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La reparación de hernias de la pared abdominal y de la región inguinal ocupa uno de los primeros lugares de la cirugía electiva en todo el mundo, y la mayoría de las veces es ejecutada por cirujanos generales. Hay que tomar en cuenta que la enfermedad herniaria es una patología sistémica que afecta no sólo la pared abdominal y la región inguinal, sino toda la economía corporal, debido a defectos del tejido conectivo, principalmente del colágeno, que es una de las proteínas más abundantes del cuerpo y puede estar alterado por diversos factores de tipo genético, bioquímico, metabólico y ambiental, así como por el estilo de vida de los pacientes (herniosis). (Lars, 2006. Bendavid, 2004) Es por ello que siempre deben utilizarse injertos protésicos de malla para su reparación y evitar así la alta incidencia de recidivas al utilizar los tejidos propios del paciente, cuya composición y fisiología están evidentemente alterados. Sin embargo, en el pasado, e incluso hoy en día, se le restó importancia al aspecto socioeconómico de este tipo de cirugías. (Rutkow, 1998)
En México la
incidencia y prevalencia de las hernias en todas sus modalidades aún no
está bien definida, pero se calcula que hasta 20% de la población mundial
desarrollará algún defecto herniario en algún momento de su vida. Para calcular
el costo del tratamiento de las hernias a corto y largo plazos es necesario
tomar en cuenta numerosos factores; sin embargo, actualmente el factor
principal es el método utilizado para la reparación, es decir, el empleo de los
métodos convencionales con suturas y tensión sobre las estructuras musculo
aponeuróticas o el empleo de técnicas sin tensión mediante implantes de
material protésico. Se sabe que la tensión sobre las líneas de sutura, sumada a
los desórdenes metabólicos del tejido colágeno tanto en su producción como en
su degradación, (Read, 1998) son
los factores principales que originan los altos índices de recidivas, los altos
costos hospitalarios, los tiempos prolongados de incapacidad y el incremento en
el riesgo de complicaciones por reoperar en zonas anatómicas deformadas por la
fibrosis ocasionada por una intervención quirúrgica previa. La solución a estos
problemas llegó con el advenimiento de los materiales protésicos y con el
empleo de las hernioplastias libres de tensión, lo cual logró abatir las tasas
de recurrencia y el costo de hospitalización al manejar a los pacientes como
ambulatorios; asimismo, se redujo en gran medida el tiempo de incapacidad
laboral y se mejoró notablemente el costo--beneficio--efectividad y la calidad
de vida de los pacientes.
Toda la historia moderna de la cirugía está fuertemente influida por la evolución
de la tecnología. Eso es particularmente indudable para el tratamiento quirúrgico de la hernia inguinal, que ha sido completamente revolucionado por la
introducción y por la
utilización cada vez más difundida de
las prótesis.
Gracias a estas, el defecto herniario
no se corrige más con técnicas anatómicas, como la de Bassini,
que contemplan suturas
con tensión, sino que se soluciona con una verdadera
«sustitución» de la pared. De aquí la exigencia de mejorar los conocimientos en el campo de
los biomateriales, que componen las prótesis más
comúnmente usadas en la cirugía de la
hernia.
La «Biomaterial Consensus Conference», en 1983, ha llegado a un acuerdo en la definición de biomaterial como la sustancia o combinación de sustancias, utilizable sola o bien en combinación y durante
un lapso de tiempo variable que puede tratar, aumentar o sustituir
una función del cuerpo. Se pueden, por lo tanto, definir
como biomateriales todas
las materias primas localizables en el mercado como metales y aleaciones, cerámicas, derivados del carbono,
polímeros y tejidos
biológicos, que se han utilizado y todavía
se utilizan en los tratamientos quirúrgicos. Solo algunos de estos constituyen los componentes de las prótesis
usadas hoy en la cirugía de
la hernia inguinal.
Tabla I. Materiales
protésicos para la reparación
de
los defectos de la pared abdominal
Materiales Biológicos
|
Piel
Aponeurosis Musculo
|
Auto/alo/xenoinjertos
Auto/ alo / xenoinjertos
m. grácil pedunculado Vaina
m. recto pedunculado
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Materiales sintéticos.
|
Metales y Aleaciones
Polímeros
|
Acero, titanio y aleaciones de cobalto, carbono.
Polietileno polipropileno* politetrafluoretileno* ácido polivinílico poliacetato poliamida, polietileno tereftalato* ácido poliglicólico* ácido
poliláctico poliglactina*
|
Referencias Históricas
La primera utilización de los «materiales protésicos» en la cirugía de la hernia inguinal podría remontarse al 25 a.d.C.-50
d.d.C. con el uso de tiras de gasa de celulosa, antes sumergidas en vinagre
y después colocadas
profundamente en la incisión
de la hernia, para estimular la formación de un tejido
cicatricial que constituya un sistema de contención para la hernia.
En los siglos siguientes en cambio, se asiste a tentativa
de reparación directa del defecto herniario que culmina, al final
de 1800,
con el tratamiento «racional» anatómico de Bassini
Cinco años después que se conociera el trabajo pionero de Bassini en Padua, la preocupación de que la tensión condujera a la recurrencia. Halsted introdujo las incisiones de descarga y Phelps (1894) reforzó
el piso inguinal
con alambre de plata.
McArthur (1901) suturaba el triángulo inguinal con una banda pediculada de aponeurosis del oblicuo externo.
Debido a la dificultad para obtener material suficiente, Kirschner, seguido por Callie y LeMesurier, en Canadá,
traían injertos de fascia lata, pediculados o libres,
desde el muslo. Debido a que la plata se rompía con el movimiento y predisponía a la formación
de fístulas,
Burke (1940) comenzó a utilizar el tantalio,
finalmente con el mismo resultado.
Babcock (1952) trató con acero inoxidable, pero su rigidez
provocaba malestar en el
paciente.
La investigación de un material
«ideal» capaz,
como teorizó Billroth, de remplazar
las estructuras tendinosas y aponeuróticas,
comienza en los primeros
años de 1900 en Alemania. Las
primeras tentativas preveían la utilización de prótesis metálicas de filigrana de plata que, con numerosas
variaciones estructurales y técnicas,
se han utilizado
hasta alrededor del 1950 y se han abandonado por las complicaciones
tardías, debidas a la rigidez
y a la fragmentación de la
misma prótesis.
Los estudios
de Burke y de Koontz en los años 40 introducen la utilización de una nueva prótesis
metálica, la malla de
tantalio, un metal dúctil y maleable que se puede
trefilar y luego tejer.
En el mismo periodo, partiendo de la relaboración de una idea de Goepel de 1928, Haas y Ritter describen una malla altamente flexible de anillas de acero inoxidable. Las prótesis de tantalio
y de acero inoxidable se han usado profusamente en la cirugía
de la hernia inguinal;
sin embargo, progresivamente se han abandonado por la elevada
frecuencia de fragmentación y por la excesiva reacción
fibroblástica inducida.
Un sector importante de investigación concierne a la utilización de tejidos biológicos, como autoinjertos de aponeurosis del músculo
oblicuo externo, de aponeurosis femoral, de dermis.
A las indudables ventajas de estos materiales, en términos de biocompatibilidad, se oponen numerosos
aspectos negativos, entre los cuales destacan
la larga duración
de la intervención quirúrgica, el mayor malestar
postoperatorio, la elevada
incidencia de complicaciones quirúrgicas y, en particular, para los injertos
dérmicos, el alto riesgo
de carcinoma epidermoide, que han reducido
considerablemente la utilización y la difusión de estas
técnicas.
Desde 1950, se asiste al desarrollo progresivo de la investigación y de la experimentación relativa de los
polímeros orgánicos sintéticos
derivados de la industria petroquímica.
Acquaviva y Bourret (1948) comenzaron a utilizar prótesis plásticas (el avance industrial más importante del siglo XX), como el nailon.
