Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 6ta. parte



Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 6ta. parte
COMPLICACIONES TARDÍAS TRAS LA REPARACIÓN DE LA VÍA BILIAR
   En la actualidad las anastomosis biliodigestivas son la técnica empleada con mayor frecuencia para la reconstrucción del tránsito biliar luego de una lesión quirúrgica de la vía biliar. Si bien las demás reparaciones son menos frecuentes, las complicaciones pueden ocurrir de la misma manera.
   La complicación posoperatoria temprana específica más habitual es la bilirragia, en general provocada por dehiscencias parciales de la anastomosis. En el caso de las anastomosis hepaticoyeyunales en Y de Roux, al estar excluidas del tránsito intestinal, las bilirragias son autolimitadas en la mayoría de los casos,' excepto que exista una grosera dehiscencia anastomótica. Esto es poco frecuente excepto en los casos en que se realizan varias anastomosis a diversos canalículos o la reparación se realizó en un mal terreno, inflamado o infectado."
   Su manejo se realiza de la misma manera que en las demás pérdidas biliares posoperatorias. En el caso de las anastomosis coledocoduodenales la bilirragia puede ser mínima y limitada como está descrito en diversas series laparoscópicas. Por el contrario, si la dehiscencia anastomótica es de importancia se establece una fístula lateral de duodeno, cuadro complejo, que puede gravar con alta morbimortalidad la evolución del paciente. Aunque esta complicación es poco frecuente, cuando se presenta es de importancia, motivo por el cual son escasas las indicaciones actuales de esta técnica en muchos centros.
   Las reparaciones primarias de la vía biliar sobre tubo de Kehr en general son bien manejadas con un drenaje abdominal. En casos necesarios se puede recurrir a la descompresión de la VB a través de una papilotomía endoscópica con el agregado de una prótesis plástica o sin él.
   La consecuencia más temida de las bilirragias luego de una reparación de la VB es la estenosis alejada. La colangitis aguda es otra complicación de las reparaciones de la VB, generalmente asociada con estenosis de las anastomosis.
   Sin embargo, algunas series han mostrado en el seguimiento de pacientes con colangitis recurrentes de anastomosis biliodigestivas que el 35% de los casos no presentaban estenosis. Las causas de colangitis fueron estenosis intrahepáticas en el 42%, cálculos intrahepáticos en el 25%, construcción inadecuada del asa anastomosada en el 13% y condiciones que predispusieron el sobrecrecimiento bacteriano en el 7% de los casos. En el 71% de estos casos los pacientes presentaron varios factores asociados. Un factor importante para excluir es la presencia de canales biliares de importancia, que quedaron excluidos de la anastomosis y que causan colangitis, abscesos hepáticos o fístulas biliares externas luego de una reconstrucción quirúrgica.
   La colangitis aguda sin estenosis asociada es también habitual en las anastomosis coledocoduodenales u otras anastomosis no excluidas del tránsito alimentario. En estos pacientes la importancia de la colangitis recurrente radica en las complicaciones sépticas agudas, en el deterioro de la  función hepática en evoluciones alejadas y en el desarrollo de colangitis es cleros ante y cirrosis biliar secundaria. Además, este proceso inflamatorio crónico se asocia con una posibilidad de desarrollar tumores de la vía biliar de hasta el 5% en los diez y veinte años de seguimiento posteriores a la cirugía, siendo más frecuente en las anastomosis coledocoduodenales (7,6%) que en la papilotomía transduodenal (5,8%) o la hepáticoyeyunoanastomosis (1,9%).
Finalmente, la complicación alejada más frecuente de las reparaciones de la VB es la estenosis anastomótica,   que   de   no   diagnosticarse   y   tratarse   con   rapidez   puede   presentar   secuelas y consecuencias irreversibles. Se ha descrito que en una reparación por lesión biliar en cirugía abierta las estenosis, anastomóticas se presentan en períodos de años, en la que el 45% de las estenosis se presenta en los dos primeros años posoperatorios y el 80% en los primeros cinco años. Los índices de estenosis varían entre el 5 y el 15% de los casos. Sin embargo, en las reparaciones de lesiones laparoscópicas, los índices de estenosis son mayores y la aparición es más temprana. Así, algunos autores refieren una incidencia del 26% de estenosis anastomóticas, con una aparición rápida en promedio de 138 días y más frecuente en reparaciones altas (Bismuth III y IV). La reparación temprana sobre tejidos: isquémicos probablemente es un factor importante en la génesis de las estenosis.
Cuando las reparaciones se realizan en forma diferida (6 a 8 semanas) los resultados alejados son adecuados en el 94% de los casos.
   El diagnóstico de las estenosis se evidencia clínicamente por episodios de colangitis, dolor abdominal o ictericia. Sin embargo, es frecuente un período de evolución asintomática y debe considerarse su posibilidad a través del seguimiento del paciente mediante controles de laboratorio e imágenes.
   Confirmada la estenosis, su tratamiento se relaciona con el tipo de anastomosis realizada, las condiciones generales del paciente, la colangitis aguda asociada, la altura de la lesión y la experiencia del grupo tratante.
   Si la estenosis se asienta en una coledocoduodenoanastomosis, el tratamiento de elección inicial es el abordaje endoscópico con dilatación de la estenosis mediante balones de alta presión. En caso de fracaso o contraindicación el abordaje percutáneo o quirúrgico se planteará de manera semejante al d~ una hepaticoyeyunoanastomosis.
En el caso de las estenosis de la hepaticoyeyunoanastomosis se recomienda su dilatación percutánea en las ‘siguientes situaciones:
A~ Pacientes en mal estado general o con alto riesgo quirúrgico.
B.            Evidencia de hepatopatía asociada e hipertensión portal (candidato a trasplante hepático).
C.            Estenosis intrahepáticas.
   Actualmente una nueva hepaticoyeyunoanastomosis tiene una elevada efectividad (> 80%) cuando es realizada por grupos entrenados en este tipo de cirugías complejas, como lo muestran diversas series recientes 'en las que se considera que las reparaciones previas no han sido causa de los malos resultados alejados. En casos de evidentes fallas técnicas la reoperación representa la mejor actitud terapéutica.



