Anatomía quirúrgica del apéndice texto


Anatomía quirúrgica del apéndice cecal
Dr. Juan Hernández Orduña



Objetivos

Al finalizar la lectura de este artículo, el estudiante podrá:

     Objetivo general

     Conocer, comprender y Dominar el tema Anatomía quirúrgica del apéndice cecal.

     Objetivos específicos:

1.  El estudiante  aprenderá  las características   anatómicas del apéndice cecal, necesarias para  la   realización de una cirugía

2.  El estudiante conocerá las variantes anatómicas  del apéndice cecal, que influyen en el diagnóstico de la apendicitis aguda y su manejo quirúrgico.

3. Conocer  la funcion del apendice cecal

 Mapa Conceptual



Definición

Apéndice Vermiforme. (Del lat. appendix vermiformis).  Formación delgada y hueca, en forma de gusano que pende del intestino ciego. Diccionario, 2001  

El 10mo Congreso Internacional de Anatomistas, celebrado en Tokio el 30 de agosto de 1975, denominó a la “evaginación del ciego” como apéndice vermiforme.

En anatomía humana se nombra, además, como apéndice vermicular, apéndice cecal o simplemente apéndice. Se describe como un ciego dentro de otro ciego, en alusión a su forma tubular, constituyendo un tubo únicamente conectado al ciego por el orificio del apéndice cecal. Testut-Latarjet, 2000



Desarrollo embrionario


El apéndice es la porción terminal del ciego embrionario. Se distingue inicialmente por su incapacidad para proliferar al mismo ritmo que el ciego proximal. Este diferente ritmo de proliferación se mantiene a lo largo de la vida posnatal. En el momento del nacimiento, el diámetro del colon es 4,5 veces mayor que el correspondiente al apéndice; en la madurez, su valor es 8,5 veces mayor.

El apéndice comienza a visualizarse alrededor de la octava semana de embarazo. Inicialmente se proyecta desde el vértice del ciego. A medida que éste prolifera, el origen del apéndice se desplaza en sentido medial hacia la válvula ileocecal. Las tenías del revestimiento muscular longitudinal del colon se originan en la base del apéndice y presentan el mismo desplazamiento.

En un 5% a 15% de los sujetos no se produce el desplazamiento en sentido medial del apéndice adulto. En estos casos, el apéndice adopta una morfología infundibuliforme. Cuando conserva su morfología normal, se dispone simétricamente sobre el vértice cecal.

El apéndice, íleon y colon ascendente derivan del intestino medio primitivo. (Moore, 2013) 


Intestino medio


Los límites del intestino medio no son muy precisos en el embrión. El límite cefálico se localiza inmediatamente caudal, con respecto a la porción del duodeno de la cual emerge el brote hepático. El límite caudal es común con el límite cefálico del intestino posterior y se localiza en el adulto en la unión de los dos tercios derechos y el tercio izquierdo del colon transverso.


Figura 1 Límites del intestino medio. A. Cefálica. B. Caudal.  Tomado de Moore, 2013.

 Después de formado, el intestino primitivo se comunica ampliamente con el saco vitelino; esta comunicación se estrecha de manera progresiva hasta quedar solo un estrecho conducto, el onfalomesentérico.  El desarrollo del intestino medio se caracteriza por varios hechos, estos son:

1.  El crecimiento y elongación del intestino medio que adquiere forma de asa, de ahí que se le denomine asa intestinal primitiva o media, la cual presenta dos porciones: una cefálica y otra caudal, el límite entre ambas porciones es el conducto onfalomesentérico. Entre las dos ramas se encuentra, en el espesor del mesenterio dorsal como un eje, la arteria mesentérica superior que irriga el intestino medio.


Figura 2 Formación del asa intestinal primitiva y sus dos ramas. Tomado de Moore, 2013.

 2.  Debido al crecimiento del hígado por su función hematopoyética, así como el desarrollo marcado del mesonefros, hacen que la cavidad abdominal se reduzca relativamente y resulte insuficiente para contener al asa intestinal primitiva que:

a.  Se elonga cada vez más, por lo que el asa intestinal abandona la cavidad abdominal a través de la comunicación con el celoma extraembrionario.

b. 
Se sitúa transitoriamente en el interior del cordón umbilical en desarrollo a mediados del segundo mes, originando de esa forma la hernia umbilical fisiológica.

 Figura 3. Evolución del asa intestinal primitiva durante su desarrollo. Tomado de Moore, 2013.

 Casi al mismo tiempo se produce una rotación del asa intestinal primitiva, hasta completar 270 grados, en sentido inverso al movimiento de las manecillas del reloj, en esta rotación, la arteria mesentérica superior actúa como eje.

Figura 4 El mesenterio del asa intestinal primitiva presenta notables cambios durante la rotación en la décima semana y el enrollamiento del intestino. Cuando la rama caudal del asa se mueve al lado derecho de la cavidad abdominal, el mesenterio dorsal se tuerce alrededor del origen de la arteria mesentérica superior. Tomado de Moore, 2013.

 

3.  Al tiempo que continúa el crecimiento de las asas intestinales, en ese espacio tan reducido, estas comienzan a enrollarse. (Figura 4 c)

4. En el tercer mes de vida fetal, el aumento de volumen de la cavidad abdominal, así como la disminución del ritmo de crecimiento del hígado y la regresión del mesonefros, favorecen el retorno de las asas intestinales primitivas hacia la cavidad abdominal. (Figura  4 d)


Figura 5. Evolución del asa intestinal primitiva durante su desarrollo. Tomado de Moore, 2013.

 El reingreso de las asas intestinales a la cavidad abdominal se realiza de tal forma que, la última porción en salir es la primera en regresar, o sea, la rama cefálica que producto de la rotación ahora es caudal. Estas asas se sitúan en la parte central e izquierda de la cavidad abdominal, rechazando al intestino posterior hacia la izquierda, y las porciones que reingresan, se sitúan cada vez más a la derecha.

El brote cecal, dilatación de la rama caudal del asa intestinal primitiva es la última parte del intestino que retorna a la cavidad abdominal; se coloca primero por debajo del lóbulo derecho del hígado (subhepático), después desciende a la fosa ilíaca derecha y forma el colon ascendente, así como el ángulo hepático del colon. Su extremo distal origina el apéndice cecal primitivo, que se desarrolla durante el descenso del colon, por lo que su posición final está con frecuencia situada posterior al ciego (retrocecal) o, al colon (retrocólica).

Figura 6. Etapas del desarrollo del ciego y el apéndice. D. Apéndice vermiforme en diferentes posiciones. Tomado de Moore, 2013.