Se probaron otros materiales como Dacron@, fibra de vidrio, Mylar@, Orlon@, teflón, Fortisan, Vinyon, Ivalon y el carbón flexible.
Sin embargo, casi todos, en presencia
de infección se comportaban como cuerpos extraños que provocaban la formación
de abscesos. El Mersilene (poliéster de Dacron) se comenzó a usar en la década de 1950, pero fue Usher quien realizó el sueño de Billroth (1878): "Si pudiésemos crear tejidos artificiales con la densidad
y la firmeza de la fascia y el tendón,
el secreto de la cura radical
de la hernia se habría descubierto." Usher preconizó la colocación
de esta prótesis
(polietileno, polipropileno [Marlex@) mediante un abordaje anterior de la ingle y publicó 20 trabajos (1958-1963). Reemplazaba el refuerzo
por aposición de los planos por injertos que actuaban como refuerzos y no mostraban
tensión. Se describió el reemplazo
pre peritoneal anterior del piso de fascia transversalis
del conducto
inguinal en hernias
grandes, primarias,
directas o recurrentes
(usando el
abordaje 1876
de Annadale).
"El
implante subaponeurótico
en
la
hernia brinda
un tipo
nuevo y mecánicamente bueno de reconstrucción
sin tensión y sin
la necesidad de incisiones de descarga.
Entre los numerosos
materiales a disposición en el mercado (nailon, dacrón, orlón, teflón, etc.), se han impuesto
en particular el polipropileno y el e-PTFE. El primero, sintetizado por Natta, premio Nobel italiano, e introducido en el mercado en 1958 por Usher con la denominación de Polipropileno® 50, todavía
representa uno de los materiales protésicos más usados para la reparación de la hernia y del laparocele. También para el e-PTFE, derivado
del teflón a través de un procedimiento desarrollado en 1963 en Japón y ulteriormente perfeccionado por Gore en 1975 en los
Estados Unidos, existen
múltiples indicaciones
específicamente vinculadas a sus
características físicas y estructurales.
El Marlex pasó a ser el estándar
comparativo de las prótesis nuevas como la de politetrafluoroetileno expandido (PTFE) (1975). Usher no intentó cerrar el defecto
en sí, deslizaba
la prótesis bajo los tejidos circundantes en lugar de suturarla
a los márgenes. Estableció que (1959): "El
uso de la malla como un soporte intraabdominal es más fisiológico que la técnica
convencional de aposición, ya que la prótesis está en una posición de mayor ventaja
mecánica, comparable al principio
de la cámara
de la cubierta
de un automóvil. Otro concepto de valor documentado por Usher fue el uso de no cortar las prótesis inguinales sino aponerlas con puntos a los lados del anillo interno
para permitir una amplia oblicuidad pre peritoneal del cordón espermático. "Más que cortar la malla preferimos suturar sus bordes bien lateral al borde curvo del músculo oblicuo interno, para brindar una plataforma para que el cordón descanse
y preservar así la oblicuidad
normal del anillo interno" (1964).
Uno de los atributos más importantes del Marlex es la resistencia a la infección; por primera vez (1959) Usher
logró que
una prótesis
infectada curara in situ
luego de
un drenaje
abierto. Como
muchos
innovadores, Usher necesitó
que otros investigadores confirmaran sus ideas. Durante la década siguiente, Ponka, Shockett,
Collier, Criswald y otros agrandaron
la serie de User de 183 reparaciones
inguinales (1962) y comenzaron
a colocar prótesis en todas
las reparaciones de hernias. Después, Rives, Stoppa, Flament, Neuman, Lichtenstein, Cilbert, Fitzgibbons y otros consolidaron estas técnicas.
En 1989, Peacock inauguró una
nueva era: "El
concepto basado en la biología
moderna para
la reparación de la
hernia inguinal adquirida
durante la vida adulta es aplicar un parche, evitar la tensión
y usar anestesia local, de
manera que el resultado
pueda comprobarse durante la operación". El patrón de oro es la reparación con malla de Marlex sin tensión de Lichtenstein, a ambos lados del triángulo
inguinal, entre el arco del transverso por encima
y el ligamento inguinal por debajo.
La disección alta del proceso vaginal se hace si se corta la prótesis y se apone
alrededor del anillo interno.
Un interesante campo de aplicación futuro se abre por las posibilidades de empleo de prótesis compuestas
de fibras de carbono, biomaterial disponible desde 1980, pero
limitado a la utilización solo experimental por una supuesta potencialidad
carcinogenética.
El uso cada vez más aceptado
de los biomateriales en cirugía ha estimulado una investigación científica multidisciplinar, que desarrolla la máxima integración entre disciplinas y competencias diversas, como la medicina,
la cirugía,
la biología molecular, la química,
la física y la
bioingeniería. El rápido desarrollo tecnológico y terapéutico de la utilización de las prótesis
en la cirugía de la hernia inguinal, ha
sido paralelo al adelanto
de los conocimientos relativos a las posibles interacciones recíprocas
entre biomaterial y huésped.
Tapones
Al comienzo del siglo XIX, Cerdy (1797-1856), un cirujano francés, taponó el anillo inguinal
externo con piel del escroto invertida, sostenida con puntos. Wurtzer (1789-1858) lo cerró con un tapón rígido. MacEwen (1848-1924), de Clasgow, suturó un tapón de proceso
vaginal al anillo inguinal
interno con una aguja Reverdin.
Sin embargo, Bassini demostró en una autopsia que los sacos herniarios se reabsorben.
Kelly (1898) insertó una bolita de ágata dentro del anillo femoral para reparar la hernia y Cheade (1921) empleó vena safena. Luego, el concepto de
taponamiento se abandonó hasta el comienzo
de la década de
1960, cuando Neuman lo rescató usando Marlex en el conducto
femoral. Su procedimiento fue adoptado
por Lichtenstein.
Gilbert (1992)
insertó un paraguas protésico
dentro del anillo interno. Al año siguiente, Rutkow y Robbins
unieron su tapón con un parche de Lichtenstein no suturado. Este uso innovador de las prótesis
plásticas aplicado en la cirugía del paciente ambulatorio con una
morbilidad mínima fue un avance
importante en la
herniología.
Fisiología de la malla.
Es notorio que, de hecho, cualquier
cuerpo extraño puesto en un ambiente biológico provoca una serie compleja de reacciones de intensidad variable hasta el rechazo,
que condiciona la posterior
permanencia. La capacidad de producir
reacciones «mínimas» por parte del huésped
podrá, por lo tanto, establecer correctamente el material
protésico «ideal».
La biocompatibilidad examina la capacidad de que un material interaccione adecuadamente con el huésped. Los factores en condición de influirla
pueden derivar, por lo tanto, de características inherentes al biomaterial o al huésped.
Por lo que respecta a las
primeras, es necesario evaluar principalmente la toxicidad local y
sistémica, la antigenicidad y la carcinogenicidad. La acción del organismo
contra el biomaterial, en cambio,
se mide por medio de la degradación física y química,
de la resistencia a las infecciones y de los fenómenos de superficie del biomaterial. La biocompatibilidad puede evaluarse con métodos
de estudio in vitro y/o in vivo.
Los últimos
desarrollados en animales
de laboratorio presentan
la mayor contribución a los conocimientos de las prótesis, mediante observaciones histológicas con microscopia óptica y electrónica y la ejecución
de pruebas mecánicas y de análisis de
superficie.
Las pruebas
mecánicas miden las características físicas del biomaterial a examen como la resistencia a la tensión,
el coeficiente de tensión, la carga de rotura y la carga de compresión,
tanto en condiciones basales
como después de la
corrosión, deterioro o implantación.
El análisis de superficie comprende una serie de pruebas altamente específicas, que van de la espectroscopia de superficie al estudio
del potencial eléctrico
de superficie que permiten
el análisis de calidad del material.
