Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 4ta. parte



Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 4ta. parte

        Dr Juan hernandez Orduña

      Tratamiento de los traumatismos de la VBP
Son las lesiones más graves, que a menudo pasan desapercibidas en el transcurso de la laparoscopia inicial, en más de la mitad de los casos [Bismuth, 1989 y que son diagnosticadas varios días después de la operación.
              ¿Tiene lugar el tratamiento endoscópico?
Este tratamiento se probó en 6 veces de 18 por Liguory y Lefebvre  y consistió en una esfinterotomía endoscópica y una intubación durante dos a doce meses. Las indicaciones del tratamiento endoscópico en este estadio parecen muy restringidas en realidad. En las pequeñas lesiones laterales de la VBP, la colocación de una prótesis sería posible pero ¿no sería preferible operar y colocar un dren de Kehr? En las estenosis de la VBP, la colocación de una prótesis parece peligrosa y raramente justificada pues, habitualmente, es una indicación quirúrgica. Las prótesis de plástico ocasionan lesiones en la pared biliar e impiden toda dilatación de la VBP supraestenótica, de manera que la hepaticoyeyunostomía se podrá hacer incluso en las peores condiciones.
              ¿Es necesario hacer una reparación biliar precoz o hay que esperar y hacer una reparación diferida? Hepp y su escuela respondieron ya a esta pregunta en los años 60 en el caso de los traumatismos de la VBP después de colecistectomía abierta. Las reparaciones, hechas precozmente, se realizan en las peores condiciones: la vía biliar es habitualmente fina o incluso muy fina, en la región infrahepática se localizan fenómenos de reestructuración y fenómenos inflamatorios, la retirada de ligaduras y de clips colocados  en  la  pared  de la vía  biliar puede ser el origen de una  necrosis de la VBP. Todas las reparaciones biliares, cualquiera que sea el método, tendrán un porcentaje importante de fracasos. Estos  fracasos  pueden  conducir  a  complicaciones  graves,  incluso  mortales,  o  a  una  estenosis anastomótica que origine reintervenciones complejas y a veces iterativas, y pueden acabar en una cirrosis biliar. Por todas estas razones, se consideraba que la reparación diferida era la mejor solución al permitir realizar de entrada una anastomosis eficaz y definitiva.
              ¿Hay que extrapolar estas conclusiones a la cirugía laparoscópica?
Hay una diferencia notable entre las reparaciones biliares después de cirugía abierta y cirugía laparoscópica. Después de colecistectomía laparoscópica, las modificaciones de la región infrahepática son más discretas y la disección del extremo biliar superior más simple. Esta constatación incitaría a  aumentar las indicaciones de reparaciones precoces en las lesiones de los conductos tras colecistectomía laparoscópica en vista de que las técnicas de reparación han mejorado.
              Reparación biliar precoz
Una reintervención precoz por laparoscopia iterativa permite evacuar de forma satisfactoria la colección intraperitoneal, pero la evaluación de las lesiones biliares es a menudo difícil de establecer , de ahí el interés de realizar, siempre que sea posible, una colangiografía retrógrada previa a la reintervención. En este estadio sólo se puede recomendar este tipo de reparación en los casos favorables: cuando la reintervención se hace precozmente, algunos días después de la intervención inicial, cuando se decide fuera  de  un  contexto  de  urgencia  y  cuando  las  lesiones  biliares  no  son  demasiado  graves.  Nos encontramos  casi  en  las  condiciones  de  una  reparación  inmediata  y  la  elección  entre  reparación terminoterminal y anastomosis hepaticoyeyunal reposa sobre los mismos criterios.
Para realizar esta reparación biliar es necesario reconvertir a laparotomía.
Cuando no se reúnen estas condiciones favorables, es mejor renunciar a la reparación biliar precoz y colocar un simple drenaje infrahepático en contacto con la región biliar, sin hacer laparotomía.
              Reparación biliar diferida
Según Hepp y su escuela, es el método de elección. La operación se realiza en una región cicatrizada. Los fenómenos inflamatorios han desaparecido. Ya no hay colecciones ni derrames intraperitoneales. Los fenómenos de esclerosis han obstruido la lesión biliar y han realizado una estenosis de la vía biliar lesionada. Esta estenosis produce una dilatación de la vía biliar suprayacente, sobre todo importante a nivel de las vías biliares extrahepáticas, pero igualmente notable a nivel de las vías biliares intrahepáticas. La dilatación de la vía biliar permite una anastomosis amplia y de buena calidad, pudiendo ocasionar una curación definitiva.

