Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 5ta. parte


Diagnóstico y tratamiento de las lesiones quirúrgicas de las vías biliares. 5ta. parte

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO.
   La cirugía de reparación biliar debe plantearse siempre. En este caso, consiste en una anastomosis biliodigestiva cuya realización conlleva algunos aspectos especiales (Figura 24).
•en la fase preoperatoria, se debe realizar una cartografía biliar (RM sobre todo), pero también arterial, no con el fin de reparar una lesión arterial, lo que es imposible en esta etapa, sino para guiar la disección. En las heridas arteriales, la red colateral a nivel hiliar debe respetarse y la disección debe ser limitada.
•La intervención comienza por una disección en busca del conducto o conductos supraestenóticos dilatados. El acceso a la región hiliar requiere una buena exposición y la liberación de la cara inferior del segmento IV, que suele estar adherido al pedículo. También resulta útil abrir el puente  de  tejido existente entre este último y el lóbulo izquierdo para exponer adecuadamente la región, traccionando del ligamento redondo. El fondo de saco biliar se busca con una aguja fina por encima de los clips o de la fibrosis.
Debe tomarse una muestra de bilis para su estudio bacteriológico de forma sistemática, sobre todo porque el paciente suele haber recibido antibióticos previamente (posibilidad de microorganismos resistentes).
•Siempre se recomienda efectuar una colangiografía intraoperatoria, que se realiza con una aguja pequeña (de tipo palomilla) o a través de un dren pequeño por un trayecto fistuloso.
              Si la confluencia biliar está respetada, se abre el conducto común bifurcándolo, guiándose con un disector hacia el conducto izquierdo para ampliar el orificio anastomótico. En caso de que los conductos estén separados o bien están próximos y se pueden adosar para que sólo haya una boca anastomótica o bien esto no es posible y hay que realizar varias anastomosis.
              Si existe una esclerosis que ascienda bastante y cuando la confluencia está interrumpida, puede que deba descenderse la placa hiliar realizando una incisión de la cápsula en el suelo del segmento IV; esto permite ganar algunos milímetros y encontrar los fondos de saco biliares.


Figura 24: Estenosis que respeta el techo de la convergencia (A, B). La cara anterosuperior se libera gracias al descenso de la placa hiliar.
   Hay que tomar la decisión de optar por un tratamiento endoscópico o quirúrgico. En la actualidad, siempre debe plantearse la cuestión. Los resultados del tratamiento endoscópico pueden consultarse en la literatura (Cuadro IV).
Hay que saber que:
              el acceso endoscópico no siempre es factible (incluso en ausencia de contraindicaciones): el fracaso técnico supone alrededor del 20-25%;
              el tratamiento endoscópico es más eficaz cuanto más baja, corta y parcial es la estenosis (>90% de éxito);
              a la hora de tomar la decisión no se trata de optar entre dos procedimientos diferentes, sino entre una intervención quirúrgica por una parte y varias operaciones endoscópicas por otra, cada una de las cuales puede tener su morbilidad (30-38%) y que suelen distanciarse 1 año;
•aunque los resultados a largo plazo de las reparaciones quirúrgicas se conocen, los que se han publicado de los tratamientos endoscópicos son a más corto plazo; se sabe que para evaluar una «reparación biliar» debe esperarse un período de varios años. Se han publicado tres series comparativas:
              Tocchi, en el año 2000, publicó un estudio de casos-controles (20 tratamientos endoscópicos/22 tratamientos quirúrgicos), pero aunque el bajo número de pacientes no le permitió observar diferencias significativas, los resultados en términos de morbilidad y de éxito apuntaban a favor de la cirugía;
              De Palma et al han comparado 77 tratamientos endoscópicos y 80 tratamientos quirúrgicos y han demostrado que en términos de resultados inmediatos y a largo plazo, la cirugía es mejor, aún a costa de una mortalidad superior;
•Davids, el mismo año, comparó 35 accesos quirúrgicos y 66 endoscopias (más lesiones complejas en el grupo quirúrgico) y mostró que los resultados son poco diferentes: la morbilidad precoz era más elevada en el grupo de cirugía, mientras que el período hasta la reestenosis era mucho más corto en los tratamientos con endoprótesis.
Ambas opciones pueden y deben plantearse:
•en caso de estenosis parcial de tipos I y II de Bismuth, se puede proponer un tratamiento endoscópico como primera elección, aunque hay que ser muy consciente de que este tratamiento puede requerir 1 año. Después de tres intervenciones o si éstas se complican, hay que optar por una cirugía. El empeño por la endoscopia puede dar lugar a situaciones dramáticas;
•en caso de estenosis completa, la endoscopia es menos eficaz y se debe dar prioridad a la cirugía;
•si está afectada la confluencia biliar, se puede optar por la endoscopia si se rechaza la cirugía o si ésta conlleva un riesgo elevado.
Estenosis complejas.
 En este grupo se incluyen las estenosis que afectan a varios conductos intrahepáticos, que asocian una litiasis supraestenótica o incluso intrahepática, los abscesos colangíticos residuales o una hepatopatía subyacente (relacionada con las estenosis) (Figura 25 y Figura 26).



