Eventraciones




EVENTRACIONES

 


Definición
   Las eventraciones de la pared abdominal («incisional hernias» según los autores anglosajones) son soluciones de continuidad musculo aponeuróticas secundarias a una incisión quirúrgica o a una herida penetrante del abdomen. Sólo afectan a la pared anterior y a las paredes laterales del abdomen. Esta definición no incluye las soluciones de continuidad espontáneas, tales como la diastasis de los músculos rectos y las deformaciones parietales lumboabdominales secundarias a una desnervación de origen quirúrgico.
 Se diferencian de las hernias principalmente por su topografía, pues las hernias aparecen en sitios de debilidad preexistentes congénitos, mientras que las eventraciones lo hacen en cualquier sitio previamente lesionado, y por su anatomopatología, puesto que el saco herniario siempre es peritoneo distendido y el de las eventraciones nunca es peritoneo sino cicatriz distendida con metaplasia de tejido pavimentoso parecido al peritoneo. (Barroetaveña, 1998) (2)
 La alta incidencia de las recidivas indujo a abandonar numerosas técnicas antiguas de parietorrafia y a preferir las parietoplastias sin tensión con prótesis no reabsorbible, cuyos continuos perfeccionamientos han mejorado los resultados y disminuido los riesgos. Esta generalización del uso de las prótesis es totalmente comparable a la evolución observada en el tratamiento de las hernias inguinales (Kingsnorth, 2003) (19)
   Existe una entidad especial llamada seudo-hernia de pared abdominal en la que no  existe defecto herniario o aponeurótico. Se trata de flacidez y abombamientos músculo-aponeuróticos post-quirúrgicos, ocasionados por incisiones inadecuadas que seccionan una o varias ramas nerviosas motoras musculares y dejan denervados a un grupo o segmento muscular específico.

   Existen tres elementos importantes en toda hernia incisional: el anillo u orificio, el saco y el contenido.
1.   El orificio herniario está formado por bordes musculares y/o aponeuróticos retraídos e invadidos por tejido fibroso.
2.   El saco de la hernia se forma cuando se inicia la separación músculo aponeurótica; muchas fibras que fueron disgregadas, invadidas por tejido conjuntivo fibroso, van constituyendo el saco herniario, que rápidamente adherido a la cara profunda de la cicatriz cutánea constituye el fondo del futuro gran saco. Por su lado interno el saco se muestra con aspecto peritoneal.
3.   El contenido del saco es variable, estando frecuentemente ocupado por el epiplón, intestino delgado, el colon, etc. Este contenido puede ser reductible o irreducible, denominando a éste último como atascado o encarcelado y también puede estar estrangulado cuando hay isquemia, con la consiguiente gravedad que acarrea esta complicación.

Epidemiologia
   En las laparotomías, las series suficientemente grandes muestran una frecuencia del 13-20%. La incidencia está correlacionada con el lugar y el tamaño de las incisiones, el tipo de cirugía, el tipo de enfermedad inicial y el terreno del paciente.
   En el ámbito de la cirugía abdominal, las eventraciones voluminosas constituyen una grave complicación. Se calcula una frecuencia de hernia incisional o eventración en el 10 al 15% de todas las laparotomías y entre el 3 al 8% de las incisiones para puertos laparoscópicos. Su frecuencia aumenta hasta el 23 a 40% si existió infección de la herida quirúrgica. Su desarrollo es en el transcurso de los primeros 3 años del post-operatorio aunque casi el 50% lo hacen dentro del primer año de operados.
   Su tasa de mortalidad se ha calculado en 0.24% incluyendo cirugías electivas y urgentes.
   Su frecuencia es mayor en el sexo femenino 3: 1, debido a una debilidad y mayor flacidez de los tejidos de la pared abdominal en las mujeres, causado por la menor actividad física antecedentes de embarazo y mayor frecuencia de intervenciones quirúrgicas en relación al hombre.
   Su tratamiento ocasiona una mortalidad que, en las formas complicadas, puede llegar hasta el 10,4%.
   El impacto económico, que es considerable, se agrava por la alta frecuencia de las recidivas (hasta un 51%). Como consecuencia del auge de la cirugía de invasión mínima por video endoscopia ha desaparecido el riesgo de las eventraciones voluminosas, pero ha surgido una nueva entidad: las eventraciones limitadas por orificio de trocar.

Etiología y factores predisponentes
   No existe una etiología única, su origen es multifactorial (Herniosis) aunque cada causa aislada es un factor importante para la aparición de esta patología, por lo que se mencionaran como factores etiológicos o predisponentes para la aparición de hernia incisional. Dentro de los factores etiológicos o predisponentes tenemos:
1.   Factores locales
2.   Factores que incrementan la presión intraabdominal
3.   Factores sistémicos
4.   Defectos del metabolismo del tejido  extracelular

1.      Factores locales
Infección de la herida: Cuando ocurre alguna infección de la herida quirúrgica en alguna laparotomía, el riesgo de aparición es cuatro veces mayor que cuando no se tiene este antecedente (hasta 40%).
Errores técnicos de cierre: Las deficiencias en el cierre de una laparotomía son la segunda causa de aparición de hernias incisionales. Entre las más comunes se encuentran: la toma de bordes aponeuróticos en la sutura de menos de 1 cm de cada lado; puntos muy separados entre uno y otro (cuando la longitud de la sutura es menor de cuatro veces la de la herida); sutura excesivamente apretada; uso de materiales de absorción rápida y finalmente suturas de calibre inadecuado.
Tipo de incisión: las incisiones transversales y las de la línea media se asocian a menor frecuencia de hernia incisional. Las incisiones verticales fuera de la línea media se asocian a un incremento en la aparición de hernias incisionales.
Tamaño de la incisión: Heridas mayores a 18 cm son más propensas a desarrollar dehiscencias y hernias incisionales.
Incisiones en el sitio de una incisión previa: El realizar una incisión por el sitio donde ya se había efectuado una incisión previa aumenta la posibilidad de herniación y este riesgo aumenta en cada intento subsecuente de abordaje por la misma herida.

2.   Factores que incrementan la presión intraabdominal
Obesidad: El aumento en el contenido de grasa en el epiplón y mesenterio en pacientes obesos incrementa la presión intra-abdominal en el período post-operatorio, además que se sabe que en estos pacientes existe frecuentemente disminución del tono y resistencia de la masa muscular.
Íleo post-operatorio: Un íleo paralítico postoperatorio prolongado, aumenta la presión intra-abdominal de la misma manera que en la obesidad.
Complicaciones pulmonares: La presencia de tos en el post-operatorio produce un incremento súbito de la presión intra-abdominal con cada acceso de tos, capaz de producir dehiscencia de los tejidos suturados.
Elevaciones frecuentes de la presión intraabdominal: Está comprobado que el cargar pesos excesivos por largos periodos, incrementa la presión intra-abdominal y en asociación con otros factores puede ser el origen de una hernia incisional. Pacientes constipados y con prostatismo también producen aumentos importantes de la presión intra-abdominal.
Ascitis: La ascitis por si misma produce un aumento crónico de la presión intra-abdominal. La mayoría de los pacientes ascíticos además tienen problemas de hipoproteinemia que puede conducir a una hernia incisional.
Diálisis peritoneal: Al igual que la ascitis aumenta la presión en forma crónica y se asocia a múltiples deficiencias metabólicas.
Síndrome abdominal compartamental: El aumento de la presión intra-abdominal por los intestinos inflamados, edematosos y distendidos originará tensión importante en una herida postoperatoria.  El manejo de este síndrome con un abdomen abierto contenido de igual manera dejará una hernia incisional.

3.   Factores sistémicos
Desnutrición: Los pacientes con pérdidas agudas de peso mayores a 10%, así como en su forma crónica que envuelve mecanismos múltiples como, hipoproteinemia, deficiencia vitamínica y déficit calórico entre otros, son candidatos a la aparición de hernias incisionales.
Deficiencia de vitaminas y minerales: Las deficiencias de estos elementos, principalmente la vitamina A, e, B 1, B2 Y B6 interfieren para una cicatrización normal.
Medicamentos: El uso crónico de esteroides disminuye el proceso inflamatorio que es parte fundamental para el inicio de la cicatrización normal. Su uso en el postoperatorio, aun a altas dosis no influye en este aspecto. La quimioterapia y radioterapia aumentan en dos veces la incidencia de hernia incisional si son operados antes de 3-4 semanas de su aplicación.
Enfermedades sistémicas graves: Enfermedades graves como la insuficiencia renal, cirrosis o neoplasias, aumentan la frecuencia de hernias incisionales por diversos mecanismos, especialmente el relacionado a deficiencia proteica.

4.   Defectos del metabolismo del tejido extracelular
Las hernias de la pared abdominal han dejado de ser consideradas como el resultado tan solo de un defecto mecánico de la misma, para establecer en la actualidad un factor agregado igual o más importante como lo es el metabolismo adecuado del tejido que formará parte de una cicatrización adecuada. Existen enfermedades bien establecidas, otras menos definidas y algunos factores que interfieren con este metabolismo tisular.
Tabaquismo: El tabaquismo acelera la destrucción o degradación de colágena al interferir con el sistema proteasa-antiproteasa, inhibiendo la acción de esta última y permitiendo una degradación mayor de colágena por la proteasa. Los fumadores tienen 60% más posibilidades de infección que la población no fumadora y un 80% más de posibilidades de una dehiscencia de tejidos de una herida en los primeros 30 días del post-operatorio. A largo plazo aumenta cuatro veces el riesgo de una hernia incisional.
Antecedente de otra hernia: Los pacientes con antecedente de una plastia en el mismo sitio o en sitios diferentes, demuestran que son portadores de defectos en sus fibras colágenas y su consiguiente deficiencia en la cicatrización. Estos pacientes tienen una frecuencia más elevada de hernias incisionales que la población general.
Aneurisma de aorta abdominal: El adelgazamiento de las paredes arteriales por alteración de fibras colágenas se asocia hasta en un 31 % de hernias incisionales al efectuarle alguna laparotomía, así como presencia espontánea de hernias inguinales y umbilicales.
Enfermedad poliquística renal: Especialmente la forma autosómica recesiva se asocia con una frecuencia del 24% de aparición de hernias incisionales posterior a una laparotomía.
Síndrome de Marfán y Ehlers-Danlos: Estas dos alteraciones genéticas de las fibras de colágena están fuertemente asociadas a la aparición de hernias primarias de la pared abdominal y de hernias incisionales.
Enfermedad divertícular de colon: Aunque no hay aún una relación muy clara parece ser que los portadores de enfermedad divertícular de colon tienen mayor incidencia de hernias incisionales.
Edad avanzada: La vejes se asocia a una síntesis pobre de fibras de colágeno con inversión de la relación de colágena VIII, por lo que la aparición de hernias incisionales es mayor.  (Elsevier, 2014) (8)

Clasificación
Las hernias de la pared abdominal se clasifican con bases topográficas, por lo que se habla de hernias inguinales, ventrales e incisionales.
Hernias ventrales
Son las hernias primarias de la pared abdominal, independientes de las inguinales, y se clasifican en:
a. Hernias de la pared anterior: línea media; umbilicales y epigástricas.
b. Hernias ventrolaterales: línea semilunar; hernia de Spiegel.
Hernias incisionales
Incluyen cualquier hernia que surja a través de una incisión previa que en general involucre aponeurosis y músculo, por lo que sus posibilidades de localización son infinitas; las más frecuentes son:
a.     Hernias de la línea media:
Supraumbilicales.
Infraumbilicales.
 Subxifoideas.
Suprapúbicas.
b. Ventrolaterales:
Subcostales.
De las fosas iliacas.
c. Laterales: lumbares.
d. De puertos laparoscópicos.
Hernias de la pared lateral:
Congénitas: Petit y Grynfeltt.
Espontáneas: hernias lumbares.

  Su clasificación puede hacerse de acuerdo a los diferentes aspectos:
* Por su aparición: Primarias cuando aparecen después de la laparotomía y Recurrentes cuando se ha tenido al menos un intento de reparación previa.
* Por la presencia de anillo o defecto herniario: Hernias verdaderas si lo tienen o pseudo hernias si se trata de una flacidez por denervación muscular.
* Por la localización del defecto herniario: Anteriores; de línea media subxifoideas, supra-umbilicales, umbilicales, periumbilicales y suprapúbicas. Fuera de línea media; paramedianas, lnfra o supraumbilicales y subcostales. Laterales; lumbares.
* Por la  localización del defecto herniario y su tamaño
Chevrel2 propuso en el año 2000 (Chevrel, 2000) (5) una clasificación de hernias ventrales e incisionales tomando en cuenta su localización. De acuerdo con esto, las hernias pueden ser mediales (M) o laterales (L), y se les agrega un número según la localización exacta y la recurrencia (R0 para hernias primarias y R más el número de recurrencia), así como el tamaño del defecto herniario, sin que este dato desempeñe una función muy importante; así, la clasificación incluye la amplitud (width):

Medial:
M1: hernia supraumbilical.
M2: hernia yuxtaumbilical.
M3: hernia subumbilical.
M4: hernia xifopúbica.

