos
y la distribución) son factores
para tener en cuenta en la confección de una
anastomosis biliar.
Se debe realizar las suturas con nudo externo. El empleo de sutura continua o con puntos separados
depende del diámetro de los cabos por
anastomosar.
Tutores
La utilización de tutores transanastomóticos constituye un recurso técnico de gran valor en la cirugía de reconstrucción biliar.
Generalmente no colocamos tutores en las reconstrucciones biliodigestivas de
calibre igualo superior
a los 15 mm con buen
trofismo en los tejidos y
circunstancias locales
favorables (ausencia de colecciones, fibrosis o tejidos
necróticos).
Si la reconstrucción es biliobiliar, la colocación de un tubo de Kehr alejado de la línea de sutura y con una "pata" -cortada o no en media caña- transanastomótica hace las veces de tutor y drenaje externo al mismo tiempo.
En las derivaciones biliodigestivas de calibre
menor que el mencionado se debe recurrir
a "tutores perdidos".
Estos son pequeños segmentos de silastic multifenestrados que se colocan
de manera transanastomótica fijados con sutura reabsorbible
a la cara posterior de la anastomosis.
En casos complejos, en los que debemos derivar varios canalículos o bien las circunstancias locales presentan colecciones drenadas, coleperitoneo o bien el procedimiento quirúrgico requiere alguna resección hepática de necesidad, optamos por drenajes externo-internos. Éstos permiten, en una primera
etapa, derivar el flujo biliar al exterior
y con posterioridad nos da la posibilidad del control colangiográfico
para evaluar la anastomosis
y definir el momento de su extracción.
Los drenajes externo-internos percutáneos pueden ser transhepáticos-transanastomóticos o bien transyeyunales-transanastomóticos. En ambos casos, preferimos el silastic
como material y fijamos
el drenaje tanto a la boca de la anastomosis como al hígado o al yeyuno de acuerdo
con el caso y, obviamente, a la
piel.
Estos drenajes se dejan un tiempo que varía de acuerdo con la recuperación del paciente.
Nunca los retiramos
antes del mes y el tiempo
máximo dependerá de la evolución
en cada caso.
Magnificación de la imagen
El desarrollo de materiales de sutura cada vez más finos y de mejor calidad permite enfrentar
desafíos de reconstrucción cada vez más delicados. Esto implica la necesidad
de utilizar instrumentos de magnificación visual. Son de elección
las lupas y deben formar
parte del instrumental de todo equipo quirúrgico que enfrente un procedimiento
de reparación de una
lesión de la vía biliar.
Caja de reserva (instrumental, materiales de sutura)
Las LQVB plantean una situación que se instala en forma sorpresiva y no se revierte
sin una solución específica.
Aun los centros que poseen el recurso humano para resolverlas deberán contar con instrumental y material
de sutura adecuado. A los fines prácticos, se recomienda crear una "caja de cirugía biliar compleja" que básicamente debe tener algún separador
autostático para exponer el hipocondrio derecho, instrumental de disección
y sutura vascular
preferentemente largo. En cuanto al material
de sutura es importante contar con una reserva
exclusivamente destinada a este fin. De elección recomendamos la polidioxanona (PDS) 5-0 d 6-0. También es importante prever la necesidad
de tubos de Kehr de
silastic en las medidas no
convencionales (6, 8
y 10 F).
Puntos clave de una reparación biliar
inmediata
•
El mejor
medio para diagnosticar un traumatismo biliar
es realizar una colangiografia
peroperatoria.
•
Una vez que se ha establecido el diagnóstico se aconseja la conversión para poder tratar
mejor al paciente.
•
Resulta esencial comprender el mecanismo del traumatismo biliar inicia\.
•
Hacer una valoración
precisa de la lesión: localización exacta y gravedad del traumatismo biliar.
•
Llevar a cabo una colangiografia
por todos los orificios biliares.
•
Buscar un conducto biliar
que falte en el hepatograma.
•
Pensar en un traumatismo arterial asociado.
•
No desvascularizar la vía biliar
de manera generalizada.
•
Conservar al máximo
el muñón
biliar superior.
•
Respetar las condiciones estrictas de una sutura terminoterminal.
•
Realizar siempre una sutura
y/o una anastomosis perfecta con aposición
mucomucosa en tejidos
sanos.
•
Llevar a cabo una prueba
de estanqueidad
para asegurarse de la continencia de la sutura.
•
Proteger la sutura/anastomosis por un drenaje transanastomótico
en caso de
una vía biliar fina.
•
Proteger la sutura/anastomosis por un drenaje transanastomético
en caso de
una vía biliar fina.
•
Ayudarse de otro cirujano
en caso de reparación biliar inmediata
difícil.
•
Si está solo y tiene problemas, deberá drenar el foco quirúrgico, cerrar y remitir
al paciente a un cirujano
especializado.
Tratamiento de las lesiones
biliares
•
Tratamiento de las fugas biliares
por el muñón cístico
Cuando existe una fístula biliar externa, se puede esperar una curación
espontánea si no hay ningún obstáculo
en la parte baja de la VBP. En caso de cálculo
residual de la VBP o de estenosis del Oddi, la esfinterotomía endoscópica, seguida de la extracción de un posible
cálculo, es suficiente para eliminar la
fístula biliar externa.
Cuando no hay una fístula biliar externa y la fuga biliar es intraperitoneal, se puede escoger entre dos modalidades
terapéuticas: tratamiento endoscópico o reparación quirúrgica.
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El tratamiento endoscópico consta de una esfinterotomía endoscópica seguida de un drenaje
nasobiliar o de una intubación endoscópica temporal que se dejará en su sitio durante
1 a 2 meses . El tratamiento se puede asociar a la extracción de un cálculo
residual de la VBP y/o al drenaje percutáneo ecodirigido de una colección
infrahepática biliar o purulenta. En los 9 casos tratados
así, los resultados fueron siempre favorables. ¿Es
realmente necesaria la colocación de una prótesis?
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El tratamiento quirúrgico puede ser elegido
deliberadamente o la fuga biliar puede descubrirse en el transcurso de una reparación quirúrgica en el caso de un enfermo con postoperatorios complicados. La laparoscopia iterativa permite evacuar la ascitis
biliar y la exploración de la región infrahepática permite descubrir que la fuga biliar viene del conducto cístico. Sería entonces recomendable hacer un nuevo clampaje
del conducto cístico,
sea mediante clip o ligadura o, si esto no es posible, colocando un drenaje
transcístico. Si estas maniobras no son posibles
por laparoscopia, puede ser necesario
realizarlas por laparotomía
o bien se puede
plantear el tratamiento por endoscopia.
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Tratamiento de las fugas biliares
que provienen de conductos accesorios
Es una posibilidad rara y de buen pronóstico. Cuando existe una fístula biliar externa, se puede esperar
una curación espontánea. La fistulografía especifica el territorio hepático afectado y la curación
será más lenta cuanto
más extenso sea ese territorio. Resulta
esencial drenar bien
esta fístula biliar para que moleste
poco. En ausencia de fístula biliar externa, la reintervención es indispensable. La laparoscopia iterativa tiene la
finalidad de cerrar el orificio biliar
y colocar un drenaje infrahepático.
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