CIRUGÍA DE LA ENFERMEDAD DIVERTICULAR DEL COLON (NO
COMPLICADA)
Procedimientos
quirúrgicos
Existe
una serie de opciones quirúrgicas que se contemplaran ante el fracaso del
tratamiento médico o bien ante la presencia de peritonitis difusa.
·
Drenaje percutáneo/externo
·
Lavado laparoscópico
·
Operación de Hartmann
·
Resección con anastomosis primaria con
o sin ostomía
·
Control del daño
·
Drenaje y colostomía, con posterior
resección y anastomosis y ulterior cierre de la ostomía (Operación en 3
tiempos)
La
elección de esta dependerá de múltiples factores que iremos describiendo a
continuación.
Drenaje Percutáneo
La formación de abscesos es una complicación relativamente común
de la diverticulitis aguda, ocurriendo en aproximadamente el 15 al 20% de los
pacientes.
El manejo de estos abscesos prioriza enfoques mínimamente
invasivos siempre que sea posible:
1. Indicación de Drenaje Percutáneo:
·
Este procedimiento
está recomendado para abscesos pericolónicos o pélvicos, particularmente
aquellos generalmente mayores de 4 cm.
·
Ofrece una alta tasa
de éxito (74-94%) y un bajo índice de complicaciones asociadas al
procedimiento.
2. Técnica y Tratamiento Concomitante:
·
El drenaje se realiza
de forma guiada, utilizando ecografía o tomografía computarizada (TC), a menudo
mediante el método de Seldinger.
·
Simultáneamente, el
paciente recibe tratamiento con antibióticos de amplio espectro para controlar
la infección sistémica.
3. Manejo Post-Drenaje y Evolución:
·
Los catéteres de
drenaje se mantienen colocados y se irrigan diariamente para asegurar su
permeabilidad.
·
Se retiran una vez que
cesa el drenaje y se resuelven los síntomas clínicos del paciente (dolor y
fiebre).
·
Tras la resolución
aguda, el paciente es dado de alta y se planifica una estrategia de manejo
definitiva, que puede incluir cirugía electiva posterior, según la evolución
individual.
4. Limitaciones:
1. Las únicas limitaciones prácticas de este procedimiento son la
incapacidad de encontrar una "ventana" segura para la inserción del
catéter o la falta de disponibilidad del equipo y la experiencia necesarios en
el centro asistencial.
Lavado
laparoscópico
Si
bien no existe un protocolo mundialmente estandarizado de cómo realizar o no el
lavado y drenaje laparoscópico, el principio de la técnica es el lavado de la
cavidad abdominal por cuadrantes sin la resección del segmento colónico, y con
la posterior colocación de drenajes abdominales que tampoco está estimado la
cantidad.
Resección
con colostomía sigmoidea y cierre del muñón rectal (Operación de Hartmann)
Resumen sobre la Operación de Hartmann para Diverticulitis Aguda
Complicada
La Operación de Hartmann es un procedimiento quirúrgico en dos
tiempos utilizado para el manejo de casos graves de diverticulitis sigmoidea.
Descripción del Procedimiento:
· Primer Tiempo (Urgencia): Consiste
en una sigmoidectomía (resección del segmento de colon afectado, el foco
séptico). El tránsito intestinal no se restablece inmediatamente. En su lugar:
· Se crea una colostomía sigmoidea (el extremo
proximal sano del colon se aboca al exterior del abdomen).
· El extremo distal (muñón rectal superior) se cierra (sutura). El
texto menciona la práctica de lavar este muñón rectal a través del ano.
· Figura
1 Operación de Hartmann: resección sigmoidea, cierre
del muñón rectal y colostomía terminal.
Indicaciones Clínicas:
Existe un consenso
generalizado de que esta operación está indicada en situaciones de emergencia
crítica:
· Peritonitis generalizada.
· Inestabilidad hemodinámica del
paciente.
· Presencia de múltiples
comorbilidades que aumentan el riesgo quirúrgico.
§ Debe reservarse para las formas más
graves de la enfermedad, representando solo
entre el 10% y el 15% de los casos operados por diverticulitis sigmoidea.
Ventajas y Desventajas:
·
Ventaja Principal: Reseca eficazmente el foco séptico y es un procedimiento
dominado por los servicios de urgencias.
·
Desventajas
Significativas:
o Requiere una segunda operación ("no menor")
para restablecer la continuidad intestinal, lo que implica morbilidad y costos
elevados.
o Un porcentaje considerable de pacientes (30-50%) nunca se somete
a la segunda operación, resultando en una colostomía definitiva, lo que
impacta negativamente en la calidad de vida.
Restablecimiento del Tránsito Intestinal:
·
El segundo tiempo
quirúrgico para reconectar el intestino no debe realizarse antes de los tres
meses posteriores a la operación inicial, permitiendo una recuperación
adecuada del paciente y la resolución completa de la inflamación inicial.
Resección
con anastomosis primaria con o sin ostomía proximal
Figura
2 Procedimiento en un tiempo: resección y anastomosis
inmediata.
Este
enfoque quirúrgico implica la extirpación del segmento de colon afectado
(sigmoidectomía) y la reconexión inmediata de los extremos sanos del intestino
(anastomosis primaria) en la misma operación, con la opción de proteger la
sutura con una ostomía temporal.
Detalles
Técnicos Cruciales:
Resección
Precisa: Es vital resecar el tejido sano, libre de
hipertrofia o divertículos en las líneas de sutura, garantizando una correcta
vascularización.
Ausencia
de Tensión: La anastomosis debe quedar libre de tensión, lo que
a veces requiere movilizar el ángulo esplénico del colon.
Protección
(Opcional): Se puede añadir una ostomía proximal temporal para
"proteger" la anastomosis. Esta no previene una posible fuga
(dehiscencia), pero mitiga sus consecuencias si ocurre.
Ventajas
y Contexto Clínico:
Ventajas:
Comparada con la operación de Hartmann, la anastomosis primaria reduce el
tiempo de hospitalización e incapacidad, mejora el confort del paciente y
disminuye los costos. Estudios sugieren que es superior en estadios tempranos
de la enfermedad.
Indicación
Rigurosa: Es un procedimiento que, si está bien indicado, es
tan seguro como los procedimientos sin anastomosis. La decisión depende de
factores del paciente, la enfermedad, el entorno hospitalario y la experiencia
del cirujano.
Criterios
y Contraindicaciones:
La
anastomosis primaria requiere condiciones óptimas para el éxito:
Condición
del Paciente: El paciente debe estar hemodinámicamente estable,
responder bien a la reanimación y tener una función cardiopulmonar y estado
nutricional adecuados para asegurar una buena perfusión tisular.
Condición
del Intestino: El intestino no debe estar obstruido; se puede
realizar un lavado intraoperatorio si es necesario. La zona de sutura debe
estar blanda, bien irrigada y libre de inflamación o edema.
Experiencia
del Cirujano: La técnica exige un juicio certero y una ejecución
técnicamente perfecta, por lo que es determinante que el cirujano tenga
entrenamiento específico en cirugía colónica.
Contraindicaciones:
Las contraindicaciones son las situaciones opuestas a las anteriores: mal
estado general del paciente, inestabilidad hemodinámica y enfermedades
concomitantes severas.
Cirugía de control del daño
Tendría
indicación en aquellos pacientes con inestabilidad hemodinámica asociado a peritonitis generalizada.
Se basa en cirugía control del daño principalmente
en la recuperación inicial del paciente en unidad de cuidados intensivos, luego
una cirugía inicial abreviada (resección colónica con cabos cerrados) y cierre
temporal de la pared abdominal con sistemas que ejercen presión negativa.
Figura
3 Sistema de aspiración continua ABTHERA
Figura
4 Colocación de sistema Abthera
El
paciente pasara nuevamente a terapia y una vez estabalizado se encara el
tratamiento definitivo dependiente de la contaminación abdominal y el estado
general del paciente. Una opción será la reconstrucción del tránsito en
pacientes sin comorbilidades o el abocamiento tipo Hartmann en pacientes con
comorbilidades
Drenaje
y colostomía, con posterior resección y anastomosis y ulterior cierre de la
ostomía (Operación en 3 tiempos)
Este
procedimiento se indica cada vez con menor frecuencia quedando casi en desuso,
ya que no se ve libre de serias complicaciones y hasta en el 50% de los
pacientes no se puede restablecer el tránsito.
Figura
5 Procedimiento en tres tiempos: 1° colostomía
transversa, 2° resección y anastomosis y 3° cierre de la colostomía
Es
de indicación razonable en un centro donde el cirujano no tenga un adecuado
manejo colónico.
Cirugía
programada electiva?
La
recurrencia luego de un episodio de diverticulitis aguda está descripta en un
tercio de los pacientes que la padecen, aunque, en la no complicada recientes
estudios prospectivos con seguimiento a 5 años muestran únicamente el 1.7%
La
indicación quirúrgica va a ser de manera selectiva caso por caso, teniendo en
cuenta diversos factores como la morbilidad de la cirugía, el riesgo quirúrgico
y los síntomas relacionados en los momentos libres de enfermedad aguda.
Si
se halla consenso, se programa la cirugía en los casos de estenosis, fístulas,
sangrado recurrente y como lo mencionamos anteriormente los pacientes
inmunocomprometidos.
Resumen de la Sigmoidectomía Electiva ("En Frío" o
Profiláctica)
La sigmoidectomía electiva es un procedimiento programado que
tiene como objetivo prevenir la recurrencia de la diverticulitis sigmoidea en
pacientes que ya han experimentado episodios previos documentados.
1. Indicaciones Clínicas:
·
Recidivas Documentadas: Se indica en
pacientes con episodios recurrentes de diverticulitis, confirmados por
ecografía o, preferentemente, tomografía computarizada (TC).
·
Riesgo de Recidiva: El riesgo de un nuevo episodio tras el primero es del
8-25%, siendo más frecuente en el primer año y en casos graves iniciales.
·
Factores de Riesgo
Específicos:
o
Uso de
antiinflamatorios, corticoides o inmunosupresores (aumenta el riesgo y la
gravedad de las complicaciones).
o
Posible mayor riesgo
en menores de 50 años, aunque los estudios son contradictorios.
2. Principios Quirúrgicos:
·
Momento de la Cirugía: La intervención se programa lejos del último episodio
infeccioso para minimizar la inflamación residual.