Figura 25: Estenosis que afecta a la convergencia (A, B). Doble anastomosis biliodigestiva. Se suele poder ampliar el conducto izquierdo a lo largo de su borde anterosuperior. Algunos autores proponen colocar un dren transanastomótico, que se exterioriza según el procedimiento de Volker (como en este caso) en lugar de hacerlo de forma transhepática, según la técnica de Praderi.



Figura 26: Colangitis de repetición a los 3 años de la colecistectomía.
A.             Opacificación incompleta retrógrada: falta el segmento posterior.
B.            En la intervención, se encontró y se opacificó este sector: se observa la presencia de cálculos intrahepáticos bien visibles en el segmento VII. Estenosis del conducto segmentario posterior. Tratamiento: segmentectomía posterior.

   En tal caso, la cirugía está indicada y las intervenciones se adaptan a la situación. Puede tratarse de una desobstrucción biliar con anastomosis biliodigestiva, una resección hepática a demanda e incluso un trasplante.
   La experiencia de las resecciones hepáticas en este contexto procede de los centros especializados, con resultados variables.
   La realización de una hepatectomía en las lesiones complejas es relativamente infrecuente: en una serie argentina el 24,5% (27/110) de las lesiones graves requirieron una resección o la inscripción en la lista de trasplante hepático. En la experiencia inglesa, estas cifras fueron de 14 de 119 pacientes, es decir, un 13%.


 
   La atrofia unilobular con litiasis intrahepática y/o colangitis, las lesiones asociadas a las afectaciones vasculares, los cálculos intrahepáticos en un sector o un lóbulo que no se puede desobstruir son situaciones que sólo se pueden resolver mediante una hepatectomía anatómica (Figura 27).


Figura 27: Paciente sometido a una reparación primaria por una anastomosis biliodigestiva por un arrancamiento del conducto hepático y de la vía derecha. En el postoperatorio apareció una fístula que curó en 10 días, tras lo que no hubo otros datos destacables, salvo la persistencia de colestasis grave con prurito. Aparición de una dilatación de las vías biliares derechas (A) con atrofia del hígado derecho
(B) bien visible en los cortes tomográficos. Seis años después, la persistencia de prurito y la aparición de episodios febriles recidivantes llevaron a establecer la indicación de una hepatectomía derecha.



   Estas hepatectomías suelen ser difíciles, porque los pacientes suelen haberse sometido a muchos procedimientos con anterioridad (prótesis, uno o varios intentos de reparaciones biliares quirúrgicos). Incluso en manos expertas, la morbilidad es elevada.
El trasplante es una solución que se emplea como último recurso en caso de afectación bilateral, en la que suele haber una hipertensión portal o una evolución hacia un cuadro de cirrosis biliar secundaria. También en estos casos se trata de pacientes complejos, multioperados o sépticos, con una elevada mortalidad, si no fallecen en la lista de espera.


TRATAMIENTO DE LA ESTENOSIS TARDÍA POST DERIVACIÓN
En estos casos, la manifestación es ictericia obstructiva y colangitis. Los síntomas son fiebre, escalofríos, dolor abdominal e ictericia. Son leves en ocasiones y responden a la antibioterapia. Esto lo produce el paso de pequeños cálculos y /o lodo biliar. En ocasiones es lodo biliar acumulado en las suturas que aún no se han disuelto. En ocasiones se impacta un cálculo y requiere de intervención radiológica y/o quirúrgica. En casos muy raros y poco frecuentes el cuadro cursa asintomático hasta que aparece cirrosis biliar secundaria  e hipertensión portal.  Las PFH muestran  datos de colestasis  y la elevación de bilirrubinas y fosfatasa alcalina se asocian con colangitis. Las transaminasas de elevan, pero pueden ser normales. El USG, TAC y Colangio resonancia tiene un valor Diagnostico importante, que muestra el árbol biliar dilatado.
La Colangiografía percutánea tiene valor diagnóstico y terapéutico, ya que la colocación de catéteres permite la subsecuente instrumentación sobre la anastomosis y la zona de estenosis, con globos y canastillas. Se logra dilatación exitosa en 80 a 90% en conductos estenosados y de 70 a 75% en el ámbito de anastomosis bilioenterica. Cuando estas medidas no son exitosas, se requiere de re intervención quirúrgica intentando llegar a los mismos  principios para la anastomosis inicial.
Técnicas de  reconstrucción.
   El procedimiento de elección es una hepatoyeyunoanastomosis en Y de Roux. Las opciones con asa no desfuncionalizada no tienen buen resultado a largo plazo, dado que la exposición de la anastomosis al contenido intestinal y/o residuos alimentarios pueden obstruirla. El utilizar anastomosis termino terminales tampoco es una buen opción dado que en muchos casos de anastomosan conductos isquémicos con pérdida de tejido y con tensión.
   Después de disecar el híleo hepático se procede a  liberar la placa  hilear y a descenderla, con lo cual se expone la bifurcación hilear. En caso de visualización completa, la resección del segmento IV permite la identificación  adecuada de las vías biliares.
   Se realiza la anastomosis con puntos separados de material absorbible, hidrolizable, en condiciones que garantizan el éxito de la anastomosis, adecuada circulación, sin tensión y calibre adecuado. Cuando el calibre el pequeño, la utilización de una férula transanastomotica es una buena opción.
  Se logra éxito en la reparación con la técnica descrita en 90% de los casos.