Fig. 44-27. Algoritmo para el tratamiento de las estenosis de anastomosis biliodigestivas.

   En las observaciones en las que la reconstrucción resultó compleja, sobre tejidos patológicos y las lesiones altas, las posibilidades de recidiva estenótica son elevadas. En estos casos, algunos autores proponen fijar el asa intestinal de la anastomosis biliodigestiva a la pared anterior del abdomen y delimitar este punto de fijación con marcas radiopacas. De esta manera se puede acceder a las estenosis por vía percutánea, para un posterior acceso transyeyunal y realizar dilataciones con control fibroendoscópico y radioscópico.
   Las estenosis intrahepáticas extendidas unilaterales requerirán una resección hepática para su tratamiento, en tanto que las estenosis bilaterales extendidas requerirán un trasplante hepático.
En la figura 44-27 se presenta un algoritmo del tratamiento de las estenosis biliodigestivas.
   En todos estos pacientes, en el momento de implementar el tratamiento, resulta conveniente realizar una biopsia hepática a fin de objetivar el grado de compromiso hepático.
    Por todo lo expuesto es imprescindible que el tratamiento de estos complejos enfermos se -lleve a cabo en forma multidisciplinaria dado que existe un importante complemento entre los diversos procedimientos. Prevención Las principales recomendaciones se refieren a una confección técnicamente adecuada de la anastomosis, en la que la aposición mucosa-mucosa esté libre de tensión, se realice sobre tejidos sanos y con cabos bien irrigados.
   El empleo de materiales de suturas delicados (6-0, 7-0) y el empleo de magnificación con lupas son dos aspectos técnicos importantes que fueron aportados por las técnicas de reconstrucción biliar en el trasplante hepático. La irrigación del cabo biliar por anastomosar es fundamental, ya que diversos autores consideran que la mala irrigación del cabo biliar es la principal causa de estenosis.