·
Técnica de Elección: La cirugía laparoscópica es actualmente la técnica de
elección, habiendo sustituido a la cirugía convencional (laparotomía).
·
Extensión de la
Resección:
o
Se reseca toda el asa
sigmoidea y la porción fija del colon sigmoide (sede del 95% de los
divertículos).
o
La sección proximal
debe ser en tejido sano, no inflamado ni engrosado.
o
La resección distal
debe incluir la unión rectosigmoidea para reducir la tasa de recidiva
postoperatoria (que oscila entre 2-10%).
o
Se completa con una
anastomosis colorrectal.
3. Resultados y Morbilidad:
·
Mortalidad: Inferior al 2%.
·
Morbilidad General: Alrededor del 30% (menor con laparoscopia: 8-20%, frente a
laparotomía: 20-50%).
·
Complicaciones
Específicas:
o
Tasa de fístulas
anastomóticas: 3-4%.
o
Hasta un 14% de los
casos con complicaciones pueden requerir una colostomía temporal.
o
Es fundamental la
preservación nerviosa para evitar secuelas urinarias o sexuales (eyaculación
retrógrada puede afectar al 3,3%).
4. Preparación del
Paciente:
·
Dieta: Dieta sin residuos la semana previa.
·
Preparación Intestinal
(Mecánica): Su utilidad para prevenir morbilidad no
está demostrada, pero es una práctica habitual. Se prefieren preparados como
fosfato de sodio o senósidos, vigilando desequilibrios iónicos en pacientes de
riesgo (ancianos, insuficiencia renal o cardíaca). El polietilenglicol (PEG)
puede distender el intestino y no es aconsejable para laparoscopia.
·
Profilaxis
Antibiótica: Cirugía limpia contaminada (Clase II).
Se recomienda una dosis intravenosa preoperatoria (ej. cefoxitina, cefotetán),
repitiendo dosis si la cirugía es prolongada, sin necesidad de continuarla en
el postoperatorio si no hay contaminación mayor.
·
Profilaxis
Tromboembólica: Se considera cirugía mayor. Se
recomienda heparina de bajo peso molecular (HBPM) y medias antitrombóticas
durante 7-10 días, comenzando antes o después de la cirugía según el protocolo
local.
Resumen de la Técnica Quirúrgica de la Colectomía Izquierda por
Laparotomía
Este texto describe los pasos técnicos secuenciales de una
colectomía izquierda por cirugía abierta (laparotomía), enfocándose en la
movilización del colon, la disección vascular y las opciones de anastomosis.
1. Despegamientos y
Movilización (Enfoque Lateromedial):
El objetivo inicial es movilizar el colon izquierdo de la
periferia hacia el centro antes de ligar los vasos.
Figura 6 despegamiento parietocolico por laparotomia
·
Secuencia: El cirujano abre
la raíz del mesosigmoide y despega las adherencias naturales entre el sigmoide
y la pared lateral.
·
Identificación Crucial: Es fundamental
identificar y preservar el uréter izquierdo y los vasos
gonadales en su cruce con los vasos ilíacos. En casos de inflamación severa
(seudotumores), la identificación del uréter debe hacerse más proximalmente, en
tejido sano.
·
Fascia de Toldt: Se despega la fascia de Toldt izquierda de abajo hacia
arriba, en dirección al ángulo esplénico.
2. Descenso del Ángulo
Esplénico (Despegamiento Coloepiploico):
·
Se abre la
transcavidad de los epiplones comenzando en el colon transverso.
·
Se moviliza el epiplón
mayor y se secciona el sustentaculum lienis (ligamento que
fija el colon al bazo/páncreas).
·
Esta maniobra es
esencial para obtener suficiente longitud de colon izquierdo y asegurar una
anastomosis libre de tensión.
·
·
Figura 7 Liberación
del angulo izquierdo por laparotomía
·
3. Disección del Rectosigmoide y Pelvis:
·
Se secciona la raíz
secundaria y luego la raíz primaria del mesosigmoide.
·
Se abre el peritoneo
lateropélvico a ambos lados y el fondo de saco de Douglas (anterior y
posterior).
·
Se moviliza la parte
alta del recto, separando la vejiga o el útero anteriormente.
4. Secciones Vasculares:
·
Los vasos se ligan en
el mesocolon, a distancia de los vasos mesentéricos principales.
·
La vena
mesentérica inferior a menudo se secciona (debajo del ángulo
duodenoyeyunal) para dar mayor longitud al colon descendente.
·
Se seccionan los vasos
sigmoideos.
·
Se debe preservar, si
es posible, el pedículo hemorroidal superior para mantener la
vascularización rectal.
·
La arteria
cólica superior izquierda frecuentemente debe seccionarse para
permitir el descenso completo del colon y evitar tensión en la anastomosis. En
pacientes mayores, se verifica el pulso arterial marginal antes de ligarla.
5. Secciones Cólicas y Rectales:
·
La sección rectal se
realiza por debajo de la unión rectosigmoidea.
·
Se limpia el tejido
graso circundante (mesorrecto) y se secciona el recto.
·
Si se opta por
anastomosis manual, se abre el recto y se realiza un lavado intraquirúrgico con
soluciones antisépticas.
·
·
Figura 8 Ligadura de los vasos en el meso
6. Anastomosis (Reconexión Intestinal):
La reconexión se puede realizar de forma manual o mecánica,
término-terminal o latero-terminal.
·
Término-terminal
(Manual): Se realiza mediante suturas continuas en
dos planos (posterior y anterior) o puntos separados, buscando un buen
afrontamiento mucomucoso.
·
Latero-terminal
(Mecánica): Usada frecuentemente si los extremos
tienen diámetros diferentes. El extremo más estrecho se cierra con grapas y la
anastomosis se realiza en un lado del colon más ancho (colotomía).
Figura 9. Confección de una anastomosis colorrectal manual
Sigmoidectomía laparoscópica
Colocación del paciente
Como es imposible
retirar manualmente las asas intestinales para despejar el campo quirúrgico,
el paciente debe colocarse en posición
de Trendelenburg y rotación
lateral. El enfermo se coloca en decúbito
dorsal, con el brazo derecho
a lo largo del cuerpo y el brazo izquierdo en abducción. Las piernas están ligeramente flexionadas y apoyadas
sobre perneras adaptadas, separadas para que el instrumentista o el segundo
ayudante se puedan colocar entre
ellas. La región anal debe ser accesible para poder realizar una anastomosis
transanal si es necesario.
La posición del paciente debe asegurarse para evitar que resbale al mover la mesa de quirófano
durante la intervención. Para ello, el paciente se fija colocado
en cruz. Se emplearán almohadillas para evitar los puntos de presión. Antes de pintar es necesario
comprobar que el enfermo
no
se mueve al colocar la
mesa en posiciones extremas.
Preparación
La colocación de una sonda nasogástrica no es sistemática. Se recomienda en caso de distensión gástrica para
facilitar la disección del ángulo cólico
izquierdo; la sonda puede retirarse
al final de la intervención
El vaciado vesical por sondeo o catéter supravesical es posible pero tampoco se realiza
de forma sistemática, sobre todo en pacientes
jóvenes sin antecedentes de disuria
y con vejiga vacía.
Los autores
de este artículo
tienen la costumbre
de lavar el recto con suero para vaciar la ampolla
rectal en el quirófano, bien antes de colocar los campos o bien durante la intervención, tras seccionar el recto, lo que
permitirá comprobar la estanqueidad de la
sutura rectal.
Preparación del campo quirúrgico
El campo quirúrgico incluye toda la región abdominal, hasta más allá del apéndice
xifoides. Se debe pintar hasta la raíz de los muslos, incluidos los genitales y el periné. Los campos se colocan
de forma clásica,
utilizando perneras separadas cuando sea posible, un campo debajo de los glúteos y otro por encima del pubis para aislar la región perineal
de la abdominal durante la confección de la anastomosis por vía transanal.
Colocación del equipo
quirúrgico
Si el cirujano
dispone de dos ayudantes (ayudante e instrumentista), el instrumentista se coloca entre las piernas del paciente y el cirujano y el ayudante, a la derecha del enfermo.
La mesa del instrumental también se coloca a la derecha del paciente.
La columna de laparoscopia, compuesta por un monitor, un insuflador y una fuente de luz fría, se coloca frente al cirujano, a la izquierda del enfermo.
Los cables de la cámara
y de la luz llegan por encima del campo quirúrgico; los del insuflador, la coagulación y el bisturí armónico
en caso de utilizarse, por debajo.
Figura 10 : Colocación del equipo y
de los trocares.
1. T1: 10 mm; 2.
T2: 5 mm; 3.
T3:
5 mm; 4. T4: 5 mm; 5. T5: 12 mm; C: cirujano;
A1: ayudante;
A2: instrumentista.
Instrumental
Columna de laparoscopia
Incluye:
un monitor de 19 pulgadas como mínimo, un insuflador de flujo alto (20-40 l/min)
si es posible
con calentador, cámara preferiblemente tri CCD, una fuente de luz fría (xenón 300 W) y una óptica de 0 o 30°. Cualquier
perfeccionamiento tecnológico que se añada (monitor
plano grande de alta definición, cámara de alta definición), sólo podrá mejorar las condiciones de la intervención.
El acceso laparoscópico requiere un instrumental específico. Habitualmente suelen necesitarse cinco trocares:
1 de 10 mm para la óptica,
3 de 5 mm para el instrumental, 1 de 12 mm para
la grapadora lineal. La morfología del paciente y las condiciones anatómicas intraoperatorias pueden requerir
trocares suplementarios. Cada cirujano tiene preferencias diferentes. Los autores
de este artículo
usan el siguiente
instrumental que parece indispensable: dos o tres pinzas de agarre fenestradas atraumáticas, coagulación monopolar (tijera o gancho),
una grapadora lineal (con cargadores para grapas digestivas y vasculares) y una grapadora
circular. El instrumental que se
considera opcional es: coagulación
bipolar, bisturí armónico,
sistema de termofusión,
clips.