COLEDOCOCOLEDOCOSTOMÍA TERMINOTERMINAL
  La sutura de extremo a extremo de una sección completa de la VBEH no es concebible salvo en las condiciones siguientes: sección biliar sin pérdida notable de sustancia, foco de lesión en posición pedicular del colédoco, vía biliar proximal y distal de calibres comparables, pared biliar bien vascularizada y sutura realizada sin tensión. Para prevenir este último problema un amplio desprendimiento duodenopancreático permitirá elevar el muñón biliar inferior. Tras preparar los bordes de dos muñones biliares en tejido sano, se lleva a cabo una sutura microquirúrgica en puntos separados con hilo de sutura monofilamento de reabsorción lenta calibre 5/0 o 6/0, con la intención de obtener una aproximación mucomucosa perfecta. Los malos resultados comunicados de esta intervención se asocian con el hecho de no respetar estas condiciones. Habitualmente se aconseja proteger esta sutura colocando un drenaje de Kehr introducido a distancia y protegiendo la sutura terminoterminal. De


 
existir una disposición anatómica favorable, el drenaje de Kehr puede exteriorizarse por el orificio del conducto cístico (fig. 2.10).

Fig. 2.10 Visión quirúrgica de una sutura de una sección parcial transversal de la VBP, con colocación de un drenaje de Kehr a través del orificio cístico.




 Una alternativa a la protección de la sutura mediante drenaje biliar externo consiste en colocar una endoprótesis de plástico que sirva de drenaje biliar interno y se introduzca por la lesión biliar de modo transpapilar (fig. 2.11).

Fig 2.11. Esquema que representa el drenaje biliar interno mediante endoprótesis de una sutura de una lesión biliar.

   Esta acción se facilita mucho si se ha realizado previamente una esfinterotomía endoscópica preoperatoria para tratar una litiasis de colédoco asociada. En todos los casos la endoprótesis se introduce de modo transpapilar sobre un mandril metálico flexible y se controla la colocación adecuada de la endoprótesis mediante una colangiografía por vía transcística al final de la intervención.
   La permanencia del drenaje biliar externo o interno continúa siendo objeto de controversia, si bien habitualmente se admite mantenerlo colocado 3-6 meses para detectar la aparición de una estenosis biliar precoz (fig. 2.12). Su retirada definitiva no se efectuará salvo si la reparación biliar primaria es ampliamente permeable. Una de las ventajas de la coledococoledocostomía terminoterminal es que, en caso de fracaso, siempre es posible un tratamiento endoscópico con una VBEH con continuidad conservada.

Fig. 12 Aparición progresiva de una estenosis biliar precoz en los tres meses siguientes a una reparación biliar primaria mediante coledococoledocostomía claramente documentada en las colangiografías de control repetidas.
a.             Colangiografía peroperatoria en el transcurso de la colecistectomía inicial que revela una sección de la vía biliar principal.
b.             Control colangiográfico realizado a las seis semanas después de la sutura de colédoco terminoterminal en el que se aprecia que la anastomosis es permeable con un hepatograma biliar completo pero que existe una fuga de agente de contraste a lo largo del drenaje de Kehr (colocado a nivel de la sutura terminoterminal).
c.             En la colangiografía de control a los tres meses, aparición de una estenosis mediocoledocal en la coledococoledocostomía, con una discreta dilatación de las vías biliares supraestenóticas.













Fig. 44-18. Algoritmo de las tomas de decisiones para el tratamiento de las lesiones de la vía biliar diagnosticadas durante el acto quirúrgico.


Fig. 44-19. Algoritmo para el manejo de las filtraciones biliares posoperatorias.