RESULTADOS DEL TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO A LARGO PLAZO
   El diagnóstico y el tratamiento de la LQVB han evolucionado en los últimos años mediante el enfoque multidisciplinario, con la obtención de excelentes resultados según las recientes publicaciones de reparaciones de lesiones de la vía biliar.
   Un aspecto que ha tomado mucha importancia es la medición de la calidad de vida del paciente luego de un procedimiento. En este sentido, evaluada la calidad de vida principalmente en el aspecto físico, psicológico y mental, algunos trabajos revelan alteración marcada respecto de grupos controles que fueron voluntarios no operados y pacientes operados de manera satisfactoria con colecistectomía laparoscópica.
   El deterioro no tuvo relación con el tratamiento realizado o la severidad de la lesión. El tiempo de duración del tratamiento fue un factor pronóstico independiente de una peor puntuación de calidad de vida en el aspecto mental. Cabe destacar que estas series poseen una proporción importante de pacientes tratados inicialmente por vía endoscópica. Es decir que, aunque el método endoscópico es menos invasivo, requiere reiterados abordajes, por lo que la calidad de vida obtenida no es mejor que la lograda con un método invasivo como la cirugía.
   Estos hallazgos se relacionan con el hecho de que los pacientes cuando son operados por vía laparoscópica van preparados para un procedimiento con morbilidad mínima, breve internación hospitalaria y rápida re inserción a las actividades laborales y sociales. Cuando ocurre una lesión biliar, la situación es diametralmente opuesta: la internación es prolongada, en oportunidades los pacientes son derivados a otro centro de tratamiento, sometidos a procedimientos invasivos y a veces a reoperaciones.
   Seguimiento Independientemente de la reparación o el tratamiento empleado es fundamental el seguimiento periódico de los pacientes, ya que las estenosis en sus primeras etapas no se manifiestan clínicamente, con lo cual si el médico espera a que aparezca algún síntoma (como la ictericia o la colangitis) para evaluar al enfermo, probablemente se pierda un tiempo muy importante para emprender el tratamiento adecuado.
Fig. 44-28. Colangiografía por resonancia magnética que muestra una estenosis de hepaticoyeyunoanastomosis con litiasis intrahepática.

   Los seguimientos publicados con mayor frecuencia son hasta los cinco años de realizada la reparación. Sin embargo, para poder hablar de resultados definitivos el seguimiento debería ser hasta los diez años. Por esto es que hasta esa época el médico tratante debe seguir controlando al paciente.
Para el seguimiento aconsejamos controles cada tres meses el primer año, cada seis meses hasta el quinto año y cada doce meses hasta cumplidos los diez años de la reparación.
   Los niveles de fosfatasa alcalina en sangre son una manera sencilla y económica de seguimiento ("screening"). La mayoría de estos pacientes presentan niveles de fosfatasa alcalina más elevados que los niveles normales, sin superar en general el doble de estos valores. Se recomienda realizar una curva comparativa seguida en el tiempo, de manera que si se detecta un ascenso progresivo de la curva, se debe sospechar firmemente una estenosis en etapa subclínica. También se pueden utilizar los demás marcadores de colestasis.








Fig. 44-29. Algoritmo diagnóstico de estenosis de anastomosis biliodigestivas.

   Detectado un aumento en los valores se debe indicar un método por imagen para poder evaluar la vía biliar. El  primer método para utilizar es la ecografía abdominal.
No siempre se observará dilatación de la vía biliar en la ecografía, lo que debe hacer sospechar el desarrollo de fibrosis hepática o cirrosis. Para una mayor precisión diagnóstica se recurre como método no invasivo a la colangiografía por resonancia magnética (fig. 44-28), que ha mostrado un índice de certeza superior al 90% en el diagnóstico de estenosis anastomóticas.
   El centellograma hepatobiliar (HlDA) (véase fig. 44- 17) es de suma utilidad para la evaluación de estas anastomosis y permite además el diagnóstico de estenosis segmentarias o unilaterales por la retención del marcador isotópico en esta área. Finalmente y como método invasivo la colangiografía percutánea representa un excelente estudio que permite la delimitación precisa de la anatomía biliar y al ser un método dinámico aporta más datos para arribar al diagnóstico de anastomosis subclínicas. En estos, casos es imprescindible la colocación de un drenaje percutáneo en la vía biliar a fin de evitar la colangitis posterior a la colangiografía percutánea.
En la figura 44-29 se presenta el algoritmo diagnóstico empleado ante la sospecha de estenosis de anastomosis biliodigestivas (principalmente hepticoyeyunoanastomosis).

OPERACIÓN DE HEPP
  Además de la exploración clínica, se le debe hacer al enfermo un examen biológico incluyendo una exploración de la colestasis, de la función hepática y de los factores de coagulación, y hemocultivos repetidos en caso de angiocolitis. La ecografía permite valorar el tamaño del hígado, de la vía biliar en la región hiliar y el grado de dilatación de las vías biliares intrahepáticas, permitiendo buscar una hipertensión portal asociada. El escáner es inútil pues no proporcionará más datos.
   ¿Es necesario una colangiografía transhepática? No es una exploración indispensable pero, cuando se dispone de un servicio de radiología bien equipado y de radiólogos experimentados, es un examen poco peligroso y muy preciso (fig. 12) que permite prever el desarrollo de la operación.






