 El apéndice, la parte baja final del ciego y el colon sigmoides, sin embargo, retienen sus mesenterios libres. 

El apéndice aparece alrededor de la sexta semana de gestación. En un principio se encuentra en el vértice del ciego, pero con el crecimiento posterior del ciego, su origen se desplaza hacia el lado medial en dirección a la válvula ileocecal.  Las tenías de la capa de músculo longitudinal del colon se originan en la base del apéndice sin importar este desplazamiento.

Figura 7. Desarrollo embrionario del apéndice a partir de la 6ta semana y su crecimiento hasta la 12 semana. Tomado de Moore, 2013.

 En un 5% a 15% de los sujetos no se produce el desplazamiento en sentido medial del apéndice adulto. En estos casos, el apéndice adopta una morfología infundibuliforme. Cuando conserva su morfología normal, se dispone simétricamente sobre el vértice cecal.


Figura 8. Tres tipos de ciego y apéndice. A y B, Formas infantiles. Cuando están presentes en el adulto, representan una leve interrupción del desarrollo. C, Forma madura y más común. [sk4] Tomado de Skandalakis, 2014.

 Wakeley afirmó que la posición asimétrica del apéndice se debe al ritmo más rápido de las paredes cecales derecha y anterior durante la infancia. La posición simétrica constituye la normal en el apéndice maduro.

Maissel defendió la existencia de una rotación del colon derecho y el ciego alrededor de su eje longitudinal. Por lo tanto, el apéndice retrocecal constituye una estructura juvenil.

La sección transversal del apéndice es circular hasta la duodécima semana, momento a partir del cual adopta una morfología lobulada. Hacia los meses cuarto y quinto se desarrollan vellosidades que desaparecen con anterioridad al nacimiento. Un reducido número de vasos linfáticos aparece en la pared apendicular hacia el séptimo mes; su cantidad se incrementa hasta la pubertad y, a partir de entonces, se reduce de forma gradual. La obliteración de la luz es un hallazgo frecuente en el paciente anciano. (Skandalakis, 2014)

Los ganglios linfáticos aparecen en la pared del apéndice para el séptimo mes y aumentan hasta la pubertad, después de lo cual disminuyen gradualmente

La forma del mesocolon transverso es diferente, ya que se fusiona con la pared posterior del epiplón mayor, pero mantiene su movilidad. El mesenterio de las asas intestinales al principio se continúa con el del colon ascendente y, cuando el mesenterio de este último se fusiona con la pared abdominal posterior, el mesenterio pierde esta unión, al tiempo que se produce una nueva forma de fijación que se extiende, desde el área donde el duodeno se hace intraperitoneal, hasta la unión ileocecal. 


Anomalías congénitas

Debido a la naturaleza aparentemente vestigial del apéndice, cabría esperar una notable variabilidad de este órgano, aunque en realidad no es así. Las variaciones apendiculares son escasas y, en cualquier caso, infrecuentes. Aunque el apéndice parece representar un órgano digestivo vestigial en el ser humano, se trata de un órgano linfoide funcional totalmente desarrollado.

Esta rotación puede dar origen a defectos congénitos derivados de la misma.

 Figura 9 Defectos congénitos de la rotación del intestino primitivo medio. Tomado de Moore, 2013.

 Ausencia del apéndice

La ausencia de apéndice puede deberse a la falta de formación durante la octava semana. Otra posibilidad es que se desarrolle al mismo ritmo que el ciego, por lo que estaría presente sin demarcación alguna con respecto al resto de éste. Esta situación es más probable cuando existen más de cuatro haustras en el ciego.

Según Williams, la posibilidad de autoamputación, invaginación o vólvulo apendicular exige realizar una exploración del intestino y la cavidad abdominal para detectar un apéndice momificado con anterioridad a cualquier diagnóstico de agenesia.

Tanto Morgagni (en 1719) como Hunter (en 1762) describieron la ausencia del apéndice. Se han publicado un reducido número de casos de ausencia de apéndice o ausencia de apéndice y ciego.

Collins detectó cuatro casos en 71.000 muestras examinadas, y encontró solamente 46 en la bibliografía especializada (hasta el año 1931).

Collins Propuso una clasificación:

·  Tipo I, ausencia completa del apéndice y el ciego.

·  Tipo II, ciego rudimentario y ausencia del apéndice.

·  Tipo III, ciego normal sin apéndice.

·  Tipo IV, ciego normal y apéndice rudimentario.

·  Tipo V, ciego gigante sin apéndice.

La malformación más común según esta clasificación es el tipo III.

Se ha señalado la ausencia completa del apéndice vermicular (Merling, Meckel, Lafforgue), sin que esta ausencia sea la consecuencia de fenómenos patológicos o de una resección operatoria. Chevrey  identifico un caso de agenesia apendicular, advirtiendo que tal diagnóstico no puede alcanzarse sin una exploración completa de las áreas ileocecal y retrocecal. (Skandalakis, 2014)

 

Apéndice ectópico

Fawcitt encontró un apéndice en el tórax asociado a una rotación patológica y un defecto diafragmático. Babcock describió la extirpación de un apéndice localizado en la región lumbar. Abramson presentó un caso de un apéndice situado en el interior de la pared cecal posterior y carente de serosa. (Skandalakis, 2014)

 

Apéndice izquierdo

Hay cuatro casos en los que se puede encontrar un apéndice izquierdo.

1.  Situs inversus viscerum o totalis.

2.  Mal rotación intestinal.

3.   Ciego "migratorio" con un mesenterio largo.

4.   Apéndice excesivamente largo que cruza la línea media.

La trasposición visceral puede predecirse a partir de la posición del corazón del paciente. Por el contrario, la ausencia de rotación puede pasar desapercibida si no se dispone de radiografías. Por otra parte, es preciso indicar que el dolor asociado a la apendicitis se percibe en el cuadrante inferior derecho (CID) en alrededor de un 50% de los sujetos con trasposición visceral.

Cuando el ciego y el apéndice no se encuentren en la fosa ilíaca derecha será necesario explorar el canal paravertebral en el espacio subhepático derecho; si aun así no se pudiera localizar el ciego, la incisión deberá cerrarse. Se practicará una incisión a lo largo de la línea media con el fin de acceder a los cuadrantes inferiores izquierdo y derecho. (Skandalakis, 2014)

 

Anomalías numéricas.

Duplicación

   La agenesia del apéndice es rarísima, aunque está documentada. La duplicación apendicular también es muy rara (0,004%) (Bluett, 1987).