   En la figura 44-18 se describe un algoritmo terapéutico para el manejo dejas lesiones de la vía biliar diagnosticadas durante el acto quirúrgico. El tratamiento comprenderá dos tipos de procedimientos: los destinados a "drenar colecciones" y los destinados a "reparar la VE".
LESIONES INADVERTIDAS DURANTE EL ACTO QUIRÚRGICO
El tipo de lesiones y las condiciones locales y generales del paciente definirán el tipo de tratamiento en el caso de las lesiones diagnosticadas en el período posoperatorio. Tratamiento destinado a drenar las colecciones El tratamiento se indicará de acuerdo con la forma de presentación de la complicación, el volumen de bilis perdida y el estado general del paciente.
Pacientes con drenaje abdominal: los pacientes con drenaje colocado, sin síntomas, débito escaso (menor de 300 mL diarios), buen estado general y sin colecciones asociadas la conducta expectante será la actitud más adecuada ya que éstos presentan todos los datos a favor de un cierre espontáneo. Sin embargo, la presencia de un drenaje no garantiza que no puedan formarse colecciones, por lo que la realización de una ecografía abdominal y una revaluación clínica son obligatorias.
   El cambio de las características clínicas planteará alternativas diagnósticas y terapéuticas (fig. 44-19).
   Si el débito por el drenaje es alto (mayor de 300 mL diarios), si ha aumentado para pasar de un débito escaso a uno alto o si no cede espontáneamente con el paso de los días, se aconseja realizar una fistulografía a través del drenaje de manera de excluir la presencia de una obstrucción distal, por ejemplo por cálculos. Si no se halla obstrucción se puede adoptar una conducta expectante. En cambio, de existir esta obstrucción se recomienda realizar una endoscópica retrógrada colangiografía para tratar de identificar la lesión.
   En general, si la lesión es parcial es factible un tratamiento endoscópico.
Para empezar, se realiza un papilotomía en todos los casos para disminuir la presión en la VB. En  una intervención secundaria se decidirá si se coloca o no algún drenaje en la VE. En estos casos puede utilizarse un drenaje nasobiliar o un "stent" plástico, ambos descritos con éxito en el tratamiento. La colocación de un "stent" en la VB es infrecuente y la decisión de colocado o no es variable. Algunos autores lo recomiendan, en cambio otros se basan en una clasificación colangiográfica de las fístulas para la toma de decisión.
Cuando el endoscopista inyecta escasa cantidad de contraste en la VB sin ejercer ninguna presión y demuestra fácilmente el sitio de la fuga, se habla de fístulas de alto débito y se aconseja la colocación de un "stent" plástico. Por el contrario, si para la demostración de la fuga se requiere gran cantidad de contraste y una alta presión, se habla de fístulas de bajo débito y se considera que solo con una papilotomía endoscópica es suficiente.
Pacientes sin drenajes abdominales: la filtración biliar de acuerdo con su volumen, el momento de aparición de la fuga y el grado de bloqueo peritoneal local causará el desarrollo de un biloma o un coleperitoneo. El retraso en el tratamiento motiva un mayor deterioro del paciente y la aparición de complicaciones sépticas. En los pacientes drenados luego del 10° día posoperatorio el índice de colecciones infectadas es mayor del 25%, mientras que no llegan al 10% cuando se drenan de manera temprana.
En los pacientes drenados tardíamente hasta el 20% de ellos desarrolla complicaciones serias y la mortalidad relacionada con sepsis y falla multiorgánica (FMO) alcanza casi el 10% de los casos, no habiendo casi mortalidad en los pacientes drenados rápidamente.
   El tratamiento inicial del biloma consiste en el drenaje percutáneo. En caso de no existir causa de hipertensión biliar seguramente no se requerirá tratamiento asociado (fig.44-19).
   De persistir el débito en forma prolongada o ser de volumen considerable nuevamente la realización de una  fistulografía  resulta  de  suma  utilidad.  Si  se  demuestra  causa  de  obstrucción  distal  (litiasis, estenosis) se impone la realización de una papilotomía endoscópica, siendo discutible la colocación de endoprótesis o catéteres nasobiliares (lesiones parciales de vía biliar, estenosis biliares).
   El drenaje percutáneo de la VB es una excelente opción ante la contraindicación o el fracaso del procedimiento endoscópico y a menudo es la única medida necesaria para el cierre de la pérdida biliar. Si la colección o biloma se infecta y se transforma en un absceso abdominal, el tratamiento indicado es también el drenaje percutáneo, que puede requerir uno o más catéteres para su realización.
En el coleperitoneo se plantean dos objetivos fundamentales: por un lado el drenaje de la VB y por el otro el lavado y el drenaje de la cavidad peritoneal.
El diagnóstico y tratamiento endoscópico previo resultan de suma utilidad, ya que determinan que disminuya la presión dentro de la vía biliar y fomentan el pasaje biliar hacia el duodeno para disminuir así la filtración a través de la lesión. El drenaje del coleperitoneo y de la VB podrá realizarse por vía laparoscópica, percutánea o laparotomía. El drenaje por vía laparoscópica ("relaparoscopia") permite realizar un adecuado lavado y drenaje de la cavidad peritoneal. Con respecto al drenaje de la VB es variable.