Tiempos quirúrgicos de la cirugía
laparoscópica Creación del neumoperitoneo
La técnica
«laparoscópica abierta» es, sin duda, la más segura. Se realiza una pequeña incisión lateroumbilical derecha o ligeramente infraumbilical. Se abren la piel y los planos subcutáneo, aponeurótico y peritoneal, para introducir bajo visión directa el primer trocar de 10 mm para la óptica (T1). Esta técnica
se va imponiendo cada vez más en pacientes
con antecedentes quirúrgicos para evitar cualquier riesgo de lesión visceral
o vascular. Si el paciente tiene una cicatriz abdominal media, la incisión
se desplaza para evitar el plano adherencial subyacente. Es posible utilizar una aguja de neumoperitoneo (aguja de Veres).
En este caso, su manipulación debe ser extremadamente precisa, ya que se trata de una técnica
ciega. Los autores de este artículo
aconsejan conectar a la aguja una jeringuilla sin émbolo llena de agua estéril,
levantar la pared abdominal
con dos pinzas de Kocher en los extremos
de la incisión cutánea y comprobar
el paso de los diferentes planos de la pared mediante
el descenso de la columna de agua.
Neumoperitoneo
La insuflación debe ser progresiva para evitar cualquier repercusión hemodinámica. El abdomen debe distenderse
de forma
armoniosa, controlando las presiones de insuflación.
Cualquier aumento brusco de la presión
puede provocar que el trocar o la aguja se desplacen
o se coloquen mal. Esto ocurre cuando no se entra del todo en el peritoneo o si el extremo
de la aguja se encuentra en el epiplón
mayor. Hay que detener la insuflación y comprobar
la posición. Las presiones máximas de insuflación suelen estar preestablecidas en 12 mmHg. Es posible
disminuir la presión en caso de mala tolerancia hemodinámica o aumentarla ligeramente en pacientes
obesos.
Colocación de los trocares
Se introducen cuatro trocares en
la cavidad
abdominal bajo control laparoscópico.
•
Un trocar de 5 mm suprapúbico (T2) para una pinza de agarre de la que se suele encargar el instrumentista.
•
Un trocar
de 5 mm en hipocondrio izquierdo, tres dedos por debajo del reborde costal (T3), para una pinza de agarre sostenida por el
ayudante.
•
Un trocar de 5 mm en el flanco derecho
(T4) para una pinza de agarre que el cirujano sostiene con la mano izquierda.
•
Un trocar de 12 mm en fosa ilíaca derecha (T5) que el cirujano
tiene en la mano derecha.
Es primordial que este trocar esté bien colocado, ya que permite cambiar
la pinza por el
sistema de hemostasia (tijeras o gancho de coagulación, bisturí armónico) o por la grapadora lineal. No debe estar demasiado cerca de la espina ilíaca
anterosuperior para que
tenga la máxima libertad.
•
Este esquema general debe adaptarse
a la morfología del paciente,
siempre con la precaución de respetar el concepto de triangulación.
Exploración y exposición del campo quirúrgico
Aunque se trate de una enfermedad benigna, la exploración del campo quirúrgico es el primer tiempo de cualquier intervención. No es excepcional descubrir casualmente un tumor de intestino delgado,
un divertículo de Meckel, etc. Respecto
a la enfermedad diverticular, durante la exploración hay que buscar la persistencia de fenómenos
inflamatorios perisigmoideos, las posibles secuelas de abscesos pericólicos, la extensión
de la diverticulosis y el aspecto de la pared cólica. También hay que rechazar
las asas intestinales hacia el hipocondrio y el flanco
derechos, para liberar el ángulo
duodenoyeyunal y el eje vascular
mesentérico inferior, basculando la mesa hacia la derecha. La manipulación de las asas debe ser meticulosa, con pinzas atraumáticas y controlada sistemáticamente con la cámara.
Las lesiones intestinales son una complicación grave, sobre todo si pasan desapercibidas. Las asas deben manipularse con cuidado,
evitando cualquier presión excesiva. La exposición de la unión rectosigmoidea y de la pelvis se
consigue colocando al paciente
un poco en Trendelenburg. Un intestino delgado dilatado y el hiperperistaltismo
representan dificultades añadidas para el cirujano.
Las adherencias del epiplón
mayor por cirugías previas se retiran
cuando impidan la correcta exposición del campo
quirúrgico.
Movilización inicial del ángulo
izquierdo
Los autores
de este artículo
la realizan de forma sistemática para obtener la liberación completa del colon izquierdo, que permitirá realizar una exéresis cólica adecuada para la enfermedad diverticular y una anastomosis colorrectal sin tensión. Esta movilización se realiza durante el primer
tiempo quirúrgico, ya que si fuera necesario convertir a cielo abierto, normalmente por fenómenos inflamatorios pélvicos, la intervención podría limitarse una laparotomía infraumbilical.
Movilización centrífuga del ángulo cólico izquierdo
|
Figura 11 : Identificación de la vena
mesentérica inferior.
El peritoneo parietal posterior se incide por detrás de la VMI para llegar al plano de disección
de la fascia de Toldt
izquierda
Figura 12 : Incisión del peritoneo
por detrás de la vena
mesentérica inferior.
Este plano conserva intacta la fascia prerrenal
por detrás, lo que garantiza
la integridad del uréter y los vasos gonadales. Este plano avascular es el punto clave de la disección
centrífuga. Hay que seguirlo hacia afuera
lo máximo
posible para alcanzar el canal parietocólico izquierdo.
De esta
forma se crea una tienda
de campaña,
que
se levanta con la pinza
en T2. Al traccionar la fascia prerrenal
se consiguen ganar algunos centímetros de disección
hacia fuera
Figura 13 : Disección centrífuga.
Figura 14 : Sujeción de la fascia
prerrenal.
El límite superior de la disección
corresponde al borde inferior
del páncreas, sobre el que se inserta la raíz del mesocolon transverso. No es necesario
proseguir la disección
por detrás del páncreas ni por detrás de la fascia prerrenal, ya que existe
el riesgo de penetrar
en el retroperitoneo. La disección
de la raíz del mesocolon
transverso se facilita
al seccionar la VMI, entre dos clips, con bisturí armónico o termodifusión, al nivel del borde
inferior del páncreas
Figura 15 : Sección de la vena mesentérica inferior.
Para movilizar el ángulo izquierdo
no es obligatorio abrir la trascavidad de los epiplones
(TCE) a través del mesocolon transverso, pero puede facilitar la disección. En este caso, la pinza en T2 se introduce
en la ventana
de la TCE, lo cual permite tensar
la raíz del mesocolon transverso
Figura 16 : Abertura de la
trascavidad de los epiplones
(TCE).
La fascia de Toldt se diseca lo más externamente posible, hasta alcanzar el polo inferior
del bazo
Figura 17 : Disección de la fascia de Toldt.
El plano de disección
de la fascia de Toldt es, paradójicamente, más difícil de seguir en las personas
delgadas ,que tienen un mesocolon
muy fino.
Figura 18 : Fascia de Toldt en una
persona delgada.
Enseguida, se realiza
la disección coloparietal. Para ello, con la pinza en T3 se toma el tercio izquierdo
del colon transverso y se tracciona hacia la línea media mientras
que la pinza en T2 toma el colon descendente. Esta maniobra pone en tensión
el peritoneo coloparietal, que se incide hasta el sustentaculum lienis. Si la disección posterior ha sido completa, puede verse una zona equimótica en el peritoneo, cuya abertura
permite llegar al
espacio de disección posterior
Figura 19 : Sección de ligamento coloparietal.
La sección
del ligamento coloparietal se hace de abajo arriba, hasta la altura del bazo y de la esquina
izquierda del epiplón mayor
Figura 20 : Abertura del peritoneo coloparietal.
El último tiempo de la movilización angular es leal despegamiento coloepiploico. Con la pinza en T3 se tracciona
el tercio izquierdo
del epiplón mayor hacia arriba. La pinza en T2 desciende el ángulo cólico
izquierdo. La tracción
moderada entre ambas pinzas permite abrir progresivamente el plano de disección
Figura 21 : Disección coloepiploica.
A este nivel, existe el riesgo de perder el plano de disección adecuado y entrar en el mesocolon
al nivel de la arcada marginal cólica, cuya coagulación podría provocar una isquemia cólica segmentaria. La sección
de las últimas
adherencias con el polo inferior del bazo finaliza la movilización del ángulo cólico
Figura 22 : Liberación inferior del bazo. Movilización centrípeta del
ángulo cólico izquierdo
Recuerda a la técnica de movilización por laparotomía. El despegamiento coloparietal se realiza de abajo arriba,
de fuera hacia dentro,
seguido del despegamiento coloepiploico. Es una técnica
alternativa, sobre todo si no se piensa movilizar el ángulo
cólico sistemáticamente, sino sólo en caso de necesidad. Una óptica de 30°
facilita esta disección.
El tiempo alto de la intervención ha finalizado. Los siguientes tiempos corresponden a la movilización del colon ilíaco, la abertura de las raíces primaria
y secundaria del mesosigmoide, el control
vascular, la disección
de la unión rectosigmoidea y la sección superior del recto. Es esencial respetar los elementos
nerviosos simpáticos del plexo mesentérico inferior. Este plexo discurre por delante y lateralmente respecto al plano preaórtico, y de él nacen los
dos nervios hipogástricos superiores. Ambos nervios (ortosimpático: eyaculación) se sitúan por dentro de los uréteres. El nervio hipogástrico superior izquierdo está por detrás del pedículo
rectal superior. Para evitar cualquier lesión nerviosa o ureteral,
la disección debe realizarse exclusivamente por delante de la hoja peritoneal posterior, dejando por detrás el uréter y los vasos gonadales.
Todos estos tiempos son más fáciles si el paciente está en posición de Trendelenburg. Esta posición permite rechazar las asas intestinales hacia arriba, exponer
la unión rectosigmoidea, el fondo de saco de Douglas y los espacios laterales
del recto.
Movilización del colon descendente
y del sigmoide Abertura
de la raíz secundaria del mesosigmoide
Las pinzas T2 y T3 tiran del sigmoide hacia dentro tensando la raíz secundaria. El peritoneo se incide con tijera
coaguladora o con bisturí armónico
Figura 23 : Abertura de la raíz secundaria
del mesosigmoide.
La disección
se prosigue hacia arriba,
hasta alcanzar la zona de despegamiento coloparietal que se inició
al movilizar el ángulo izquierdo, y hacia abajo, en el espacio
laterorrectal superior izquierdo. La abertura de este
plano deja los vasos gonadales
y el uréter izquierdos por detrás y por dentro del mesosigmoide
Figura 24: Identificación del uréter izquierdo
y de los vasos gonadales.