Waugh describió tres tipos de duplicación de apéndice:

1.   Duplicación a partir de una base apendicular común. Apéndice en doble barril, con una hoja muscular común y, a menudo, una comunicación distal entre las luces (este tipo de duplicación tubular también se ha observado en el intestino grueso y el intestino delgado).

2.   Dos apéndices salidos separadamente del ciego, sea de una y otra parte de la válvula ileocecal, sea a lo largo de una tenía. Apéndice doble semejante al de las aves. Las estructuras se asientan simétricamente a ambos lados de la válvula ileocecal (este trastorno se asocia a otras anomalías graves y puede constituir una forma leve de gemelización del intestino posterior).

3.   Biloculación del ciego, cada parte con un apéndice. Duplicación tipo tenía cólica. Se desarrolla un apéndice normal en su posición habitual y se forma un apéndice de menor tamaño sobre una tenía. Esta organización puede deberse al desarrollo continuo de la tumefacción cecal transitoria observada entre las semanas sexta y séptima de desarrollo.

En el mismo orden debe señalarse la posibilidad de divertículo apendicular (1 %).

El divertículo de Meckel es una persistencia del conducto vitelino. Su frecuencia es del orden de 1 sobre 500. Presenta la particularidad de poder contener una mucosa de tipo gástrico.

La clasificación de Claves y Wallbridge de las duplicaciones apendiculares. Kjoseev y Losanoff detectaron un segundo apéndice en el ángulo esplénico del colon  y consideraron que se trataba de un nuevo subtipo de la anomalía de tipo B de Cave-Wallbridge. (Skandalakis, 2014)

 


Figura 10' El sistema de clasificación de duplicación de Cueva y Wall bridge. A. Un ciego y una duplicación parcial del apéndice con una sola base. B. Los apéndices completamente separados se levantan de un solo ciego. C. El segundo apéndice que normalmente se levanta de la tenia de la pared del ciego. D. Anomalías que representan la duplicación en la flexión hepática y en la flexión del bazo. E El ciego doble, cada uno con su propio apéndice. Tomado de Skandalakis, 2014. Surgical anatomy and technique. 4ta edición. Editorial Springer.

 La duplicación es un hallazgo poco frecuente; Collins observó solamente dos casos de duplicación apendicular congénita y un caso de seudoduplicación postinflamatoria en un conjunto de 71.000 muestras. En el año 1992, Arda y cols. elevaron el número de casos descritos a unos 100. Tinckler describió un apéndice triplicado asociado a otras anomalías, mientras que Mesko y cols. descubrieron un apéndice en herradura con una luz continua permeable y dos orificios independientes de desembocadura al ciego, y un mesoapéndice en forma de abanico durante una intervención quirúrgica.

Lin y cols. sugirieron comprobar de forma sistemática la duplicación apendicular durante la cirugía, en especial en el paciente con signos clínicos de apendicitis y un apéndice normal en la laparotomía. (Skandalakis, 2014)

 

Anomalías del apéndice

Mucosa pancreática heterópica. Muy rara. Se ha documentado la presencia de mucosa gástrica, tejido pancreático y mucosa esofágica en el apéndice.



Divertículos. Aunque el apéndice puede presentar duplicaciones de igual forma que cualquier otra porción intestinal, tan sólo se ha publicado un reducido número de casos de formación de divertículos apendiculares congénitos verdaderos.  La posibilidad de encontrar un divertículo apendicular (1%) (Delikaris, 1983).



     Figura 11 Divertículos del apéndice. Tomado de Skandalakis, 2014. Surgical anatomy and technique. 4ta edición. Editorial Springer.

 

Variantes en su origen:

Clasificación de Treves

Tipo 1: fetal, con una forma cónica en su origen.

Tipo 2: el apéndice se origina en el fondo del ciego.

Tipo 3: el apéndice se origina dorso medial, por fuera del ciego (el más común).

Tipo 4: el apéndice se origina a un lado del orificio ileal.

El tipo 1 o fetal, también conocido como “tipo cónico” sucede cuando el lumen apendicular se estrecha abruptamente después de su origen cecal y se presenta en 2 a 3 % de los adultos. Este tipo también se caracteriza por estrechamiento continuo desde el ciego hacia el apéndice.

 

Anomalías de posición del ciego

Se explican por mecanismos embriológicos bien codificados. El asa intestinal inicial, unida al ombligo por el conducto vitelino, posee sobre su rama inferior una dilatación llamada brote cecal. Esta asa intestinal realizará una rotación durante la cual el brote cecal emigrará progresivamente hacia la fosa ilíaca derecha.






Anomalías de rotación, un paro o un exceso de emigración del ciego, explican las diferentes localizaciones anatómicas halladas:















Figura 12   3. Posición retro cecal. Variantes de adherencia peritoneal. 4. Localizaciones cecales ectópicas. Tomado de Skandalakis, 2014.

 La posición más frecuente es el ciego pélvico, especialmente en la mujer (20-40 %), menos frecuente en el varón (15 %). La posición subhepática (5 % en el adulto) es clásica.  El mesenterio común por defecto de adhesión completa es más raro, con un ciego y un colon derecho totalmente libres en la cavidad abdominal mayor. El síndrome de Chilaiditi (posición interhepatodiafragmática del colon) es excepcional (0,025 %). El ciego a la izquierda (por situs inversus) sólo se cita para tenerlo en cuenta. Aún más excepcional es el apéndice en el interior de la cavidad torácica.

 

Anatomía normal.  

Consideraciones generales

Desde el punto de vista descriptivo el apéndice ofrece a nuestro estudio su forma, sus dimensiones, su conformación exterior y su conformación interior.

1. Forma y dimensiones. Punto de implantación.  El apéndice del adulto, casi siempre flexuoso y cilíndrico, es rara vez fusiforme y muy excepcionalmente esférico. Su disposición es regida por la inserción de su mesenterio y su implantación cecal. En el embrión es rectilíneo; su meso no ejerce ninguna tracción y el ciego no está distendido ni acodado. Las sinuosidades del apéndice son independientes de su longitud y la disposición rectilínea (14,5 por 100) está asociada a la laxitud del mesenterio. Así, pues, a la brevedad de este debe sus inflexiones. En ciertos casos Lafforgue lo ha encontrado espiral (5 por 100); por dos veces describía un doble círculo a la manera de un 8 de guarismo. (Testut-Latarget, 1994)

La longitud media es de 8 a 10 centímetros. Desde este punto de vista, los apéndices se pueden clasificar en dos grupos:

1.  apéndices de 7 a 9 centímetros (27,5 por ciento);

2.  apéndices de 10 a 12 centímetros (36 por 100).

     Las dimensiones extremas observadas son: de 2,5 centímetros (Ribbert) y de 23 centímetros (Luschka).