11      Colangiografía preoperatoria antes de la reparación biliar.
A.             Colangiografía antes de una reparación biliar diferida, mediante un dren de Kehr que había sido colocado en el extremo biliar superior.
B.            Fistulografía antes de una reparación biliar precoz, en un enfermo que tiene una prótesis en la VBP. Inyección de un conducto paramediano derecho que drenaba separadamente en la vía biliar y que ha sido seccionado.
C.            Colangiografía transparietal antes de una reparación biliar diferida. La convergencia está respetada. Existe una amplia comunicación entre los dos hígados. No hay ningún muñón de conducto hepático común.
D.            Colangiografía transparietal antes de una reparación biliar diferida. La convergencia está respetada pero existe una comunicación muy estrecha entre los dos hígados.
E.             Colangiografía transparietal antes de una reparación biliar diferida en un enfermo que tuvo que ser sometido a una hepatectomía derecha por lesiones vasculares mayores asociadas al traumatismo de la VBP. Inyección de las vías biliares izquierdas dilatadas en un hígado izquierdo deformado e hipertrófico.

  Este examen se hace en la sala de radiología, la víspera de la operación o mejor la misma mañana, por temor a un eventual coleperitoneo, con antibioticoterapia. La colangiografía permite ubicar el muñón biliar con relación a la convergencia de los conductos hepáticos, y conocer el diámetro exacto de la vía biliar supraestenótica. Cuando el material de contraste inyecta solamente las vías biliares derechas hay que temer una lesión de la zona anastomótica y sería recomendable hacer entonces una segunda inyección en el hígado izquierdo. La presencia de una litiasis intrahepática supraestenótica puede alterar la interpretación de las placas. La colangiografía transhepática preoperatoria puede completarse con una colangiografía peroperatoria.
Frecuentemente, a partir de estos dos documentos se puede analizar de una forma precisa el colangiograma, y adaptar la reparación a cada tipo lesional

Preparación del enfermo

Se administra antibioticoterapia peroperatoria de forma sistemática.
El producto utilizado debe tener una protección suficientemente larga y un buen tropismo biliar. También se administra de forma sistemática un tratamiento anticoagulante profiláctico y las medias de contención parecen también un buen método de prevención de la enfermedad tromboembólica.
 En caso de angiocolitis, se debe iniciar el tratamiento antibiótico en los días previos a la intervención, si es posible adaptado a los gérmenes desencadenantes, y proseguido en el postoperatorio.
Tratamiento mediante la operación de Hepp.
Anestesia
La intervención se realiza bajo anestesia general. Sin ninguna particularidad, únicamente las adaptadas a las eventuales deficiencias sistémicas del enfermo.

Colocación

El cirujano se coloca de forma tradicional a la derecha del paciente y frente a él un ayudante y una instrumentista. Se coloca el enfermo horizontal, sin cuña de apoyo, con un soporte a la altura de su hombro derecho, que permitirá colocar un arco tensor de Toupet o de Hautefeuille. Todo está previsto para realizar una colangiografía peroperatoria.

Vía de acceso

La incisión subcostal permite efectuar la intervención con facilidad, el tamaño se adapta a la morfología del enfermo, y la localización exacta se elige en función de eventuales incisiones anteriores. Se traza sobre la piel la incisión elegida con un lápiz dermográfico.

Exposición de la región infrahepática

La incisión proporciona una visión directa de la parte inferior y derecha del hígado. Se aborda y libera primero la cara superficial del hígado, lo que permite bascularlo hacia arriba, posteriormente se libera su cara inferior de derecha a izquierda con descenso progresivo de la masa intestinal. Las adherencias son mucho más importantes tras la cirugía abierta que tras la cirugía laparoscópica. El colon transverso y el espacio inframesocólico sólo se liberarán posteriormente.