La localización y marcado
del uréter izquierdo
es aconsejable si aparecen complicaciones o se pierde el plano de disección.
Despegamiento de la fascia de
Toldt izquierda
Se realiza de arriba hacia abajo. Medialmente, la pinza de T3 tira hacia arriba el muñón de la VMI, poniendo
en tensión el pedículo cólico superior
izquierdo. La pinza de T2 tira el vértice del sigmoide
hacia arriba, poniendo en tensión el pedículo
arterial de la mesentérica inferior y sus ramas sigmoideas
Figura 25 : Identificación del eje arterial
mesentérico inferior.
La disección
progresa alejada del plano preaórtico para no lesionar las ramas nerviosas provenientes del plexo mesentérico
inferior.
Sección vascular
Figura 26: Pasos de sección vascular. 1, 2. Sección electiva del tronco o ramas sigmoideas; 3, 4. sección de la arteria
mesentérica superior.
El tiempo de sección vascular es objeto de numerosas técnicas. El pedículo cólico superior
izquierdo suele ser fácilmente identificable y puede conservarse. Si la extensión
de la enfermedad diverticular requiere una sección
por encima del colon ilíaco,
para obtener un colon menos diverticular y de buen calibre, es preferible seccionar el pedículo
cólico superior izquierdo para lograr la máxima movilización del ángulo cólico izquierdo
y evitar cualquier tensión en la
anastomosis colorrectal.
La sección electiva
de los vasos sigmoideos puede realizarse muy arriba en el mesosigmoide, evitando el riesgo de lesiones nerviosas
(paso 1). Ciertas condiciones
desfavorables (obesidad, intensidad de la inflamación, mezo grueso), hacen que este control vascular sea laborioso. En estos casos, es posible
seccionar el tronco de las sigmoideas más abajo (paso 2). Ambas opciones permiten conservar el pedículo
rectal superior, lo cual puede reducir el riesgo de estenosis anastomótica gracias a una mejor vascularización del muñón rectal.
La sección
proximal de la arteria
mesentérica inferior por debajo (paso 3) o por encima
(paso 4) de la salida de la arteria
cólica superior izquierda
evita multiplicar el control vascular,
pero aumenta el riesgo de lesión
nerviosa si se realiza
demasiado cerca de su ostium aórtico.
Sección electiva del tronco
o de las ramas sigmoideas (pasos 1 y 2)
Se realizan ventanas
en el mesosigmoide, a cada
lado de los vasos sigmoideos
Figura 27 : Identificación de los pedículos
sigmoideos en
el mesosigmoide.
Se realiza hemostasia de cada pedículo mediante la colocación de clips,
ligaduras o grapadora
vascular
Figura 28: Hemostasia de los
vasos sigmoideos con clips.
Pueden emplearse otras técnicas de hemostasia (bisturí armónico, ligadura). La disección
se continúa hasta llegar delante
del pedículo rectal superior hasta alcanzar la parte más alta del mesorrecto y la unión rectosigmoidea
Figura 29 : Disección
de la unión rectosigmoidea.
Sección de la arteria mesentérica inferior
(pasos 3 y 4)
Para esto, los autores de este artículo
proponen abrir el peritoneo
parietal al nivel de la raíz primaria del mesosigmoide, al nivel del promontorio. La pinza en
T2 tracciona la unión rectosigmoidea, verticalizando el pedículo
mesentérico inferior. De esta forma, se crea un triángulo
cuya base es la arteria ilíaca derecha, el lado derecho
es la unión rectosigmoidea y el lado izquierdo
es el eje mesentérico
Figura 30 : Abertura de la raíz primaria del mesosigmoide (A, B).
La abertura
de la hoja peritoneal se hace de abajo arriba y directamente por detrás del pedículo
rectal superior, que puede seguirse desde la porción
superior del mesorrecto hasta su origen en la arteria
mesentérica inferior. Así se crea otra ventana
por la que se introduce la pinza en T2. A través
de esta ventana se sigue el plano de disección
de
la hoja peritoneal posterior
hasta la disección externa
de la raíz secundaria
del mesosigmoide . El uréter
izquierdo se localiza en lo alto de esta ventana, por
detrás de la hoja
peritoneal posterior.
Figura 31 : Disección por encima del pedículo
rectal superior (A, B).
|
Figura 33 : Sección
con grapas de la arteria mesentérica inferior. Sección
rectal
Está precedida de la abertura de la parte superior
del mesorrecto para entrar
en contacto con la pared rectal posterior al nivel de la unión rectosigmoidea, cuya proyección es en S3. La desaparición de las bandeletas
del colon es una forma de
localizar la unión rectosigmoidea. El bisturí armónico permite
realizar la hemostasia paso a paso y evita utilizar clips que podrían interferir con la realización de la anastomosis con sutura mecánica.
Durante el trayecto
de disección 1 o 2 (es decir,
por encima del pedículo
rectal superior), el contacto con la
pared rectal posterior es más
rápido
Sin embargo, durante el trayecto de disección 3 o 4 (es decir, por debajo del pedículo rectal superior), para alcanzar la pared rectal es necesario seguir el plano de la hoja peritoneal posterior y realizar
la hemostasia de las ramas
del pedículo rectal
Figura 34 : Disección
de la unión rectosigmoidea en los pasos 3 o 4.
La sección
rectal se suele hacer con una grapadora
lineal que se introduce por el trocar en T5, con cargas adecuadas para el espesor de la pared del recto (comúnmente verde). La unión rectosigmoidea se tensa con
la pinza
en T2,
lo cual permite
poner la grapadora lo más perpendicular posible
Figura 35 : Grapado lineal a nivel de la unión rectosigmoidea.
Las grapadoras
flexibles facilitan esta sección. Es frecuente tener que utilizar
dos cargas para seccionar el recto por completo. Con una pinza atraumática se sujeta el muñón cólico; de
esta forma se puede presentar fácilmente en el momento
de la extracción de la pieza quirúrgica. Otra opción es introducir la grapadora
lineal por un trocar de 12 mm en región suprapúbica. Algunos cirujanos realizan una pequeña laparotomía transversa suprapúbica para extraer la pieza quirúrgica. En este caso, también es posible
introducir una grapadora tipo TA, pero esta maniobra
se hace sin
neumoperitoneo.
Extracción de la pieza quirúrgica
Los autores
de este artículo
prefieren realizar una pequeña laparotomía en fosa ilíaca derecha,
ampliando el orificio
del trocar de 12 mm en T5. En algunos
casos se puede aprovechar una cicatriz de apendicectomía previa. La pared se protege
sistemáticamente con una falda plástica. Se mantiene la posición
de Trendelenburg y se coloca una pinza en el extremo del colon para poder encontrarlo fácilmente.
El muñón
cólico se exterioriza
progresivamente, evitando cualquier
tracción excesiva.
La
movilización suficiente del colon permite
extraer más de 20 cm del mismo. La sección
del colon proximal debe realizarse sobre un colon bien vascularizado (latido arterial perceptible), no inflamatorio, de paredes no negrosadas y, cuando sea posible, en una zona sin divertículos. El extremo del colon se prepara
para colocar el yunque de la
pinza circular.
Figura 36 y 37
: Extracción
de la
pieza quirúrgica y colocación de la grapadora circular (A, B).
El diámetro cargadle cargador debe adaptarse al del colon. Como principio
general, se debe utilizar
el más ancho posible
para evitar el riesgo de estenosis de la anastomosis. Los autores
de este artículo
aconsejan un cargador
de, al menos,
29 mm. No se aconseja la dilatación del colon,
ya que se puede lacerar la serosa cólica y hacer que la anastomosis sea más frágil. Si el calibre
del colon es estrecho y no es posible seccionarlo más
arriba, es preferible realizar una anastomosis colorrectal
lateroterminal en lugar de utilizar
un cargador inferior
a 28 mm o, aún peor, forzar el paso de un cargador
más ancho. El extremo del colon ya
con el yunque se reintroduce en la cavidad abdominal
y se cierra la laparotomía corta
en dos planos.
Anastomosis colorrectal
Después de cerrar la laparotomía hay que reestablecer el neumoperitoneo. Antes de realizar
la anastomosis hay que comprobar
que no se hayan encarcerado asas de delgado por debajo de la raíz del mesocolon
izquierdo. Las pinzas introducidas en T2 y T4 permiten volver a colocar las asas intestinales en el flanco
derecho para despejar la raíz
del mesocolon izquierdo y
el fondo de saco de Douglas. El
cuerpo de la grapadora circular se introduce por vía transanal y se asciende
progresivamente con control laparoscópico hasta alcanzar la línea de grapas que cierran
el muñón rectal.
Este ascenso puede ser laborioso
debido a las válvulas
de Houston. El eje de la pinza circular perfora la pared rectal
a ras de la línea de grapas. La anastomosis colorrectal se realiza
a través de la sutura, según la técnica de Knight y Griffen.
Figura 38 : Anastomosis mecánica
circular por vía transanal
(A, B).
Una vez retirada
la pinza circular,
la integridad de los collaretes suturas se controlan
sistemáticamente. Los autores de este artículo
comprueban la estanqueidad de la sutura instilando azul de metileno con una jeringa por vía transanal. También puede emplearse aire, rellenando con suero fisiológico la cavidad
pélvica.
Peritonización
No siempre se realiza.
Se pueden aplicar algunos puntos separados con sutura reabsorbible entre el borde libre del mesocolon izquierdo y el peritoneo parietal
posterior.
Lavado de la cavidad quirúrgica y drenaje
El campo
quirúrgico se lava con suero
fisiológico. Las asas intestinales y el epiplón se vuelven a colocar. En cirugía programada, siempre y cuando la anastomosis colorrectal sea satisfactoria y estanca,
no está justificado dejar un drenaje.
La colocación de un drenaje es
opcional.
Variante técnica: asistencia manual
La técnica
de asistencia manual (hand assisted) ha sido propuesta por varios equipos. Las ventajas son
una disminución del tiempo de intervención de unos 20 minutos,
una tasa de conversión algo más baja, un coste quirúrgico menor y una curva de aprendizaje más corta. La morbilidad postoperatoria es idéntica
a la de la laparoscopia pura. El hand port se coloca en distintas
zonas, según los distintos autores.
La más
frecuente es la suprapúbica. Se requieren de tres a cuatro
trocares suplementarios.