Fecha ideal de la reintervención
Varía en cada caso en función de la sintomatología. En caso de ictericia ligada a una obturación completa de la VBP, la dilatación de la vía biliar alcanza en el plazo de 3 a 4 semanas un calibre suficiente para realizar una buena anastomosis. En caso de fístula biliar externa, el flujo biliar disminuye muy progresivamente y al mismo tiempo, se asiste a una dilatación de la VBP, de tal manera que la espera entre el incidente y la reintervención puede ser de tres meses e incluso más. A lo largo de esta espera, puede observarse una disminución paradójica de la ictericia y/o de la colestasis que podría hacernos pensar en una curación. Esta remisión está, de hecho, asociada a la aparición de una fístula biliar interna por abertura del fondo de saco biliar en el duodeno.
La aparición de esta comunicación bilioduodenal, a menudo estrecha y tortuosa, no cuestiona la indicación de la reparación biliar.
Las ecografías sucesivas permiten seguir el calibre de la vía biliar hiliar y de las vías biliares intrahepáticas, y elegir el momento oportuno para la reparación. Únicamente la sobrevenida de accesos de angiocolitis repetidos podría hacer que se adelantase la fecha de esta reparación.
La elección entre anastomosis terminoterminal y anastomosis hepaticoyeyunal ya no se plantea. La sutura terminoterminal, en este estadio, es siempre irrealizable.
El cabo superior de la vía biliar está retraído, ascendido en el hilio; el cabo inferior está, a menudo, también retraído hacia abajo. Además, existe una incongruencia entre los dos extremos, lo que no permite una anastomosis terminoterminal.
La anastomosis biliodigestiva es la única solución. Es una operación que puede resultar difícil y que debe realizar un cirujano experimentado. La confección del asa en Y no tiene ninguna particularidad, pero el tiempo biliar se debe ejecutar con un gran rigor. Esta intervención se debe llamar operación de Hepp . El principio de esta operación es el de hacer una anastomosis bilioyeyunal laterolateral tan amplia como sea posible sobre una vía biliar sana y realizar un afrontamiento mucomucoso. El conducto hepático izquierdo, bien estudiado por los trabajos anatómicos de Couinaud [Raute, 1993], que tiene un trayecto extrahepático largo y que nunca se ve afectado por los traumatismos operatorios, representa el lugar preferido de la anastomosis biliar. La primera reparación biliar utilizando el conducto hepático izquierdo fue realizada en el hospital Bichat en 1956 y fue comentada en un informe por Hepp y Couinaud .

Complicaciones postoperatorias tardías
Son lesiones raras pero es un capítulo nuevo que ha aparecido con la colecistectomía laparoscópica. Estas complicaciones están relacionadas sobre todo con el mal uso de la electrocoagulación. Lo que resulta especial, es que el enfermo ha dejado el hospital hace varios días, a veces varias semanas y que la relación entre la intervención y la sintomatología abdominal puede ponerse en duda.
   Puede aparecer una peritonitis tardíamente, asociada con una caída de una escara a nivel del intestino, en el lugar de una electrocoagulación mal realizada, lo que supone la necesidad de una laparotomía de urgencia. Puede aparecer un coleperitoneo tardíamente (2 casos observados por Dubois en el séptimo y noveno día , 3 casos observados por Liguory . Parece asociada a la caída de una escara a nivel de la VBP. Ha sido suficiente en los dos casos citados por Dubois colocar un dren de Kehr en la brecha coledocal para curar los dos enfermos, y se hizo por laparotomía, aunque habría podido realizarse por laparoscopia.
   Puede aparecer una ictericia en las semanas o meses que siguen a la operación, asociada con una estenosis a menudo larga y estrecha de la vía biliar pedicular.






Representación esquemática de una estenosis larga y estrecha de la VBP observada tardíamente tras colecistectomía según Davidoff et al [Davidoff, 1992].