La respuesta
biológica de los tejidos a la implantación de una prótesis sigue las etapas del proceso inflamatorio y se
subdivide en fases diferentes.
En las primeras
24-48 horas después de la intervención, se asiste a una reacción
inflamatoria aguda debida
principalmente al acto
quirúrgico que, en presencia de una prótesis, en
vez de apagarse gradualmente
durante los días siguientes tiende a persistir rodeando la sede de la implantación.
La necrosis
de las células
que circundan la prótesis
y la degranulación de las mastocélulas llevan a un estadio
posterior caracterizado por una subida de la permeabilidad basal. Durante esta fase de vasodilatación, se asiste a la progresiva formación de una red de capilares
neoformados y, consecuencia de la liberación de factores quimiotácticos, a la llegada de
leucocitos polimorfonucleados. Tal población, que contribuye al deterioro
del material extraño
presente a través
de la secreción de lisozima y otros enzimas
hidrolíticos, desaparece en general dentro de 4-6 días, pero, en presencia
de una infección o de una prótesis,
tiende a permanecer y la inflamación evoluciona hacia
una
fase crónica.
En el periodo
inmediatamente posterior llegan los macrófagos, cuyo número
está en relación con la reactividad del organismo
estimulada por el biomaterial implantado. También los linfocitos están presentes en cantidad
modesta y durante
un lapso de tiempo limitado. Su persistencia puede ser índice de la
activación de una respuesta inmunitaria.
La observación de células
gigantes que derivan de la fusión de macrófagos y monocitos, es señal de la evolución
del proceso inflamatorio de forma crónica
granulomatosa.
En presencia de materiales biodegradables, las células gigantes se consumen al mismo tiempo que el material. Si este es, al contrario, poco biodegradable, el fenómeno
tiende a cronificarse y se une a la creación de una nueva red vascular con la activación de los fibroblastos y deposición de colágeno (tejido de granulación). El comportamiento de los tejidos
en el área que circunda el implante
de un biomaterial depende de factores
propios de la prótesis, como la inercia química, las dimensiones, la geometría
y las características de la
superficie.
Se ha observado, por ejemplo, que en el área de los puntos en los ángulos de la malla se manifiesta
una reacción fibroblástica más intensa que no alrededor de otros segmentos. Se deduce de ello que cuanto más redondeadas son las orillas de una prótesis,
más homogénea es la fibrosis consecuente a la implantación. También la sede anatómica en que se coloca la prótesis
puede condicionar la reacción
del huésped.
La intensidad
de la reacción
fibroblástica está en relación
con la porosidad del material
protésico: las mallas de material
poroso estimulan una reacción más pronunciada con respecto a aquellas no porosas. En particular, se ha observado que, para conseguir una rápida proliferación del tejido
conectivo vascularizado, los poros tienen que presentar
un diámetro comprendido entre 50-200 micras. La porosidad de una prótesis no condiciona solo la penetración del material
protésico, sino también la incidencia de la infección quirúrgica. Esta es causa de la penetración de las bacterias por los poros y por los intersticios de
las fibras que componen
la malla, y de su anidación.
Cuando los poros son inferiores a 10 micras, los
granulocitos y los macrófagos que
superan tal dimensión
no pueden neutralizar y destruir las bacterias. Los poros más
anchos previenen, por lo tanto, el crecimiento de las bacterias
y, al mismo tiempo, permiten una rápida fibroplasia y angiogénesis con ulterior
incremento del sistema
de defensa en la infección.
Recordar tamaño de bacterias
es de 1m y
el de los macrofagos de 10m. Si se usa una microporosa las bacterias se anidan pero los macrofagos no pueden llegar por lo tanto una infección. El tamaño de fibroblastos
necesarios para el crecimiento de tejido
es de 75m aproximadamente.
Peso de la malla
De acuerdo con su peso, las mallas pueden ser pesadas (cuando
pesan entre 46 y 100 g/m2), ligeras (cuando su peso es de 29 a 45 g/m2) y
ultraligeras cuando su peso es de 28 g/m2 o menos.
Prótesis pesadas
Las mallas tradicionales tienen un peso estructural que ronda los
100 g de polipropileno por metro cuadrado (por ejemplo, la malla ProleneR, de
Ethicon, tiene un peso estructural de 108 g/m2).
Un trenzado cuadriculado “convencional” de una malla de
polipropileno con hilos de aproximadamente 0.8 mm de diámetro espaciados
alrededor de 0.8 mm tiene entre 64 y 81 “entrecruzamientos” por centímetro cuadrado.
Dichos entrecruzamientos son denominados usualmente como “poros”. Ahora bien,
el trenzado usual de las mallas de polipropileno no está confeccionado con
cruces o cuadrados, sino con un “tejido de punto”, como el de los bordados, que
aunque tiene el mismo número de poros y más o menos el mismo grosor de fibras,
tiene más metros lineales de polipropileno, con un peso promedio de 108.5 g/m2.
Las mallas con este tipo de trenzado se denominan “mallas pesadas”.
Prótesis ligeras
Puesto que el polipropileno genera una gran respuesta inflamatoria
con depósito de polimorfonucleares, fibroblastos y macrófagos, y esta respuesta
se mantiene durante largos periodos de tiempo se consideró que la cantidad excesiva
de polipropileno en las mallas tiene una relación directa con los efectos
secundarios reportados, por lo que surgieron mallas con 50% o menos contenido de
polipropileno que las mallas “convencionales”. El primer método para reducir la
cantidad de polipropileno por metro cuadrado de tejido consistió en cambiar la estructura
del trenzado; la confección de mallas con poros más grandes logró reducir la
densidad de polipropileno por metro cuadrado. Los nuevos trenzados tienen poros
de 3 a 5 mm de diámetro, por lo que se logró reducir el índice de encogimiento
de 13 a 10%. El límite en la reducción del peso de polipropileno por este
método es de 50 g/m2, ya que una malla con un trenzado más espaciado tiene una
maleabilidad inaceptable.
El otro método utilizado para lograr una disminución aún mayor de
la concentración de polipropileno consiste en trenzar el polipropileno con un
material biodegradable que le proporcione soporte estructural a la malla. Una
alternativa reciente para lograr una reducción importante en la concentración
de polipropileno sin perder maleabilidad y sin adicionar materiales
biodegradables en la estructura de la malla consiste en la incorporación de
metales altamente biocompatibles en la estructura molecular del polipropileno.
En 1997, Amid, según el diámetro
de los poros y de los intersticios, calculados en las tres dimensiones, propuso una clasificación de las prótesis
en 4 tipos, de los cuales los tres primeros
se utilizan en cirugía
herniaria.
Tabla II Clasificación de las prótesis
sintéticas (Según
Amid)
Tipo I
|
Prótesis totalmente
macroporosas (poros>75 micras).
|
Mallas de polipropileno
monofilamento
|
Tipo II
|
Prótesis totalmente
macroporosas (poros <10 micras)
por lo menos
en 1 de las 3 dimensiones.
|
Mallas de e-PTFE
|
Tipo III
|
Prótesis macroporosas
con
componentes multifilamento o microporosas
|
Mallas de poliéster
Mallas de polipropileno monofilamento
Mallas de e-PTFE
perforado
|
Tipo IV
|
Prótesis con
poros submicras
|
Se puede evitar la
infección usando prótesis de tipo III y, sobre todo, de tipo I, que favorecen también
la
mejor incorporación hística.
También las modificaciones estructurales que una prótesis
sufre con el tiempo, constituyen
importantes parámetros de estudio,
por otra parte todavía no bien examinados.
Se ha verificado, por ejemplo, que el polipropileno sufre con los años una coartación que, según su complexión,
puede alcanzar el 75%.