Lateral:
L1: hernia subcostal.
L2: hernia transversa.
L3: hernia iliaca.
L4: hernia lumbar.

Amplitud (width):
W1: menor de 5 cm.
W2: de 5 a 10 cm.
W3: de 10 a 15 cm.
W4: mayor de 15 cm.

Recurrencia:
R0: sin recurrencia.
R1: primera recurrencia.
R2: segunda recurrencia.
R3: tercera recurrencia, y así sucesivamente.

Como puede verse, esta clasificación sigue siendo fácil de recordar y orienta mejor en cuanto a la localización y el tamaño del defecto, pero tampoco hace referencia al tamaño del saco herniario y su contenido.
* Por el tamaño de su saco y contenido herniario: Pequeño, grande y con pérdida de dominio.
*    Por la reductibilidad y viabilidad de su contenido: Reductibles, incarceradas,  estranguladas.
* Por la presencia de factores agregados: Hernias simples, complejas y catastróficas.
* Por el tamaño de su defecto herniario: El criterio que prevalece al escoger la técnica quirúrgica es el tamaño de la eventración. La gravedad de ésta y su dificultad de reparación dependen más de la anchura que de la longitud de la brecha. Se ha propuesto el uso de complejos cálculos de área que no reflejan la diferencia de gravedad entre una eventración más larga que ancha, fácilmente reparable, y otra más ancha que larga, de superficie idéntica, pero de reparación aleatoria y expuesta a una recidiva (Chevrel, 2000)(5) La denominación usual con calificativos debe corresponder a un valor del ancho en centímetros: una eventración «pequeña» mide menos de 5 cm de ancho, una «grande», 5-10 cm, «muy grande», 10-15 cm, y una «enorme o gigantesca» más de 15 cm.
Herszage  (Herszage, 2005) ((15) clasifica las hernias ventrales e incisionales de acuerdo con el diámetro mayor del defecto herniario en:
Pequeñas: hasta de 3 cm de diámetro.
Moderadas: de 3 a 6 cm de diámetro.
Grandes: de 6 a 10 cm de diámetro.
Gigantes: de 10 a 20 cm de diámetro.
Monstruosas: mayores de 20 cm de diámetro.
Cuando se encuentran dos o más defectos se suman las dimensiones de cada uno de ellos.
Esta clasificación es sencilla, fácil de recordar y también es objetiva, pero tiene la desventaja de que no hace referencia a la localización ni a las dimensiones del saco herniario.
Por  la relación entre el defecto herniario y la pared abdominal
En 2005 Ammaturo (Ammaturo, 2005)  (1) destacó la importancia que tiene el conocer la relación entre el tamaño o área del anillo herniario en relación con el área abdominal total, puesto que un defecto de 6 o 7 cm puede comportarse como un defecto pequeño en pacientes con un área de pared abdominal grande (complexión robusta o de estatura alta) y puede comportarse como un defecto enorme  en los pacientes con un área de pared abdominal pequeña (paciente de complexión delgada o baja estatura). Aunque el trabajo original de este autor se centró en la predicción de los pacientes que tendrán un aumento de la presión intraabdominal con la reparación cuando el índice es menor de 15, puede tomarse como referencia para complementar cualquiera de las clasificaciones, tipificar la hernia y hacer un plan de manejo adecuado para evitar un síndrome compartimental posoperatorio.
Por el tamaño y el contenido del saco herniario
Independientemente del tamaño del defecto herniario, el tamaño del saco herniario tiene una función importante, tanto para clasificar las diferentes hernias como para planear el tratamiento adecuado. Un defecto herniario de determinado tamaño puede coexistir con un saco herniario pequeño con poca capacidad o  convertirse en un saco de grandes dimensiones, capaz de albergar una gran parte de asas intestinales.

Cuando el tamaño y el contenido del saco herniario exceden la capacidad de la cavidad abdominal para recibir de nuevo a las asas intestinales herniadas se convierte en una hernia con “pérdida de dominio” o “pérdida del derecho a domicilio”. Hasta el momento esta clasificación menciona de manera subjetiva si la hernia tiene pérdida de dominio o no la tiene. Finalmente existe una propuesta de Jean Paul Chevrel (figura 40--2) para el cálculo del área del defecto y de la malla que se aplica, la cual se ha adoptado de manera universal en la mayoría de los artículos bibliográficos para fines comparativos estandarizados.


Figura. Fórmula propuesta por Jean Paul Chevrel  (Chevrel, 2000) .para calcular el área del defecto herniario con más precisión.  Se aplica la misma fórmula para el segmento de malla aplicado.


Fisiopatología
Bases anatómicas
    La pared anterolateral del abdomen está constituida por los dos músculos rectos a los que envuelve una vaina resistente, formada por las aponeurosis de los músculos anchos.




Figura: Proyección parietal de los elementos musculo aponeuróticos de la pared abdominal anterior.
1. Línea blanca. 2. Músculo transverso del abdomen (unión musculo aponeurótica). 3. Músculo oblicuo externo del abdomen (unión musculo aponeurótica). 4. Línea arqueada. 5. Borde externo del músculo recto del abdomen. 6. Músculo oblicuo interno del abdomen (unión musculo aponeurótica). 7. Línea blanca lateral. (Tomado  Elsevier, 2014)

   Ambas vainas se reúnen en la línea media por el entrecruzamiento de las fibras de dirección transversal de las tres aponeurosis de los músculos anchos, formando la línea blanca, más ancha y resistente por encima del ombligo.
La hoja posterior de la vaina de los rectos, en su tercio inferior infraumbilical, ya sólo está formada por una delgada fascia transversalis debajo de la línea arqueada o línea semicircular de Douglas.
Lateralmente, las fibras de los tres músculos anchos (oblicuo externo, oblicuo interno y transverso) no llevan dirección paralela.
 Desde un punto de vista funcional, estos músculos se comportan como músculos digástricos cuyo tendón intermedio está formado por la vaina de los rectos y la línea blanca. Su acción antagonista explica que la incisión mediana, que es la más utilizada, sea asimismo la que más a menudo da lugar a eventraciones (80%) (Kingsnorth, 2003)(19) con retracción lateral progresiva de los músculos rectos.
 El predominio de la localización infraumbilical (26-33%), sobre todo después de operaciones ginecológicas, es la consecuencia de que no exista hoja posterior de la vaina subarcuata. La distribución de las vísceras en el abdomen explica la intensidad variable de la prominencia parietal, que en la región subumbilical puede llegar a constituir el «segundo abdomen», ampliamente ilustrado en los diversos tratados.
Cuando se practica una incisión ilíaca, la ausencia de paralelismo de los músculos anchos en sentido lateral obliga a seccionarlos y, en caso de eventración, dificulta las reparaciones planas por plano.
Las incisiones transversales, que respetan mejor la orientación y la dinámica parietal, ocasionan eventraciones con menos frecuencia. La incidencia más baja es la de la incisión de Pfannenstiel (0-2%).
   La pérdida de sustancia parietal suele ser virtual, debida a la retracción y la atrofia de la pared. Puede ser real al nivel de las inserciones musculares periféricas, en cuyo caso el reborde óseo o cartilaginoso forma parte del cuello de la eventración. En la era de la parietoplastia protésica, esta distinción ha perdido su interés práctico.
  Las eventraciones de más de 15 cm de ancho se definen por su localización, casi siempre mediana e infraumbilical, y por sus consecuencias fisiopatológicas locales y generales. Localmente, la desinserción de la prensa muscular lateral provoca una retracción y una atrofia muscular, y a veces una degeneración escleroadiposa.
La abertura parietal con sagitalización de los músculos rectos facilita la enucleación del contenido abdominal hacia un «segundo abdomen».
Las ulceraciones isquémicas de la piel, las lesiones infectadas y el intertrigo son consecuencias habituales que deben tratarse antes de realizar cualquier intervención.
A nivel general, estas eventraciones constituyen una verdadera enfermedad sistémica de evolución grave, en la que predominan los problemas respiratorios (Rives, 1985). La pérdida de sustancia parietal provoca una descoordinación entre la pared torácica, el diafragma y la musculatura abdominal.
La disminución de la presión abdominal altera la función del diafragma, que desciende y se vuelve atónico de forma progresiva. La insuficiencia respiratoria crónica que resulta suele ser sólo latente y, a menos que exista un trastorno restrictivo u obstructivo previo, las pruebas funcionales y la gasometría están poco alteradas. El riesgo de descompensación aparece cuando se reintegran quirúrgicamente las vísceras y se pone de nuevo la pared en tensión.
Causas de dehiscencia
La dehiscencia (del latín dehiscere, “abrir”, “agrietar”) consiste en la ruptura de la herida abdominal, precedida por una descarga serosanguinolenta a través de ella. En general, ocurre al final de la primera semana del posoperatorio en coincidencia con el apogeo de la fase inflamatoria.
Puede ocurrir sólo en las capas musculo aponeuróticas responsables directas de la contención parietal o involucrar todas las capas de la pared abdominal.
En el primer caso se desarrolla una hernia incisional, cuya reparación debe efectuarse dentro del primer año del posoperatorio.
En el segundo caso ocurre una eventración, cuya reparación debe ser inmediata, pues la mortalidad asociada con una evisceración es elevada, sobre todo porque estos pacientes casi siempre presentan enfermedades asociadas debilitantes.
Esta acción se exceptúa cuando el paciente presente peritonitis grave, que se extiende a los tejidos de la pared destruida y resulta en una laparostomía espontánea. El proceso inflamatorio intenso que se establece con el depósito de grandes cantidades de material fibrinoso provoca fijación de las vísceras a la cavidad peritoneal. En estos casos debe hacerse una limpieza o lavado frecuente de la cavidad, con protección de las vísceras, y el uso juicioso de antimicrobianos, además de las medidas de soporte nutricional y general.
La mayoría de las veces la dehiscencia ocurre porque la sutura “rasga” el tejido donde está implantada. Este hecho se explica por la formación de una zona de debilidad de 1 cm de anchura a lo largo de todo el borde de la herida como una respuesta inflamatoria normal posterior al trauma quirúrgico. Esta respuesta inflamatoria busca eliminar las células dañadas, los coágulos, las bacterias contaminantes y los hilos de la sutura, considerados como cuerpos extraños. El resultado de esta inevitable reacción al traumatismo tisular y a la colagenólisis de los tejidos próximos a la herida alcanza su punto máximo una semana después de la operación.
La presencia de infección amplifica la colagenólisis y prolonga este efecto mientras exista actividad bacteriana. Por lo tanto, cualquier tensión en la línea de sutura, por menor que sea, puede provocar el rompimiento de los tejidos involucrados, una vez que el estroma de sustento está parcialmente destruido.
En resumen, una herida puede sufrir disrupción cuando la sutura toma poco tejido en cada margen (menos de 1 cm) o cuando los puntos quedaron muy apretados y ocasionan isquemia y necrosis tisular. También ocurre cuando la sutura sufre fragmentación, cuando es absorbida antes de que la herida tenga suficiente resistencia para soportar la tracción abdominal normal o cuando se aflojan y sueltan los nudos de la sutura.

Consecuencias fisiológicas
Para entender las características de estas hernias hay que hacer algunas consideraciones importantes tanto de las hernias de sacos grandes como de las hernias con grandes defectos herniarios.

Cambios sistémicos y locales en hernias gigantes
Antes de enfocarse en las alteraciones anatomofisiológicas que ocurren en los pacientes portadores de hernias voluminosas o gigantes hay que recordar algunos aspectos básicos de la función de la pared abdominal.
De acuerdo con la integridad y una anatomía normal de la pared del abdomen, sus funciones incluyen:
* Movimientos del tronco, puesto que su estabilidad y adecuado funcionamiento proveen y ayudan a los movimientos de dicha región.
* Retención, porque simplemente es la barrera que mantiene dentro del espacio de la cavidad abdominal a las vísceras, a pesar de los cambios de presión abdominal y de los movimientos bruscos del cuerpo.
* Protección, porque por medio de la contracción muscular evita que los traumatismos leves o moderados repercutan en contusión directa a los intestinos y el resto de las vísceras abdominales.
* Compresión, que ejerce al aumentar la presión intraabdominal por la contracción de la musculatura abdominal y al actuar sobre la vejiga y el recto.  Esta compresión es indispensable para la micción y defecación adecuadas.
* Ventilación, porque al haber integridad de la pared abdominal se mantiene un equilibrio entre las presiones intrapleural e intraabdominal, estabilizando al diafragma en su forma semiesférica y proporcionando una movilidad diafragmática suficiente en la inspiración y la espiración para una función ventilatoria adecuada.