   El mecanismo exacto de estas lesiones es desconocido pero todo parece inclinarse en favor de un accidente térmico en relación con el láser o la electrocoagulación. Davidoff et al observaron tres casos con una estenosis larga en dos de ellos y una estenosis corta en el tercero. Las tres estenosis se localizaban en el hepático común, y dos se prolongaban hacia el colédoco, sin solución de continuidad en la VBP. El número de observaciones es demasiado limitado para que se pueda precisar el tratamiento (dilatación endoscópica con balón, colocación de una prótesis, operación de Hepp) y evaluar el pronóstico de estas lesiones, en cualquier caso raras.
   La consideración de la migración de clips en la VBP es aparte. De la misma manera que se ha observado migración de hilos cuando el cístico se ligaba todavía con lino o nylon; los clips disponibles actualmente que son no reabsorbibles pueden migrar en la VBP y producir una ictericia . Por esta razón, algunos cirujanos prefieren utilizar una ligadura con hilo reabsorbible para cerrar el conducto cístico, mientras no haya un clip reabsorbible eficaz.

Anastomosis biliodigestiva
   En caso de lesión biliar con pérdida notable de sustancia se recomienda una anastomosis biliodigestiva por asa en Y de Roux. El asa en Y se extrae a nivel del yeyuno proximal tras un control de los pedículos vasculares mesentéricos mediante transiluminación para crear un asa en Y de Roux larga, de al menos 60 a 70 cm, con el fin de evitar un reflujo digestivo postoperatorio en las vías biliares.
   Tras avivar el muñón biliar superior en mucosa sana, se lleva a cabo una minuciosa anastomosis hepatoyeyunal terminolateral después de haber cerrado el extremo del asa en Y aplicando una pinza grapadora automática, completada con una sobresutura seroserosa que oculta hilo reabsorbible 4/0 o 3/0. La confección de la anastomosis hepatoyeyunal es delicada, con una vía biliar superior habitualmente fina. Ésta puede ser objeto de una plastia de agrandamiento realizando una incisión vertical en la pared biliar en su cara anterior .
Fig  Plastia de agrandamiento del conducto hepático común mediante incisión de agrandamiento en su cara anterior para permitir la realización de una hepatoyeyunostomía más amplia.


   Esta anastomosis microquirúrgica se lleva a cabo en puntos separados de hilo de sutura monofilamento reabsorbible calibre 5/0 O6/0 con el objetivo de obtener una aproximación mucomucosa perfecta. Cuando el calibre del muñón biliar superior es inferior a 5 mm, habitualmente se recomienda «proteger» esta anastomosis biliodigestiva con un drenaje transanastomótico de Silastic, exteriorizado en Volker en la porción supramesocólica del asa en Y de Roux. En caso de exéresis de la convergencia biliar superior , tras colangiografías selectivas para verificar la integridad de las convergencias biliares secundarias, se lleva a cabo una doble anastomosis biliodigestiva, extendiéndose sobre el conducto hepático izquierdo . La intervención quirúrgica concluye con la colocación de un drenaje subhepático.





F. Visión peroperatoria de una paciente que presenta una resección completa de la vía biliar extrahepática (a) y de la convergencia biliar superior (b): el orificio del conducto hepático izquierdo (pinza) y del conducto hepático derecho, ambos orientados sobre el hilo, se visualizan claramente (es la m paciente de la figura ).

Fig. Colangiografia peroperatoria de control mediante un drenaje transanastomótico en la paciente anterior: las dos anastomosis hepatoyeyunales son permeables y continentes.

Anastomosis biliodigestiva .

   Puede efectuarse en uno o en varios conductos. Es la única solución en caso de pérdida de sustancia o si se ha afectado la zona de confluencia. Su realización es complicada, porque se lleva a cabo en una o varias vías biliares que suelen ser finas (Figura 14).




 
Figura 14: Reparación precoz mediante anastomosis biliodigestiva (A a C). Si la lesión está desflecada o si presenta contusión, hay que regularizarla hasta llegar a tejido sano para reducir el riesgo de fístula y de estenosis.