La investigación en
el campo
de la ingeniería química y
textil ha puesto al alcance de la mano numerosos materiales y diferentes prótesis con características profundamente diversas, tanto por lo que respecta a los parámetros físicos y mecánicos
como a los resultados de los estudios histológicos. En cuanto
a las características intrínsecas de las prótesis,
hay muchas variedades de mallas que se diferencian por su estructura, componentes químicos,
morfología y resistencia mecánica.
En el comercio hay prótesis de materiales químicos diferentes y cada una muestra
una diversa elaboración de malla, trenzada
o no, en mono o plurifilamento, con diferente orientación de las fibras,
con diversa porosidad, diferente espesor, con superficie lisa o arrugada,
con orillas redondeadas o no, etc. La gran
variabilidad deriva de la aspiración de obtener
una prótesis «ideal»
constituida, ante todo, de un biomaterial
«ideal», así como señaló Cumberland y Scales y
posteriormente de Hamer-Hodges y Scott.
Tabla Características del biomaterial «ideal» (Según Cumberland y Scales)
•
No tiene que modificarse
con los fluidos hísticos.
|
•
Tiene
que ser químicamente inerte.
|
•
No tiene que provocar
reacciones inflamatorias o por cuerpo extraño.
|
• No tiene que
ser carcinogenético.
|
• No tiene que
provocar alergias o hipersensibilidad.
|
• Tiene que
resistir a las deformaciones
mecánicas.
|
• Tiene que fabricarse en la forma requerida.
|
• Tiene que ser esterilizable.
|
Para la cirugía
herniaria hay también
que introducir el concepto
de prótesis idonea, es decir,
una prótesis que, superados los requisitos requeridos a un biomaterial, sea adecuada para la técnica
quirúrgica escogida.
Eso es particularmente significativo no solo en la cirugía de las hernias incisionales (laparoceles), sino que también se adapta a la cirugía
de la hernia inguinal, para la cual algunas propiedades físicas, como, el espesor o la flexibilidad, pueden constituir, a su vez, una ventaja o un inconveniente para la ejecución
de una establecida técnica quirúrgica.
A tal propósito, Bendavid introduce ulteriores requisitos para la prótesis
«ideal», como la flexibilidad, la manejabilidad, la resistencia a las infecciones y, si infecta,
la posibilidad
de un tratamiento local, así
como, el bajo precio.
El mercado de las prótesis,
en la actualidad está en continua expansión. Por parte de la industria, se señala,
de hecho, el continuo
perfeccionamiento de las propiedades de las prótesis.
Tabla Propiedades de las prótesis sintéticas
•
Elasticidad multidireccional.
|
•
Flexibilidad.
|
•
Memoria.
|
•
Adaptabilidad.
|
•
Porosidad (amplitud de los
poros).
|
•
Visibilidad de las estructuras subyacentes.
|
•
Características de las orillas no cortadas.
|
•
Aspereza de la superficie.
|
•
Respuesta al corte (deshilachamiento, desgarro, deformación.
|
•
Respuesta a la sutura (penetración de la
aguja, retención a la sutura).
|
Al cirujano se le plantea no solo un problema
de elección para optimizar
los resultados de la hernioplastia (menor incidencia de recidiva, mejor confort para el paciente), sino también el del conocimiento de los numerosos productos
disponibles
Tabla Prótesis sintéticas
Prótesis no reabsorbibles Poliéster, Polípropileno, Politetrafluoretileno expandido (e-PTFE) |
Prótesis reabsorbibles
Ácido poliglicólico, Poliglactina 910
|
Prótesis compuestas |
El estudio de las características de las prótesis llega a ser así la premisa para un correcto empleo. La estructura química del biomaterial, el tipo de textura y las características del hilado
condicionan, en realidad, las
propiedades mecánicas y la biocompatibilidad de la
prótesis.
Prótesis no reabsorbibles.
Poliéster (Dacrón)
El dacrón es un biomaterial enteramente constituido por poliéster, derivado del glicoetileno y del ácido tereftálico. Se utilizó por primera vez en Estados Unidos en 1954 como prótesis en cirugía vascular y posteriormente la introdujo en 1967 en Europa (Francia) Rives para la cirugía de reparación de los defectos de la pared abdominal.
Las prótesis
de dacrón para la cirugía
de la hernia se comercializan con denominaciones diferentes (Mersilene®, Ethicon; Ercylene ®, Ercelab; Ligalene®, Braun; Lars® Mesh, Meadox). En general, todas se componen de finísimos
filamentos de fibras de poliéster trenzadas con un procedimiento mecánico de alta precisión
y cuyos
nudos se termo-sueldan para
evitar deshilachamientos en el corte.
La malla que resulta
aparece fina, ligera, blanda, flexible, levemente elástica y dotada
de elevada resistencia a la tensión.
La falta de memoria plástica la hace
adaptable a las diferentes
situaciones anatómicas e idóneas, por lo tanto, a intervenciones como las hernioplastias de Rives, Stoppa y Wantz. La acentuada
aspereza de la superficie simplifica el anclaje
a los tejidos. La estructura macroporosa estimula una vivaz reacción fibroblástica y una rápida formación de una cápsula
periprotésica.
El dacrón es un
biomaterial no reabsorbible que ofrece
una tolerancia biológica
excelente y una moderada respuesta inflamatoria, pero, en contacto con las vísceras,
la intensa reacción fibroblástica puede dar lugar a extensas y tenaces
adherencias que pueden complicarse con oclusiones y/o fístulas intestinales, características de menor relevancia para la cirugía
de la hernia inguinal, pero de gran importancia para la cirugía
del laparocele.
La resistencia a las infecciones resulta, por lo menos, desde el punto de vista teórico,
inferior a la de las prótesis
monofilamento, puesto que los intersticios de las fibras de poliéster
permiten la anidación
de las bacterias; para sus pequeñas dimensiones, no consienten la entrada de los macrófagos (prótesis de tipo III, según Amid). En caso de infecciones, sin embargo, no es necesario generalmente remover la prótesis,
si se establece oportunamente un tratamiento adecuado. De polietileno tereftalato se constituye una prótesis de poliéster trenzado multifilamento (Parietex®, Sofradim), abastecida en textura bi o tridimensional, impregnada o menos de
colágeno bovino purificado, que simplifica la incorporación tisular, y con diferente
grado de memoria, según el uso para que se propone
(p. ej. hernioplastia laparoscópica).
El proceso de fluoripasivación del poliéster
ha llevado, en cambio, a la creación
de una nueva prótesis
(Fluorosmesh®, Sulzer Vascutek) que combina las propiedades biomecánicas del tejido poliéster
con la inercia y la
biocompatibilidad del tetrafluoretileno.
La prótesis demuestra una buena resistencia a la infección, provoca una reacción
inflamatoria aguda moderada seguida de una leve reacción crónica con angiogénesis y fibroplasia. La malla se comercializa también impregnada de gelatina que facilita
el enlace con
los antibióticos.
Polipropileno
En 1958, Usher introdujo la primera prótesis de polipropileno, un polímero sintético derivado del polietileno que, con respecto
a los otros materiales en uso en aquel tiempo (mallas metálicas, materiales sintéticos como nailon, orlón, teflón), presentaba indudables ventajas, como la elevada
resistencia a la tensión, la tolerancia a las infecciones y a muchas sustancias químicas, la posibilidad de esterilizarse, la facilidad
de empleo y el confort
para el paciente.
Desde entonces el polipropileno ha llegado a ser el material
más utilizado para la reparación de los defectos
de la pared abdominal, y en particular, para el tratamiento de la hernia inguinal.
El polipropileno monofilamento (el plurifilamento no se utiliza más) está a disposición en el mercado
bajo denominaciones comerciales diversas que se diferencian principalmente por el tipo de trenzado y las dimensiones de los poros. El tejido se realiza con una malla mediante
un procedimiento mecánico de alta precisión.