Figura  La presión intraabdominal adecuada y la presión intrapleural desempeñan una función importante en el mantenimiento del equilibrio, la estabilidad y el adecuado movimiento de los hemidiafragmas durante los movimientos de inspiración y espiración. Cualquier disminución de la presión intraabdominal, como en el caso de las hernias grandes, altera el equilibrio diafragmático y, en consecuencia, la ventilación adecuada. (Tomado de Mayagoitia, 2009)

Presión intraabdominal
Para explicar esta función de ayuda a la ventilación hay que recordar que la presión intraabdominal varía de acuerdo con la actividad que esté desarrollando el individuo.
Parviz Amid estableció los rangos de esta presión de acuerdo con tres situaciones habituales. Primero está la presión en decúbito, que es de 0 a 8 cmH2O; después, cuando el individuo está de pie dicha presión oscila entre 11 y 12 cmH2O; ante esfuerzos como toser, vomitar o cargar objetos pesados, la presión aumenta hasta 80 cmH2O; finalmente, al brincar en el mismo nivel o de una altura moderada la presión aumenta hasta a más de 100 cmH2O; estas últimas situaciones ocurren de manera súbita y momentánea. (Mayagoitia, 2009) (23)

Efectos sistémicos
Al crecer el saco herniario y albergar cantidades mayores de asas y vísceras abdominales se presentan los siguientes trastornos sistémicos:
1.      Disfunción ventilatoria


Conforme las asas intestinales inician su migración a la cavidad formada por el saco herniario, la presión intraabdominal tiende a disminuir en relación directa con el volumen herniado; a mayor contenido en el saco, menor presión en la cavidad. Esto altera el equilibrio normal entre las presiones intratorácica e intraabdominal, modificando la forma normal del diafragma, el cual tiende al abatimiento y aplana su concavidad normal, lo cual trae consigo una restricción inspiratoria, al no poder descender más, y una restricción espiratoria, al estar disminuida la capacidad para contraer el abdomen y aumentar la presión que se ejerce en el diafragma para este movimiento de elevación y compresión pulmonar. La ventilación en estos pacientes depende en gran medida de la capacidad de los músculos torácicos (figura).  Por fortuna, estos cambios no son súbitos, sino paulatinos, y son fácilmente compensados por el paciente desde el punto de vista de la clínica, aunque detectables durante un estudio de espirometría.



Figura. Cuando se inicia una hernia incisional, el contenido visceral tiende a migrar al saco herniario con disminución de la presión intraabdominal de acuerdo con la cantidad de vísceras que contenga el saco. Poco a poco los hemidiafragmas tienden a aplanarse al alterarse el equilibrio de presiones con la zona intrapleural. (Tomado de Mayagoitia, 2009)

2.   Disfunción para la evacuación
Los pacientes con sacos herniarios de gran contenido desarrollan dificultad para evacuar mediante dos mecanismos: por la dificultad para elevar la presión intraabdominal en presencia de unos músculos abdominales desplazados de la línea media, acortados y con dificultad para contraerse; y por un efecto obstructivo, cuando las asas intestinales se encuentran incluidas en el contenido del saco herniario y producen una dificultad mecánica obstructiva del paso de material intestinal por el anillo herniario que obstruye el flujo, junto con la compresión de las vísceras contra sí mismas dentro del saco herniario.(Mayagoitia, 2009)(23)

3.   Disfunción para la micción
La vejiga rara vez está dentro de un saco herniario y causa disfunción obstructiva para orinar. La mayoría de las ocasiones se debe a la disfunción del músculo detrusor de la vejiga ante la imposibilidad de elevar la presión intraabdominal y favorecer la acción de este músculo vesical para efectuar la micción. (Mayagoitia, 2009)(23)

Efectos locales
Los efectos locales de las hernias están circunscritos a la musculatura de la pared abdominal, el intestino, el mesenterio, el tejido celular subcutáneo y la piel, involucrada en el recubrimiento del saco herniario.
A.  Volumen de la cavidad abdominal
La cavidad abdominal disminuye paulatinamente su volumen mediante dos mecanismos:
1. Al ir quedando vacía la cavidad abdominal, la musculatura de la pared abdominal pierde el estímulo de distensión ocasionado por las vísceras, que chocan constantemente con la pared abdominal, lo cual mantiene el tono muscular normal y la elongación de los músculos abdominales. La presión intraabdominal se va perdiendo conforme las asas intestinales migran al saco herniario, lo cual origina que poco a poco los músculos de la pared abdominal tiendan a contraerse de manera permanente, a separarse de la parte anterior del abdomen en sentido lateral a partir del defecto herniario y a sufrir disfunción,  al no poder elevar la presión como lo hacían antes con su contracción.
2. Existe un efecto mecánico para la disminución del volumen abdominal. La protrusión de un saco grande empuja y desplaza lateralmente los músculos adyacentes en relación con el tamaño herniario y el tiempo de evolución de este problema.
Estos dos mecanismos hacen que las dimensiones habituales de dicha cavidad abdominal disminuyan en relación directa con el tiempo con que se mantenga herniado su contenido.


Cuando el abdomen pierde su capacidad de retención, pierde también la capacidad de protección y las vísceras contenidas en el saco herniario son vulnerables a traumatismos moderados o leves. La restauración del tono y la distensibilidad de estos músculos vuelven a la normalidad si la hernia se repara en forma temprana; por el contrario, en los casos de larga evolución es difícil la reintroducción del contenido visceral y la realización de la plastia abdominal.  (Mayagoitia, 2009)(23)




Figura. Con el crecimiento del saco herniario, además de la migración de asas intestinales hacia el saco herniario, la disminución de la presión intraabdominal hace que los hemidiafragmas se abatan con hipomovilidad y el consecuente trastorno ventilatorio. Los músculos de la pared abdominal tienden a contracturarse, disminuyendo su longitud y la de la cavidad abdominal. El mayor peso en el saco herniario tiende a compensarse con una hiperlordosis de la columna lumbar. (Tomado de Mayagoitia, 2009)

B.     Mesenterio y asas intestinales
Existen dos efectos importantes en estas estructuras. El primero es la inflamación crónica del mesenterio y las asas ocasionada por la irritación mecánica directa por el continuo roce de estas estructuras con el borde del anillo.
Es necesario recordar que los bordes del anillo casi siempre son blandos y distensibles en el caso de hernias primarias (inguinales, umbilicales, de Spiegel, etc.) y fibrosos y rígidos en las hernias incisionales, por lo que el efecto de inflamación mecánica es más importante en estas últimas. El resultado de esta inflamación será la aparición de depósitos de fibrina que condicionan la formación de bridas o adherencias interasas, de asas, de mesenterio y de epiplón al anillo y saco herniario. Igual que en los efectos anteriores, cuanto mayor tiempo de evolución, mayor será la cantidad y firmeza de dichas adherencias.
El segundo efecto se relaciona con otros aspectos mecánicos:
1. La disminución del retorno venoso del flujo portal y caval hacia el tórax por la disminución de la presión intraabdominal, lo cual congestiona todas las vísceras abdominales.
2. La compresión de la circulación al retorno linfático y venoso por parte del anillo fibroso contra unas asas que cuelgan y cabalgan sobre el borde del anillo y permanecen fuera de la cavidad.
3. El simple efecto de la gravedad sobre el retorno venoso y linfático, ante unas asas intestinales que cuelgan literalmente fuera del abdomen.
Estos efectos ocasionan edema y engrosamiento del intestino, el mesenterio y el epiplón por congestión venosa y linfática. Esto es más grave si el anillo o defecto herniario es pequeño y fibroso. Podría decirse que, en general, en los pacientes con hernias que pierden el derecho de domicilio el tamaño del defecto herniario rara vez es tan grande como el saco. Durante la plastia se encuentra que las asas intestinales, el epiplón y el mesenterio están edematosos y gruesos, lo cual dificulta su manejo y su reintroducción en la cavidad abdominal. Amenos de que se trate de un anillo o defecto herniario muy pequeño y fibroso, y que el contenido de asas intestinales sea masivo, rara vez se produce una obstrucción arterial clínicamente significativa. (Mayagoitia, 2009)

C.  Piel y tejido celular subcutáneo
Estas capas de la pared abdominal que envuelven el saco herniario sufren alteraciones originadas por un efecto mecánico de compresión. Al distenderse el saco herniario el contenido comprime inicialmente el tejido celular subcutáneo y lo desplaza en sentido lateral, atrofiando el que queda adherido a la piel. Cuando la hernia tiene un mayor tiempo de evolución, las vísceras contenidas en el saco herniario sólo contarán con la protección mínima de un saco peritoneal delgado y piel. Cuando persiste esta situación la piel corre con la misma suerte que el tejido celular subcutáneo, de modo que poco a poco tiende a atrofiarse por compresión y distensión severa, lo cual disminuye el aporte de la circulación con su adelgazamiento consecutivo, ocasionando en casos crónicos la presencia de úlceras tróficas en una o varias zonas de la cubierta cutánea que envuelve al saco herniario, las cuales curan con dificultad por su circulación disminuida y son sitios de crecimiento bacteriano o micótico que contamina el campo operatorio en caso de que se efectúe una hernioplastia si no cicatriza por completo alguna de dichas úlceras. También pueden aparecer infecciones, como intertrigo o micosis, en los pliegues cutáneos que quedan entre la piel del abdomen normal y el saco herniario gigante, los cuales difícilmente pueden asearse durante el baño, por lo que se mantienen continuamente húmedos y sucios, favoreciendo la proliferación de dichas infecciones. (Mayagoitia, 2009)

D.     Estática de la columna vertebral
Se forma cuando crece el saco herniario y se origina un “segundo abdomen”, que pesa más que el propio abdomen y tiende a hacer que el paciente se flexione hacia delante en dirección al peso del saco. Para compensar esto, el paciente se obliga a efectuar una hiperlordosis de la columna lumbar con su consecuente síndrome doloroso lumbar o lumbalgia. Una vez entendidos los conceptos anteriores, se tiene que un paciente con una hernia que presenta pérdida de dominio no sólo presenta el problema de su defecto herniario, sino que hay un sinnúmero de trastornos agregados que deben tomarse en cuenta para una reparación efectiva y con el menor riesgo de complicaciones. (Mayagoitia, 2009)(23)

Prevención
Infección: Siendo esta la causa más frecuente para la aparición de hernias incisionales, su profilaxis será un aspecto importante con las siguientes sugerencias;
a.   Uso de profilaxis antibiótica principalmente cuando existan factores de riesgo (obesidad, diabetes, desnutrición, antecedente de infección en plastia previa).
b.   Evitar sangrado excesivo pero sin un uso exagerado del cauterio
c.    Evitar contaminación mecánica de la herida o de la malla y hacer irrigación de la herida para disminuir la cuenta bacteriana.
d.   Evitar periodos de hipotermia transoperatorios que producen hipoxemia y vasoconstricción tisular
e.   Evitar espacios muertos en el espacio celular subcutáneo y el uso de hilos gruesos en el mismo
f.     Uso de drenajes cerrados por contrabertura, solo por el tiempo necesario
Error técnico: Los errores técnicos de cierre de pared se ocasionan generalmente al dejar al más inexperto del grupo quirúrgico a que haga el cierre. Es importante que este se haga por el cirujano principal para disminuir al máximo los defectos técnicos.
Tipo de incisión: En la actualidad deben evitarse incisiones verticales fuera de la línea media y preferir las de la línea media, transversas y oblicuas.
Incisiones en el mismo sitio: De no poder evitar incidir sobre una herida anterior, el cierre de la misma debe realizarse con estricta técnica y de considerarlo apropiado se utilizaran mallas con fines profilácticos para el reforzamiento de la pared.
Obesidad: No hay una clara evidencia de que la disminución pre-operatoria de peso disminuya el riesgo de hernia incisional en el paciente obeso, aunque es recomendable por su morbilidad en general. El cierre de estos pacientes deberá al igual que en el punto anterior, realizarse con buena técnica y considerar el uso de mallas profilácticas.
Complicaciones pulmonares post- operatorias: En pacientes neumópatas es indispensable la fisioterapia pulmonar y la medicación pre-operatoria, continuándola en el post-operatorio. Se debe valorar el uso de malla profiláctica en caso de tosedores crónicos.
Ascitis y diálisis peritoneal: Los pacientes ascíticos deberán someterse a control medicamentoso de la misma antes de cualquier cirugía electiva. En aquellos con diálisis peritoneal esta se deberá suspender previo a la cirugía y reiniciarse después de 24- 48 hs. Siempre se valorará el uso de mallas profilácticas.
Tabaquismo: Si se suspende esto deberá ser al menos 30 días antes de la cirugía. Se recomienda fisioterapia pulmonar pre y postoperatoria y finalmente considerar el uso de mallas profilácticas cuando el paciente vaya a continuar con el habito tabáquico.
Pacientes con factores sistémicos y trastornos del metabolismo del tejido extracelular: Se procurará tener un control adecuado de cualquier patología concomitante, previa al acto quirúrgico cuando este sea electivo. De poder hacerlo se sugiere suspensión de esteroides, quimioterapicos, radiaciones y/o inmunosupresores 3-4 semanas previas a la cirugía. Siempre hay que tener en mente el uso de mallas profilácticas. En caso de pacientes conocidos como portadores de trastornos metabólicos del tejido extracelular bien definidos o pacientes con hernias múltiples se recomienda utilizar siempre mallas profilácticas en cualquier herida de laparotomía.