LIGADURA SIMPLE DE UN CONDUCTO LESIONADO.
   Aunque esta opción es lógica cuando el conducto drena un territorio limitado (conducto del lecho vesicular), es más incierta cuando se trata de un conducto posteroinferior o, peor aún, en caso de vía derecha. Existe un riesgo de infección, causante de litiasis biliar en el territorio afectado. Un medio séptico inicial (colecistitis) contraindica su realización.
   El fundamento de la ligadura consiste en provocar una dilatación proximal, con la finalidad de atrofiar el territorio correspondiente o de provocar una dilatación, lo que facilita la anastomosis biliodigestiva subsiguiente.
Drenaje externo mediante lámina infrahepática.
Debe recordarse que esta es en ocasiones la mejor solución en las heridas complejas con fenómenos isquémicos o con tejidos sépticos o muy inflamatorios. Se recomienda la colocación de uno o de dos drenajes en las vías biliares seccionadas.
A continuación se exponen las indicaciones para cada tipo de lesión.
•Tipo A: ligadura simple del conducto cístico, cuidadosa y no estenosante o colocación de un pequeño drenaje transcístico según el estado del conducto cístico.
•Tipo B: según el tamaño de la lesión, su sentido (transversal o longitudinal) y el estado de los bordes (que pueden requerir o no un recorte), se opta por una sutura lateral protegida con un dren de Kehr, una anastomosis terminoterminal o una anastomosis biliodigestiva.
•Tipo C: si se ha colocado un clip en el conducto colédoco de forma más o menos completa, debe retirarse, inspeccionar la vía biliar y no subestimar la isquemia parietal provocada por dicho clip: puede bastar con retirar el obstáculo o, en ocasiones, hay que proceder como en el tipo B (Figura 15).
Tipo D: la sección requiere en la mayoría de las ocasiones una anastomosis biliodigestiva, porque la anastomosis terminoterminal pocas veces es posible. En caso de sección completa con pérdida de sustancia, de dilaceración que llega al hilio o de fenómenos isquémicos graves (ligadura arterial asociada), la elección más prudente es la colocación de un simple drenaje externo con transferencia inmediata a un medio especializado. La espera permite que evolucione la situación, que se delimite la necrosis y que se instaure la fibrosis; el tejido sano se reconocer con más facilidad después de este período y el resultado de la reparación es más durad
ero.
Figura 15: Colangiografía retrógrada que muestra una interrupción a nivel de una «selva» de clips. Se trata de una sección/ligadura con clip del colédoco. No hay ninguna indicación de tratamiento endoscópico.

   Tratamiento de las lesiones diagnosticadas de forma precoz La rapidez del tratamiento es un elemento pronóstico fundamental en estos casos, además de ser un elemento de peso en las alegaciones ante un juicio.
   Por otra parte, en esta etapa, la información es esencial; se debe admitir que existe un problema: no hay que minimizarlo ni amplificarlo, pero hay que ofrecer explicaciones claras y objetivas sobre lo que pasa y sobre las pruebas realizadas.

Influencia del cuadro clínico.
Existen dos cuadros clínicos principales:
•las fístulas biliares, exteriorizadas o no (bilioma, coleperitoneo);
•la obstrucción biliar caracterizada por una ictericia ± episodios de colangitis.
Las fístulas biliares (exteriorizadas o no) y las sepsis (bilioma) son diagnósticos precoces (primera semana de postoperatorio), mientras que los cuadros de ictericia o de colangitis se observan más tarde (después de la primera semana)
El equipo de Cameron, en 2005, describió su experiencia con 200 lesiones biliares: el 30,9% de los pacientes tenía una fístula biliar cuando se revisaron el mes siguiente de la colecistectomía, mientras que sólo la presentaban un 8,5% después de 1 mes.
El período medio de presentación varía de forma considerable en función de las series, de 1-10 días, hasta 4 semanas.
El cuadro clínico influye en el carácter urgente de la situación y en la idoneidad, el tipo y el momento en el que se realizan las pruebas complementarias:
•el cuadro agudo de coleperitonitis/peritonitis biliar constituye una urgencia quirúrgica: el lavado y el drenaje son los procedimientos básicos. La elección entre una reintervención laparoscópica y una laparotomía dependen del cirujano, del morfotipo del paciente y del período transcurrido hasta la reintervención. El coleperitoneo infiltra los tejidos y la reparación con sutura suele desaconsejarse en este contexto más o menos séptico y siempre inflamatorio;
•el bilioma es una colección de bilis cuya expresión es variable: dolor aislado, febrícula, colestasis. La ecografía muestra la colección y la punción confirma que se trata de bilis. El drenaje percutáneo es el procedimiento que debe realizarse de urgencia o después de un intervalo corto;
•la salida de bilis por el drenaje indica la existencia de una lesión; hay que evaluar su flujo, aunque al principio no permite prejuzgar su gravedad;
•un cuadro de colestasis que se agrava corresponde a una ligadura o una colocación de un clip de forma inoportuna. La ictericia aparece con rapidez cuando la interrupción afecta al conducto colédoco. Si no hay sepsis, hay tiempo para programar las pruebas complementarias (endoscopias, RM), pero ante una colangitis, las decisiones deben tomarse de urgencia, hay que administrar un tratamiento antibiótico de inmediato y se debe realizar un drenaje urgente con independencia de la vía escogida.