La mano se utiliza
para la disección y la exposición de forma diferente según los tiempos quirúrgicos. La movilización del ángulo puede hacerla el cirujano
colocado entre las piernas del enfermo,
con la mano izquierda
en la cavidad abdominal y un trocar de 5 mm en el flanco izquierdo. La movilización del sigmoide
la realiza el cirujano situado a la derecha
del paciente, utilizando los trocares,
mientras que el ayudante
colocado entre las
piernas se encarga de la exposición.
Complicaciones intraoperatorias
En esta sección se citan las principales complicaciones intraoperatorias y las medidas teóricas
de actuación. La mayoría
de éstas se pueden realizar con laparoscopia, pero es necesario
saber decidirse rápidamente
por la conversión en caso de necesidad.
Descapsulación esplénica
Suele suceder
durante
la liberación del ángulo
izquierdo por una tracción excesiva, más raramente durante
la tracción de la pieza quirúrgica a través de laparotomía d extracción. La hemorragia suele ser menor y cede utilizando
compresas hemostáticas. La esplenectomía hemostática es rara.
Descenso por tracción del muñón cólico
Cualquier tracción sobre la anastomosis colorrectal favorece la aparición
de la fístula
anastomótica. Varias circunstancias aisladas o combinadas son responsables de la tracción sobre
la anastomosis.
•
una sección cólica
demasiado alta;
•
una
movilización escasa o no realizada
del ángulo cólico izquierdo;
•
una sección
rectal demasiado baja;
•
la preservación de una arteria cólica superior
izquierda que impide el descenso cólico.
Para mejorar el descenso
del colon descendente, primero hay que movilizar
completamente el ángulo
cólico izquierdo y extender la movilización al colon transverso, incluso seccionar una arteria
cólica superior izquierda
si es necesario.
Colon descendido de aspecto isquémico
El aspecto azulado,
incluso violáceo,
de la pared del colon debe hacer sospechar una isquemia. La isquemia limitada y distal suele ser secundaria a una desvascularización importante del muñón cólico durante la colocación del yunque de la grapadora
circular. Es obligatorio seccionar por encima, en una zona mejor vascularizada. La isquemia
segmentaria que se extiende
durante varios centímetros es más difícil de corregir. Puede ser secundaria a una arcada vascular
marginal de mala calidad,
a un traumatismo o a la sección
accidental de la arcada durante la disección. Puede
suceder durante una movilización
laboriosa del ángulo cólico izquierdo. Hay que resecar
el colon por encima de la zona isquémica e incluso
puede ser necesario
realizar una colectomía subtotal, ya que el riesgo inmediato de fístula es mayor si la anastomosis se realiza sobre un colon
mal vascularizado.
Muñón cólico de calibre
pequeño
Cuando el extremo
del colon es estrecho
y no deja pasar un cargador de más de 28 mm, el riesgo de estenosis
de la
anastomosis es más alto. Muchas veces, el colon patológico
no se
ha extirpado del todo. Si no puede resecarse más, es preferible realizar una anastomosis colorrectal lateroterminal mecánica. En este caso, el yunque de la grapadora se introduce al revés por su eje son la punta a través del muñón cólico. La
punta perfora lateralmente el colon a nivel de la
bandeleta y el muñón se
cierra con grapadora.
Dificultad para ascender
la grapadora circular por vía transanal
Las válvulas
rectales de Houston
suelen ser responsables de una ascensión
delicada hasta el muñón rectal con su fila de grapas.
Nunca hay que forzar,
ya que existe el riesgo de
lacerar la mucosa rectal o, aún peor, perforar
la pared posterior
del recto. Es mejor una ascensión
prudente, que suele permitir una elevación satisfactoria. Si no se asciende
completamente, siempre cabe la posibilidad de recortar
el recto o realizar una anastomosis colorrectal terminolateral con la condición de dejar un muñón rectal de
longitud adecuada.
Fuga anastomótica
La salida masiva de azul de metileno obliga a rehacer completamente la anastomosis, incluso resecando algo más el colon y el recto. La salida de unas gotas de azul de metileno
puede solucionarse reforzando la anastomosis con algunos puntos de sutura si se quiere
conservar la anastomosis. En este caso, parece aconsejable dejar un drenaje.
Puede hacerse una ileostomía de protección como último recurso si los temores
persisten.
Collaretes incompletos
La integridad de los collaretes son testigos de una anastomosis correcta. Su ausencia puede significar la pérdida
parcial de la anastomosis. Si el defecto
es de un cuarto de circunferencia o más, es preferible repetir la anastomosis. Un defecto menor asociado a un control
de estanqueidad normal
no obliga a rehacer
la anastomosis, pero es recomendable dejar
un drenaje.
Resumen: Manejo Laparoscópico de Fístulas y Abscesos en
Colectomía Izquierda
El manejo de complicaciones como fístulas y abscesos durante una
sigmoidectomía laparoscópica presenta desafíos técnicos específicos.
1. Fístula Colovesical o Colovaginal
·
Abordaje: Si la fístula es crónica y no está en un episodio
infeccioso agudo, su presencia no suele complicar significativamente la técnica
laparoscópica.
·
Técnica de Disección: El trayecto fistuloso se localiza en la zona inflamatoria
y se secciona cuidadosamente la adherencia entre el colon y el fondo vaginal o
la pared vesical. El bisturí ultrasónico es una herramienta muy útil para esta
disección precisa.
·
Verificación Vesical: Se debe verificar la indemnidad de la vejiga inyectando
azul de metileno a través de la sonda urinaria. Si existe una brecha vesical,
se cierra inmediatamente con una sutura reabsorbible en "X".
2. Absceso Pélvico o Ilíaco Izquierdo
·
Dificultades Técnicas: Esta es la situación más desafiante para el acceso
laparoscópico debido a:
o
Tejido Indurado: El sigmoide está engrosado, inflamado y fijo en la pelvis,
formando un "bloque escleroso".
o
Sangrado: El tejido inflamado y movilizado tiende a sangrar
fácilmente.
o
Dificultad de
Identificación: La inflamación
oculta estructuras vitales (vasos, uréteres, nervios), haciendo peligrosa la
disección.
·
Estrategias y
Precauciones:
o
Hidrodisección: El uso de aspiración-lavado es la mejor herramienta, ya
que la hidrodisección asistida por el neumoperitoneo permite movilizar el
rectosigmoide de forma segura.
o
Identificación de
Estructuras: Está estrictamente prohibido seccionar
estructuras que no se hayan identificado claramente.
o
Ligadura Vascular
Alta: El control vascular en el meso inflamado
es difícil. En estos casos, la sección de la arteria mesentérica inferior se
debe realizar en su origen, a nivel de la aorta, donde el tejido está sano.
o
Indicador de
Conversión: La incapacidad de localizar el uréter
después de una hora de disección es un indicador clave para convertir a cirugía
abierta.
o
Uso de Óptica de 30°: Se recomienda el uso de una óptica de 30° para mejorar la
visualización del borde izquierdo del rectosigmoide.
3. Conversión a Laparotomía
·
Criterio Principal: La laparoscopia es solo una vía de acceso. La conversión a
laparotomía se impone cuando las condiciones anatómicas o técnicas comprometen
la seguridad del paciente.
·
Elección de la
Incisión:
o
Si se ha logrado
completar el "tiempo alto" de la cirugía por laparoscopia, se puede
optar por una laparotomía transversa suprapúbica u oblicua ilíaca izquierda.
o
Si el tiempo alto no
se ha completado, la mejor incisión de conversión es la laparotomía media
infraumbilical, que puede extenderse proximalmente para movilizar el ángulo
izquierdo.
Cirugía
de la enfermedad diverticular complicada del colon
Las
complicaciones agudas de la diverticulosis del colon son sobre todo de tipo
infeccioso y muy pocas veces hemorrágicas.
Cirugía
de urgencia
Diverticulítis
Complicada Localmente (Hinchey 1)
El
flemón diverticular es un estado intermedio y evolutivo que puede ir a la
curación o al progreso de la enfermedad, hacia la abscedación o perforación con
peritonitis. Patológicamente se caracteriza por inflamación con
microabscedación y adherencia a los órganos vecinos. Frecuentemente se palpa
una masa dolorosa y bordes imprecisos. No está indicada la radiografía
contrastada ni la endoscopia con insuflación por el peligro de perforación.
En
aquellos casos con burbujas o pequeñas colecciones pericólicas, sin
alteraciones del estado general, pueden ser manejadas con antibioticoterapia.
Esta etapa intermedia es de corta duración. En 24 o 48 horas se puede por lo
común determinar su evolución. Mas de las 2/3 partes evolucionan favorablemente
con el tratamiento indicado.
El
tratamiento quirúrgico se indica en los pacientes en los que falla el
tratamiento médico.
Si
bien la elección de la táctica quirúrgica ha sufrido reiteradas controversias a
lo largo del tiempo, actualmente podemos concluir que dependerá de los
siguientes factores: El estado general del paciente y las comorbilidades de
este, la experiencia del cirujano, el centro donde se realiza la cirugía y las
condiciones locales del tejido. En pacientes sin comorbilidades, estables
hemodinámicamente, con equipo quirúrgico entrenado en cirugía colónica de
urgencia la táctica aconsejada es la resección con anastomosis primaria con o
sin ostomía de protección. La vía de abordaje estará acorde a la preferencia y
experiencia del cirujano. En pacientes con comorbilidades y cirujanos no
entrenados en cirugía colónica de urgencia la táctica aconsejada es la Operación
de Hartman
Abscesos
diverticulares (Hinchey 2)
El
absceso pericolónico o intramesocolónico es la complicación más frecuente de la
diverticulitis sigmoidea y representa las dos terceras partes de los pacientes
que se intervienen. Las manifestaciones clínicas están por lo general limitadas
a la fosa ilíaca izquierda, donde puede palparse una masa dolorosa y con
defensa abdominal localizada. No es conveniente el uso de medios de diagnóstico
que aumenten la presión intracolónica.
Es
sumamente útil la tomografía computada en el diagnóstico y tratamiento de esta
complicación. También la ecografía en los casos favorables localiza la
complicación y colabora con su tratamiento.
Figura
Nro. 39 Absceso pericólico
Figura
Nro. 40 Absceso pericólico
El
tratamiento inicial consiste en la administración de antibióticos de amplio
espectro cubriendo gérmenes aerobios y anaerobios .