Consideraciones tácticas y técnicas
* El cierre simple con sutura continua produce excelentes resultados en las eventraciones pequeñas o moderadas.
* Es mejor y biológicamente diferente (en cuanto a la colágena) suturar bordes cruentos que bordes cicatrizados, considerando como borde cruento tanto a lo seccionado o disecado como a lo provocado por el paso de la aguja. Por ello, desde el punto de vista táctico, es distinto cerrar una laparotomía que una eventración.
* Se utilizan suturas de lenta reabsorción sólo en los planos que están en contacto con las vísceras.
* Los materiales no absorbibles se usan en todos los cierres de la pared separados de las vísceras por una capa biológica del paciente, sea epiplón, peritoneo o aponeurosis.
* Se prefiere el uso de suturas continuas para disminuir la cantidad de material heterólogo, incrementado por los nudos; sin embargo, se deja claro que es posible obtener los mismos logros con puntos separados, independientemente de la técnica (incisiones de relajación, rotación de colgajos e implantación de mallas, o una combinación de ellas).
* Se respeta la norma de pasar los puntos al menos a 0.5 o 1 cm del borde del defecto, con una distancia entre uno y otro de 0.7 a 1 cm; con esto resulta efectiva la proporción aproximada de 4:1 entre la longitud de la sutura (Herszage, 1980) (12) y el defecto que se va a cerrar.
* En las grandes eventraciones es indispensable considerar la aplicación de métodos auxiliares.

Indicaciones para cirugía
1.   Cualquier paciente que presente una hernia incisional debe ser considerado para reparación quirúrgica abierta o laparoscópica de la misma desde el momento en que se le diagnostica.
2.   El tamaño del defecto herniario no es un factor de decisión ya que todas las hernias tenderán a crecer y presentar una complicación. A menor tamaño del defecto herniario la cirugía y la recuperación serán mejores, así como con un menor índice de recurrencias. La edad tampoco es contraindicación formal para no indicar una cirugía reparadora.
3.   Los pacientes que por sus padecimientos agregados graves se contraindique algún procedimiento anestésico (incluyendo la anestesia local) o quirúrgico y aquellos en los que además se asocien defectos monstruosos de la pared, multioperados, fistulas intestinales y/o perdida de dominio con volúmenes abdominales muy pequeños (hernias con escenarios catastróficos) serán los únicos a los que se pudiera recomendar el no intentar un procedimiento de reparación con base en su riesgo/beneficio.
4.   En hernias con pérdida de dominio no deberá intentarse la hernioplastía sin una preparación preoperatoria adecuada encaminada a producir un aumento de volumen de la cavidad abdominal. El procedimiento de elección será el neumoperitoneo progresivo preoperatorio por un período no menor a 21 días, efectuándose actualmente este procedimiento en forma ambulatoria por su costo/beneficio.
  Todo paciente con hernia incisional es candidato a reparación abierta o laparoscópica sin que influya el tamaño del defecto herniario, edad o padecimientos agregados no graves. (Evidencia 4. Recomendación C). Consenso de expertos lOO%.
   Los pacientes con pérdida de domicilio deberán tener una preparación previa con neumoperitoneo progresivo preoperatorio por un periodo no menor a 21 días. (Evidencia 5. Recomendación B). Consenso de expertos 100%
   Solo en los pacientes catalogados con hernias con escenario catastrófico se podrá recomendar la no intervención con base en su riesgo/ beneficio. (Evidencia 5. Recomendación D) Consenso de expertos 100%.

Métodos auxiliares
Tienen el objetivo de lograr dos condiciones: disminuir la tensión de los músculos de la pared del abdomen al cerrar el defecto (no el concepto “libre de tensión”, pues la buena cicatrización exige un cierto grado de tensión funcional) y aumentar la capacidad de la cavidad para que al reintroducir las vísceras se eviten las complicaciones, muchas veces mortales, del síndrome compartimental.  (Malbrain, 2001)(21) Esta condición debe preverse para aplicar medidas auxiliares en cierres de laparotomías en los casos donde se anticipe una probable distensión marcada y prolongada en el periodo posoperatorio inmediato.
Los métodos anteriores se clasifican en:
1.   Preoperatorios: neumoperitoneo de Goñi Moreno.
2.   Intraoperatorios:
a)   Incisiones de relajación.
b)  Uso de mallas.

1.            Neumoperitoneo (Herszage, 2002) ( 16) ( Mayagoitia, 2009) (23)
Consiste en la inyección de aire corriente dentro del abdomen  en forma creciente y progresiva en un lapso de 15 a 30 días. Sin embargo, se ha utilizado en casos extremos durante 24 h preoperatorias o hasta tres meses. El autor de este capítulo y su equipo han ejecutado este procedimiento desde hace más de 30 años. Las cantidades de aire total inyectado varían de 10 a 105 L. Las formas de aplicación incluyen la administración fraccionada y continua, y con el paciente internado o tratado de manera ambulatoria; en aplicaciones completas se producen cuatro efectos: (Barroetaveña, 1998) (2) (Herszage, 2002) (16)
1. Disección neumática con separación de las adherencias viscerales, para facilitar el acto quirúrgico.
2. Distensión progresiva de las paredes del abdomen, que redimensiona la cavidad abdominal y evita el síndrome compartimental posquirúrgico.
3. Prestación de apoyo a la función del diafragma, reproduciendo las condiciones de respiración que el paciente tendrá en el posoperatorio.
4. Irritación peritoneal y la consiguiente vasocongestión provocada por la distensión y el aire, que condiciona un aumento del número de elementos blancos (macrófagos) intraperitoneales, en pro de la respuesta cicatrizal.
Una definición apropiada para la hernia con pérdida de dominio indica que se trata de una hernia donde el contenido del saco herniario excede la capacidad (volumen) de la cavidad abdominal, lo cual imposibilita la reducción espontánea de las vísceras.
Consecuencias de la pérdida de dominio para la cirugía
Si no se lleva a cabo un manejo preoperatorio adecuado en estos pacientes, pueden surgir las denominadas complicaciones por falta de planeación tanto en el transoperatorio como en el posoperatorio.
Entre las posibles complicaciones por falta de planeación se encuentran:
1.   Imposibilidad para realizar una plastia.
2.   Imposibilidad para reducir el contenido herniario.
3.   Realización de una plastia inadecuada.
4.   Reducción forzada del contenido herniario.
5.   Síndrome compartimental abdominal.
Cuando no se cuenta con la preparación adecuada y en el transoperatorio se observa que las asas intestinales y el mesenterio están engrosados y en abundante cantidad, lo cual dificulta su manejo y reintroducción en la cavidad abdominal pueden presentarse tres escenarios:
1. Imposibilidad para efectuar la plastia, que obliga a cerrar el saco herniario sin reducción de su contenido. Esta maniobra es difícil en ocasiones, debido a que casi siempre sufre edema el intestino más de lo que fue encontrado por el manejo operatorio de las asas y a que en el transcurso de la liberación de adherencias muchas veces hay pérdidas de segmentos de saco peritoneal, lo cual complica aún más su cierre.  Posteriormente debe cerrarse la piel sobre el saco o sobre las asas intestinales si no fue posible cerrar el peritoneo y planear una plastia diferida.
2. Realización de una plastia inadecuada. Cuando la cantidad de asas que permanecen fuera de la cavidad aparentemente no es grande, el cirujano permanece con el temor de una plastia diferida, por lo que decide realizarla aun ante la falta de la reducción completa y colocar mallas que cubren el contenido herniario a manera de un “saco de malla” protruido y fijarlas a la aponeurosis de manera supra aponeurótica (onlay) o en el espacio preperitoneal (sublay), lo cual ocasiona una recidiva temprana de la hernia y complica el procedimiento para el cirujano que opere de nuevo.
3. La tercera y más grave posibilidad implica una reducción total forzada del contenido intestinal a la cavidad abdominal pequeña. Aparentemente se lleva a cabo una plastia satisfactoria, pero el paciente se enfrenta a la posibilidad de desarrollar en el posoperatorio inmediato un síndrome compartimental abdominal, con sus complicaciones locales y sistémicas, bien conocidas por los cirujanos y los intensivistas.


 Síndrome compartimental abdominal
La presión intraabdominal normal oscila entre 5 y 10 mm Hg o entre 6 y 12 cmH2O (1 mm Hg = 1.2 cmH2O). Después de una cirugía electiva, como la colecistectomía abierta, se han encontrado promedios de presión intraabdominal de 6.5 a 2.1 mm Hg, mientras que en una cirugía donde se involucra una resección multivisceral se registra una presión promedio de 10.0 a 4 mm Hg. Schumpelick describió un aumento de la presión de 3 a 10 mm sobre la media normal en los pacientes sometidos a hernioplastia de una hernia incisional grande, lo cual supone una presión final de 9 a 20 mm Hg, que ocasiona en el paciente una reducción de 58% de la circulación de la pared abdominal y compromete la circulación esplácnica y renal, quedando a un paso de lo que puede clasificarse como síndrome compartimental abdominal.  (Mayagoitia, 2009)(23)

Neumoperitoneo progresivo preoperatorio
Tratando de evitar las consecuencias anteriores, en 1940 Iván Goñi Moreno, (Goñi-Moreno, 1947) (10) cirujano argentino, decidió utilizar el neumoperitoneo preoperatorio progresivo  para agrandar la cavidad abdominal en los pacientes con hernias y pérdida de dominio, y poder efectuar una reducción adecuada del contenido herniario,    
(Martínez, 2003)(22) utilizando como base las experiencias de Banyai, quien en 1931 usó el neumoperitoneo para producir un colapso pulmonar indirecto en pacientes con grandes cavernas tuberculosas, evitando así las complicaciones ocasionadas por el neumotórax terapéutico.
En su técnica original, Goñi Moreno colocó un catéter intraperitoneal y pasó aire ambiente “lavado” con yodopovidona para reducir el riesgo de infecciones, con un sistema de sifón de dos frascos. Esta introducción de aire se hace durante varios días hasta conseguir los objetivos deseados. Sin duda, es un buen sistema, aunque muy laborioso. Desde 1940 a la fecha se le han hecho innumerables cambios y modificaciones a esta técnica de producción del neumoperitoneo, variando la forma de la punción, el tipo de catéter o el gas utilizado. A continuación se mencionan algunas de esas modificaciones relevantes a través de la historia:
1940: Iván Goñi Moreno diseñó la técnica del neumoperitoneo preoperatorio progresivo.
1954: Koontz y Graves introdujeron el procedimiento en EUA.
1990: Caldironi realizó punciones diarias con aguja de Veress y uso de CO2 (con los inconvenientes de la punción diaria y la rápida absorción del gas).
1996: Naslound usó un Port--a--CathR para el neumoperitoneo.
1997: Bevawi usó un catéter de Tenckhoff para el neumoperitoneo.
2001 Martínez Munive usó un catéter subclavio de doble lumen para el neumoperitoneo y aire ambiente sin filtros, sin ninguna complicación infecciosa. (Goñi-Moreno, 1947, ( 10) Herszage, 2005 (15))
En la actualidad, el procedimiento del neumoperitoneo preoperatorio parte de bases científicas pero, sin duda, aún tiene algo de bases empíricas y subjetivas, lo cual ha impedido su uso generalizado entre los cirujanos. Los objetivos que se esperaría alcanzar con el uso del neumoperitoneo progresivo preoperatorio son:
1. Elevar de nuevo la presión intraabdominal en forma gradual.
2. Estabilizar la forma y la función diafragmática, con mejoría de la función ventilatoria.
3. Alargar los músculos de la pared abdominal y, por ende, el volumen de la cavidad abdominal.
4. Producción de lisis neumática de las adherencias laxas.
5. Mejorar la circulación portal, mesentérica e intestinal una vez que regresan paulatinamente las vísceras a la cavidad.
6. Producir irritación peritoneal y vasodilatación local reactiva con aumento de las células blancas sanguíneas (macrófagos), lo cual mejora la calidad de la respuesta cicatrizal. (Mayagoitia, 2009) (23)