El tipo de trenzado
confiere a la malla sus características mecánicas: peso, rigidez, memoria plástica, flexibilidad,
elasticidad bidimensional, aspereza
de la superficie (efecto Velcro®), diámetro de los poros. Todas las prótesis de polipropileno comparten, además, algunas características, como la elevada resistencia a la tensión, el estímulo
a una rápida reacción
fibroblástica intra y peri-protésica, la inercia por
las infecciones (prótesis
de tipo I, según Amid).
La formación
de
tejido cicatricial
denso, inducida
por la reacción
fibroblástica, desaconseja, sin embargo, la utilización, de
las mallas
de poliéster en contacto con las estructuras intraperitoneales, por el elevado riesgo de formación
de adherencias con posible
evolución a erosiones
y fístulas intestinales. El uso creciente del polipropileno en la cirugía
de la hernia inguinal
ha generado, durante los últimos años,
la proliferación, por parte de la
industria, de productos más
numerosos y diferenciados.
A las prótesis simples de diferentes dimensiones, de las cuales se puede conseguir la forma deseada
(handmade mesh/plug), se han aunado
dispositivos preperfilados (preshaped mesh/plug) de utilización más sencilla y rápida,
que corresponden además a las normativas de esterilidad y de fabricación según la normativa
de la CEE 93/42 (14-06-93). Algunas de estas se equipan
como «kit» para una hernioplastia plug and patch (Perfix®, Bard; Hernia Mate Plug System, USSC; Premilene® Mesh-Plug, Braun-Dexon; Self-forming Plug, Atrium Origin ®), otras se identifican con nuevas técnicas quirúrgicas (PHS®,
Ethicon; PAD®, Ethicon).
También la hernioplastia laparoscópica da preferencia a las prótesis de polipropileno, utilizando su memoria plástica, que facilita la manipulación vídeoasistida. Con esta finalidad, la industria
ha ideado algunos productos específicos, como los introductores (Endoroll®, Ethicon) y las mallas preperfiladas, anatómicas, que
se adaptan más fácilmente a la pared abdominal (Mesh 3P, Bard; Parietene®, Sofradim) o que admiten
una mayor visibilidad de las
estructuras subyacentes (Visilex,
Bard).
1993
|
1994
|
1995
|
1996
|
1997
|
1998
|
1999
|
|
Bard® Davol
|
Polipropileno, Mesh Preshaped Patch Mesh Dart Perfix
Plug
|
Spermatex®
|
|||||
Ethicon
|
Prolene Mesh
|
Preshaped
Patch
|
PHS
|
PAD
|
|||
Autosuture,
USSC
|
Surgipro Mesh
multifilamento
|
Surgipro Mesh
monofilamento
|
HerniaMate®
Plug System
|
||||
Meadox®
|
Trelex Mesh Preshaped Patch
|
||||||
Atrium/Origin®
|
Mesh
|
Self-forming
Plug/preshaped Patch
|
|||||
Surgical Sense
|
Kugel Hernia Mesh
|
||||||
Kendall,
Davis & Geck
|
Surgilene Mesh
|
||||||
Herniamesh®
|
Hermesh Plug
Hertra T1-T3
|
Plug T4-T5
|
|||||
HCT
|
Trelex®
Mesh (Preshaped) Altex® Plug
|
||||||
Angiologica
|
RepolAngimesh
Repol Plug
|
||||||
Aspide
|
SurgiMesh®
Preshaped Patch
|
||||||
Braun Dexon®
|
Premilene
Mesh-Plug
|
||||||
ErgonSutramed
(Ciba-Geigy)
|
Ergomesh
|
||||||
Sofradim
|
Parietene
Preshaped Patch
|
Politetrafluoretileno Expandido (e-PTFE)
El politetrafluoretileno expandido (e-PTFE) es un polímero sintético derivado del teflón
a través de un procedimiento descubierto en 1963 en Japón, y ulteriormente redefinido durante los años 70 por Gore en los Estados Unidos. El e-PTFE se ha utilizado inicialmente para la producción de prótesis
vasculares. Desde 1983, se emplea como Gore-Tex® Soft Tissue Patch (STP) para la reparación de los defectos de la pared abdominal. El PTFE expandido es uno de los biomateriales más inertes y biocompatibles entre los actualmente disponibles. No se absorbe,
no provoca alergias, provoca una respuesta inflamatoria mínima, no se altera con la acción
de los enzimas hísticos y no está sujeto a modificaciones por la presencia
de infecciones.
Químicamente el Gore-Tex® STP está constituido por una estructura de sustentación de átomos de carbono,
combinados de manera estable con grupos fluoruro. La fuerza
de estos enlaces
hace al material extremadamente inerte respecto a los tejidos y, por lo tanto, biocompatible. A primera vista, el Gore-Tex® STP muestra una superficie pareja y uniforme.
Su estructura, en realidad, es microporosa, de tipo trabecular, formada por micronudos de e-PTFE
unidos entre ellos tridimensionalmente por microfibrillas de largo no inferior a 17 micras.
Los microporos tienen un diámetro
de 20 micras.
La estructura microporosa multidireccional permite la penetración de fibroblastos y la formación de colágeno
en el interior de la malla.
La incorporación del Gore-Tex®
STP por parte de los tejidos
aparece, sin embargo, bastante lenta (3-4 semanas). Para eludir este inconveniente, considerado responsable de la formación
de eventuales seromas,
se ha desarrollado otra prótesis llamada Gore-Tex® Mycromesh. Esta última mantiene la estructura microporosa de nudos y fibrillas, pero presenta, por añadidura, macroporos del diámetro
de 0,8 micras, equidistantes entre ellos, que garantizan un rápido anclaje
y una más pronta incorporación de los tejidos.
Después de los 7 días de la implantación, Mycromesh aparece firmemente fijada a los tejidos con
mínima reacción de cuerpo
extraño y amplia vascularización.
Con relación a las pruebas mecánicas, tanto Gore-Tex® STP como Mycromesh resultan extremamente resistentes a la tracción
y con una elevada
retención a la sutura, similar a la del polipropileno monofilamento. Se pueden recortar y perfilar
las dos prótesis según las exigencias y se pueden reesterilizar al vapor o al óxido de etileno. Si se colocan
en contacto con las vísceras,
además, después de 2-4 semanas de la implantación, se revisten
de una capa de células mesoteliales, con el resultado de adherencias blandas y fácilmente disecables.
Otra característica de Gore-Tex® STP y de Mycromesh es la elevada
inercia biológica. Para que se pueda considerar biológicamente inerte, un biomaterial tiene que permitir el normal desarrollo de los procedimientos de reparación tisular. La complexión microporosa
del e-PTFE facilita, de hecho, la migración de los fibroblastos en el interior
de la
estructura trabecular y la formación de un tejido fibroso bien organizado, que se coloca horizontalmente a lo largo de la superficie de la prótesis
y se ahonda perpendicularmente por
los
microporos, con una
escasa reacción de cuerpo extraño.
En comercio hay también otra prótesis de e-PTFE, la Gore-Tex®
Dual Mesh Bio-material, estudiada para la reconstrucción de los tejidos
blandos (laparoceles y hernias
voluminosas) y para el tratamiento laparoscópico
de la hernia por vía intraperitoneal.
Su característica es que presenta dos superficies con aspecto
diferente: por un lado, una estructura ondulada, microporosa similar al STP, que garantiza
el anclaje a los tejidos; por el otro, una superficie lisa, con poros de dimensiones inferiores a 3 micras, para que se minimice
el arraigo tisular.
Los elementos técnicos
de Gore-Tex® Dual Mesh Biomaterial, por lo
demás, se sobreponen completamente a los de
las
otras prótesis de e-PTFE.