Este
tratamiento es frecuentemente efectivo en los abscesos menores de 5 cm. Si el
absceso es de mayor tamaño o los síntomas no mejoran debe procederse al drenaje
de la colección. Para ello existe el drenaje percutáneo. El drenaje percutáneo
con el apoyo de la ecografía o de la tomografía computada revolucionó el
tratamiento de estos pacientes. El 70% al 90% de los abscesos pasibles de
drenaje percutáneo son tratados
exitosamente de dicha manera, Si el drenaje no fuera posible de realizar o
fracasara con tratamiento antibiótico, estaría indicada la resección de la
enfermedad diverticular y anastomosis inmediata con o sin ostomía proximal,
dependiendo de los factores mencionados anteriormente.
Figura
Nro. 41 Drenaje percutáneo
Figura
Nro. 42 Drenaje percutáneo
Es
importante que en aquellos pacientes que tuvieron una diverticulitis complicada
se realice un estudio de la luz colónica, se recomienda realizar el mismo 6
semanas luego de superado el cuadro agudo para confirmar el diagnóstico y
descartar patología neoplásica (asociado hasta un 3% a cáncer colorrectal)
Peritonitis
Difusa (Hinchey 3 y 4)
La
presencia de una peritonitis generalizada requiere pronta resucitacion con
fluidos, antibioticoterapia y cirugía de urgencia. Si bien su prevalencia es
baja, la morbimortalidad es elevada independientemente de la táctica quirúrgica
utilizada.
Sin
embargo, la táctica quirúrgica a elegir es un tema que actualmente sigue
generando controversias en el manejo terapéutico de estos pacientes.
Figura
Nro. 43 Perforacion diverticular en colon hipertrofiado
Peritonitis
Generalizada Purulenta (Hinchey 3)
Dentro
de las opciones quirúrgicas debemos mencionar: la anastomosis primaria, la
operación de Hartmann o el lavado laparoscópico. En su momento y sin duda, la
operación de Hartmann representó un avance, ya que interrumpe la peritonitis y
evita la anastomosis en enfermos seve ramente comprometidos. Sin embargo, como ya vimos,
el procedimiento tiene también marcadas desventajas: 1) alta morbilidad; 2)
dificultades técnicas en dos grandes operaciones; 3) largo período de
incapacidad y 4) un porcentaje entre el 30 y el 50% de los pacientes que no
completa el procedimiento y quedan de por vida con una colostomía. Por estas
consideraciones como dijimos anteriormente queda relegada a pacientes críticos
y con múltiples comorbilidades.
En
condiciones favorables, luego de la resección, la anastomosis inmediata con o
sin ostomía proximal es la mejor opción. Gregg en 1955 fue el primero en
publicar resecciones con anastomosis primarias en diverticulítis perforadas.
Las ventajas de la anastomosis primaria son su menor tiempo de internación e
incapacidad, mayor confort y menor costo. Siendo la opción de elección en
pacientes estables y sin comorbilidades. La razón del entusiasmo por efectuar
la anastomosis en el momento de la operación inicial se debe a la reconocida
dificultad en reestablecer la continuidad intestinal en los pacientes tratados
con una operación de Hartmann.
Es el
cirujano quien determina, en un paciente con peritonitis diverticular
generalizada, la mejor táctica quirúrgica tomando en cuenta diversos factores:
la condición clínica y las comorbilidades del paciente, condiciones locales de
la cavidad abdominal, grado de complejidad del centro y la experiencia del
mismo en cirugía colónica de urgencia.
La
comparación de la morbilidad y mortalidad entre Anastomosis primaria versus
operación de Hartmann fue considerada en varias revisiones sistematicas, donde
no se demostraron diferencias significativas. Sí demostraron diferencias en la
tasa de reconstrucción del cierre de la ostomía de protección (en la operación
de Hartmann no supera el 60%)
A pesar de la
evidencia mencionada y de las recomendaciones de las guías internacionales a
favor de la anastomosis primaria, la tasa realización de operaciones de
Hartmann a nivel mundial sigue siendo elevada (64 a 72%). Esto tiene su
explicación en el hecho que la gran mayoría de las operaciones de emergencia
para la diverticulítis no son realizadas por cirujanos colorrectales.
Un factor
clave en el éxito de la anastomosis primaria es la especialización del cirujano
actuante en patología colorrectal, debido que esto se asocia con una
disminución de la morbimortalidad postoperatoria. Es por esto que consideramos
fundamental la instrucción del cirujano general en la patología diverticular de
urgencia (Anastomosis en recto superior y colon no hipertrofiado sin tensión y
bien vascularizado).
La
reconstrucción inmediata del tránsito intestinal es un procedimiento que bien
indicado, es por lo menos tan seguro como los procedimientos sin anastomosis.
Si las condiciones para efectuar la anastomosis inmediata no se cumplen se debe
efectuar la operación de Hartmann.
En los
últimos años el lavado y drenaje laparoscópico ha surgido como una alternativa
a la cirugía resectiva. Primeramente, descripta por O’Sullivan y cols. en 1996, su objetivo es la de evitar una ostomía en
pacientes con peritonitis difusa. Consiste en la aspiración laparoscópica de
pus seguida de lavado abdominal y la colocación de drenajes abdominales.
Las
primeras series publicadas89 mostraban tasas de morbimortalidad
significativamente bajas en relación a la cirugía resectiva, por lo que se
indicó su uso. Sin embargo, en estudios posteriores no se pudieron reproducir
dichos resultados. Recientemente se han publicado estudios prospectivos
multicéntricos en peritonitis generalizadas, en los que un alto porcentaje de
dichos pacientes fueron reintervenidos de urgencia en corto plazo (Hasta un
20%) por foco séptico no controlado (orificio permeable). Trabajos que
realizaron seguimientos a más de 46 meses tuvieron más de un 70% de eventos
adversos limitando su indicación quirúrgica para casos muy seleccionados. Por
tal motivo las guías internacionales no consideran dicho tratamiento en las
peritonitis difusas.
Peritonitis
Generalizada Fecal (Hinchey 4)
Es
la complicación menos frecuente pero la más grave de la diverticulitis
sigmoidea. Es la consecuencia de la perforación libre, generando así un grave
compromiso del estado general y alta mortalidad. El cuadro comienza bruscamente
con dolor y distensión. Rápidamente el paciente muestra signos de sepsis
progresiva, con fiebre, taquicardia y tendencia a la hipotensión. El abdomen
frecuentemente distendido será doloroso a la palpación con defensa generalizada
y dolor a la descompresión. Las radiografías de abdomen y tórax mostrarán asas
dilatadas y frecuentemente neumoperitoneo.
Luego
de un rápido tratamiento de reposición de líquidos y electrolitos y de la
iniciación del tratamiento antibiótico, se procede al tratamiento quirúrgico.
Es
importante determinar en estos casos el estado hemodinámico del paciente.
En
pacientes estables hemodinámicamente, la variante terapéutica más aceptada es
la operación de Hartmann, resecando el colon comprometido, cierre del muñón
distal y ostomía sigmoidea, aunque en casos muy seleccionados, con equipo
quirúrgico entrenado, paciente sin comorbilidades y medio adecuado se podría
indicar una resección y anastomosis primaria con ostomía de protección.
En
caso de intensa infección y compromiso general puede estar indicada la
laparostomía contenida con relaparotomía programada.
En
pacientes con inestabilidad hemodinámica, ésta es el resultado de un ciclo en
el que participan distintos procesos químicos, la sepsis abdominal desencadena
la hipoxia celular y la posterior liberación de mediadores proinflamatorios,
generando microtrombos, el aumento de la permeabilidad vascular y la posterior
vasodilatación. Esto genera shock con la posterior aparición de la llamada
“triada de la muerte” (hipotermia, acidosis y coagulopatía) llevando a la falla
multiorgánica. Es por ello que, a mediados del año 2010 se comenzó a evaluar el
rol de la “cirugía de control del daño” en la diverticulítis Hinchey IV. En
aquellos pacientes en los que evidenciamos una peritonitis fecal generalizada
con inestabilidad hemodinámica haremos una reanimación inicial en terapia intensiva
para luego realizar una laparotomía abreviada en la que resecaremos el segmento
colónico afectado y el posterior cierre de los cabos intestinales abandonados
en el abdomen, con cierre temporal de la pared abdominal bajo algún sistema de
presión negativa. Posterior al primer procedimiento el paciente pasará
nuevamente a terapia intensiva donde se evaluará su evolución en las siguientes
48/72 horas.
En
la segunda cirugía, la táctica va a depender del estado general del paciente y
de las condiciones locales que encontremos en la cavidad abdominal, optando por
una operación de Hartmann, una anastomosis con ostomía de protección, o bien,
un nuevo cierre temporal del abdomen para reevaluar nuevamente a las 48/72
horas. Este método en pacientes inestables muestra una aceptable
morbimortalidad (10%) con bajo rango de ostomías (tasas de reconstrucción del
tránsito superiores al 70%).
Diverticulosis
del colon es a menudo asintomática, pero hasta el 25% de los pacientes
desarrollan complicaciones, predominantemente infecciosas (95%). Estas
complicaciones agudas, que incluyen abscesos y peritonitis, pueden ser
diagnosticadas mediante tomografía computarizada (TC) abdominal de urgencia y
clasificadas según la gravedad para determinar el tratamiento quirúrgico
adecuado. Para las complicaciones locales (Hinchey 1 y 2), el manejo puede
incluir antibióticos o drenaje percutáneo, reservando la cirugía para casos de
fracaso o abscesos grandes. Para la peritonitis difusa (Hinchey 3 y 4), la
cirugía urgente es necesaria, con opciones como la anastomosis primaria en
pacientes estables o la operación de Hartmann en casos críticos, aunque esta
última presenta desventajas como alta morbilidad y la posibilidad de colostomía
definitiva.
Fistula colónica
La
diverticulitis crónica es la consecuencia de una diverticulítis aguda curada
con cicatrización, esclerolipomatosis, acortamiento y dificultades menores y
transitorias del pasaje del contenido intestinal. El diagnóstico es
especialmente radiográfico, mediante el enema baritado, en que se observa el
colon diverticular acortado y con la luz estrechada. La fístula se forma por la
perforación del divertículo en una víscera vecina, frecuentemente con un
absceso intermedio. Su frecuencia varía entre el 5 y el 33% de los casos
operados, correspondiendo los porcentajes mayores a los centros de referencia.