Si las condiciones locales son favorables y el cirujano cuenta con el entrenamiento adecuado, se podrá realizar sin dificultad. La factibilidad del tratamiento por vía laparoscópica condiciona todas las ventajas de este abordaje, respecto de la cual debe hacerse hincapié en la ausencia de las complicaciones parietales de la laparotomía (fig. 44-20).

Fig.44-20. Paciente que debió ser reoperada por presentar un coleperitoneo posoperatorio.

Permite además, la resolución de causas no complejas de fugas biliares como filtraciones por  el conducto cístico, conductos aberrantes, y pequeñas lesiones parciales de la vía biliar. Su desventaja es la limitación de la definición y el tratamiento de lesiones de la vía biliar, que no representan el objetivo en este momento del manejo del paciente.
La vía percutánea consiste en la colocación de múltiples catéteres en las diversas colecciones predominantes. Su ventaja es el empleo de anestesia local, mientras que su desventaja es el requerimiento de múltiples catéteres, el riesgo de un drenaje no adecuado de algún sector abdominal, la necesidad de revaluación con métodos por imágenes, como la tomografía computarizada y también la necesidad del agregado de un drenaje endoscópico de la VB, sea a través de una sonda nasobiliar o con la colocación de un "stent" plástico.
Esta forma de tratamiento no es de uso habitual, es para casos seleccionados, de realización por grupos que cuenten con vasta experiencia en el manejo de la vía percutánea y también en el manejo de las LQVB, en las que por los hallazgos clínicos y de los métodos complementarios están dadas todas las condiciones para el correcto drenaje de todas las colecciones.
~ En el tratamiento por laparotomía la principal ventaja es el drenaje completo y seguro de la cavidad peritoneal y de la VB, con la posibilidad adicional de reparar una lesión de la vía biliar, mientras que las desventajas son las potenciales complicaciones de la incisión y la recuperación posoperatoria más prolongada. Como se mencionó, existen casos aislados en los cuales el coleperitoneo se diagnosticó rápidamente, el estado general del paciente es bueno y las condiciones locales halladas durante la cirugía son favorables (escaso componente inflamatorio, sin infección y con paredes de la VB sin necrosis ni isquemia), en las que si se cuenta con los elementos necesarios y el cirujano está capacitado para la reparación. Ésta se puede realizar en forma inicial durante el mismo procedimiento.
Sin lugar a dudas, esto constituye casos muy seleccionados, no recomendados para el uso frecuente.
Lo habitual es planear tratamientos en etapas, combinando los procedimientos iniciales (endoscópico y percutáneo), con cirugía diferida a las 6 a 8 semanas, a fin de evitar suturas sobre tejidos infectados y friables que arriesgan elevados índices de bilirragias y estenosis posteriores a la reparación.
En casos de lesiones parciales se evaluará la posibilidad de tratamiento endoscópico o percutáneo como alternativa.
Si el coleperitoneo se infectó y se transformó en una "peritonitis biliar" se recomienda su tratamiento siempre en forma quirúrgica, sea por laparoscopia o laparotomía y se contraindica la vía percutánea.
Tratamiento destinado a reparar la vía biliar




En general, según el tipo de estenosis, éstas pueden hallarse en etapas cercanas a la cirugía (estenosis amplias, altas y completas) (fig. 44-21) o en un período alejado de ella (estenosis bajas, parciales o de canalículos aislados de la VB común).
Fig. 44-21. Colangiografía por resonancia magnética que muestra una estenosis alta de la vía biliar tipo IV de Bismuth.

   En todos los casos, salvo que la estenosis se acompañe de una colangitis aguda, existe un tiempo necesario para la toma de decisiones y para la preparación preoperatoria.
   Si la estenosis se asocia con colangitis aguda, esta última debe tratarse en  forma  inmediata  sin pérdidas de tiempo debido a que puede progresar a un cuadro de sepsis y muerte. Además, en los casos de colangitis no severas una operación de reparación sobre un terreno inflamado e infectado está condenada al fracaso. Lo ideal es el drenaje de la VB al exterior a través de un drenaje percutáneo transhepático. En esa misma oportunidad se recomienda tomar muestras de bilis para  cultivo  de manera de instaurar una antibioticoterapia adecuada.
    Si la estenosis puede ser atravesada, es recomendable colocar un drenaje con orificios por encima y por debajo de ella, de manera que al cerrar el catéter el flujo biliar transcurra hacia el tubo digestivo (drenaje interno/interno) y no hacia al exterior (drenaje externo), por las consecuencias que la pérdida biliar ocasiona.
Otras situaciones por resolver antes de realizar la cirugía son la anemia, los trastornos de la coagulación y la desnutrición. ...
Una vez que el paciente se encuentra en condiciones quirúrgicas se planeará la táctica por seguir.
El tratamiento puede realizarse en forma miniinvasiva, en forma percutánea o endoscópica o bien de manera quirúrgica abierta.