            Figura 13 Corte de la válvula ileocecal, para poner de manifiesto su constitución anatómica (esquemática).

1, valva superior de la válvula, — 2, valva Inferior. — 3, frenillo posteroexterno. — 4, mitad posterior del orificio. — 5, íleon. — 6, ciego. — 6’, colon ascendente. — 7, peritoneo. — 8, capa de las fibras musculares longitudinales. — 9, capa de las fibras musculares circulares. — 10, túnica celular. — 11, túnica mucosa.

 

El diámetro es ordinariamente el de una pluma de oca que varía de 3 a 5 milímetros (48 por 100) y de 5 a 8 milímetros (36,5 por 100). Ofrece a veces abolladuras. Por último, su calibre puede alcanzar más de un centímetro de diámetro, sin que el conducto esté distendido.

El punto de inserción asienta en la cara interna del ciego (47 por 100), o en la posterointerna (36 por 100), en la unión de los dos tercios superiores y el tercio inferior de esta cara, a 3 centímetros por debajo de la válvula de Bauhin.

Este origen parece determinado por una acodadura o angulación del ciego. Esta angulación puede no existir, y el apéndice se implanta entonces en el fondo del bonete cecal que ha conservado el tipo embrionario.

Hemos ya señalado, a propósito del ciego, que este origen parece determinado por una acodadura o angulación del ciego. Esta angulación puede no existir, y el apéndice se implanta entonces en el fondo del bonete cecal que ha conservado el tipo embrionario.


Figura 14. Implantación del apéndice (según Quénu y Heito-Boyer). A, Implantación laterocecal. En realidad, la implantación se hace en el fondo del ciego acodado en ángulo recto sobre la porción inferior. — B, implantación subcecal. — C, implantación retroileal.

 Por el contrario, la angulación puede ser muy pronunciada y llegar al ángulo agudo; en este caso el apéndice adopta el tipo retrocecal. Por otra parte, la angulación cecal, en lugar de producirse normalmente atrás y a la izquierda, puede establecerse hacia delante y hasta a la derecha. En este caso el apéndice es laterocecal externo o anterior. En suma, según Quénu y Heitz-Boyer, el apéndice nace siempre en el fondo del ciego: la acodadura de éste es lo que determina la implantación apendicular, en general por detrás y por dentro, y más raramente por delante y por fuera. Sea como fuere, las tres cintillas del intestino grueso se originan en el punto de implantación del apéndice: las fibras longitudinales del apéndice, llegadas a su punto de implantación, se esparcen y se dispersan en las tres cintillas colónicas. (Testut-Latarget, 1994)

Este orificio asienta aproximadamente a 3 centímetros por debajo de la válvula de Bauhin. Generalmente, según Lafforgue, el orificio tiene forma de boca o de infundíbulo (63 por 100). En otros casos es muy estrecho (20 por 100) y presenta arrugas y pliegues semejantes a los que se encuentran en el orificio interno del cuello de un saco herniario. Por último, el abocamiento puede presentarse en forma de un orificio exactamente circular.  En este orificio algunos autores (Weitbrecht y Gerlach) han descrito una válvula: «a la entrada del apéndice, en el intestino, existe algunas veces — dice Gerlach — una válvula formada por los pliegues de la pared interna. Sobre ella, del lado del peritoneo, viene una brida conjuntiva fuertemente tensa». Ciertos autores niegan la existencia de esta válvula. Según Lafforgue, que sólo la ha encontrado dos veces en 200 sujetos, la existencia de esta válvula es el efecto de la presión mecánica que


Otro estrechamiento es la válvula de Manniga, situado en el conducto apendicular en la unión del tercio medio con proximal.



Figura 15.  Esquema de ciego y apéndice que muestra la Válvula de Gerlach y Weitbrecht, así como, el estrechamiento de Manniga.  Tomado de CMCG 2008

Figura 16. Fecalito obstruyendo la luz apendicular, enclavado en la válvula de Gerlach. Tomado de Misiewicz, 1995. Atlas de gastroenterología clínica. Mossby.

 2. ° Conformación exterior.  El apéndice es liso. Su coloración es gris rosada en estado normal; su consistencia, firme y elástica. Cuando se halla inflamado, sus paredes tumefactas son más coloradas, se vuelven rojas o violáceas, hasta negruzcas; su consistencia es más rígida. (Testut-Latarget, 1994)

3. ° Conformación interior.  El apéndice cecal tiene una cavidad central que ocupa toda su longitud. Esta cavidad es muy estrecha, a menudo virtual. El calibre del conducto es generalmente de 1 a 3 milímetros (80 por 100).

En el feto, el conducto apendicular está relativamente más desarrollado y comunica con la ampolla cecal por un orificio más ancho. Este conducto está ordinariamente lleno de meconio. En el adulto contiene a menudo moco, producto de secreción de su túnica interna. La cavidad apendicular puede estar obliterada parcialmente, ora por un cuerpo extraño (cálculo estercoráceo, pepita de uva, etc.), ora por la simple tumefacción o las adherencias de la mucosa. En el anciano, aparte de todo fenómeno de inflamación, la cavidad apendicular puede no solamente estrecharse, sino obliterarse en parte o en su totalidad. Se observa entonces una reducción de todas las paredes del apéndice y, por lo tanto, de todas las dimensiones del órgano. Es el apéndice senil (Mériel). (Testut-Latarget, 1994)

 

B. Topografía

Situación.  El apéndice acompaña topográficamente a la migración del ciego en el curso de su evolución embrionaria. En el adulto está, pues, ordinariamente situado en la fosa iliaca derecha. Es su posición habitual. Pero siguiendo al ciego, puede ocupar como este órgano: una posición alta, es decir, estar delante del riñón derecho y debajo de la cara inferior del hígado; una posición baja en la cavidad pélvica;  una posición izquierda en la fosa iliaca izquierda .

Pero si el apéndice sigue el destino del ciego, puede ocupar también, en relación con éste, posiciones variables. Sus situaciones son interesantes anatómica y quirúrgicamente. He aquí, según Lafforgue, cuáles son los porcentajes observados. El apéndice, en relación con el ciego, puede ser ascendente, descendente, externo o interno.

El apéndice ascendente se observa en el 13 por 100 de los casos. Es entonces retrocecal y puede subir delante del riñón hasta el hígado.

El apéndice descendente es con mucho el más frecuente. Se le observa en el 41.5 por 100 de los casos. Su extremo inferior penetra en la pelvis menor.

En su posición externa (26 por 100 de los casos) se aloja en el seno cecoparietal, por dentro de la espina iliaca anterior y superior.