2.   Incisiones de relajación
Tienen el mismo objetivo que el neumoperitoneo, pero se llevan a cabo en el periodo intraoperatorio. Pueden programarse tácticamente en eventraciones o ser imprevistas durante el cierre de una laparotomía, por lo que el cirujano general siempre debe tenerlas en mente. Las incisiones se utilizan para:
1. Aumentar el volumen de la cavidad abdominal.
2. Disminuir la tensión de la pared abdominal manteniendo su función.
3. Permitir reubicar los músculos en su posición anatomofuncional.
Todo tipo de reconstrucción de un defecto parietoabdominal que comience con una incisión en alguna de las capas musculo aponeuróticas de la pared debe considerarse como una incisión de relajación, sin importar la técnica que se va a seguir. Aun en eventraciones moderadas la incisión de una de las capas musculares, por lo general la más superficial, permite transformar un ectropión de los bordes en bordes planos con tensión normal y fácil de suturar. (Herszage, 1999) (14). El cirujano poco experimentado debe aplicarlas cuando tenga que hacer un cierre con una tensión exagerada en un paciente bajo anestesia general y relajación. Bajo el punto de vista preventivo de las eventraciones agudas, las evisceraciones o el síndrome compartimental es preferible hacer una incisión de relajación de más y no una de menos.
Las tres condiciones que deben cumplirse para hacer una incisión son las siguientes:
1. Debe preservarse la irrigación y la inervación de los músculos comprometidos. Si esto se cumple, la seudohipotrofia provocada por su sección y parcial desinserción previa será  corregida con su reimplantación en condiciones funcionales, lo cual llevará a la recuperación de los sujetos normoérgicos.
2. Las técnicas al usar incisiones de relajación deben ser planeadas de manera tal que la reparación asegure la conformación de la cúpula abdominal con dos o más planos superpuestos, siguiendo las líneas de tensión de los músculos involucrados. Las estructuras físicas de máxima seguridad (cúpulas de pilas atómicas y telas de máxima resistencia) siempre se realizan con tres planos de fibras de direcciones cruzadas y superpuestas, tal como se presentan en la pared abdominal.
3. El plano del transverso debe preservarse o reconstruirse (mallas) siempre, dado que su integridad es garantía del cierre de la cavidad.
Las áreas de implantación de una incisión relajante son las siguientes:
Mediana
Sobre la hoja anterior de la vaina del músculo recto anterior del abdomen. La más conocida es la de Gibson, publicada en 1920, que se hace sobre la hoja anterior de la vaina del recto en la unión del tercio externo con los dos tercios internos desde el reborde costal hasta el pubis.
Lateral
Se hace sobre los músculos anchos, oblicuo mayor y menor, y se utiliza en los siguientes casos:
a. En eventraciones umbilicopubianas,
b. En pacientes donde se prevén complicaciones agudas posoperatorias —como sepsis—, intracavitarias, pancreatitis agudas, etc., que fueron abordadas por incisiones medianas xifopubianas.
c. En eventraciones subcostales.
Combinadas
En el caso de las eventraciones medianas xifoumbilicales y xifopubianas se cree que la técnica de Albánese es el mejor ejemplo, puesto que respeta las estructuras anatómicas y la función de la pared del abdomen. Es útil en eventraciones de hasta 30 cm de anchura y presencia de insuficiencia respiratoria. (Mayagoitia, 2009) (23)

3. Mallas
La parietoplastia protésica tiende a convertirse en el método de referencia para todas las eventraciones, con independencia de su tamaño. Mientras que la incidencia de las recidivas después de haber realizado una sutura puede alcanzar el 50%, no llega al 10% cuando se ha utilizado un refuerzo protésico no reabsorbible (Schumpelick, 2001)(29) La prótesis funciona como sustituto de la pared con objeto de colmar la pérdida de sustancia y como trama para reconstruir una pared neoformada. Transforma la tensión excesiva en «tensión funcional» (Herszage, 1999) (14) Para elegir una prótesis es necesario conocer las propiedades de los biomateriales disponibles a fin de adaptarlos a la eventración y al sitio de implantación escogido. La prótesis «ideal»(Kingsnorth, 2003),(19) que aún no existe, debe cumplir los siguientes requisitos: ser químicamente inerte, no modificarse por efecto de los fluidos tisulares, no ocasionar reacciones inflamatorias, de cuerpo extraño, alérgicas ni de hipersensibilidad, no ser cancerígena, resistir a la tensión mecánica, poder fabricarse y recortarse en la forma requerida, ser esterilizable y resistir a la infección. En la actualidad, hay tres tipos de biomateriales disponibles.
1)   Biomateriales no sintéticos a base de colágeno. Están constituidos por una matriz de colágeno de origen humano o animal que posibilita la colonización por los fibroblastos. La experiencia clínica todavía es limitada. Podrían utilizarse en las pérdidas de sustancia parietal en medio séptico.
2)   Biomateriales sintéticos reabsorbibles (vicryl, etc.). Tienen una duración insuficiente para garantizar la reparación definitiva. Cerca del 60% de la resistencia a la tracción del vicryl se pierde en 21 días, mientras que la fase de maduración de la cicatrización sólo aparece a partir de la 6. semana (Kingsnorth 2003) (19). El índice de recidiva tras la cura con prótesis reabsorbible puede alcanzar el 75% (Pans, 1998) (25). Sólo se indican para la reparación temporal de un defecto parietal en un contexto séptico. En contacto con el intestino, no dan lugar a ningún efecto indeseable.
3)   Biomateriales sintéticos no reabsorbibles. Para que resulten eficaces, deben provocar una leve reacción inflamatoria y una intensa reacción fibroblástica, garantía de su integración parietal. Esta colonización fibroblástica guarda relación directa con la porosidad de las tramas. Las prótesis macroporosas (tipo I), con alto potencial adhesiógeno, tienen intersticios de más de 75 μm, tamaño necesario para la penetración de los macrófagos, los fibroblastos y las fibras de colágeno. Por el contrario, las prótesis microporosas (tipo II), con intersticios de menos de 10 μm, generan escasa adherencia y no se integran a la pared. El tamaño de los poros también influye de manera considerable en el riesgo de infección. Por debajo de los 10 μm, permiten la colonización bacteriana, pero se oponen al paso de los macrófagos y los granulocitos. Si se declara una infección, las prótesis de tipo I tienen buena tolerabilidad, lo que permite un tratamiento conservador. En cambio, la infección  de  una prótesis de tipo II generalmente obliga a extirparla.
La textura y el gramaje (expresión de la cantidad de material implantado) deben adecuarse a las necesidades fisiológicas. Las tramas habituales tienen una resistencia mecánica muy superior a las necesidades; esta resistencia, por otra parte, aumenta con el tiempo. El gramaje debe ser lo menor posible para reducir la reacción inflamatoria y la limitación de la movilidad abdominal (fenómeno real y de intensidad variable, según la demostración estereográfica tridimensional realizada por Schumpelick (Schumpelick, 2001)). (29)
Es preciso conocer la retracción de las tramas durante la cicatrización, que puede representar el 20- 50% de su superficie. Las prótesis deben fijarse sin tensión a la periferia y han de rebasar, aproximadamente, 5-8 cm los límites de la brecha. La retracción podría explicar las posibilidades de dolores residuales al nivel de las suturas.
Existen biomateriales sintéticos no reabsorbibles de tres tipos: polipropileno, poliéster y politetrafluoroetileno expandido (e PTFE). Recientemente se han perfeccionado algunos materiales compuestos. Se fabrican más de 80 biomateriales.
Las adherencias inducidas por los biomateriales en la cavidad peritoneal exponen a una oclusión o a una fístula digestiva. Los trabajos experimentales han demostrado que cuanto más anchos son los poros y más espeso es el biomaterial, mayor es la intensidad de las adherencias. Se ha establecido una escala de adherencia (Kingsnorth, 2003) (19). Ésta es alta en el polipropileno y el poliéster, lo cual contraindica su uso en contacto con el intestino, y es baja en el PTFE. Se han concebido productos compuestos que pueden emplearse en contacto con las vísceras, sin mayor riesgo de adherencia. Constan de una superficie parietal textil (poliéster o polipropileno) y una superficie visceral reabsorbible o recubierta con una membrana de PTFE o de poliuretano no adhesiógeno. Son los únicos que pueden utilizarse por vía laparoscópica.
Se ha preferido las de polipropileno tejidas con hilo monofilamento. Las reabsorbibles (VicrylR o DexonR) las reservan para los casos de abdomen abierto y contenido en el curso de alguna laparotomía, o como refuerzo circunstancial y provisorio. Igual que ocurre con cualquier técnica invasiva, en algunos pacientes elevan la morbilidad, que incluye los seromas, los cuales se evacúan por presión o punción, con una excelente evolución en casos de infección, donde se tiene que exponer y tratar con sacarosa común.
 En los últimos 30 años el Mayagoitia y su grupo han respetado el decálogo siguiente y nunca han tenido que retirar una malla implantada.
Decálogo del uso de mallas
1. Asepsia integral.
2. Prótesis de calidad.
3. Tamaño francamente mayor que el defecto herniario.
4. Sutura de fijación monofilamento inabsorbible (o del mismo material que la malla).
5. Implantación profunda.
6. Protección visceral.
7. Anclaje a estructuras firmes.
8. Fijación a distancia del anillo.
9. Tensión normal y funcional.
10. Ausencia de pliegues y arrugas. (Mayagoitia, 2009) (23)

Selección de la técnica  con o sin malla
Guías de Práctica  Clínica para Hernias de la Pared Abdominal ASOCIACIÓN MEXICANA DE HERNIA Actualización Agosto de 2015
    Las técnicas convencionales sin malla o de cierre primario tienen el inconveniente de realizar una aproximación de los bordes con mucha tensión, produciendo hipoxia, isquemia y necrosis de los tejidos al actuar fuerzas contrarias que tienden a la separación de dichos bordes y nos llevan a una índice de recurrencias que oscila entre el 10 al 50%.
   El uso de técnicas con aplicación de mallas para la reparación de hernias incisionales disminuye al igual que en las inguinales, hasta un 75% la frecuencia en la aparición de recidivas.
   La ventaja de utilizar una malla es la de proporcionar soporte adicional a la pared abdominal, disminuir la tensión sobre el área del defecto herniario y proporcionar una matriz sobre la cual se producirá una proliferación guiada de fibroblastos y creación de tejido conjuntivo que reforzará el defecto aponeurótico. No existe evidencia del tamaño mínimo para colocar una prótesis de malla pero en general un defecto menor de 3 cm pudiera dejarse para cierre simple excepto en recidivas. Por otro lado el colocar una malla en defectos menores a 3 cm es una práctica común en la actualidad.

Abierta o laparoscópica
   Ambas técnicas con colocación de prótesis son efectivas para el manejo de las hernias incisionales con similares índices de recidivas.
  Las técnicas laparoscópicas ofrecen mayores ventajas en cuanto a menor incidencia de seromas, hematomas, infección de la herida, menor tiempo de hospitalización y permiten un retorno más temprano a las actividades habituales y laborales.
   La técnica intraperitoneal abierta o laparoscópica facilita la reparación en hernias fuera de la línea media (lumbares, paramediales) y las cercanas a bordes óseos (supra-púbicas, sub-xifoideas, subcostales, lumbares).
   A pesar de lo anterior es controversial la elección de la mejor técnica (abierta o laparoscópicas) en hernias complejas (multioperadas, multisacos, asociadas a fistulas intestinales, con pérdida de domicilio) o defectos gigantes de más de 700 cm' de área.
   El uso de mallas para reparar el defecto herniario es lo adecuado, siendo más efectivo que la reparación primaria (Evidencia l. Recomendación Aj. Consenso de expertos lOO%.
A todo defecto herniario mayor de 3 cm se le debe colocar malla. Deberá considerarse también la aplicación en defectos menores y en todas las recidivas. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.
La reparación abierta y laparoscópica ofrecen ventajas similares, con discreta ventaja en cuanto a menor tiempo de hospitalización, dolor y de retorno a sus actividades con la cirugía endoscópica. Existe mayor facilidad técnica al reparar hernias fuera de la línea media y cercanas a bordes óseos con la vía intraperitoneal (abierta o laparoscópica). (Evidencia 2, Recomendación B). Consenso de expertos 100%
La reparación de hernias complejas por vía laparoscópica es controversial. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos 50%.

Posición de la malla
Existen varios niveles de la pared abdominal en donde se puede colocar una malla para reparar una hernia incisional, conocidas universalmente por su denominación anglosajona como:
a)   Sublay o Underlay (intraperitoneal, preperitoneal, retromuscular o premuscular subaponeurótica);
b)   Onlay (preaponeurótica);
c) Inlay (suturada a los bordes del defecto) y
d)    Mixta (Sándwich).

Sublay o underlay: Es la posición en que da menores índices de recidiva (<10%) por su mecanismo de acción a manera de tapón aprovechando la presión intra-abdominal para su posicionamiento firme. Esa puede tener diferentes modalidades de colocación y vías de acceso:
a)   lntraperitoneal o IPOM: (Intra Peritoneal Onlay Mesh) ya sea por vía abierta o lo más común por vía laparoscópica. Para esta última se requiere de mallas separadoras de tejido (con capa antiadherente a vísceras).


b)


Preperitoneal y/o retromuscular: La colocación de la malla se coloca indistintamente de acuerdo a la facilidad técnica en el espacio retromuscular donde hay aponeurosis posterior (arriba del arco de Douglas) o en el espacio preperitoneal donde no hay aponeurosis posterior (debajo del arco de Douglas). Lo más común es que se utilice uno u otro espacio simultáneamente de acuerdo a la fibrosis y facilidad de disección de los espacios en cada paciente en particular.
c)    Subaponeurótica premuscular: La malla se coloca por debajo de la aponeurosis anterior sobre los músculos. Este solo puede efectuarse cuando se involucra la línea media y encontramos músculos rectos, además de que el defecto herniario no sea muy grande, pues de lo contrario pierde estabilidad la malla. Otro inconveniente es el que la disección de este plano es más traumática y sangrante que en el espacio retromuscular.