El tratamiento con mejores resultados alejados a la fecha es sin duda el quirúrgico. Sin embargo, existe suficiente bibliografía -publicada que muestra los buenos y los malos resultados de cada método. Por ello creemos que en el momento de decidir la terapéutica en un paciente se debe analizar cada caso e indicar el método que más convenga, ya que la mejor opción para un paciente no siempre es la mejor para otro (fig. 44-22). *Si el diagnóstico es temprano y las condiciones locales son aceptables, podrá aplicarse el algoritmo de lesión diagnosticada en el acto quirúrgico.

Fig. 44-22. Algoritmo terapéutico para las lesiones advertidas en el período posoperatorio que muestra las diversas posibilidades terapéuticas de acuerdo con la forma de presentación en el momento del diagnóstico.

Reparación quirúrgica
Existen diferentes técnicas para la reparación de una LQVB. Cada una tiene sus indicaciones, ventajas y desventajas y por ende el médico será quien decida cuál de ellas se utilizará.
Lesionó una mínima pérdida de tejido y existe suficiente longitud a nivel extrahepático que permita una sutura mucosa- mucosa libre de tensión. Los cabos por suturar deben ser viables, por lo tanto el segmento mortificado por una ligadura o un clip o afectado por acción de la energía térmica debe resecarse. La anastomosis se efectúa en un plano, con puntos separados, monofilamento, utilizando lupas para magnificación. Se coloca un tubo de Kehr, cuya rama vertical sale alejada de la sutura y que se retirará a la 6-8 semanas.
1.           

 
Reparación terminoterminal de la VB: La coledococoledoco anastomosis (fig. 44-23) se efectúa cuando la lesión del conducto hepático común oca colocación de un tubo de Kehr.










Por requerirse condiciones ideales y ser ellas muy poco frecuentes, las anastomosis terminoterminales son en general una mala reparación en este momento  de la evolución y por ende tienden a ser proscriptas.  Frente  a  los  fracasos  de  una  reparación  de  este  tipo  la  recomendación  es  la  nueva reparación quirúrgica a través de la realización de una hepaticoyeyunoanastomosis en y de Roux.
Puntos de reparo




Fig. 44-24. Hepaticoyeyunoanastomosis en Y de Roux.