Exposición del pedículo hepático y del muñón biliar superior

El duodeno separado del hígado se recubre con una compresa y es descendido por el ayudante mientras que la cara inferior del hígado se eleva con la ayuda de una valva de Doyen unida a un sistema de tracción parietal, que pone en tensión el pedículo hepático. La cara inferior del lóbulo cuadrado se separa completamente de la parte alta del pedículo hasta la región hiliar. Allí se debe buscar el fondo de saco biliar. A veces es fácil de encontrar pero a menudo está más alto de lo que se piensa. Nos podemos guiar por un antiguo trayecto fistuloso o por la presencia de clips. La punción con
Una jeringuilla de aguja fina permite identificar formalmente el fondo de saco biliar. La bilis obtenida se remite para su estudio bacteriológico.
En algunos casos, la disección se vuelve difícil por la presencia de un duodeno muy ascendido delante del pedículo hepático y adherido íntimamente a la región hiliar. Hay que temer la existencia de una comunicación bilioduodenal que es relativamente frecuente. Se debe separar el duodeno poco a poco, primero de la cara inferior del hígado, después de la región hiliar donde se encuentran las adherencias más estrechas que corresponden a un estrecho trayecto fistuloso entre el duodeno y el muñón biliar. El orificio biliar es a menudo puntiforme, fácil de cerrar por dos o tres puntos de sutura con hilo no reabsorbible, después de un discreto avivamiento de sus bordes.

Colangiografía peroperatoria

La colangiografía se hace con una jeringa a través de una aguja implantada en el muñón biliar o por medio de un catéter introducido en el muñón biliar por un trayecto fistuloso (fig. 13).




















12      Colangiografía peroperatoria durante una reparación biliar.
A.             Colangiografía peroperatoria después de la colocación de un dren de Kehr en una lesión lateral de la vía biliar.
B.            Colangiografía peroperatoria por inyección en el conducto biliar abierto, durante una reparación biliar precoz. El conducto derecho seccionado corresponde a un conducto paramediano.
C.            Colangiografía peroperatoria por punción del fondo de saco biliar durante una reparación biliar diferida. La convergencia está respetada y existe un muñón de conducto hepático común. Se ven dos grapas por debajo de la zona estenosada. Además, existe en el fondo de saco biliar un trayecto estrecho, con inyección del duodeno próximo, que traduce la existencia de una fístula bilioduodenal.
D.            Colangiografía peroperatoria por punción transhepática durante una reparación biliar diferida. Existe una lesión de la convergencia. El conducto izquierdo es inyectado y no hay ninguna opacificación del hígado derecho.
E.             Colangiografía peroperatoria por punción de los dos conductos hepáticos separados, con inyección simultánea de los dos hígados, durante una reparación biliar diferida. Hay una lesión de la convergencia en los conductos separados. Los dos muñones biliares distan más de un centímetro.

La inyección se sigue en televisión cuando se dispone de un amplificador de imagen, realizando varias imágenes durante la opacificación de la vía biliar. Se compararán las placas con las de la colangiografía preoperatoria si ésta se hubiese realizado y habitualmente existe una concordancia perfecta.
              La colangiografía pre y/o peroperatoria tiene como finalidad esencial situar el lugar exacto de la estenosis a nivel del árbol biliar, lo que permitirá elegir la modalidad de la anastomosis.
              La estenosis respeta la zona de convergencia y se localiza más frecuentemente en la parte alta del conducto hepático.
Puede existir un muñón de conducto hepático que puede alcanzar los tres cm. La longitud de este muñón es habitualmente mínima y la estenosis se sitúa frecuentemente justo debajo de la zona de convergencia.
              Existe una lesión de la zona de convergencia, son las lesiones más graves. No existe comunicación entre los dos conductos hepáticos o únicamente un orificio muy estrecho. La colangiografía inyecta un sólo hemihígado. Es indispensable pues, continuar la disección para buscar el otro conducto que puede estar muy próximo o separado a 1 ó 2 cm. En el primer caso se trata de una lesión de la convergencia con conductos próximos y en el segundo caso, de una lesión de la convergencia con conductos separados [31]. Una segunda colangiografía por punción del otro conducto en el hilio, o por vía transhepática, permite inyectar el hemihígado opuesto. La realización simultánea de las dos colangiografías permite conocer la distancia entre los dos muñones hepáticos.
              La estenosis puede estar en el plano inferior de una convergencia escalonada, lo cual es raro, interrumpiendo el conducto hepático y una rama del conducto derecho que puede ser el conducto paramediano o un conducto menos importante que drene un sector limitado.
              La colangiografía permite del mismo modo reconocer una posible litiasis intrahepática supraestenótica. Es una litiasis secundaria a la estasis biliar. Puede limitarse a algunos cálculos acumulados por encima de la estenosis pero también puede tratarse de una verdadera litiasis intrahepática, ya sea difusa, ya sea limitada a un hemihígado (sobre todo el hígado derecho), lo que agrega un importante factor de gravedad.