Onlay: Es la colocación de la malla en forma supra-aponeurótica a manera de parche, siempre por vía de acceso abierto y puede colocarse después de haber cerrado con tensión el defecto herniario o sin cerrarlo. Involucra mayor disección de colgajos de piel y tejido celular subcutáneo, lo que favorece infecciones, hematomas y seromas. Su efectividad es menor en cuanto a índice de recidivas.




Inlay: Es la colocación de una malla justo del tamaño del defecto y suturada a sus bordes, sin cierre del defecto. Se efectúa siempre por vía de acceso abierto. Tiene un alto índice de recidivas (comparado al de las plastias con tensión de cierre primario).

Mixta: Es la llamada técnica del "Sándwich" al colocar un segmento de malla Sublay preperitoneal y/o retromuscular y otro segmento onlay preaponeurótico. El objetivo de esta es con el fin teórico de dar mayor reforzamiento a la pared. Se prefiere en los casos donde hay denervación muscular para endurecer por ambos lados la capa músculoaponeurótica y evitar la distensión por flacidez de un músculo denervado (algunas hernias lumbares, subcostales, etc.).

  La posición de la malla que da menores complicaciones y menor índice de recidivas es la Underlay e lPOM (Evidencia 3. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.
  La posición Onlay supra-aponeurótica deberá dejarse para casos especiales donde sea imposible tener acceso a los otros espacios.
  La posición Inlay prácticamente debe abandonarse por su alta frecuencia de recidivas. (Evidencia 4,5. Recomendación e, D). Consenso de expertos lOO%.
  La posición mixta de la malla está indicada en zonas donde hay más masa muscular que aponeurotica y donde exista denervación muscular, para producir un efecto extra de rigidez del músculo. (Evidencia 4. Recomendación C). Consenso de expertos lOO%.

Cierre del defecto o aproximación de la línea media
   No hay estudios de evidencia o meta-análisis que confirmen si se debe o no, cerrar los defectos herniarios o reaproximar las capas musculo aponeuróticas a la línea media.
a.   A favor de hacerlo se aduce: Restituir la funcionalidad y fisiología de la pared abdominal. Disminuir el espacio muerto y por ende la aparición de seromas y hematomas. Mayor área de contacto de la malla con tejido músculoaponeurótico.
b.  A favor de no hacerlo se aduce: No convertir una técnica sin tensión en una tensionante más aplicación de malla. El cierre del defecto no necesariamente restituye la funcionalidad y fisiología de la pared abdominal por ser paredes dañadas y cicatriciales. Se produce aumento innecesario de la presión intra-abdominal con  restricción ventilatoria cuando se realizó a mucha tensión y desgarro consecuente de la pared suturada como en las plastias convencionales. Se produce aumento del dolor post-operatorio.
Cuando se decide hacer cierre del defecto o aproximación de línea media se podrá efectuar por acceso abierto o endoscópicamente con puntos simples o con técnica de separación de componentes.
No hay clara evidencia de que unir la línea media o cerrar el defecto herniario devuelva la funcionalidad o fisiología normal a la pared abdominal. Hacerlo disminuye la superficie de contacto de la malla con el TCS evitando seromas. Se deberá intentar solo cuando no exista demasiada tensión en los bordes al hacerlo. Evidencia 5. Recomendación DJ. Consenso de expertos 100%.

Materiales protésicos
   Existe suficiente evidencia para confirmar que en la actualidad la malla monofilamento que más se acerca a la ideal de acuerdo a los criterios de Cumberland es la malla de polipropileno ligero o reducido pues contiene hasta 70% menos material que sus antecesores pesados. Su fuerza tensíl es más parecida a la abdominal (20 N/cm contra 16 N/cm de la pared abdominal); produce menor restricción al movimiento (compliance) en el post-operatorio cuando se colocan mallas de gran extensión en la pared del abdomen; y el tamaño mayor del poro permite transparencia de los tejidos evitando lesiones vasculares o nerviosas al momento de su fijación y permitiendo una migración de fibroblastos y angioblastos adecuada, lo que se traduce en mejor integración de la misma a los tejidos propios.
La combinación de material de polipropileno ligero o reducido con cualquier otro material para aumentar la firmeza de la malla y mejorar su manejo con poliglactina 910, Poliglecaprone, Polidioxanona, etc. (mallas parcialmente absorbibles), le confiere propiedades de disminución del proceso inflamatorio a nivel local por medio del proceso de degradación por hidrólisis de dichos materiales y mejora las cualidades del polipropileno reducido solo.
Su único inconveniente en la actualidad es la imposibilidad de ser colocado en contacto directo con las vísceras por la gran posibilidad de causar adherencias e inclusive fistulizaciones graves.
Para prevenir lo anterior se les han agregado en una de sus caras materiales antiadherentes o separadores de tejido como la celulosa oxidada regenerada; hidrogel de ac. Hialurónico; colágena hidrofilica; con el fin de evitar dichas adherencias por el lado en que se encuentran colocados. Esto permite la proliferación de células mesoteliales entre ellas y las vísceras, para la formación de una capa peritoneal que cubra la malla y posteriormente se reabsorban estos materiales ya sin riesgo de contacto directo de vísceras con el polipropileno reducido o ligero.
Las mallas de Poliéster o Dacrón solas o en combinación con algún material antiadherente o separador de tejidos pueden aplicarse como segunda opción teniendo en cuenta de que se trata de un material macro, micro poro con pérdida de su fuerza tensíl por fragmentación de la misma a largo plazo y mayor tendencia  a producir infección cuando ocurre alguna contaminación y la necesidad de ser retirada en caso de infección.
Las mallas de Politetrafluoroetileno expandido (PTFEe) poseen una característica de ser antiadherentes y pueden ser utilizadas en técnicas intraperitoneales tanto abiertas como laparoscópicas en contacto directo con las vísceras. Sin embargo, esta misma característica se convierte en desventaja al tener un menor grado de integración hacia la pared abdominal a pesar de que se han elaborado superficies rugosas para mejorar este proceso, por lo que requiere de una fijación minuciosa con varios puntos y/o grapas de materiales no reabsorbibles. Es un material microporo que le da tendencia a ser colonizada con facilidad si hay contaminación del área quirúrgica o existe mal manejo de la misma. No tolera la infección y debe ser retirada invariablemente si esta se presenta.
Las mallas biológicas de matriz a celular provenientes de submucosa intestinal, dermis porcina o humana cadavérica pueden aplicarse en áreas contaminadas, más no infectadas, pues toleran hasta cierto punto la presencia de bacterias sin aumentar el riesgo de infección como las mallas permanentes. Se pueden utilizar cuando se efectúa algún procedimiento de urgencia como hernias incarceradas o estranguladas o existió alguna perforación intestinal en el curso de la cirugía de hernia y existe el riesgo de contaminación.
   El inconveniente mayor de las mallas biológicas es que no tienen permanencia constante en el organismo pues se reabsorben en un período de 18 meses, siendo en la actualidad incierta la evolución a largo plazo del paciente al dejar solo tejido propio que pudiera tener deficiencias de colágena y favorecer la aparición de una recidiva tardía. Otro inconveniente es su alto costo.
La malla que en la actualidad se acerca más a la ideal parece ser aquella que se integre mejor a los tejidos con un proceso cicatricial parecido a lo normal. Que contenga la menor cantidad de material (ligera), asociada a un material absorbible para que de firmeza a la malla y menor respuesta inflamatoria (parcialmente absorbible) y que cuando tenga que ser colocada en contacto con las vísceras se le agregue un material antiadherente absorbible. (Evidencia 3. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.
Las mallas biológicas hasta el momento no tienen un papel definido a largo plazo por lo que su uso deberá hacerse con reservas. (Evidencia 4. Recomendación C). Consenso de expertos lOO%.

Indicación para mallas separadoras de tejido
   Las mallas separadoras de tejido fueron creadas con la idea de usarse siempre que no sea posible su colocación sin la interposición de tejido de la pared abdominal entre esta y las vísceras. Como su nombre lo indica, sirve para separar a los tejidos o vísceras del contacto directo con la malla permanente y evitar adherencias, erosión y fistulizaciones intestinales.    Su uso es rutinario en reparaciones de hernias incisionales por vía laparoscópica y por acceso directo con colocación de malla intraperitoneal.
   En cirugía abierta con técnica preperitoneal y/o retromuscular donde hay orificios múltiples, grandes pérdidas de saco peritoneal y no se cuenta con epiplón para usarlo como parche aislante, estará indicada la colocación de una malla separadora de tejido para evitar contacto directo del polipropileno con las asas intestinales.
    Idealmente se deberán elegir mallas de un material que por el lado que va en contacto con la pared abdominal, tenga un poder de integración adecuada para una mejor fijación y de preferencia un material ligero. Por el lado opuesto en contacto con los intestinos y vísceras idealmente deberá escogerse un material con buen poder antiadherente, absorbible para evitar material microporo permanente y finalmente con la capacidad de permitir una adecuada proliferación de células mesoteliales entre ella y las asas intestinales para que se forme peritoneo que proteja posteriormente a las vísceras del contacto directo con la malla permanente.
    El uso de estas mallas no está justificado cuando se utiliza la vía supra-aponeurótica (onlay) técnica preperitoneal y/o retromuscular si no habrá contacto directo con las asas intestinales.
    Es mandatorio el uso de una malla antiadherente cuando esta quedará en contacto con las vísceras para evitar complicaciones de adherencias y erosiones viscerales, ya sea corno malla simple o compuesta (bi o tricapa). (Evidencia 2. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.

Materiales de fijación suturas
   Los materiales de sutura para fijación de prótesis deberán ser elegidos de acuerdo al tipo de malla utilizado más que de la técnica, teniendo predilección por los de tipo monofilamentoso sobre los multifilamento por ser estos últimos de tipo microporo con sus inconvenientes de mayor tendencia a la infección.
    Los materiales monofilamentosos no absorbibles como el polipropileno y nylon tienen permanencia constante y general reacción a cuerpo extraño al igual que la malla de polipropileno. Los materiales monofilamentosos reabsorbibles disminuyen el proceso de reacción inflamatoria local durante su degradación por hidrólisis, por lo que deben preferirse sobre los no absorbibles.
    Cuando se utiliza una malla de polipropileno, esta se integra en un período de 30 a 60 días por lo que su fijación puede ser con material monofilamentoso de tipo absorbible de absorción a mediano o largo plazo (polidioxanona), con calibres entre 2-0 y O. De la misma forma las mallas biológicas y las de poliéster serán fijadas preferentemente con material monofilamentoso absorbible.
   Las mallas con poca capacidad de integración como el PTFEe, exigen una fijación constante y permanente, por lo que se deberá preferir una sutura monofilamentosa no absorbible.    El uso de suturas puede ser tanto en cirugías abiertas como en laparoscópicas.

Métodos de fijación con suturas
Puntos simples: Los puntos simples de malla a aponeurosis son rara vez aplicados a excepción de la fijación en la técnica de Rives de la malla a la aponeurosis posterior y/o peritoneo (modificación de Schumpelick). En la técnica intraperitoneal se pueden aplicar dando puntos directos de la malla con peritoneo y aponeurosis posterior donde esta exista.
Puntos en "U": Se utilizan en la técnica abierta de Rives o intraperitoneal, pasando nuestra aguja desde la aponeurosis anterior hasta tomar la malla en el espacio preperitoneal o intraperitoneal y regresarse en "U" nuevamente a la aponeurosis anterior para ser anudados como puntos simples. El inconveniente de estos puntos es que requieren grandes levantamientos de colgajos de piel y TCS que favorecen los seromas y hematomas. Existe una variación para evitar lo anterior, sin hacer grandes levantamientos. Se efectúa solo una tunelización del TCS solo en el sitio donde se aplicará el punto en "U".
Puntos transcutáneos: Estos pueden aplicarse tanto en cirugía abierta preperitoneal (Técnica de Rives) o intraperitoneal, así como en la cirugía laparoscópica tipo IPOM (intraperitoneal onlay mesh). Son aplicados haciendo una pequeña incisión de I a 2 mm por la que se introduce un pasahilo de cualquier tipo hasta el espacio preperitoneal en cirugía abierta o intraperitoneal en cirugía laparoscópica, y a continuación se tracciona uno de los cabos de la sutura de la malla hasta sacarlo a nivel de piel. Se hace la misma maniobra con el otro cabo de la misma sutura dejando un pequeño puente de aponeurosis entre ambos y se anuda, quedando el nudo "enterrado" en el TCS.