Finalmente, en el 17 por 100 de los casos, es interno y se dirige al lado de la cavidad abdominal. (Testut-Latarget, 1994)


En los pacientes vivos, la posición del ciego depende de la postura, la respiración, el tono muscular abdominal y el estado de distensión intestinal. Cuando un sujeto se sitúa en posición de bipedestación, el ciego y el apéndice suelen descolgarse por encima del borde pélvico. Desde el vértice del ciego (el único punto relativamente fijo), el apéndice se proyecta en cualquier dirección y su extremo puede adherirse a prácticamente cualquier órgano abdominal, con excepción del bazo.



Figura 17. Variaciones de la posición topográfica del apéndice. Desde su base en el ciego, el apéndice puede extenderse (A) en sentido craneal, retrocecal y retrocólico; (B) en sentido caudal, pélvico; (C) en sentido caudal hacia la derecha, subcecal; o (D) en sentido craneal hacia la izquierda, ileocecal (puede pasar por delante o por detrás del íleon). [sk4]

 No cabe duda de que la terminología empleada para describir la posición del apéndice constituye una importante fuente de confusión para el cirujano que pretende aplicar las descripciones contenidas en la bibliografía a la realidad del quirófano. Sir Frederick Treves diseñó un esquema de posiciones apendiculares basado en las manecillas del reloj.



Figura 17. Ilustración de la posición apendicular. [del]

 

El significado exacto de «retrocecal» resulta preocupantemente confuso en un trabajo de Wakeley publicado  en 19337, donde se revisaron 10.000 casos post mórtem y se describieron cinco posiciones típicas del apéndice. Por orden de frecuencia, las posiciones son: 1) retrocecal-retro-cólica, libre o fija; 2) pélvica o descendiente; 3) subcecal, pasando hacia abajo y a la derecha; 4) ileocecal, pasando hacia arriba y anterior, izquierdo al íleon; y 5) ileocecal, por detrás del íleon. Cuando se dice que la posición del apéndice es «retrocecal» o «retrocólica», ¿se indica si la posición del órgano es intraperitoneal o extraperitoneal? Esta diferencia no resulta, en absoluto, trivial.


O'Connory Reed estudiaron la posición del apéndice en 129 pacientes sometidos a intervenciones abdominales; estos autores utilizaron una terminología propia para referirse a la posición anatómica del apéndice.

Figura 18. Posiciones anterior y posterior del vértice apendicular. [oc]

 El punto de abocamiento del apéndice queda fijo en relación con el ciego. Mac Burney admite que la proyección del punto de implantación del apéndice en la pared abdominal anterior correspondería al centro de la línea que reúne la espina iliaca anterior y superior al ombligo. (Testut-Latarget, 1994)

Figura 20 El punto de MacBurney. El ciego y el apéndice, en rojo, se ven proyectados sobre la pared abdominal anterior: el apéndice en posición normal está representado en líneas de trazo continuo, mientras que las diferentes posiciones anómalas que puede adoptar se han dibujado en líneas de trazo interrumpido. 1, punto de Mac Burney, correspondiente a la desembocadura del apéndice en el ciego.  2, espina iliaca anterosuperior. 3, ombligo.  4, apéndice en posición ascendente.  5, apéndice en posición interna. 6, apéndice en posición externa. 7, apéndice en posición ascendente. 8, ciego. 9, colon ascendente. 10, terminación del Íleon. Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 Se designa este punto con el nombre de punto de Mac Burney. El dolor provocado en él sería la característica de la apendicitis. En realidad, no hay que conceder una importancia absoluta a este punto. Lanz ha demostrado que la proyección de la base del apéndice correspondía generalmente a la línea que reúne las dos espinas iliacas anterior y superior y se hallaba en la unión del tercio externo de esta línea con los otros dos tercios (puntos de Lanz). La clínica y la anatomía conceden menos interés hoy a estos puntos de proyección. Generalmente, el dolor localizado por dentro del ciego, sea cual fuere la posición de éste, señala la apendicitis crónica. (Testut-Latarget, 1994)

 

Relaciones. Por su situación relativa al ciego es como estudiaremos las relaciones del apéndice. No describiremos de nuevo las relaciones del ciego en la fosa iliaca derecha.

a) Apéndice descendente. El apéndice descendente, el más frecuentemente observado, se aplica por debajo y por dentro del ciego, en el borde de la fosa iliaca interna. Descansa, por detrás, en el músculo psoas, cubierto de su fascia, del tejido celular subperitoneal y del peritoneo. Se conoce la frecuencia de la psoítis de origen apendicular. Por delante, las asas delgadas lo separan a veces de la pared abdominal anterior. Por dentro se halla también en relación con la masa delgada, mientras que por fuera se pega al fondo del ciego. Su extremo inferior descansa en los vasos iliacos externos que cruzan los vasos espermáticos o les siguen. (Testut-Latarget, 1994)



Figura 21. Implantación del apéndice (según Quénu y Heitz-Boyer). A, Implantación laterocecal. En realidad, la implantación se hace en el fondo del ciego acodado en ángulo recto sobre la porción inferior. B, implantación subcecal. C, implantación retroileal. Testut-Latarget, 1994.Anatomía Humana. Salvat.

 

b) Apéndice externo. El apéndice externo (26 por 100 de los casos) está alojado en el canal formado por la unión de la pared abdominal anterior y la fosa iliaca interna. Se halla en relación con el arco de Falopio, descansa sobre el músculo iliaco, siguiendo la porción externa del ciego y cubierto por la pared abdominal anterior. Puede así penetrar en un saco de hernia (apendicitis herniaria). (Testut-Latarget, 1994)

 


Figura 22 Apéndice en situación externa.  La pared abdominal ha sido incidida y el colgajo reclinado hacia abajo y afuera. 1, apéndice. 2, su meso, en parte adherente al peritoneo de la fosa iliaca. 3, terminación del Íleon. 4, ciego. 5, fosa iliaca. 6, repliegue peritoneal que va del ciego al peritoneo parietal posterior. 7, colon iliopélvico. 8, epiplón mayor. 9, arteria iliaca externa, con la vena por dentro y por detrás de ella.  10, vasos espermáticos. Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 

c) Apéndice interno. El apéndice en situación interna se dirige hacia la gran cavidad abdominal. Sigue la parte inferior del íleon. En ciertos casos, cuando el meso es muy corto o cuando el adosamiento mesentérico es extenso, el apéndice puede ser retroileal e intramesentérico. Saltan a la vista las dificultades operatorias con que se tropieza para buscar este órgano en semejante situación. (Testut-Latarget, 1994)