El comportamiento del e-PTFE frente a la contaminación bacteriana y a la infección
es argumento de controversia (Gore-Tex® Dual Mesh: prótesis de tipo II según Amid; Gore- Tex® Mycromesh: prótesis de tipo
III según Amid). A la afirmación de que, por su característica hidrofobicidad, el e-PTFE ralentizaría la penetración bacteriana, se contraponen motivaciones teóricas y resultados clínicos, que confirmarían la escasa posibilidad de penetración de los granulocitos neutrófilos con consecuente infección y su cronicidad. También está
a disposición una prótesis de e-PTFE,
en la cual se han agregado dos agentes antimicróbicos (diacetato de clorexhidrina y carbonato
de plata) para inhibir la colonización bacteriana de la prótesis hasta 10 días después
la implantación (Gore-Tex® Dual Mesh Plus).
Prótesis reabsorbibles
El principio de la utilización de las prótesis reabsorbibles para la cirugía de la hernia se fundamenta en una doble
presuposición: un refuerzo provisional
ofrecido de la prótesis
y,
simultáneamente, un estímulo para la activación de los fibroblastos con sucesiva deposición de tejido conectivo, al que se encomienda la tarea de
reforzar la cicatrización.
Las prótesis
se constituyen de un polímero
de los ésteres
del ácido poliglicólico (Dexon®, Davis &
Geck), o de un copolímero, derivado de la síntesis
de este último con el ácido láctico (poliglactina 910) (Vycril®,
Ethicon).
Las dos se presentan tejidas
con una textura trenzada
multifilamento. La malla de
Dexon ® es un tejido
de textura ancha, con un particular entretejido de la malla, definida
«a tricot», que realiza
una prótesis blanda,
flexible, extensible, modelable y biodegradable, que se reabsorbe gradualmente por hidrólisis dentro de los 90 días, con una progresiva reducción de la masa y de la resistencia a la tensión. La prótesis de Vycril ®, en cambio,
es
un tejido de
textura profusamente trenzada, flexible pero no elástico,
que comparte
con el Dexon® su propiedades físicas y de biodegradabilidad.
Sin embargo, los estudios histológicos han probado una insuficiente aposición de tejido fibroso
en la estructura de estas prótesis, antes
de la terminación de los procesos de reabsorción.
Por lo tanto, estas no se pueden utilizar para la hernioplastia prótesica. También su uso como protección de una plastia
anatómica (Bassini, Shouldice) o como refuerzo,
en forma de «almohadilla» (Vycril Kissen, Ethicon), de la
aponeurosis trasversalis, no ha presentado
ventajas en términos de recidiva.
La prótesis de Dexon® ha sido propuesta por
Dayton para la cirugía de reparación del laparocele, como alternativa temporal al polipropileno en presencia
de infecciones. El soporte
abastecido de la malla reabsorbible hasta la resolución del problema
séptico puede, en efecto,
aumentar las probabilidades de éxito de la prótesis
permanente. Las características de las prótesis
reabsorbibles, al fin, se pueden explotar favorablemente para la construcción de prótesis
mixtas (Vypro®, Ethicon), particularmente útiles
para la cirugía del laparocele.
Prótesis compuestas
La cirugía
del laparocele o eventración, en la actualidad, se acoge a prótesis que reúnen las propiedades de biomateriales capaces de inducir una buena integración tisular a las de biomateriales que evitan la formación
de adherencias, cuando se ponen en contacto con las vísceras.
Las prótesis compuestas se constituyen generalmente de
dos capas de materiales diferentes: la superior, destinada a incorporarse a la reacción
fibroblástica, está
representada por una malla de polipropileno o de poliéster; la inferior, dirigida al interior,
está formada por material reabsorbible (colágeno + poliéster, Composite®, Sofradim) o escasamente reactivo (e-PTFE + polipropileno, Composix®, Bard) (poliuretano
+ poliéster, HI-Tex®,
MARP-VK). Otras prótesis se han construido con mallas de biomateriales mixtos (polipropileno + poliglactina 910, Vypro®, Ethicon) (poliéster + TFE, Fluoromesh®, Sulzer Vascutek). Estas prótesis no están indicadas
para la cirugía de la hernia inguinal,
salvo para verificar sus posibles
aplicaciones en las técnicas quirúrgicas que prevén el contacto
de la malla con el tronco vascular iliacofemoral (Stoppa, Wantz). Recientemente se ha introducido en el mercado un «patch» preformado, compuesto (polipropileno + e-PTFE),
con el objetivo
de separar el funículo espermático, y en particular el deferente,
de
la reacción fibrosa (Spermatex®, Bard).
¿Cuál va a ser el futuro
de la cirugía protésica de la hernia inguinal?
¿Las mallas, constituidas de biomateriales cada vez mejores, van a alcanzar
al estándar de la prótesis
«ideal»? ¿También van a desarrollar una función
«farmacológica», como reservorio de analgésicos, de antibióticos, de moduladores del proceso
inflamatorio? ¿Se van a distribuir en el mercado en forma de dispositivos dispuestos
para
la utilización, a bajo precio?
Tabla Lo último
en materiales protésicos. 2012
Áspide medical
|
Surgimesh
|
Bard &
Davol
|
Sepramesh
|
B Braun
|
Omyra
|
Covidien
|
Permacol
|
Endomed ( Atrium)
|
C Qure
|
Insgthtra
|
Octomesh
Freedom inguinal
|
Johnson &
Johnson
|
Physiomesh
|
Principios
de hernioplastia
sin tensión
Rives, Stoppa y Lichtenstein concluyeron y publicaron
sus resultados a principios de la década de
1980, proporcionando los lineamientos para realizar el nuevo concepto de
hernioplastias libres de tensión (el término de “libre de tensión”, o tensión--free,
fue acuñado por I. Lichtenstein), que resumen los siguientes pasos:
1. Fijación rápida
y permanente
2. Capacidad de integrarse a los tejidos
3. Susceptible de infiltración de fibroblastos y estructuras vasculares de nueva formación
4. No forme
espacios muertos
5. No fragmentarse
ni degradarse
Lineamientos
1. Reforzar con tejido fuerte (malla).
2. Producir efecto de tapón y no de
parche con la malla.
3. Endurecer el peritoneo.
4. Redistribuir la presión intrabdominal (principio de Pascal).
5. No efectuar
cierre del defecto herniario.
1.
Reforzamiento con “tejido
fuerte”: Como no es conveniente
utilizar tejidos del paciente para ocluir y reforzar los defectos herniarios,
es necesario contar con un “tejido” o material especial que haga esta función.
El material protésico, o malla, suple los tejidos deficientes del paciente. Siempre
que se hable de hernioplastias sin tensión se dará por hecho el uso de este
tipo de material.
Una malla debe tener ciertas
características especiales, como la de poder integrarse a los tejidos del
paciente; es decir, que tenga la posibilidad de ser infiltrada por los
fibroblastos y estructuras vasculares de neoformación para que quede fija de
manera permanente al área donde es aplicada y no forme espacios muertos ni
pueda moverse en un futuro, incluso con los movimientos musculares. La
permanencia de esta malla debe ser constante y no debe absorberse ni
fragmentarse, incluso con la degradación que algunos materiales sufren por los
líquidos orgánicos. Las malas experiencias que se tuvieron en el pasado con el
uso de mallas fueron ocasionadas por el uso de materiales que no tenían la
propiedad de integración a los tejidos y por el desconocimiento de la técnica
adecuada de manejo y fijación. (Mayagoitia, 2009)
2. Efecto de tapón
La mayor parte de los fracasos con el uso de mallas en
hernioplastias se debía a que éstas se colocaban en el espacio inadecuado, lo
cual producía un efecto de parche, ya que la malla quedaba siempre por encima
del defecto, es decir, arriba de la pared aponeurótica (técnica onlay). Esto
hacía que la presión intraabdominal actuara en contra del parche, tendiendo a
desprenderla de la pared abdominal (figura).
|
Figura. La presión intraabdominal actúa contra la malla colocada a manera de parche, desprendiéndola y produciendo la recidiva herniaria. (Tomado de Mayagoitia, 2009)
Lo anterior se entiende mejor con el clásico ejemplo del
neumático que necesita ser reparado después de una pinchadura. Resultaría
absurdo pensar que se colocará un parche en la parte externa de la llanta, ya
que la presión del aire la expulsaría; si se coloca en la parte interna, la
presión del aire evitará que se desprenda.