Grapas
   La fijación con grapas de una malla cuando se opera por vía abierta es una alternativa que tiene la tendencia a reducir el tiempo quirúrgico por su rapidez de aplicación.
   Su mejor indicación es en las plastias con abordaje laparoscópico pues facilitan la fijación y reducen también el tiempo quirúrgico cuando son comparados con la aplicación de suturas laparoscópicas.
   No se han encontrado hasta el momento diferencias en su efectividad en relación a la forma y mecanismo de colocación de las grapas (convencionales, cola de cochino, etc.).
   Su inconveniente radica en la distancia corta de penetración en los tejidos lo cual le confiere una fijación no muy firme que en ocasiones se tiene que complementar con suturas. Otro inconveniente es la tendencia a la aparición de adherencias intestinales a las grapas
   Si se utilizan mallas con buena integración a los tejidos es suficiente con la aplicación de grapas en una o en "doble corona" acompañado o no de dos a cuatro puntos de sutura como refuerzo. Si utilizamos mallas con mala integración a los tejidos, invariablemente deberán ir acompañadas de múltiples puntos de sutura acompañante.
   La implementación actual de grapas de material reabsorbibles a largo plazo evita tan solo el problema de adherencias de vísceras al material de la grapa. No existe aún una grapa con profundidad de fijación adecuada que evite el uso de algunas suturas de refuerzo.

Métodos de fijación con grapas
   Pueden ser aplicadas por vía abierta o por vía laparoscópica
Fijación simple: En cirugía abierta se aplica la grapa a la malla contra el tejido que se fijará para mantener en posición adecuada a la malla. No requiere de una técnica especial ni hay distancia mínima entre cada grapa
Corona simple: Consiste en la aplicación laparoscópica de las grapas a una distancia de 0.5 del borde de la grapa y con una distancia entre cada una de 1 a 3 cm dependiendo del tipo de malla para mantener la malla fija sin levantamiento de la misma y evitar que una víscera pueda atraparse entre la pared y la prótesis.
Doble corona: Además de la corona anterior se dará otra circunferencia de grapas a uno o dos centímetros internos de la malla, intercalándolas entre dos de las grapas de la primera fila o corona para reforzar la fijación.

Pegamentos biológicos y sintéticos
Son utilizados como complemento para la fijación de la malla.
Algunos grupos lo utilizan como único medio de fijación con el uso de mallas con buena integración a los tejidos en cirugía abierta. Con las mallas de poca integración se podrán utilizar en combinación con suturas y/o grapas.
El uso de sellantes de fibrina sobre las grapas de fijación previene la adherencia intestinal hacia estas Su uso puede ser tanto en cirugía abierta como en cirugía laparoscópica.
Por goteo: Se utiliza la jeringa o el aplicador para ir colocando puntos o gotas del pegamento en el segmento de la malla que 10 requiera a libre demanda tanto por vía abierta como laparoscópica.
Por aspersión: Se utiliza un aplicador especial o aspersor conectado a un sistema de aire para convertir el líquido del pegamento en un fino spray que se aplica en forma más amplia y con ahorro del mismo para mayor cobertura. También es aplicable por vía abierta y laparoscópica.
El uso de suturas de tipo monofilamento y de absorción lenta ofrece ventajas sobre los materiales no absorbibles y multifilamento en la fijación por cualquier técnica de una prótesis de malla. (Evidencia 3. Recomendación B). Consenso de expertos 100%.
Las grapas como material de fijación son de utilidad en cirugía laparoscópica, valorando de acuerdo a la región operada yola malla utilizada, el agregar suturas o adhesivos adicionales. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos 80%.
Los adhesivos de fibrina producen un proceso de cicatrización más parecido a lo normal que los sintéticos. En cirugías abiertas con mallas preperitoneales y/o retromúsculares podrá utilizarse como única fuente de fijación. En cirugías intraperitoneales (abiertas o laparoscópicas) su uso siempre deberá adicionarse de grapas o suturas para un posicionamiento seguro de la malla. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.

Materiales por técnica
Técnica abierta no intraperitoneal
   El material de elección por costo beneficio para la reparación de una hernia incisional por vía abierta sin contacto con vísceras (técnica de Chevrel, preaponeurótica u Onlay; técnica de Rives/Stoppa preperitoneal y/o retromuscular) es el polipropileno ligero o reducido, que podrá estar asociado a un material absorbible (mallas ligeras parcialmente absorbibles).
   Sí al efectuar los procedimientos anteriores quedan áreas sin cubierta peritoneal y no se puede aislar la malla con un parche de epiplón, colgajo o peritoneo libre, etc. Se deberá utilizar una malla separadora de tejido, ya sea como malla adicional o malla mixta (polipropileno ligero más el material antiadherente por el otro lado).
    Los materiales de fijación para las técnicas anteriores deben ser idealmente monofilamentos y de absorción lenta. De preferirse los adhesivos, el sellante de fibrina es lo ideal con técnica de aspersión.

Técnica intraperitoneal abierta o laparoscópica
   Al realizar la técnica abierta o laparoscópica intraperitoneal (IPOM), el material de elección deberá ser una malla separadora de tejidos o antiadherente para evitar la formación de adherencias o fistulizaciones a vísceras. Idealmente se debe buscar la combinación perfecta de una capa de material permanente con buena integración a pared abdominal por el lado parietal y una capa por el lado visceral de un material antiadherente de permanencia temporal que permita la re-peritonización protectora, previo a su absorción. Los materiales de fijación ideales son de igual forma monofilamentos, de absorción lenta cuando se utiliza una malla con buena integración a pared o inabsorbibles cuando la malla elegida no tiene buena integración. Grapas idealmente reabsorbibles o en su defecto metálicas con la menor cantidad de material fuera de la malla, en exposición a las vísceras. Por lo general su uso es mixto. Los adhesivos sintéticos o de fibrina nunca deberán usarse solos en estas técnicas, siempre serán un complemento al uso de grapas o suturas.
La elección de la malla va de acuerdo a la técnica, vía de acceso y características del defecto herniario. Se tendrá preferencia por las ligeras macroporo en cirugías sin contacto visceral y se adicionara una capa antiadherente cuando si tenga contacto visceral, independientemente de la vía de acceso. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.

Complicaciones post operatorias
Seroma
   Es la más frecuente de las complicaciones en el post-operatorio inmediato, con cifras que llegan al 30%, por otro lado, el seroma crónico (>8 semanas) se presenta hasta en un 5%. Su presentación se incrementa en las hernias con defecto mayor a 6 cm, en las laparoscópicas y cuando se deja mucha superficie de contacto entre la malla y el tejido celular subcutáneo como en las mallas supra-aponeuróticas (onlay).
  Su profilaxis consiste en realizar la menor disección posible de colgajos de piel y TSC en las abiertas; colocación de mallas preperitoneales o retromusculares; evitar espacios muertos; drenaje cerrado en los casos adecuados y vendajes compresivos en el post-operatorio.
   Hay consenso en que la conducta es expectante hasta por 8 a 12 semanas, de no haber molestias clínicas de dolor y que no tienda al crecimiento. Si no cede, no se reabsorbe espontáneamente o es muy grande, se punciona o drena en forma abierta, siempre con los máximos cuidados de asepsia, dejando, si lo requiere, tubos de drenaje cerrado; antibioticoterapia profiláctica y vendajes compresivos.
   En su forma crónica o encapsulada (seromas quístico) se deberá efectuar un drenaje amplio y extirpación de su capsula y detritus, haciendo un cierre simple con drenaje.

Hematoma
   Es una complicación rara en laparoscopía. Por vía abierta está en relación a la extensión de la disección, especialmente cuando se coloca la malla onlay. En pacientes anticoagulados, cirróticos o tomadores crónicos de aspirina es una complicaciones frecuente. En el postoperatorio los vómitos, náuseas extremas o accesos de tos, pueden condicionar un sangrado de un vaso mal ligado o no coagulado en el transoperatorio.
   Su profilaxis está en la corrección de trastornos hemorragíparos previo a la cirugía. Hemostasia adecuada con cauterio y/o ligadura, en especial de las ramas perforantes en la técnica Onlay. Si existe el recurso, se recomienda el uso de adhesivos de fibrina aplicado en spray. Evitar elevaciones bruscas de la presión abdominal en el post-operatorio como vómitos o tos intensa.
   El manejo es igual al del seroma, realizando la evacuación de coágulos para los hematomas de gran magnitud con cierre inmediato de herida y uso de antibióticos. El procedimiento debe ser realizado con altas medidas de asepsia.

Hemoperitoneo
   Es rara su presentación en Cirugías abiertas, ocasionado por falta de control en la hemostasia  de liberación de bridas viscerales o de epiplón. En cirugía laparoscópica a lo anterior se agrega el sangrado post-operatorio de puertos laparoscópicos. Los pacientes anticoagulados, cirróticos o tomadores crónicos de aspirina, aumentan las posibilidades de este problema
   La profilaxis de este problema es la hemostasia minuciosa de las zonas de adherenciolisis visceral o de epiplón. Los puertos laparoscópicos deberán siempre verificarse previo a la salida de los trocares.
   En general el tratamiento puede ser conservador si no existe compromiso hemodinámico o descenso progresivo de la hemoglobina.
   Si fue cirugía abierta, se efectuará una relaparotomía o se puede considerar el iniciar la exploración por laparoscopia para evacuar sangre y coágulos así como el control del sangrado. Si la cirugía fue laparoscópica, se recomienda reintroducir los trocares por las mismas incisiones previas y evacuar coágulos, lavado y control del sangrado.

Dolor post-operatorio prolongado
   El dolor post-operatorio inmediato de la pared abdominal está relacionado con el proceso de inflamación de la herida y su disección, con la colocación de puntos transmurales (transcutáneos o trausfaciales) y la colocación de grapas de fijación. Su forma crónica no es tan común (5%) como la inguinodinia, pero por lo general está relacionada con atrapamiento de filetes nerviosos entre los puntos transmurales y rara vez por la colocación de una grapa sobre dichos nervios.
   Se debe informar al paciente de la posibilidad de dolor de pared abdominal en el post-operatorio. Si se tiene la necesidad de colocación de puntos trausmurales se deberán pasar y anudar en forma transversal más que longitudinal para disminuir la posibilidad de atrapamiento de filetes nerviosos. Su anudado no debe ser excesivo. Se usará de preferencia materiales de absorción lenta para evitar permanencia continua. Los materiales de grapado deberán ser lo menos traumáticos posibles y de preferencia en la actualidad con grapas reabsorbibles.
   Se administrará analgesia adecuada para las primeras 12 a 24 hs posterior a estos procedimientos. En su forma crónica no incapacitante, las infiltraciones con esteroides y anestésicos pueden mejorar la sintomatología. Cuando se confirma que es por un punto transmural y este se dio con material no absorbible hay necesidad de retirar el punto por medio de una incisión pequeña en el punto doloroso. Con las grapas el problema es mayor pues no hay forma de saber cuál es la causante y entrar laparoscópicamente a retirarlas es un procedimiento laborioso.
Oclusión intestinal
   Su presentación en cirugías abiertas es cuando no se abre el saco e inspeccionan las asas intestinales, aunque esto na debe hacerse de rutina si no hay antecedentes obstructivos. En cirugía laparoscópica donde rutinariamente se liberan las adherencias viscerales a la pared abdominal sus causas pueden ser; formación de nuevas adherencias intestinales, introducción de un asa a través de un puerto laparoscópico, introducción de un asa entre la pared abdominal y una malla mal fijada.
   La prevención será el efectuar una revisión de cavidad con apertura del saco en las reparaciones abiertas cuando hay antecedentes de cuadros oclusivos o sub-oclusivos y en la laparoscópica, un cierre adecuado de puertos laparoscópicos mayores de S mm, así como una fijación adecuada de la malla sin dejar espacios holgados que pudieran permitir la introducción de un asa entre esta y la pared abdominal.
   El tratamiento debe seguir las normas y lineamientos de los cuadros oclusivos de cualquier etiología, abordando por la vía en que se realizó el procedimiento de reparación.

Fístula enterocutánea
   En la actualidad es una complicación poco frecuente por el tipo de materiales utilizados. Esta ocasionado por el contacto de asas intestinales con la malla (polipropileno o dacrón) si fueron utilizadas como único material en contacto con las vísceras. Con las mallas separadoras de tejido existe riesgo de contacto directo cuando se dejan expuestas las fibras de polipropileno o dacrón cuando lesionamos la capa antiadherente en las maniobras de introducción de la malla por los puertos laparoscópicos o cuando se recortan algunos tipos de malla que dejan expuestas fibras de material permanente.
   En la actualidad no es adecuado el uso de mallas sin capas antiadherentes en contacto con las asas intestinales. Si hay duda de contacto directo se deberá implementar un aislamiento con parche de epiplón o de peritoneo en cirugía abierta. En la vía laparoscópica se tomará precaución extrema a la introducción de la malla por los puertos tomando esta con el grasper por su cara de polipropileno para no dañar la capa visceral,  agrandando  el  puerto  laparoscópico  o  envolviendo  a  la  malla  en  un  plástico  para  su  fácil introducción. Verificar si la malla que queremos seccionar deja o no expuestas sus fibras de polipropileno. El tratamiento al igual que las oclusiones debe seguir los lineamientos de cualquier fístula euterocutánea, resecando el fragmento de malla involucrado.