Figura 23 Apéndice en situación interna. La pared abdominal ha sido Incidida y el colgajo reclinado hacia abajo y afuera. 1, apéndice: en este sujeto el apéndice, fijo sobre la pared iliaca, tenía su meso comprendido en la terminación del mesenterio. 2, íleon.  3, ciego.  4, fosita ileoapendicular.  5, colon ascendente.  6, vasos Iliacos externos.  7, vasos espermáticos.  8, epiplón mayor. Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 

d) Apéndice ascendente o retrocecal.  El apéndice en tal posición está cubierto por el ciego. Si éste está fuertemente pegado, es decir, si el peritoneo cecal no da la vuelta a todo el órgano, el apéndice puede estar en contacto casi directo con el tejido celular subperitoneal y la fascia iliaca, de los que le separa sólo una delgada hojuela de adosamiento. La parte superior del apéndice retrocecal está en relación con la pared lumbar. Si el apéndice es largo, entra en conexión con el tejido celuloadiposo perirrenal y con el mismo riñón. (Testut-Latarget, 1994)

Figura 24. Apéndice en situación ascendente. La pared abdominal ha sido incidida y el colgajo reclinado hacia abajo y afuera; el ciego ha sido traccionado hacía arriba. 1, apéndice, con 1% su meso.  2, ciego.  3, repliegues perifonéales que determinan la formación de una fosita retrocecal en cuyo fondo se esconde el apéndice.  4, fosa iliaca.  5, terminación del íleon.  6, arteria iliaca externa, con la vena por dentro de ella.  7, epiplón mayor.  8, vasos espermáticos. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

  

Orificio del apéndice.  Como veremos más adelante, el apéndice vermicular se implanta, a consecuencia de la acodadura del ciego de que hemos hablado, en la parte inferior de la pared posterointerna del ciego. En este punto, pues, se encuentra en el adulto el orificio apendicular. Este orificio asienta aproximadamente a 3 centímetros por debajo de la válvula de Bauhin. Generalmente, según Lafforgue, el orificio tiene forma de boca o de infundíbulo (63 por 100). En otros casos es muy estrecho (20 por 100) y presenta arrugas y pliegues semejantes a los que se encuentran en el orificio interno del cuello de un saco herniario. Por último, el abocamiento puede presentarse en forma de un orificio exactamente circular. En este orificio algunos autores (Weitbrecht y Gerlach) han descrito una válvula: «a la entrada del apéndice, en el intestino, existe algunas veces — dice Gerlach — una válvula formada por los pliegues de la pared interna. Sobre ella, del lado del peritoneo, viene una brida conjuntiva fuertemente tensa». Ciertos autores niegan la existencia de esta válvula. Según Lafforgue, que sólo la ha encontrado dos veces en 200 sujetos, la existencia de esta válvula es el efecto de la presión mecánica que ejerce una concreción o un cálculo estercoráceo en las paredes del apéndice. Clado niega también la existencia de esta válvula ostial. Según los exámenes complementarios que hemos efectuado, podemos decir que es excepcional y no tiene la importancia de una formación diafragmática capaz de obstruir el orificio apendicular durante la repleción del ciego.

Ciertos autores han investigado si existía una relación entre la edad y los fenómenos de adosamiento del ciego. Legueu, que examinó el ciego de cien niños, sólo en seis lo ha encontrado parcialmente adherente. Pérignon, en su tesis inaugural, nos dice que siempre ha encontrado libre el ciego en los recién nacidos y en el niño, mientras que el del adulto lo ha encontrado adherente en una proporción del 14 por ciento. Según Turnesco, no habría que recurrir a la edad para explicar el exceso de adosamiento.

Según este autor, la torsión del asa intestinal es un fenómeno definitivamente realizado en el momento del nacimiento y que no prosigue con la edad. Además, el exceso de adosamiento parietocólico o parietocecal no es la consecuencia de la migración exagerada del ciego. Turnesco ha comprobado, en efecto, que en el recién nacido el ciego ocupa en la fosa iliaca derecha una situación variable, pero que recuerda la del adulto, esto independientemente de la extensión del adosamiento colomesocólico derecho. Por otra parte, cinco veces entre 38 cadáveres de recién nacidos, en el 13 por 100 de los casos, por consiguiente, había exceso de adosamiento. Este exceso puede ser un fenómeno precoz, puesto que puede existir desde el nacimiento; es además compatible con una posición alta del ciego.

Todo se reduce, en suma, a grados de procesos de coalescencia del mesenterio primitivo al peritoneo parietal o, si se quiere, al proceso de adosamiento mesenterico- colomesocólico derecho. La figura 23 indica esquemáticamente los diferentes grados de la fijación cecal, según la extensión de los fenómenos de coalescencia.

Figura 25. Diferentes grados de fijación cecal. I, II, disposición normal : el ciego es llevado por el mesenterio. —III, ciego completamente fijo. — IV, ciego móvil en su totalidad con la esquematización de una fosita subcecal formándose a través de la aponeurosis lumboiliaca.

 

3. Peritoneo apendicular.  En el apéndice, el peritoneo se conduce absolutamente como un asa de intestino delgado; lo rodea en casi todo su contorno y, adosándose a sí mismo en uno de sus bordes, forma un verdadero meso, el mesoapéndice, que ata el órgano en cuestión, por una parte, al ciego y, por otra parte, a la porción terminal del mesenterio.


El mesoapéndice tiene la forma de un triángulo o, más bien, de una hoz, con una base, un vértice y dos bordes.


Figura 26 El apéndice cecal y su meso; vista anterior. 1, ciego.  2, íleon.  3, apéndice cecal.  4, mesoapéndice.  5, arteria lleocecoapendiculocólica. 6, vasos apendiculares. 7, ganglios apendiculares. 8, ganglios Ileocecales anteriores. 9, ganglios mesentéricos. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 Su base se implanta primero en el lado interno del ciego, según una línea que se extiende de la base del apéndice al ángulo ileocecal. Más arriba, más allá de este ángulo, el mesoapéndice se confunde, en una extensión de 2 o 3 centímetros con la hoja inferior del mesenterio, de la que no es más que una dependencia. Su vértice, en la mayoría de los casos, en todos los casos según Clado, corresponde al mismo vértice del apéndice. Sin embargo, en ciertos sujetos el meso no se extiende hasta el extremo libre del apéndice; este extremo está entonces envuelto completamente por la serosa, y esto en una extensión que varía de ordinario de 1 a 15 milímetros. El borde convexo del meso adhiere al borde superior del apéndice. El borde cóncavo, libre y flotante en la cavidad abdominal, corresponde a la arteria apendicular, y precisamente esta arteria es la que, al llegar directamente al apéndice, es decir, yendo a él por el camino más corto, levanta el peritoneo y determina la formación del pliegue que acabamos de describir. Como todos los pliegues peritoneales, el mesoapéndice es a veces delgado y transparente. Pero esta disposición es rara en el adulto. Generalmente es invadido por la grasa, que, cuando se deposita entre estas dos hojas, lo convierte en grueso, pesado y opaco. (Testut-Latarget, 1994)