La variedad más común es la fístula colovesical y le siguen en orden
decreciente las fístulas a la piel, la vagina y al intestino delgado.
Las
fístulas colovesicales presentan síntomas de infección urinaria con cistitis
que se manifiesta con disuria, polaquiuria, hematuria, dolor suprapúbico, neu maturia y
muy raramente fecaluria. No son frecuentes los síntomas de infección sistémica
y el hallazgo de una masa palpable. Su diagnóstico es de dificultad variable.
El pasaje de gases o materia fecal por la uretra es diagnóstico, en cambio la
presencia de una infección urinaria que no responde al tratamiento antibiótico,
obliga al estudio por imágenes para confirmar la sospecha diagnóstica.
Figura
Nro. 44 Neumatosis vesical
La
radiografía por enema baritada demuestra la presencia de la fístula en algunos
casos y señala la presencia de divertículos. La citoscopía muestra la presencia
de cistitis y en la mitad de los casos el orifico fistular. La cistografía
muestra la comunicación en el 30% de los casos . Es interesante el test de
Bourne, que consiste en la radiografía de orina centrifugada obtenida
inmediatamente después de una enema baritada que sería positiva en el 90% de
los casos Es útil la tomografía computada que puede mostrar la fístula,
neumatosis vesical y efectuar una evaluación de la extensión y grado del
compromiso del colon.
Figura
Nro. 45 La cistografía muestra la fístula colonovesical
La mayoría de
las fístulas colocutáneas son la consecuencia de operaciones o drenajes
percutáneos. La forma espontánea es muy rara.
Figura
Nro. 46 Colon por enema muestra fístula colovesical
La fístula
colovaginal se observa en enfermas histerectomizadas y se manifiesta por pérdida vaginal de gases y materia fecal. El
diagnóstico se confirma mediante el colon por enema o la fistulografía.
Figura
Nro. 47 El colon por enema muestra la fístula
colonovaginal. Es característica la imagen triangular de la vagina de perfil.
La
fístula a intestino delgado suele ser un hallazgo radiológico u operatorio. Se
ha descrito pérdida de peso e hipoalbuminemia. En estos casos es necesario
descartar la presencia de la enfermedad de Crohn o de un carcinoma asociado. La
tendencia actual es tratar todas las fístulas mediante resección y anastomosis
primaria.
En
el caso de la fístula colono-vesical es frecuente no hallar el orificio vesical
al separar los órganos. Si está presente, se lo sutura con material de
reabsorción lenta en dos planos, sin necesidad de resección de bordes. Es
conveniente interponer omento entre la anastomosis colónica y la víscera
suturada. El catéter vesical se controlará en conjunto con el servicio de
urología y se mantendrá el tiempo prudencial para asegurarnos de la
cicatrización de la rafia vesical. En la fístula colovaginal no es necesario
suturar la vagina. En las fístulas entéricas frecuentemente se efectúa la
resección de ambos segmentos intestinales y dos anastomosis términoterminales .
Complicaciones hemorrágicas
La
hemorragia debida a enfermedad diverticular merece la mayor consideración. No
es secundaria a la diverticulitis y por lo general ocurre en pacientes tanto
portadores de enfermedad sigmoidea exclusivamente como los que presentan
diverticulosis colónica difusa.
La
hemorragia severa por enfermedad diverticular comienza intensamente y sin
síntomas previos, provocando frecuentemente descompensación hemodinámica. La
hemorragia se detiene espontáneamente en el 70% de los casos, pero necesitará
tratamiento activo en el 30% restante. Es motivo de controversia la frecuencia
de la recurrencia de la hemorragia luego del cese espontáneo de la misma. Los
valores oscilan entre 0 y 25%. Las dos causas de hemorragia baja grave más
frecuentes son la diverticulosis del colon y las ectasias vasculares. Es motivo
de discusión cuál de las dos es más frecuente. Si se consideran todas las
hemorragias que se detienen espontáneamente o que necesitan tratamiento activo,
en nuestra experiencia el sangrado por enfermedad diverticular es más
frecuente, pero si sólo se consideran las hemorragias más graves, llamadas
masivas, la etiología es encabezada por las ectasias vasculares.
Los divertículos provocarían un 30-40% de las
hemorragias digestivas bajas, que aparecen sobre todo fuera de cualquier
contexto de diverticulitis . Pueden ser masivas en el 20% de los casos, con
repercusiones hemodinámicas graves . Una vez que se descarta la hemorragia
digestiva alta, la colostomía es la exploración de primera elección para
eliminar cualquier otra causa de hemorragia y, si es posible, precisar su
topografía. En algunos casos, puede ser un procedimiento terapéutico por la
aplicación de clips hemostáticos, cauterización o inyección de epinefrina .
Si no se localiza el origen de la hemorragia por
endoscopia y si ésta persiste, se puede realizar una angio-TC, e
incluso una arteriografía para efectuar una embolización selectiva y para
orientar una intervención endoscópica o quirúrgica .
También
se ha propuesto la realización de una colostomía lateral transversa medial para
separar dos sectores cólicos y permitir la localización del lado que sangra. La
resección quirúrgica es necesaria si la hemorragia persiste o recidiva. Se
orientará por la localización endoscópica o radiológica de la zona hemorrágica.
Cuando
no existe una orientación, la colectomía subtotal es el último recurso.
I
Complicaciones de la cirugía de colon
La aparición de complicaciones en el período posoperatorio de la cirugía
del colon es una realidad
que se presenta tanto en la
vida del cirujano general como en la del especialista
dedicado a la cirugía colorrectal. No es aventurado decir que la gran mayoría
de las veceda evolución
complicada que presenta un paciente se relaciona
con fallas o defectos
sucedidos durante el tiempo quirúrgico.
En
esta cirugía tienen importancia
una serie de factores como:
• el profundo conocimiento
de la anatomía quirúrgica
•
el trato delicado de los órganos
y los tejidos
•
la destreza
técnica que permite confeccionar anastomosis herméticas
y sin tensión
•
el adecuado
criterio para juzgar la situación de cada
enfermo y elegir la mejor alternativa en cada
caso Sin embargo, pese a que
todos los factores
nombrados estén presentes,
se debe estar atento a la aparición de síntomas y signos
que indiquen
que el paciente
presenta una posible
complicación posoperatoria, de manera de tomar las decisiones necesarias en forma oportuna.
Es imprescindible tener siempre un alto índice de sospecha, ya que el pronóstico vital de un enfermo complicado depende de la acción
pronta y oportuna, lo que se traduce
muchas veces en una reoperación.
Basta con que se presenten síntomas y signos generales, como taquicardia, alza térmica
o íleo prolongado para que pensemos en una complicación. El dolor posoperatorio es difícil
de evaluar, sobre todo en los primeros días, ya que siempre
hay manejo analgésico que a veces es extraordinariamente eficaz. Se debe mencionar el uso cada vez más difundido de la analgesia
peridural posoperatoria, que intefiere en la aparición del dolor enmascarando los síntomas.
Por otra parte, tenemos en la actualidad importantes métodos auxiliares de diagnóstico por imágenes que permiten evidenciar
filtraciones anastomóticas, neumoperitoneo y colecciones
residuales.
No trataremos en este capítulo las complicaciones comunes a cualquier operación, como las debidas a sangrado
(hemoperitoneo) y otras. Nos remitiremos a los aspectos propios de las complicaciones sépticas en la cirugía colorrectal.
De acuerdo con el
tiempo que medie entre
la cirugía
y la aparición de la complicación
se pueden
dividir en:
•
Complicaciones inmediatas o tempranas que se presentan
en el intraoperatorio o en las primeras
horas; derivan de isquemia en el colon operado.
• Complicaciones mediatas que se presentan
en el posoperatorio durante los primeros días de- este período, luego
de un período intermedio libre de síntomas
de complicación.
El ejemplo es la dehiscencia de la anastomosis.
•
Complicaciones tardías
o alejadas, separadas en su aparición
por semanas o meses; él
cuadro típico es la estenosis
anastomótica.
Complicaciones inmediatas
Isquemia del colon
Habitualmente la isquemia colónica se presenta
con rapidez en plazo de minutos u horas y representa una falla técnica grave durante la movilización y preparación de este órgano.
Pueden influir en el déficit de irrigación alteraciones anatómicas, como la ausencia
de la arcada marginal
o el arco de Riolano,
o bien que el paciente ya se hubiera sometido a una resección
del colon con lo que se seccionó
este arco arterial.
Otra condición previa que
se debe conocer es el estado del sistema
vascular del enfermo.
La cirugía previa sobre la aorta abdominal tiene especial importancia. El cirujano del colon y del recto debe preguntar si hubo revascularización de los vasos mesentéricos inferiores en los casos en los que se puso una prótesis
aortoilíaca para resolver un aneurisma
de la aorta abdominal. De mayor importancia aun es la adecuada técnica para
la mov1!ización del colon en las operaciones de descenso
con anastomosis coloanal o colorrectal ultrabaja. Se debe insistir hasta el cansancio
en que la adecuada técnica significa disecar lejos del colon dejando
este órgano con todos sus vasos. ¿Cómo se consigue
entonces que llegue sin tensión al nivel que se hará la anastomosis? Los pedículos
se seccionan y ligan en su origen, la arteria mesentérica inferior a nivel de la aorta y la vena mesentérica inferior a nivel del borde inferior del páncreas,
a la izquierda del ángulo de
Treitz, sitio donde
se va a anastomosar
con la vena esplénica. Si se procede
de esta manera y se libera adecuadamente el ángulo esplénico
del colon, entonces este órgano llegará
sin
problemas hasta el piso
de la pelvis .
También
se puede
presentar déficit de irrigación en una ostomía, habitualmente
en una colostomía. Las causas fundamentales son las mismas.
Si se trata de una operación de Hartmann,
la excesiva disección
muy cercana al asa sigmoidea puede dejar este segmento isquémico.En otras oportunidades la movilización fue adecuada, pero
la apertura de la pared es estrecha y el
colon queda entonces
comprimido y se genera
isquemia en él.
En las colostomías trasversas, en asa, la excesiva tracción sin una adecuada movilización son causa de complicaciones isquémicas. En
la actualidad se recomienda realizar
una laparotomía amplia que permita diagnosticar la enfermedad de base y elegir el segmento por abocar y luego efectuar una segunda laparotomía para la ostomía.