 

ELECCIÓN DE LA VERTIENTE BILIAR DE LA ANASTOMOSIS

En esta cirugía de reparación es básica la elección de la mejor boca biliar, que es la mejor garantía de una curación definitiva. La topografía de las lesiones que determinará el emplazamiento definitivo de la boca biliar y, puesto que existen numerosas variaciones anatómicas en la región hiliar, únicamente la colangiografía permite determinar con rigor tal emplazamiento.

Convergencia intacta

              Queda un largo muñón de conducto hepático, que es lo más raro y lo más favorable. La boca biliar se hace en el conducto hepático, pero no en su extremo, en plena zona de esclerosis como lo hacía la escuela de la «Lahey Clinic» de Boston [9], pero en su cara anterior. Si el muñón tiene menos de dos cm, es mejor agrandar la boca biliar en la parte distal del conducto hepático izquierdo.
              Queda un muñón corto del conducto hepático o incluso ninguno, que es el caso más frecuente. La boca biliar se debe hacer en el conducto hepático izquierdo tras el descenso de la placa hiliar.

Convergencia lesionada

La intervención se convierte en mucho más compleja y aleatoria.
El tipo de lesión sólo puede ser reconocido analizando con rigor el colangiograma intrahepático y descubriendo cualquier falta de inyección que obligue a proseguir la disección en busca del conducto ausente. Existe una serie de lesiones posibles que revisaremos por orden creciente de gravedad
              Los dos conductos hepáticos están próximos pero existe un tejido cicatricial a nivel de su unión.
Si el tejido cicatricial se limita a la espuela de la convergencia, se puede hacer una sola boca biliar en el del conducto hepático izquierdo y en el conducto derecho, sin tocar el tejido cicatricial
Si el tejido cicatricial está más extendido, la mejor solución es resecar la callosidad central y afrontar, con algunos puntos de sutura, el conducto derecho y el conducto izquierdo por su borde axial, para hacer una sola anastomosis. Esta técnica se puede realizar únicamente cuando la convergencia de los conductos hepáticos es anormalmente baja en el pedículo hepático.
              Los dos conductos hepáticos están separados con destrucción completa de la zona de convergencia transformada en un bloque escleroso. La dificultad entonces radica en encontrar los dos muñones biliares para hacer una doble anastomosis y realizar dos bocas biliares lo suficientemente amplias.
              Existen lesiones complejas con presencia en el hilio de 3 ó 4 conductos separados. Cuando la colangiografía no es completa, se debe buscar con perseverancia el conducto que falta y que no puede identificarse más que con una nueva colangiografía. La anastomosis de cada conducto se hará por separado en la misma asa, con todas las dificultades que nos podamos imaginar dada la estrechez de estos conductos.

Descenso de la placa hiliar


La placa hiliar es, según la descripción de Couinaud [14], un engrosamiento de la cápsula de Glisson que  forma una lámina fibrosa en el techo del hilio (fig. 14). La convergencia de los conductos hepáticos forma el plano  anterior y el situado más alto, la separación de la placa hiliar del parénquima hepático desciende el confluente biliar superior. En realidad, como el conducto hepático derecho es corto, la separación de la placa hiliar desciende sobre todo el conducto izquierdo que tiene un trayecto extraparenquimatoso largo (3 cm de media) en el borde posterior del lóbulo cuadrado. Para descender la placa hiliar, es suficiente incidir la cápsula de Glisson en la unión del lóbulo cuadrado y del pedículo hepático (fig. 15). Está unión, a menudo, está más alta de lo que se espera. La reabertura del lecho vesicular y del surco del ligamento redondo facilita el abordaje de esta región (fig. 14). El ayudante desciende al máximo posible el pedículo hepático mientras que con una valva se eleva al máximo posible la cara inferior del hígado.




13      Representación esquemática de la placa hiliar, según Hepp et al [30].










14      Incisión de la cápsula de Glisson con el bisturí en la unión del lóbulo cuadrado y del pedículo hepático. El abordaje de la región se facilita mediante la reabertura del lecho vesicular y por la abertura del surco del ligamento redondo.

La cápsula se incide con el bisturí y progresivamente con una espátula o con una torunda montada, el parénquima hepático se separa de la cápsula (fig. 16).
