Debido a que la mayoría de las mallas hacen adherencias
y fistulizaciones al contacto con las asas intestinales, el mejor espacio para
su colocación es el preperitoneal y el retromuscular, para que el peritoneo
quede como una capa aislante. En la actualidad se cuenta con varios materiales
protésicos que no producen adherencias, por lo que este tipo específico de
mallas sólo se podrán colocar en el espacio intraperitoneal.
Si este material se coloca en la parte interna de la aponeurosis o el espacio preperitoneal o intraabdominal (técnica sublay), la presión actuará a favor de la malla y la presionará y mantendrá fija a la pared abdominal sin desprenderla, haciendo lo que se conoce como “efecto de tapón”. (Mayagoitia , 2009)
Figura. Al colocar la malla en el espacio preperitoneal o
retromuscular se logra que la presión intraabdominal actúe a favor de la misma,
adhiriéndola a la pared musculoaponeurótica, sin tendencia a desprenderla. (Tomado de Mayagoitia,
2009)
3. Endurecer el peritoneo
Se sabe que la propiedad del peritoneo para
distenderse ocasiona que protruyan las asas intestinales y el epiplón, y que se
forme un saco herniario que irá dilatando paulatinamente el defecto herniario. Es
obvio que si se endurece el peritoneo se evitará tal protrusión. Este
endurecimiento se logra gracias a la reacción fibroplástica e inflamatoria que
produce la malla en contacto con los tejidos. Para esto, la malla debe estar en
contacto con el peritoneo al colocarla en el espacio preperitoneal o
intraperitoneal, cuando la malla sea adecuada para ello (figura). En parte,
éste es el motivo por el que no es forzoso el cierre del defecto herniario. (Mayagoitia
, 2009)
|
Figura. Al contacto de la malla con el peritoneo, éste se “endurece” como efecto de la fibroplasia y pierde sus propiedades de distensibilidad. . (Tomado de Mayagoitia, 2009)
4. Redistribuir la presión
intrabdominal
El principio físico de Pascal, el cual reza: “A menor área, mayor
presión por unidad de área. A mayor área, menor presión por unidad de área”. Si
una persona de 80 kg toma un clavo puntiagudo y recarga todo su peso sobre la
espalda de otra persona, el clavo se introducirá en la piel de la persona, ya
que los 80 kg de presión estarán concentrados en la finísima punta del clavo;
si en lugar del clavo se utiliza la punta del dedo, es posible que la otra
persona sienta dolor y gran molestia, pero no se introducirá, ya que los 80 kg
estarán distribuidos en una superficie
un poco más grande. Si se utiliza un libro, la presión se redistribuirá aún más
y sólo se sentirá presión sin dolor. Cuanto más grande (más área) sea el objeto
sobre el que se aplica la presión a la otra persona, menor molestia sentirá
(figura). (Mayagoitia, 2009)
|
Figura. Principio de Pascal de la redistribución de la presión. . (Tomado de Mayagoitia, 2009)
Stoppa (Amid, 1997) fue el primero en comprender este fenómeno y
lo aplicó a sus pacientes con hernias inguinales recidivantes e incisionales,
exagerando al principio el tamaño de las mismas, pero logrando excelentes
resultados al desviar parte de la presión intraabdominal del área del defecto
herniario.
Los primeros intentos de hernioplastia laparoscópica fracasaron
por completo, debido a la ignorancia de este principio, ya que sólo se
aplicaban segmentos de malla del tamaño del anillo, con la consiguiente
expulsión en el posoperatorio y la recidiva subsecuente.
Cabe agregar que cuando se usa la técnica de reparación inguinal
con el empleo de cono o plug se utiliza otro principio físico para la
redistribución de la presión.
Las estructuras cónicas o en forma de arco desvían la presión
ejercida sobre ellas hacia la base. Con el uso de un cono o plug la
presión del contenido intraabdominal se desvía hacia las zonas de la base
amplia del cono introducido en el espacio preperitoneal y detenido en su sitio
por la fascia transversalis normal, por lo que en el área del defecto
habrá una presión mínima (figura).
|
Figura. Redistribución de la
presión intraabdominal al colocar un tapón o plug en el tratamiento de
un defecto herniario. . (Tomado de
Mayagoitia, 2009)
5.
Defecto herniario sin cierre
Una
vez que se aplican los cuatro principios previos, se comprende que resulta
innecesario hacer el cierre del defecto herniario.
En las
hernias inguinales jamás se intenta el cierre del defecto por grande que éste
sea. En las hernias incisionales el cierre de aponeurosis y afrontamiento de
músculos se hace con el fin teórico de restituir una “fisiología abdominal
normal”, lo cual es difícil en pacientes con grandes defectos herniarios,
favoreciendo que dichos tejidos se desgarren en un corto plazo o produzcan
insuficiencia respiratoria en el posoperatorio inmediato. Cuando los bordes de
la aponeurosis se pueden unir sin causar tensión se puede intentar el cierre,
más con la idea de no dejar mucha superficie de la malla en contacto con el
tejido celular subcutáneo (lo cual disminuye la frecuencia en la presentación
de algunas complicaciones posoperatorias, como seromas, hematomas e
infecciones) que como requisito para evitar recidivas Lo anterior dio inicio a
una “nueva era en el manejo de las hernioplastias”: la era de las plastias
libres de tensión. Desde entonces se han ideado varios métodos de reparación
inguinal e incisional sin tensión mediante abordajes abiertos y laparoscópicos. (Mayagoitia, 2009)
Complicaciones de las mallas
El uso
de materiales protésicos es la clave del éxito de las nuevas plastias, pero es
innegable que existen ciertas complicaciones relacionadas con su uso que, si
bien se presentan con una baja incidencia, su presencia en ocasiones es difícil
de manejar y algunas veces comprometen la vida del paciente. Rutkow opina al
respecto que “el uso apropiado del plug nos conduce a buenos resultados y su
uso inapropiado casi siempre nos lleva a complicaciones”. Esto puede
extrapolarse a cualquier tipo de malla o dispositivo.
Cuando
se cuidan los principios de la técnica de cada procedimiento, se vigila la
asepsia y se elige adecuadamente el tipo de prótesis, se tienen menos
posibilidades de sufrir alguna complicación.
Las
principales complicaciones observadas relacionadas directamente con la
aplicación de prótesis son:
1.
Infecciones tempranas y tardías (hasta un año después de la cirugía).
2.
Adherencias intestinales.
3. Fistulización
a intestinos o piel.
4.
Dolor crónico.
5.
Seromas y hematomas.
6.
Seromas quísticos.
7.
Disminución de la distensibilidad abdominal.
8.
Erosión de la malla a estructuras viscerales o vasculares.
9.
Migración de la malla.
10.
Recidivas tempranas o tardías.
La
alteración en la fertilidad se ha relacionado con el engrosamiento de la pared
de los conductos deferentes, con la consecuente disminución de la luz en ellos
y dificultad para que circulen los espermatozoides. Esto es originado por la
presencia o el contacto directo de la malla contra los deferentes y la
inflamación crónica que producen. No se ha detectado ningún efecto directo en la
espermatogénesis si la malla no está en contacto con el testículo.
A
partir de 2001 los urólogos y los angiólogos han observado los primeros
inconvenientes de la colocación de mallas a nivel inguinal en el espacio
preperitoneal. Los angiólogos han encontrado que cuando estas mallas son
colocadas en el espacio preperitoneal es difícil disecar la arteria
iliacofemoral para procedimientos de bypass por fibrosis intensa del espacio de
Bogros.