Desplazamiento de la malla
   Es también una complicación rara, que es causa de recidiva herniaria u otras complicaciones a veces graves, cuando invaden vísceras vecinas.
   Su profilaxis se logra extremando los cuidados en la fijación de la malla, especialmente en la reparación por vía laparoscópica. Con esta técnica, cuando no se dejan puntos transmurales hay consenso en colocar una doble hilera circunferencial de grapas (doble corona), una rodeando el anillo fibroso y la otra en la periferia de la malla intraperitoneal.
Para su tratamiento se adecuará a las consecuencias del desplazamiento de la malla. Cuando ha provocado una recidiva se la tratará con otra malla correctamente ubicada y fijada, sin que sea necesario extirpar la anterior.

Hernia por puerto de trocar laparoscópico
   Es una complicación que se presenta con el antecedente de una reparación laparoscópica ocasionada por la falta de cierre o cierre inadecuado de orificios de trocares mayores a 5 mm.
Su profilaxis consiste en un cierre adecuado de todos los orificios de trocares mayores a S mm, aquellos que se tuvieron que extender o cuando se utiliza técnica mano-asistida.
El tratamiento es el de que se le da a cualquier hernia incisional.

 Conclusiones
   Las complicaciones postoperatorias de una reparación de hernia incisional se presentan con una frecuencia del 5 al 15% en la mayoría de las series publicadas. Independientemente de los materiales y las vías de acceso. (Evidencia 2. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.
                  La única forma de llevar a una cifra inferior de complicaciones es la prevención de las mismas con la preparación adecuada del paciente, una elección de material protésico y de fijación específica a cada caso en particular y cuidado con los detalles técnicos. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.
                  El manejo de las complicaciones no difiere de la forma convencional en que se realiza con otros procedimientos. (Evidencia 5. Recomendación D J. Consenso de expertos lOO%.

Conducta frente a la contaminación lesión visceral
   La víscera que se lesiona con mayor frecuencia es el intestino, seguido por la vejiga. Puede ser agudo al momento de la disección roma y cortante, con o sin electricidad o tardío por quemadura térmica que abre 2 a 4 días después. Cualquiera de las dos, de pasar desapercibidas producirá cuadro de peritonitis y sepsis severa.
   Su profilaxis es efectuando disecciones cuidadosas y evitando en lo posible el uso de cualquier tipo de energía para evitar perforaciones, especialmente por la vía laparoscópica donde pueden pasar inadvertidas con más frecuencia.
   Sí se detecta una enterotomía durante el acto quirúrgico y no hay mayor contaminación se considera una conducta correcta suturar la perforación o enterotomía, lavar o limpiar, y seguir con el procedimiento y aplicación de la malla, sugiriendo el uso de una de macroporos y ligera. Idealmente se evitarán materiales microporosos susceptibles de ser fácilmente colonizados.
   De existir duda en cuanto a la intensidad de la contaminación se puede cerrar la perforación, lavar y abortar el procedimiento, difiriendo la plastía y en 7 a 10 días reinterviniendo para realización de la misma, tanto si lo hacemos abierto o laparoscópico.    La opción de una plastia con tensión sin malla es una alternativa en el momento de la complicación, teniendo en cuenta su alto índice de recidiva. El uso de mallas biológicas nos ofrece la ventaja de una tolerancia de estas a las áreas contaminadas pero su evolución a largo plazo y recidivas son inciertas aun.
   En caso de contaminación franca se hará cierre de la víscera (abierto o laparoscópico) y se difiere la plastía hasta la resolución completa de la perforación y peritonitis.
   De presentarse una perforación tardía se efectuará reintervención por la vía de preferencia con lavado de cavidad, reparación de la perforación y de haber contaminación menor y tener malla macroporo monofilamento y ligera, puede dejarse esta en su lugar. En caso de tener malla microporo o multifilamento, lo recomendable es retirarla. De haber contaminación mayor siempre es recomendable retirar cualquier tipo de malla.
Proceso séptico
   Cuando se interviene un paciente con abdomen agudo por una sepsis abdominal y un gran defecto herniario, no se colocan mallas sintéticas. En estos casos, y dependiendo del escenario, se resuelve el proceso agudo (apendicitis, perforación visceral, oclusión intestinal) y se puede optar de acuerdo a las condiciones del paciente por diferir la plastia, por un cierre primario, o si se dispone y es necesario, una malla biológica.
Conclusiones
    Contaminación menor: Sutura de la enterotomía, lavado y no abortar el procedimiento de reparación herniaria. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.
    Contaminación mayor: Sutura de la enterotomía, lavado y diferir la reparación. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.
    Contaminación tardía: lavado de cavidad reparación de perforación o fuente de contaminación. Retiro de malla si hay contaminación mayor o en cualquier caso si se usó malla microporo multifilamento, (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.


Conducta frente a la infección de herida y de la prótesis
Presentación clínica
   La infección de una herida y de la prótesis, representa una condición no deseada pero siempre potencial, al trabajar con grandes heridas e implantar cuerpos extraños en dichos tejidos. Su frecuencia se ha calculado en 5% aunque algunas series las reportan entre el 3 al 14% cuando no hay antecedente de una infección en las cirugías de laparotomía o hernioplastias previas y hasta un 12 - 45% cuando se tiene el antecedente de una infección en una cirugía previa en la misma región.
   Se define por la manifestación clínica de una infección (calor, rubor, tumor y dolor) y  podrá  haber secreción purulenta bacteriana de la herida, acompañado de un síndrome febril.
Existen dos formas de presentación de una infección post-operatoria: a) Aguda temprana (5 a 30 días de la cirugía) o tardía (después de 30 días de la cirugía, sin tener límite temporal de aparición) y b) Crónica con fistulizaciones, mallas colonizadas, erosión de piel o expulsión de malla infectada.
   La forma aguda puede ser una infección superficial, afectando solo piel y tejido celular subcutáneo (TCS) sin compromiso de la prótesis, o profunda cuando afecta además de los planos anteriores, el espacio donde está colocada la malla involucrándola en el proceso infeccioso.
   La forma aguda tardía por lo general tiene su origen en la malla y se trata de una infección profunda.
   Las formas crónicas aparecen en períodos variables de tiempo en el post-operatorio y se manifiestan como granulomas agudos iniciales que dejan trayectos fistulosos de piel a la malla. Las infecciones agudas pueden evolucionar a una forma crónica con colonización de la malla. Otra presentación es aquella en la que la malla erosiona la piel y se infecta posteriormente quedando colonizada.
Factores predisponentes
   No hay evidencia clara de que el uso de una prótesis de malla bien manejada, aumente el riesgo de infección de herida en una reparación herniaria. El manejo inadecuado de las mallas produce contaminación bacteriana de la misma, quedando con capacidad para colonizarse posteriormente.
   Los factores predisponentes relacionados con el paciente que favorecen las infecciones son: obesidad, diabetes, enfermedades inmunosupresoras, edad avanzada, desnutrición, tabaquismo y antecedente de infección de la herida quirúrgica previa en el sitio de la hernia.
Las mallas tienen predisposición a la infección de acuerdo a la estructura de sus poros, siendo muy susceptibles de hacerlo las laminares microporo (PTFEe), en menor proporción las micro y macroporo (Dacrón) y finalmente las más resistentes a la infección y colonización son las macroporo (poros mayores de 75 micras) como el polipropileno monofilamento.
   Factores relacionados con el manejo inadecuado de la malla: Apertura de la malla con mucha antelación a su colocación en el paciente, colocación de la malla sobre compresa quirúrgicas que dejan adheridos a la malla pequeños filamentos de algodón que producen reacción a cuerpo extraño; uso de mallas  esterilizadas en forma inapropiada.
Factores locales, relacionados con la técnica quirúrgica incluyen; Grandes áreas de dejar zonas con detritus; que cauterio extensas; abundante material de sutura; o dejar espacios muertos al momento del cierre; presencia de granulomas con o sin suturas de cirugías previas; tubos de canalización mal cuidados; colocación de mallas onlay; contaminación local por perforación visceral (intestino o vejiga) y hernias estranguladas o encarceradas con liquido libre que presenten translocación bacteriana.
   Un factor importante muchas veces olvidado es la influencia del Hospital mismo donde existe un determinado porcentaje de infecciones, cepas bacterianas intrahospitalarias distintas, ambiente y condiciones de trabajo diferentes. Todo esto se tiene que valorar en forma independiente.
Profilaxis
   La principal profilaxis es el cuidado extremo en los pasos del preoperatorio en el paciente (rasurado previo a la cirugía, adecuado lavado de la región), en el manejo de la malla antes y durante su colocación, a los detalles técnicos de la cirugía y de los factores ambiéntales durante el procedimiento.
   Los estudios de metanálisis no demuestran beneficio de la aplicación de antibióticos sistémicos y/o locales profilácticos en hernioplastias. Con el uso de material protésico, en pacientes sin factores de riesgo.
   Se indicará profilaxis antibiótíca sistémica preoperatoria 30 a 60 minutos previos a  la  intervención siempre que se use una malla.
   La elección del antibiótico profiláctico va de acuerdo con las condiciones y cepas existentes en cada hospital. Los más utilizados en forma general son las cefalosporinas o las quinolonas.
   La profilaxis local utilizando solución de irrigación con antibiótico en el momento de la cirugía tampoco tiene evidencia clínica de efectividad pero podrá usarse en pacientes con factores de riesgo, además del antibiótico sistémico.
   En cuanto a la vía de abordaje, el acceso laparoscópico disminuye en forma considerable la aparición de infecciones de herida. (1-2%).
Tratamiento
   El manejo de una infección superficial es con debridación de la zona infectada o abscedada evitando contaminación del sitio donde se implantó la malla.
   Las infecciones profundas que involucran a la malla se manejan con debridación amplia del absceso, lavado de la herida y valoración de la integridad de la malla. Las mallas macroporo y micro-macroporo de estar adecuadamente fijas en su sitio, deberán conservarse y efectuar lavados diarios con soluciones no irritantes a los tejidos. Las mallas laminares microporosas siempre deberán retirarse aunque se encuentren bien posicionadas por su poca tolerabilidad a la infección.
   De controlarse la infección y la malla macroporo bien posesionada, se esperará su incorporación por granulación y resolución de la herida abierta.
   Las mallas macroporosas que estén sueltas, arrugadas  o fuera de su posición original deberán retirarse.
   Si se retira una malla en el cuadro agudo, no deberá intentarse ningún procedimiento de cierre del defecto en ese momento. Se espera la resolución del cuadro y la reaparición de la hernia con una reparación posterior en 3 a 6 meses. Es cuestionable el uso de mallas biológicas en infecciones francas pues su tendencia será a infectarse a pesar de su característica de tolerar áreas contaminadas.
   La aparición de una infección aguda tardía o una de tipo crónico implica siempre la colonización de la malla por lo que el tratamiento será el retiro del material protésico involucrado y en los casos que se amerite se efectuará un fistulograma previo.
   En los casos crónicos al retirar la malla se puede optar por varias conductas: a) No hacer en ese momento ningún intento de reparación nueva, dejando que reaparezca la hernia y operando en forma diferida de 3 a 6 meses posteriores, b) Intentar un cierre del defecto simple con tensión con una frecuencia de recidiva hasta del 75%.
Conclusiones
                  De no existir jactares de riesgo, la aplicación  de mallas de polipropileno macroporosas monofilamento en las reparaciones herniarias no aumentan la posibilidad de una infección de herida. (Evidencia l. Recomendación A). Consenso de expertos 100%.
   Existen factores de riesgo bien establecidos, tanto locales, del paciente, del manejo de la prótesis y del medio ambiente, favorecedores de la aparición de una infección que debe oscilar entre el 5% de todas las reparaciones de hernias incisionales. (Evidencia 2. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.
   La vía de acceso laparoscópico disminuye en forma importante la presencia de infecciones de herida quirúrgica que pueden desarrollar posteriormente infección de la malla, aunque no evita la contaminación de la malla por mal manejo de la misma. (Evidencia 3. Recomendación B). Consenso de expertos lOO%.
   Las infecciones agudas se manejan en la forma convencional sin retiro de la malla si esta es macroporosa y se encuentra en posición adecuada y correctamente fijada. Las mallas microporo siempre deberán retirarse por su fácil colonización. (Evidencia 4. Recomendación C). Consenso de expertos lOO%.
   El retiro de una malla, siempre nos llevará a la reaparición de la hernia. Su reparación inmediata o diferida dependerá de las condiciones del paciente, el área quirúrgica y la experiencia del cirujano en este tipo de casos. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.
   El tiempo de espera para reoperar a un paciente con colocación de nueva prótesis, después de que esta se retiró por una infección no debe ser menor a 3 meses. (Evidencia 5. Recomendación D). Consenso de expertos lOO%.

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