En la parte superior se muestra cómo se requiere en algunas oportunidades, en lesiones muy altas, unir los conductos con puntos para crear una boca común y evitar así que quede algún conducto sin anastomosar.
2.            Hepaticoyeyunoanastomosis
Es el procedimiento de elección para los casos de LQVB mayores, con pérdida de tejido suficiente que impide una reparación terminoterminal. Consiste en una anastomosis terminolateral, mucosamucosa en Y de Roux, realizada en un plano con puntos separados de un material delicado monofilamento que puede ser polipropileno o polidioxanona.
Cuando la lesión es en la bifurcación o por encima de ella, debe movilizarse la placa hiliar para obtener una adecuada longitud del hepático izquierdo y adicionalmente del derecho. La apertura se puede extender sobre uno o ambos conductos si es necesario.
En general, debe emplearse el acceso al conducto hepático izquierdo (operación de Hepp-Couinaud) a fin de obtener tejido sano, bien irrigado y una boca anastomótica amplia. Estas reparaciones mostraron mejores resultados en comparación con las anastomosis más bajas.
Cuando se deban realizar varias HYA altas, hay que asegurarse de anastomosar todos los segmentos ductales para evitar que un área del hígado quede sin drenar. En ciertos casos, los conductos pueden suturarse en una misma apertura del yeyuno, aproximándolos unos a otros y creando tabiques o septos entre ellos (fig. 44~24).
La necesidad sistemática de dejar drenajes biliares transanastomóticos es un tema controvertido, aunque su empleo se recomienda en casos de VB muy finas y sobre todo cuando la pared es de mala calidad (friable). En los casos complejos, con posibilidades elevadas de recurrencia estenótica, algunos autores recomiendan la fijación del asa yeyunal a la pared abdominal con marcas radiopacas, para posteriores accesos percutáneos transyeyunales a la anastomosis.
En el caso de estenosis biliares extendidas hacia la rama derecha principalmente, Strasberg publicó los aspectos técnicos del abordaje de ese conducto a través de la placa vesicular.
3.            Colangioyeyunoanastomosis intrahepática
Se efectúa cuando el paciente recibió varias cirugías previas y el hilio hepático está congelado e inaccesible. Son técnicas bastante complejas y requieren gran entrenamiento. En ocasiones, se avanza sobre el conducto hepático izquierdo y es necesario resecar el segmento IVb de Couinaud. ~s anastomosis son terminolaterales, mucosamucosa, en un plano con puntos separados de material delicado monofilamento y utilizando lupas de magnificación.
4.            Hepaticoduodenoanastomosis
Prácticamente no se utiliza en la actualidad. Es más proclive a producir colangitis alejadas y en caso de fistulizarse su tratamiento es más complejo.
5.            Resección hepática
Como se mencionó al principio, el advenimiento de la CL ha traído aparejado un aumento del número de LQVB, las cuales, si bien con el paso del tiempo han descendido en forma paulatina hasta igualar en nuestros días los antiguos porcentajes de la vía abierta, las lesiones actualmente suelen ser más complejas, más altas y, por ende, más graves.
La gravedad de las lesiones en general está dada por el agregado de las lesiones vasculares asociadas, tanto de la vena porta derecha como de la arteria hepática derecha ésta última mucho más frecuente- las cuales han traído como consecuencia el compromiso isquémico de la VB y del parénquima hepático homolateral. Dentro de las lesiones vasculares están descritas tanto las hemorragias como las estenosis, estas últimas mucho más frecuentes.
Ambas circunstancias tienen como consecuencia el compromiso de la irrigación de la VB y del parénquima hepático.
Seguidamente y con un tiempo variable según el compromiso isquémico aparecen las estenosis de la VB. Éstas pueden circunscribirse a un sector de la VB o a la anastomosis realizada previamente para la reparación de' la LQVB, pero en otras circunstancias las estenosis pueden ser extensas o difusas y comprometer gran parte del hígado afectado.
A continuación y como consecuencia de la obstrucción crónica al libre flujo biliar y a veces de las infecciones sobre agregadas se comprometerá el parénquima hepático y aparecerán fibrosis hepática, cirrosis biliar secundaria o colangitis esclerosante secundaria.
Con obstrucción biliar o sin ella, si la irrigación tanto arterial como portal se encuentran comprometidas, se produce una atrofia del parénquima comprometido, acompañada en general por una hipertrofia contralateral, fenómeno conocido como "atrofia-hipertrofia".
Todas estas circunstancias determinan que en algunos casos para lograr la curación definitiva se requiera la realización de una resección hepática.
Las indicaciones fundamentales para la resección hepática son:
 Destrucción de la confluencia biliar asociada con trombosis portal.
A.             Destrucción de los ramos anterior y posterior de la vía biliar derecha.
B.            Estenosis intrahepáticas con litiasis asociadas o sin ellas.
C.            Colangitis recurrente y atrofia lobular severa.
Hasta el momento la lesión vascular del pedículo derecho es la que se produce más a menudo. El compromiso de la arteria hepática izquierda fue descrito aisladamente. Por este motivo, el hígado derecho es el habitualmente afectado y por ende es el que deberá resecarse. La hepatectomía derecha es en general el tratamiento de elección. En ciertas circunstancias algunos autores han propuesto la resección del o los sectores del hígado comprometido para solucionar una fístula biliar. Se han comunicado las resecciones de los segmentos V y VI del hígado.
Estas resecciones suelen ser de difícil realización debido a que en general los pacientes han sido sometidos a varios procedimientos previos, lo que produce un gran componente fibrótico que engloba el pedículo hepático. En la hepatectomía derecha en la que la VB izquierda se encuentra intacta la hepatectomía sola es suficiente. En cambio, cuando la confluencia biliar está afectada, y más aún, si la estenosis es muy alta, ésta requerirá la hepatectomía derecha y secundariamente' la confección de una hepaticoyeyunoanastomosis o colangioyeyunoanastomosis con la VB izquierda.
En estas circunstancias, en que se realiza una anastomosis biliodigestiva sobre un terreno enfermo, es aconsejable la colocación de un "stent" transanastomótico que se exterioriza a través del hígado o del yeyuno. Éste disminuye el porcentaje de bilirragias posoperatorias y en circunstancias en que éstas se producen son de menor cuantía y de más fácil manejo a través del drenaje abdominal. Además, contar con un drenaje permite la realización de una colangiografía, la que puede aportar datos fundamentales para el manejo posterior.
El porcentaje de LQVB que requerirá esta terapéutica es variable y dependerá fundamentalmente del momento en que se diagnostique la lesión y de los tratamientos realizados previamente. Algunas series publicadas por centros de referencia en cirugía hepatobiliar refieren porcentajes que llegan al 15% aunque, en general, el porcentaje es menor. '
6.            Trasplante hepático ortotópico
Constituye una modalidad terapéutica con clara indicación en los pacientes con LQVB que luego de haber recibido múltiples intentos de reparación han desarrollado una cirrosis biliar secundaria y tienen un manifiesto síndrome de hipertensión portal. En ellos, el trasplante hepático es preferible a cualquier intento de nueva reparación, pues no solo resuelve el problema del paciente en forma integral, sino que tiene menos mortalidad.
Técnicas endoscópicas
Las técnicas endoscópicas tienen la ventaja de no requerir una gran incisión para el tratamiento, aunque según las series comunicadas los resultados alejados no son tan buenos como con la reparación quirúrgica. También tienen las desventaja de requerir varias intervenciones para finalizar el tratamiento y requieren más internaciones y en definitiva mayor tiempo de inactividad.
Como se dijo antes, es difícil comparar resultados entre uno y otro método, ya que en general las poblaciones de pacientes no son iguales.