 A nivel de su base, el mesoapéndice ofrece muy frecuentemente un ganglio linfático. Clado considera erróneamente este ganglio como constante, haciendo observar que no siempre está aislado e independiente, que se le ve con bastante frecuencia desplazarse por dentro para alojarse en la porción terminal del mesenterio, y en este caso no es más que un simple ganglio mesentérico, el último o el más inferior de estos ganglios. (Testut-Latarget, 1994)

En la mujer, el mesoapéndice está unido algunas veces a los órganos intrapélvicos por un pequeño repliegue falciforme, que, partiendo de su base, cruza los vasos iliacos para venir a continuarse con el borde superior del ligamento ancho correspondiente. Clado, que ha designado este repliegue con el nombre de ligamento apendiculoovárico, lo considera como estableciendo comunicaciones linfáticas entre el apéndice y el ovario. Para él sería constante e incluso algunas veces se encontraría en el hombre en estado de vestigio. Lafforgue, menos afortunado, sólo lo ha observado diecisiete veces en los noventa individuos del género femenino que ha examinado, o sea en la proporción del 20 por 100. Este repliegue peritoneal es el mismo que ha sido descrito por los autores con los diversos nombres de lumboovárico, infundibulopelviano, ilioovárico y ligamento superior del ovario. Morfológicamente, representa (Durand) el resto del meso que envuelve al ovario al tiempo de su descenso.

La morfología del mesoapéndice depende de dos factores: del origen de la arteria apendicular y de la extensión del adosamiento mesocólico derecho. En efecto, si el adosamiento mesocólico es extenso, el meso es más corto. Lo mismo ocurre cuando el origen de la arteria apendicular es bajo. Hemos visto que en el adulto el apéndice y su meso están habitualmente libres. Fuera de las causas patológicas, el apéndice puede ser adherente a consecuencia de la extensión del adosamiento mesocólico.


La posición retrocecocólica está, en general, en relación con este adosamiento. Entre este caso y el tipo que hemos descrito hay grados intermedios. (Testut-Latarget, 1994)


Figura 27.  Las tres disposiciones del peritoneo apendicular (T.-J.). A, el apéndice sólo está unido a la terminación del íleon por un meso que le permite la mayor movilidad.  B, el mesoapéndlce se inserta en la fosa Iliaca: el apéndice puede oscilar únicamente a derecha e izquierda.  C, el apéndice se halla completamente cubierto por el peritoneo de la fosa iliaca; queda fijo. 1, apéndice. 2, mesoapéndice.  3, ciego. 4, íleon. 5, fosa Iliaca. 6, vasos espermáticos que cubren los vasos Iliacos externos. 7, arteria epigástrica. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

  Fositas ileocecales. La serosa peritoneal, al pasar del intestino delgado al ciego, forma dos repliegues especiales, los cuales determinan la aparición de dos fositas: la fosita cecal superior y la fosita cecal inferior.

a) La fosita cecal superior (fosita ileocecal superior de Waldeyer, Tréves y Tuffier) ocupa la parte anterosuperior del ángulo ileocecal. Su abertura mira hacia dentro. Su vértice, dirigido hacia fuera, corresponde a la parte anterior de la línea circular que señala el punto de unión del íleon con el ciego. Esta fosita está circunscrita:  hacia atrás, por el mesenterio y, por debajo de éste, por el segmento terminal del íleon;  hacia delante, por un repliegue peritoneal de forma triangular que, partiendo de la hoja derecha del mesenterio, se dirige hacia abajo y afuera para ir a terminar en la parte interna del ciego. El borde libre de este repliegue, cóncavo hacia dentro, corresponde a la arteria ileocecal anterior, y es precisamente esta arteria la que, levantando el peritoneo, determina la formación del repliegue y de la fosita subyacente. Es, pues, una fosita vascular. La fosita cecal superior, muy pronunciada en el feto y en el recién nacido, se acentúa o disminuye
progresivamente a medida que el individuo avanza en edad. (Testut-Latarget, 1994)



Figura 28 Fosita cecal superior.1, ciego. 2, apéndice cecal, separado hacia abajo. 3, íleon. 4, mesenterio. 5, mesoapéndice. 6, repliegue mesentericocecal. 7, repliegue ileoapendicular. 8, fosita cecal superior. 9, arteria ileocecal anterior. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 

 La fosita cecal inferior (fosita ileocecal inferior de Waldeyer, Treves y Tuffier; fosita ileoapendicular de Jonnesco) está situada debajo de la precedente, en la parte inferior del ángulo ileocecal. Para formarse de ello una idea exacta es preciso llevar el íleon hacia arriba y separar hacia abajo con erinas el apéndice vermicular. Está determinada por la presencia de un repliegue peritoneal, el repliegue ileoapendicular, Su borde libre, rectilíneo o semilunar, limita por delante la entrada de la fosita. (Testut-Latarget, 1994)



Figura 29. Fosita cecal inferior. 1, ciego. 2, apéndice cecal, separado hacia abajo con erinas. 3, íleon, separado con erinas hacia arriba. 4, mesenterio. 5, mesoapéndice. 6, repliegue ileoapendicular. 7, fosita cecal inferior o ileoapendicular. 8, fosita cecal superior. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 

Considerada desde el punto de vista puramente morfológico, la fosita cecal inferior tiene la forma de una pirámide triangular, con una base, un vértice o cúspide y tres paredes. Su base, que no es más que la entrada de la fosita, mira hacia abajo y a la izquierda, permitiendo, según los casos, la introducción de uno o de dos dedos. Su vértice o cúspide, dirigido hacia fuera, corresponde a la parte inferior del ángulo ileocecal. De sus tres paredes, una, superior, está formada por la cara inferior del íleon, la segunda, posterior, corresponde al mesoapéndice, y la tercera, anterior, está constituida por el repliegue ileoapendicular. (Testut-Latarget, 1994)


Figura 30 Corte sagital de la fosita cecal inferior, para poner de manifiesto el modo como está constituida (esquemáticamente). 1, íleon, con 1’, su revestimiento peritoneal.  2, apéndice, con 2’, su peritoneo.  3, 3, mesenterio.  4, mesoapéndice.  5, repliegue ileoapendicular.  6, fosita ileoapendicular o cecal inferior.  Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 El repliegue ileoapendicular contiene algunos vasos indicados por Bochdaleck, por Waldeyer y por Tuffier; erróneamente, por lo tanto, Tréves le ha dado el nombre de Fosita avascular.