Reparación de hernias de la pared abdominal con malla
reesterilizada
La
práctica de reesterilizar mallas de polipropileno o fragmentos de la misma para
la reparación de hernias inguinales y de la pared abdominal se ha convertido en
una costumbre de uso corriente en muchos países, motivada por la necesidad de
optimizar recursos financieros, principalmente en las instituciones de salud
pública. Dicha actividad, aunque desvirtuada y no recomendada por los
fabricantes de mallas, se ha extendido ampliamente, ha utilizado diversos
métodos de reesterilización del material protésico y ha empleado diferentes variedades
de prótesis, que van desde el polipropileno pesado convencional y las mallas
parcialmente absorbibles, como la de polipropileno—VicrylR (VyproRy VyproR II),
hasta material plástico como mosquitero.
En
México el material protésico más utilizado en la práctica institucional y
privada es la malla de polipropileno pesado, macroporo y monofilamento (tipo I
de la clasificación de Amid), pues ha demostrado una mayor resistencia a la
infección. El actual uso de mallas y procedimientos libres de tensión ha
adquirido una gran aceptación para la reparación de las diferentes variedades de
hernias; sin embargo, un buen porcentaje de reparaciones herniarias aún se
realizan con técnicas convencionales suturadas, tensionadas y sin material
protésico, pues se aduce como principal motivo la falta de recursos financieros
para adquirir la malla.
Es por
eso que las instituciones gubernamentales de atención médica se han esforzado
en conseguir material protésico; no obstante, la presentación habitual de
compra para el sector institucional es la malla plana de polipropileno de 30 x
30 cm, de la cual se consume sólo una parte en la reparación de una hernia
inguinal, independientemente de la técnica empleada. Desde hace tiempo se comenzó
a optimizar el elemento de la malla de polipropileno pesado, mediante el uso de
los fragmentos sobrantes de las mallas nuevas sometidos a diferentes procesos de
reesterilización, a pesar de que esto se contrapone a las recomendaciones
primordiales de los fabricantes, que consisten en no utilizar la malla una vez roto
el empaque original, no someterla a reesterilización, usarla una vez y desechar
la sobrante. Ante la imposibilidad de algunos pacientes para adquirir la
prótesis y con el afán de fomentar el ahorro y la economía de las instituciones
y de los pacientes de escasos recursos. La malla se puede cortar durante el
procedimiento quirúrgico con la precaución de cambiarse los guantes. Debe
utilizarse instrumental que no esté contaminado con sangre; una vez obtenido el
segmento requerido, el resto se guardará en su empaque para reesterilización.
Con
base en lo anterior se han realizado estudios clínicos comparativos que han
demostrado que no existe una diferencia estadísticamente significativa en
cuanto a las tasas de infección, recurrencia o inguinodinia con el uso de
mallas nuevas o mallas reesterilizadas, (Cisneros,
2005.Cingi, 2005) y que la malla de polipropileno de 30 x 30 cm
puede ser utilizada con seguridad al ser fraccionada en segmentos, empaquetada
y reesterilizada por diferentes métodos sin sufrir alteraciones de
consideración en sus propiedades físicas. De esta manera se puede operar entre
cuatro y ocho pacientes (según la técnica empleada), reducir los costos a corto
y largo plazos, tener periodos cortos de incapacidad laboral y brindar una
mayor calidad de vida a los pacientes.
Existen
diversos métodos de esterilización para las mallas de polipropileno, como el
empleo de óxido de etileno a 100%, las radiaciones gamma, la solución de glutaraldehído
a 2%, el agua electrolizada ionizada superoxidada (MicrocynR), el autoclave de
vapor, etc. El método más recomendado por el autor de este capítulo es el uso
del autoclave de gas con óxido de etileno a 100%.(Mayagoitia,
2009).
Los
fragmentos se deben empacar en doble bolsa y someterlos al proceso de
reesterilización en autoclave de gas, con los siguientes tiempos: una hora de
acondicionamiento, tres horas de exposición al gas (óxido de etileno a 100%) a
37 oC, tres horas de ventilación dentro del mismo autoclave y cinco horas de
ventilación en una cámara con extractor, lo cual suma en total 12 h. Cuando el
proceso de exposición al gas se realiza a 55 oC basta con dejar el material sólo
una hora. Mediante este proceso el tiempo de vigencia para el uso de la malla
reesterilizada en condiciones estériles es de cuatro a seis meses.
La
observación macroscópica de las mallas reesterilizadas en cuanto a sus
dimensiones, textura, elasticidad, presencia de deshilachamiento, fragmentación
de los filamentos y apreciación subjetiva realizada manualmente por el cirujano
a través de maniobras de estiramiento no muestra ninguna diferencia en relación
con la malla nueva. La observación con el microscopio convencional de luz
también corrobora la ausencia de deshilachamiento o fragmentación de los
filamentos de polipropileno.
Hay
que recordar que las dimensiones promedio del canal inguinal son de 12 cm de la
espina iliaca anterosuperior al tubérculo púbico, de 7 cm de la espina iliaca
anterosuperior al anillo inguinal profundo, de 5 cm del anillo inguinal
profundo al tubérculo púbico y de 5 cm de la inserción del oblicuo mayor en el
borde lateral del músculo recto al borde libre del ligamento inguinal (esto varía según la anatomía de cada
individuo). Con base en estas medidas anatómicas, es posible que de una malla de
30 x 30 cm se obtengan ocho segmentos con dimensiones de 7.5 x 12.5 cm,
suficientes para realizar con uno de ellos una plastia inguinal tipo
Lichtenstein.
Este
tipo de prótesis también pueden emplearse en la reparación de otros tipos de
hernia, como las umbilicales, las ventrales, las incisionales, las lumbares,
las perineales, las paraostomales, las de Spiegel, etc., y para reparar
alteraciones de la estática del piso abdominopélvico, razón por la que los
beneficios de su uso se multiplican.
Es
importante saber que la fuerza tensil normal de la pared abdominal es de 16
N/cm2 (N = Newtons) y la de la región inguinal es de 10 N/cm2. La fuerza tensil
del polipropileno pesado es de 90 a 100 N/cm2 y la del polipropileno ligero es
de 20 N/cm2, lo cual excede las demandas de resistencia para la fuerza de la
pared abdominal y de la región inguinal.
Si al
utilizar un método de reesterilización —óxido de etileno a 100%, radiaciones
gamma, glutaraldehído a 2%, sal electrolizada o autoclave de vapor— la prótesis
sufriera alguna modificación en sus propiedades físicas (fuerza tensil), aun
así conservaría resistencia suficiente y sobrada para contener y soportar la
fuerza de la pared abdominal y los aumentos de la presión intraabdominal.
Se han
realizado pruebas de reesterilización repetida hasta por seis sesiones de 30
min en autoclave de vapor a 121 oC sin observarse cambios subjetivos ostensibles
en las propiedades físicas y mecánicas de la malla de polipropileno. En los
medios donde no se cuenta con autoclaves de gas o vapor se han hecho pruebas de
reesterilización con sustancias como el glutaraldehído, el MicrocynR y las
soluciones clorinadas, las cuales tienen efectos bactericidas, virucidas,
esporicidas y fungicidas con aparentes buenos resultados.
Existe un estudio de reesterilización de
mallas de polipropileno con óxido de etileno a 100% que incluye análisis de
microscopia electrónica y espectroscopia infrarroja para demostrar que después
de que las mallas implantadas en seres humanos se incorporan en los tejidos
pueden sufrir daño grave al unirse algunas moléculas de ácidos grasos,
colesterol y sus ésteres con los filamentos de polipropileno, lo cual modifica
sus propiedades físicas y mecánicas, pero sin equivalente clínico de infección o
recurrencia. (Mayagoitia, 2009)
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