Las técnicas endoscópicas tienen una clara indicación cuando no existe dilatación de la VB intrahepática. También se recomiendan en casos de estenosis parciales, limitadas y de ubicación baja, en pacientes que recibieron varios tratamientos previos y también en casos en que el riesgo quirúrgico es elevado. El procedimiento consiste en dilatar la estenosis con un catéter balón y luego dejar colocada una o dos endoprótesis plásticas de 10-12 F o más para mantener permeable el sitio de la obstrucción y prevenir la nueva estenosis. Algunos casos de bilirragia menores ESTIVO pueden solucionarse con endoprótesis más finas de 7 a 9 F o incluso con la colocación de una sonda  
nasobiliar (fig. 44-25). .






Fig. 44-25. Imagen que muestra un "stent" colocado en la vía biliar luego de d
ilatada una estenosis con un catéter balón.
Se recomienda antes de la ejecución de la técnica realizar en forma sistemática una papilotomía endoscópica. Dado que las endoprótesis invariablemente se ocluyen por biopelículas bacterianas, éstas deben cambiarse en forma periódica y deben repetirse las dilataciones. Esto se realiza cada 3 o 4 meses, hasta un año o más, según los síntomas, el resultado de los hepatogramas y la colangiografía.
Técnicas percutáneas

 
El primer requisito que debe existir para elegir este tipo de terapéutica es que la VB intrahepática se halle dilatada. Esto, junto con el mal estado del paciente y las estenosis altas son en general las indicaciones para el uso de esta técnica.










Fig. 44-26. Imagen que muestra un balón que dilata una estenosis de la vía biliar a través de un acceso percutáneo transhepático.


   Al igual que la técnica endoscópica tiene la desventaja de requerir varias intervenciones para finalizar el tratamiento. El tratamiento percutáneo transhepático de las estenosis de la VB se inicia con una punción con aguja fina de un canalículo biliar. Luego se pasa un alambre guía o cuerda de piano, que se hace progresar  hasta  la  estenosis,  atravesándola.  Seguidamente,  se  introducen  dilatadores  de  calibre progresivo y se pasa luego un catéter balón para efectuar las dilataciones de la estenosis. Por último, se deja colocado un drenaje percutáneo que drene la VB al exterior, la que servirá como guía para las sesiones siguientes, su fácil recambio, directo monitoreo del débito y eventual colangiografía (fig. 44- 26).
    Este procedimiento debe ser realizado al menos en dos oportunidades. Si al acceder en la segunda sesión a la VB se observa que la estenosis no requiere una nueva dilatación o que ésta se efectúa con mucha facilidad, se considera terminado el tratamiento.
   Si la dilatación se lleva a cabo con dificultad o se observa que la estenosis recidivó en forma muy temprana, se planea una tercera sesión, la que probablemente definirá las posibilidades de éxito de la técnica. Si la tercera sesión se realiza con facilidad se espera una buena evolución en cambio, si persiste la estenosis o se dilata con mucha dificultad, probablemente estemos ante una estrechez amplia con mucho componente de fibrosis, con lo que la evolución probablemente será mala y se deberá planear otro tipo de tratamiento.
    Finalizada cada sesión se deja un drenaje percutáneo transhepático para acceder a la VB en las sesiones siguientes. Realizada la última sesión estos drenajes se dejan entre 3 y 6 meses. Para extraer definitivamente el catéter se aconseja probar la tolerancia, retirándolo unos centímetros por encima de la obstrucción y esperando a 3 días. Si no reaparecen signos o síntomas de colestasis y si el flujo anterógrado de bilis es adecuado y sin pérdidas, se lo retira totalmente.
En algunas oportunidades, en las cuales se optó por el tratamiento endoscópico para la colocación de una prótesis y el endoscopista no pudo canular la VB, se puede realizar el procedimiento percutáneo y endoscópico a la vez.
Para introducir un tutor plástico por vía percutánea se debe combinar el trabajo con el endoscopista: se efectúa la punción transhepática y se pasa un alambre guía franqueando la estenosis y luego la papila, alojándolo en la segunda porción del duodeno, donde es tomado por el endoscopista, el cual lo tracciona hacia afuera y lo saca por la boca del paciente. Luego el tutor plástico se pasa avanzando por el endoscopio y siguiendo el alambre guía, se cruza la papila y se ubica en la estenosis.
Por lo general, el tratamiento a través del acceso percutáneo transhepático tiene más morbilidad que las técnicas endoscópicas debido a la punción del parénquima hepático




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