Influencia del tipo de lesión.
El tipo de tratamiento y el momento en el que se realiza también dependen del tipo de lesión.
Tipo A. Se trata:
•de la dehiscencia del muñón cístico (78% de las fístulas biliares)
•o de la sección en el lecho vesicular de un conducto biliar supravesicular, denominado «accesorio de Luschka» (13% de las fístulas).
Una vez establecido el diagnóstico, deben plantearse tres soluciones:
•no hacer nada (si existe un dren en contacto con la lesión [bilioma drenado]), en caso de evolución satisfactoria del paciente y si se está seguro de que la zona inferior del colédoco está vacía. La fístula  biliar se curará con un poco de paciencia; realizar un cateterismo retrógrado con una esfinterotomía (para confirmar que la vía biliar está vacía y que existe un buen vaciamiento, así como para acelerar las cosas).
Algunos autores recomiendan esta opción en caso de fístula biliar persistente (>200 ml/día). Se puede colocar un drenaje nasobiliar hasta que se cure la fístula e incluso una prótesis.
La fístula biliar se resuelve en un plazo medio de 3 días, con una tasa de éxito superior al 90%;
•realizar la sutura del conducto cístico o el drenaje de forma transcística durante la reintervención porque el paciente tenía un coleperitoneo, si la intervención se realiza de forma precoz.
   Esta situación es semejante a la de las fístulas biliares por un pequeño conducto accesorio (vasos aberrantes). En este caso, sólo se requiere un drenaje en contacto con la fístula y paciencia. Es inútil realizar una esfinterotomía. Si se interviene al paciente y el diagnóstico se realiza de forma intraoperatoria o bien el campo está limpio y se liga el conducto (después de haber realizado un estudio con contraste y de comprobar que es un conducto accesorio) o bien existe un cuadro séptico, y es más razonable intubarlo con un pequeño drenaje de elastómero de silicona.

Tipo B o D. se trata de una lesión del conducto colédoco o de un conducto principal.
•En este caso hay que decidir si se debe reintervenir al paciente. Dicha decisión depende:
del retraso del diagnóstico (cuanto más precoz es, más lógica es la reintervención. Después de la primera semana, los fenómenos inflamatorios son perjudiciales);
de la localización respecto a la confluencia (lo que se aprecia mediante los estudios con contraste);
del estado de la vía biliar: pérdida de sustancia, quemadura, laceración, etc.;
del entorno peribiliar (sepsis, coleperitoneo, pediculitis). Contraindicaciones para la reparación biliar precoz:
si la colecistectomía se ha realizado por laparotomía (lo que suele ser lo habitual en la actualidad en las colecistectomías difíciles), habrá numerosas adherencias y un ambiente muy inflamatorio;
si el cirujano carece de experiencia en cirugía biliar o si la relación paciente/cirujano no es óptima;
si las vías biliares son delgadas y la lesión es compleja;
si hay una sepsis evidente.
En estos casos, se debe esperar o, si existe una indicación de reintervención (biliperitoneo), sólo hay que efectuar un lavado con un drenaje lo más eficaz posible de las vías biliares (Figura 16 y Figura 17).
En caso de reparación biliar en condiciones favorables se realizará lo siguiente:
si la lesión es hiliar (está afectada la confluencia) y/o si existe una pérdida de sustancia: anastomosis biliodigestiva;
si las vías biliares son de buena calidad y la lesión es distal a la confluencia: sutura lateral protegida con un dren de Kehr.
•Si se opta por una reparación diferida, hay que escoger el momento para realizarla.