15      Disección de la placa hiliar con una torunda montada.
La placa hiliar se separa progresivamente del parénquima hepático, lo que desciende el confluente biliar superior y sobre todo el conducto hepático izquierdo, cuya cara superior se convierte en anterior.
   No hay ningún vaso importante y la separación es poco hemorrágica. Los pequeños vasos se pueden electrocoagular. Esta maniobra no es peligrosa si se está en contacto con la placa hiliar, sin penetrar en el parénquima hepático ni el hilio.
En las lesiones de la convergencia, el descenso de la placa hiliar es incluso más importante. A la izquierda, el descenso debe realizarse a lo largo de todo el borde posterior del lóbulo cuadrado. A la derecha, puede intentarse hacer la misma maniobra simétricamente pero, como la  porción extrahepática del canal derecho es muy corta, el beneficio obtenido es a menudo mediocre. La ablación del lóbulo cuadrado, propuesta por Champeau [10], y la abertura de la cisura mayor no aportan ventajas y hace tiempo que se han abandonado.

Confección de la boca biliar

La boca biliar ideal debe tener dos criterios de calidad: ser amplia y localizarse en pared biliar sana.
              Cuando se respeta la convergencia y la vía biliar está dilatada, estos criterios son fáciles de alcanzar. Se debe hacer una incisión progresiva sobre la vía biliar, ya sea con un bisturí, ya sea con unas tijeras (fig. 17).













16      Confección de la boca biliar sobre el conducto izquierdo.
En este enfermo con una convergencia respetada y un muñón de conducto hepático muy corto, la boca biliar se realiza sobre el conducto hepático izquierdo, progresivamente agrandada de derecha a izquierda. Esta incisión se facilita mediante hilos tractores que elevan la pared biliar, y por una pinza de cálculos colocada en el interior del conducto que abre bien el conducto y muestra su dirección.

Para agrandar la incisión, hay dos métodos muy útiles: colocar hilos tractores sobre cada labio de la incisión para abrir bien la vía biliar e introducir una pinza de cálculos recta, para apreciar bien la dirección del conducto hepático común y del conducto hepático izquierdo. Después del descenso de la placa hiliar, la cara superior del conducto hepático izquierdo queda anterior y se hace la incisión en ella. Se obtiene fácilmente una boca biliar de al menos 2 ó 3 cm si es posible. Es inútil realizar una incisión sobre el conducto hepático derecho.
              Cuando la convergencia está lesionada, es mucho más difícil obtener una boca biliar satisfactoria. Se puede, habitualmente, después del descenso de la placa hiliar, hacer una incisión en la cara anterior del conducto izquierdo y ampliar la boca izquierda. El agrandamiento de la boca biliar derecha, incluso tras un descenso de la placa hiliar, es mucho más hipotético ya que el trayecto extrahepático de este conducto es a menudo muy corto: hace falta esforzarse en hacer una incisión sobre la cara anterior del conducto derecho, pero éste sobrepasa raramente el medio centímetro. El agrandamiento de la sección de los conductos sectoriales aislados es irrealizable.

Tratamiento de la litiasis biliar supraestenótica

La litiasis puede ser reconocida mediante colangiografía pre- y/o peroperatoria, pero puede también ser descubierta en el momento de la apertura del muñón biliar.
Frecuentemente, se trata de barro biliar negruzco con algunos cálculos friables localizados por encima de la zona de estenosis, y son suficientes algunos lavados para limpiarlos.
Puede tratarse también de una litiasis intrahepática verdadera  en la que el tratamiento es, por el contrario, muy complejo. Las dos formas de desobstrucción más eficaces son los lavados repetidos a presión en los distintos conductos y los pases repetidos de distintas sondas de Dormia o Mueller dentro de los distintos conductos. La colangioscopia con los nuevos aparatos flexibles de pequeño calibre es particularmente útil para explorar y desobstruir las vías biliares intrahepáticas. Hay que esforzarse con paciencia para extraer el máximo de cálculos, aunque nunca se está seguro de haberlos extraído todos.
 Confección del asa yeyunal excluida
El asa yeyunal en Y representa el mejor vector digestivo. Se sube fácilmente hasta el hilio y evita teóricamente el reflujo gracias a una exclusión de al menos 70 cm (fig. 18). La confección de este asa en Y no tiene nada de particular. Su extremo, que está cerrado, se sube de forma transmesocólica a través del espacio avascular situado por delante de la segunda porción del duodeno.








17      Confección del asa yeyunal excluida.
Se excluye el asa yeyunal en unos 70 a 80 cm y se cierra su extremo. La apertura yeyunal realizada sobre la convexidad del asa, en la proximidad del fondo de saco terminal, tiene una longitud igual a la de la boca biliar.