O bien, es factible un abordaje laparoscópico para explorar el abdomen
y terminar la intervención con
una colostomía.
Cualquiera que sea la situación el cirujano debe estar atento a la irrigación del colon. El color rosado del órgano, con adecuado
latido de los vasos que llegan a su pared y la a~rición de sangrado
al seccionar su pared son índice de que no hay isquemia
. En nuestro grupo usamos el bisturí de hoja para la sección del colon y evitamos
el electrobisturí que puede distorsionar la adecuada apreciación. Cuando aparece isquemia, la que primero sufre es la mucosa, que adquiere un tinte violáceo
oscuro. No se debe confundir con la
melanosis coli secundaria al uso crónico de algunos laxantes.
Una maniobra que 'ocasionalmente puede ser útil en casos límite
es la oximetría
de pulso en la pared intestinal mediante
una bolsa de polietileno estéril. Capítulo aparte
son las complicaciones isquémicas de los reservarías de íleon en la cirugía
de la colitis
ulc erosa. Como se ha descrito en la técnica de estas operaciones, para que el íleon llegue a nivel del conducto
anal a veces se deben sacrificar algunos pequeños vasos arteriales, lo que puede significar isquemia justo a nivel de la zona del reservorio que se va a anastomosar. Cuando el reservorio se confecciona con sutura mecánica (OlA), el cirujano
debe estar atento a que no se
incluya el mesenterio en la engrapadora.
Si el colon o el reservario ileal parecen isquémicos y estamos
seguros de que no hemos eliminado
vasos responsables de la irrigación, entonces preguntamos al anestesiólogo sobre los parámetros hemodinámicos.
Es importante decidir de antemano qué pacientes se intervendrán con manejo analgésico peridural ya que se produce una baja importante y sostenida
de la presión arterial media, difícil de revertir
por la plejía de los vasos arteriales. Nuestra elección es no usar analgesia peridural en los pacientes
añosos que serán sometidos a una cirugía con movilización del colon, a los pacientes que
se operan por obstrucción intestinal
baja y a los pacientes
en que se hará un reservorio.
Por último, puede producirse un vasoespasmo, a veces de larga duración. Infiltrar el meso con vasodilatadores como la nitroglicerina y calentar el intestino con compresas empapadas
en solución
salina tibia permite, si se tiene calma
y paciencia, superar el problema
sin necesidad de ampliar
la resección.
¿Qué sucede si no nos damos cuenta y queda un segmento
isquémico intestinal? La evolución
inmediata del paciente
será tórpida y con el correr de las horas aparecerán síntomas y signos de compromiso séptico general y local. La peritonitis pondrá en grave situación
al paciente y habrá que reintervenido, resecando el asa necrótica, abocando el intestino
proximal a la pared y cerrando el muñón distal o bien abocando tanto el cabo proximal
como el distal.
Por supuesto que si se dejó una ostomía de protección en la primera
intervención, ella no impedirá la necrosis
con dehiscencia anastomótica y el paciente requerirá reintervención,
aseo peritoneal, resección
del segmento necrótico y abocamiento.
Estos pacientes deben quedar con una laparostomía contenida para realizar aseos peritoneales hasta que se compruebe la viabilidad de las
asas remanentes y el foco séptico
abdominal quede resuelto.
Dehiscencia anastomótica
Pese
a que las condiciones de la buena evolución de una
anastomosis intestinal se conocen, volveremos a enumeradas:
•
Cabos intestinales
bien irrigados.
•
Anastomosis
sin tensión.
•
Segmentos
intestinales sin patología.
•usencia de obstrucción
intestinal distal.
•
Técnica depurada.
Ausencia
de infección
peritoneal.
Correcta
preparación del colon.
A lo anterior
se debe agregar que el porcentaje de dehiscencias anastomóticas varía según si la anastomosis es intraperitoneal o subperitoneal (en la pelvis
menor). En las anastomosis colocolónicas y colorrectales superiores (intraperitoneal) la dehiscencia es un hecho excepcional que representa alrededor de un 1%. Este porcentaje va en aumento
de acuerdo con lo baja (cercana al conducto
anal) que sea la anastomosis colorrectal. En los casos de anastomosis ultrabajas, es decir al tercio
distal del recto, el porcentaje de dehiscencia alcanza el 10%. Es por esta causa que en las anastomosis subperitoneales se recomienda que sean protejidas con
una
ostomía derivativa.
La cirugía laparoscópica del colon ha mostrado tener resultados similares en cuanto a la dehiscencia anastomótica. En la actualidad se prefiere
una ileostomía derivativa que se elimina pasados dos meses, plazo en el cualla anastomosis estará perfectamente cicatrizada. Esta adecuada cicatrización se confirma
con un enema baritado
por el ano, que certifica
la ausencia de filtración y el diámetro adecuado de la anastomosis. Cuando la dehiscencia anastomótica es intraperitoneal, el cuadro será de peritonitis similar al ya descrito.
Si la dehiscencia es infraperitoneal, sobre todo en los casos en que no se realizó
una ileostomía de protección, el cuadro
será de una sepsis
pelviana con la formación
de un absceso
pelviano
perianastomótico. En esos casos se puede presentar
descarga purulenta por vía anal. Con el tiempo de evolución,
el proceso séptico puede difundirse al resto
del abdomen y finalmente también se puede asistir a un cuadro
de peritonitis
generalizada. En nuestra
práctica no usamos
drenaje abdominal
para anastomosis ileocolónicas, colocolónicas
e ileorrectales confeccionadas sin
problemas técnicos y que
se
revelan impermeables al aire insuflado por vía rectal.
Si
hay dehiscencia será imperativo
reoperar lo más rápido posible.
Además del aseo peritoneal el cirujano tendrá
que
decidir entre desmantelar
la anastomosis con abocamiento de los cabos y en las dehiscencias puntiformes, el refuerzo con
ileostomía proximal de protección.
En la cirugía del recto pelviano
se deja un drenaje aspirativo para recoger el líquido serohemático y evitar
la producción de una colección. En ocasiones este drenaje sirve para el manejo
de la dehiscencia. Sin embargo, la pelvis se defiende
bien del proceso
séptico y lo limita. El control de estas dehiscencias es factible
con un adecuado aseo por vía endorrectal, aspirando y lavando la zona dehiscente periódicamente. Si la dehiscencia fue pequeña, el futuro de esa
anastomosis no se verá comprometido. En cambio si hubo una gran dehiscencia, con separación de los cabos, es posible
que evolucione hacia la estenosis.
Preparación del colon y dehiscencia: la preparación mecánica del colon, que tradicionalmente se invocó
corno de importancia para obtener una buena evolución posoperatoria, hoy se ha visto cuestionada. Estudios prospectivos y al azar no muestran
diferencias estadísticamente significativas en cuanto al porcentaje de dehiscencias en la
cirugía electiva del colon.
Complicaciones tardías Estenosis
anastomótica
Las anastomosis del colon
y del recto pueden estrecharse, según el momento
de la evolución en que se las
controla. Si se realiza
una endoscopia hacia la cuarta semana,
es habitual hallar una anastomosis estrecha,
pero
dilatable con el instrumento,
ya que existirá
edema y fibrosis
desde el comienzo.
Además, el diámetro del instrumento usado es variable. El endoscopio flexible tiene 15 mm y el rectosigmoidoscopio
rígido tiene 18 mm de diámetro externo.
Por lo anterior se debe hablar
de estenosis anastomótica en los casos en que observamos una disminución permanente (fibrosis)
del diámetro de la anastomosis, que no permita
el paso del instrumento flexible y que le
produce síntomas al paciente.
La
mejor política es la prevención con endoscopias y . dilataciones instrumentales cuando sean requeridas. Nuestra
práctica es el controlendoscóPicoobligatoriocumplidas /ns cuatro
semanas.
En los casos de anastomosis reservorioanales el control
es mensual al comienzo y basta el tacto digital para mantener
un diámetro
adecuado.
Se
ha comunicado
que las anastomosis mecánicas
tienden a estrecharse
más
que las confeccionadas con técnica manual. La frecuencia con que se presenta una estenosis
fibrosa que requiera tratamiento es del 1,2
al 2,4%.
Independientemente de la técnica usada se tendrá que ampliar
el diámetro mediante
la dilatación de la anastomosis. Esta dilatación puede lograrse con el mandril del rectosigmoidoscopio rígido, con la sección
del anillo fibroso mediante el asa del colonoscopio flexible Q con dilataciones con balones neumáticos solas o con sección del anillo fibroso. Se han comunicado protocolos con uso combinado
de láser y dilatación con balón. En las anastomosis colorrectales bajas y reservorioanales el uso de las bujías de Hegar a partir del número 12 es de gran utilidad.
En las anastomosis más altas se ha usado el dilatador
diseñado para la acalasia.
Si la anastomosis se transformó en una zona fibrosa
sin luz identificable, entonces ese enfermo
deberá ser reoperado, con resección de la
zona afectada y una nueva anastomosis. En
la evaluación preoperatoria recomendamos administrar un enema baritado por
el ano.
Si
nos enfrentamos a una de estas
complicaciones el análisis para
efectuar es:
-¿Es
una
anastomosis baja desfuncionalizada?
-¿Hubo algún grado de dehiscencia?
-¿Hubo
isquemia y/o necrosis de la
anastomosis?
-En
un paciente operado por cáncer, ¿puede ser una recidiva?
-
¿Recibió radioterapia en la zona?
De la respuesta
de cada una de estas preguntas
dependerá la conducta. El cirujano puede enfrentar casos en que la re-resección y anastomosis es la solución definitiva y en otras oportunidades solo se podrá plantear
el manejo paliativo, por ejemplo de una estenosis
por recidiva tumoral.
No podemos
concluir un capítulo sobre
las complicaciones de la cirugía
colorrectal sin
decir que la sospecha clínica temprana
de una
complicación posoperatoria es ell1unto
clave para conseguir
una buena evolución def paciente. Si bien son de mucha utilidad
las imágenes corno la tomografía computarizada de abdomen
y pelvis o el Instant
Enema, que ocasionalmente
usamos para evidenciar una filtración de anastomosis, es la sospecha
clínica la que nos hace solicitar estos exámenes rápidamente y decidir
una reoperación antes de que el
compromiso séptico del enfermo sea generalizado.































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