Figura 16: Fístula biliar el día 1 del postoperatorio de una colecistectomía difícil en un paciente con colecistitis aguda (A). Descubrimiento de una resección del conducto colédoco. Intubación de los conductos derecho e izquierdo que permite una opacificación alta y del colédoco (opacificación inferior). Retirada de los drenes a las 6 semanas. Reintervención a las 10 semanas (B): anastomosis biliodigestiva mediante asa en «Y» en la confluencia.







Figura 17: Colecistectomía laparoscópica. Hemorragia. Después de un intento de colocación de clips, se efectuó la conversión a una laparotomía para realizar hemostasia. El paciente se trasladó, debido a un postoperatorio marcado por una ictericia obstructiva rápida, con signos de derrame peritoneal. Reintervención el día 3 del postoperatorio: se observó una hemorragia de la arteria cística y una resección de 2 cm del conducto colédoco. Se insertó un dren en el segmento proximal y un dren ancho. La colangiografía realizada 3 semanas después, muestra bien el árbol biliar y la multitud de clips. El dren se retiró a los 3 meses para permitir una dilatación progresiva y una anastomosis biliodigestiva.

El paciente se drena por vía externa; hay que esperar al menos 6 semanas. En esta fase, los fenómenos inflamatorios han desaparecido y se ha instaurado la esclerosis. Es de esperar que las paredes biliares sean menos finas y, en algunos casos, que estén dilatadas.
•También hay que plantearse si se opta por un tratamiento endoscópico en las vías biliares.
Esto se debe comentar con el gastroenterólogo quien, por lo general, realiza el cateterismo retrógrado diagnóstico, y se recomienda que el cirujano asista al procedimiento para tomar las decisiones en común.
La colocación de la prótesis es de más utilidad en caso de lesión infrahiliar o si la cirugía está contraindicada.
Se puede realizar un tratamiento endoscópico con la colocación de una endoprótesis en la zona de la lesión. Esto permite obtener buenos resultados, con más de un 95% de éxito
Tipo C. Cuando la estenosis o la ligadura del conducto colédoco se diagnostican de forma precoz, el tratamiento es menos complejo, porque no hay una fístula biliar. Si se ha realizado  una  ligadura completa y si no hay sepsis, es preferible esperar a una dilatación de las vías biliares (seguimiento mediante ecografía o con RM biliar) antes de reintervenir al paciente (Figura 18 y Figura 19).


Figura 18: A. Ictericia con agravamiento progresivo en el postoperatorio: corte frontal tomográficos que muestra la dilatación de las vías biliares intrahepáticas a nivel proximal respecto a un clip colocado en el conducto colédoco.
B. Mismo paciente: colangiografía intraoperatoria tras la retirada del clip del conducto hepático común. La reparación se llevará a cabo mediante anastomosis hepaticoyeyunal.


  





Figura 19: A. Paciente re intervenido por bilioperitoneo. Se ha realizado un drenaje simple, dado que las condiciones locales eran muy desfavorables. Fístula biliar postoperatoria de 800 ml/día. La resonancia magnética muestra una pérdida de sustancia en el conducto hepático común, con afectación de la convergencia (estenosis de tipo III de Bismuth).
B.      
Mismo paciente. Reintervención a los 5 meses. Colangiografía intraoperatoria: se observa una placa fibrosa en la que desemboca una vía biliar de gran calibre (vía izquierda y sector posterior) y una fina (sector anterior). Anastomosis biliodigestiva en dos conductos con intubación del más pequeño según la técnica de Volker. Buenos resultados a los 4 años.




Figura 20: Angiotomografía computarizada con reconstrucción arterial que muestra la ligadura accidental de la rama derecha de la arteria hepática (flecha).