Confección de la anastomosis bilioyeyunal

El asa yeyunal se abre a nivel de su convexidad, próxima al fondo de saco terminal. La longitud de la apertura yeyunal es equivalente a la longitud de la boca biliar. La anastomosis se hace en un plano con puntos separados, con un hilo de reabsorción lenta o un monofilamento fino. Los puntos del plano posterior se pasan de antemano, (fig. 19), después se anudan y se repiten los mismos gestos en el plano anterior. Esta anastomosis permite asegurar un buen afrontamiento mucomucoso.










18      Confección de la anastomosis hepaticoyeyunal.
La anastomosis se realiza con puntos separados de hilo fino. Todos los puntos del plano posterior se pasan de antemano antes de anudarlos.
Cuando existe una lesión de la convergencia en conductos aproximados, basta una única anastomosis (fig. 20).












19      Lesión de la convergencia con conductos aproximados tras la disección de la placa hiliar.
En los casos favorables donde la convergencia de los conductos hepáticos está anormalmente baja y donde la zona de esclerosis es muy limitada, el tejido cicatricial situado en la unión de los dos conductos se puede resecar y la parte posterior del borde axial de los dos conductos puede suturarse, lo que permitirá realizar una única anastomosis. Se realiza una incisión en el conducto izquierdo y el conducto derecho por sus caras anteriores, lo que permitirá agrandar la boca biliar.

Cuando existe una lesión de la convergencia en conductos separados es preciso realizar una doble anastomosis (fig. 21) sobre la misma asa. Las dos anastomosis pueden confeccionarse sucesiva o simultáneamente con el paso anticipado de los puntos del plano posterior de cada una de ellas.









20      Lesión de la convergencia con conductos separados tras disección de la placa hiliar.
Existe un voluminoso callo fibroso en la unión de los dos conductos hepáticos que se dejará en su sitio. Se descubren los dos conductos de un lado y otro de este callo. La boca biliar izquierda se agranda mediante incisión de la cara anterior del conducto izquierdo que queda indemne. El agrandamiento de la boca biliar derecha es mucho más difícil de realizar. Se realiza una doble anastomosis hepaticoyeyunal sobre la convexidad de la misma asa excluida.

Fijación del asa yeyunal a la pared

Este artificio no forma parte de la operación de Hepp propiamente dicha. Deriva de la intervención ideada en China para el tratamiento de las litiasis intrahepáticas frecuentes en el Extremo Oriente [11, 22]. El abocamiento a la piel del asa yeyunal anastomosada al conducto hepático permite realizar secundariamente una exploración endoscópica de la anastomosis y de las vías biliares intrahepáticas. Este artificio parece pues útil en dos circunstancias: cuando la anastomosis biliodigestiva es estrecha y corre el riesgo de estenosis (sobre todo en las lesiones de la convergencia) y /o cuando existe una litiasis intrahepática difusa. Se puede hacer un verdadero abocamiento cutáneo, pero presenta algunos inconvenientes (exudación, riesgo infeccioso).
También podemos contentarnos con fijar el asa yeyunal a la cara profunda de la pared abdominal (fig. 22), colocando a este nivel un anillo metálico que servirá de punto de referencia al endoscopista para penetrar en el asa yeyunal
Cuando se obtiene un buen afrontamiento mucomucoso para las dos anastomosis, es inútil colocar un dren transanastomótico.
La anastomosis derecha es a menudo mucho más difícil y aleatoria que la izquierda cuando la sección del conducto derecho es estrecha, imposible de agrandar y desprovista de mucosa sana. Una anastomosis así está destinada a la estenosis. Así, es indispensable colocar un dren de modelaje transanastomótico según Praderi [43] que habrá que mantener colocado durante seis meses a un año para permitir una epitelización secundaria de la boca anastomótica. Si el conducto derecho no se logra localizar en el hilio a pesar de una búsqueda concienzuda y prolongada es aconsejable realizar una anastomosis intrahepática derecha.


11      Fijación del asa yeyunal excluida a la cara profunda de la pared abdominal anterior.
El asa yeyunal se fija a la pared abdominal anterior alrededor de un anillo metálico que servirá de punto de referencia a los endoscopistas y les permitirá penetrar fácilmente en el asa yeyunal en caso de necesidad para tratar una eventual estenosis anastomótica o una eventual litiasis intrahepática asociada.


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