   La simple retirada del clip es una solución que no conlleva riesgos, porque el clip ha provocado fenómenos isquémicos que pueden evolucionar hacia la necrosis secundaria (fístula) o a una estenosis secundaria.
   En caso de sepsis o si el campo quirúrgico durante la colecistectomía presentaba signos inflamatorios (o infecciosos) o si se trababa de una estenosis incompleta, es preferible optar por un acceso endoscópico para drenar en un primer momento la bilis y no reintervenir en un contexto séptico, sobre todo porque la reintervención puede evitarse en ciertos casos y el tratamiento endoscópico es suficiente en ocasiones.

Influencia de la lesión arterial asociada.
  Lo ideal es realizar el diagnóstico mediante angiotomografía computarizada (angio-TC) (que ha sustituido a la arteriografía) (Figura 20). No está indicado realizar una reparación precoz, a menos que el paciente esté en un centro muy especializado. En esta situación, se realizan reparaciones mixtas y algunos autores las recomiendan si el tratamiento se realiza antes de 4 días.
   Tratamiento de las lesiones diagnosticadas de forma tardía Por lo general, pasan más de 2 meses e incluso varios años tras la colecistectomía hasta que se produce una estenosis biliar causante de ictericia o de colestasis o hasta que aparece un cuadro de colangitis, de litiasis intrahepática o de abscesos hepáticos.
   La sepsis es la única situación urgente y suele responder bien a los antibióticos adecuados.
Por tanto, hay que tomarse el tiempo necesario para realizar un estudio completo, con una cartografía biliar cuidadosa, para lo que la RM biliar es la herramienta de elección. En las estenosis se utiliza la clasificación de Bismuth (Figura 21).








Figura 21: Clasificación de Bismuth. Tipo I: estenosis baja del conducto colédoco, a más de 2 cm bajo la convergencia; tipo II: estenosis del conducto hepático a menos de 2 cm de la convergencia; tipo III: estenosis hiliar que alcanza la convergencia, pero respeta su techo; tipo IV: lesión de la convergencia, que la interrumpe con estenosis de una o de las dos ramas biliares; tipo V: estenosis del conducto colédoco en caso de bifurcación escalonada, que aísla un sector biliar independiente.

   Se distinguen las estenosis simples (estrechamiento más o menos completo de las vías biliares extrahepáticas, sin litiasis ni hepatopatía subyacente) de las complejas, que o bien afectan a varios conductos intrahepáticos o bien presentan complicaciones como litiasis o problemas vasculares (isquemia, hipertensión portal).
Estenosis «simples».
En la actualidad, hay que decantarse por una reparación biliar quirúrgica o por un tratamiento mediante dilatación y prótesis por vía endoscópica o percutánea.
Tratamiento   endoscópico.   Hay   que   recordar   que   suele   tratarse   de   procedimientos   múltiples, escalonados a lo largo de varios meses.
Las contraindicaciones para el tratamiento endoscópico son:
la sección completa de la vía biliar (tipo IV);
la  inaccesibilidad  de  la  papila  (antecedente  de  gastrectomía,  anastomosis  hepatoyeyunal  ya realizada).
              Las indicaciones subóptimas del tratamiento endoscópico son:
las estenosis altas de tipo III y IV de Bismuth;
las estenosis largas y completas (Figura 22);
las estenosis asociadas a una litiasis proximal.
              Las indicaciones idóneas del tratamiento endoscópico son:
los pacientes con enfermedades concurrentes graves en quienes la cirugía es más peligrosa;
las estenosis bastante cortas que afectan al pedículo, de los tipos I y II de Bismuth (Figura 23);
○como primera elección en las estenosis incompletas.


Figura 22: Resonancia magnética biliar: estenosis larga y anfractuosa. Fracaso del acceso endoscópico.


Figura 23: Tratamiento endoscópico de una estenosis del conducto colédoco.
A.             Opacificación de las vías biliares superiores mediante la colangiografía transhepática y del colédoco mediante cateterismo retrógrado. Después, se pasa un fiador transestenótico primero en sentido descendente y luego ascendente (técnica «del encuentro»).
B.            Dilatación con balón.
C.            Control del diámetro obtenido.
 D.            Colocación de tres prótesis contiguas, saliendo por la papila para mantener la dilatación, durante 1 año.

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