Luschka, de mucho tiempo atrás, había ya indicado la presencia de cierto número de fibras musculares lisas en el espesor del repliegue ileoapendicular. Toldt, habiendo encontrado de nuevo estos elementos musculares en el feto y podido observar, además, su conexión con la túnica muscular del intestino no vacila en considerar el repliegue que nos ocupa como una porción del peritoneo del íleon, reforzada por fibras musculares, que, en el curso de su desarrollo, ha sido arrastrada hacia abajo por el crecimiento del segmento basal del apéndice. (Testut-Latarget, 1994)

 

 Fositas retrocecales.

Independientemente de las fositas cecales constantes que acabamos de describir, se han observado en la parte posterior y superior del ciego, a nivel del punto en que el peritoneo se refleja desde la fosa iliaca sobre este último órgano, una o dos fositas en forma de fondo de saco, cuya abertura mira hacia abajo : las fositas retrocecales, muy visibles cuando el ciego está vuelto hacia arriba .


Fig 31. Aquí el ciego y el apéndice han sido levantados. Se advierte entonces la cavidad de la fosita retrocólica entre los dos pliegues aquí tendidos que la limitan. El mesoapéndice aparece por la cara posterior. Sus conexiones con el mesenterio son normales (según Turnesco).

 

 Estas fositas retrocecales están limitadas por dos pliegues peritoneales posteriores, que se extienden: uno, externo, de la pared al ciego, es el pliegue parietocecal; el otro, interno, de la terminación del mesenterio y de la pared abdominal al ciego, es el pliegue cecomesenterico parietal .

 


Fig. 32 Fijación anormal del ciego y del íleon (según Bellocq). Una sonda acanalada penetra por el lado interno en la fosita ileocecal y por el lado externo en la fosita latero- cecal. Por delante del ciego se extiende el ligamento mesentérico parietal con sus dos ramas que limitan cada una fosita. 1» ciego. — 2, íleon. — 3, colon ascendente. — 4, pelvis menor. — 5, mesenterio. — 6, ligamento retro íleo- cólico. — 7, parte externa del ligamento mesentericoparietal. — 7’, parte interna del mismo ligamento. — 8, hoja anterior del mesenterio común hecho peritoneo parietal.

 


Fig 33 fijación anormal del ciego. El ciego se ha levantado; debajo de él se perciben los ligamentos retrocecales que limitan, dos fositas retrocecales. En la fosita interna penetra el apéndice. 1, ciego. — 2, íleon. — 3, colon ascendente. — 4, pelvis menos. — 5, apéndice, con, por dentro de él: 5’, el ligamento ileoparietal; 5”, el ligamento lleocecoapendicular. — 6, ligamento parietocecal interno.—7, fosita retro-cecal interna. — 8, ligamento parietocecal externo. — 8’, fosita retrocecal externa. — 9, Fosita laterocecal. — 10, ligamento retroileocólico.

 

Estos pliegues fueron descritos antes como ligamentos del ciego: el pliegue externo o parietocecal era designado con el nombre de ligamento cecal superior por Tuffier, de ligamento parietocólico de Frédet, de ligamento laterocólico ascendente por Alglave. Estos mismos autores designaban el pliegue interno con el nombre de ligamento cecal inferior, mesentericoparietal o ileocólico. Estos pliegues son el testimonio de la progresión del adosamiento mesocólico derecho sobre el ciego. Encontramos estos dos pliegues posteriores en el colon ascendente cuando el adosamiento no ha llegado al ciego.

Las fositas retrocecales tienen interés quirúrgico. El intestino es susceptible de introducirse en su cavidad, determinando así la formación de una variedad muy rara de hernia, denominada hernia retrocecal o hernia de Rieux.

Estructura del ciego y del apéndice.

A. Estructura

Como toda parte del intestino grueso, la estructura del ciego y del apéndice comprende cuatro túnicas concéntricas: 1, el peritoneo; 2, la muscular; 3, la submucosa; 4. la mucosa. (Testut-Latarget, 1994)

1. Túnica serosa.  Hemos descrito el peritoneo suficientemente para no tener que insistir aquí. Añadamos que en el ciego y el apéndice la hoja visceral se adhiere íntimamente a la musculosa subyacente.

2. Túnica muscular. La túnica muscular del ciego es semejante a la del intestino grueso. En el apéndice es particularmente gruesa, componiéndose de dos capas continuas: una superficial, longitudinal, que se continúa con las cintillas del ciego; tiene de 250 a 300 µ de espesor y está formada por fascículos paralelos. La capa circular es profunda y más gruesa (300 a 350 µ). En el vértice del apéndice   forma un trenzado y parece menos gruesa que en el resto del conducto; de ahí la mayor frecuencia de las perforaciones apicales.

3. Túnica submucosa. Es densa, presenta abundancia de fibras elásticas, de una manera particular en el apéndice, y ofrece gran número de espacios linfáticos (Lafforgue).


4. Túnica mucosa. La mucosa del ciego ofrece todos los caracteres de la mucosa del intestino grueso en general.


Figura 34 Corte transversal del apéndice cecal del hombre. 1, revestimiento peritoneal, con 1’, inserción del mesoapéndlce. 2, capa de las fibras longitudinales. 3, capa de las fibras circulares. 4, capa submucosa. 5, corion mucoso, con 5, muscularls mucosa. 6, 6, glándulas de Lieberkühn. 7, 7, folículos cerrados.  8, luz del apéndice.  Tomado de Testut-Latarget, 1994.Anatomía Humana. Salvat.

 La mucosa del apéndice, a su vez, tiene todos los elementos de la mucosa cecal, de la cual es continuación: un epitelio cilíndrico, un estroma reticulado, numerosos folículos cerrados, una muscularis mucosa y glándulas tubulosas. Añadiremos que la submucosa es muy gruesa, que está formada por tejido conjuntivo muy apretado y casi desprovisto de fibras elásticas. A nivel de la punta del apéndice, esta submucosa adquiere un desarrollo considerable, y, por el contrario, los dos planos de fibras musculares son apenas visibles y las glándulas han desaparecido por completo (Clado). (Testut-Latarget, 1994)

El gran desarrollo de su aparato linfoideo es el principal carácter de la mucosa del apéndice. Este aparato está esencialmente constituido por folículos cerrados, tan numerosos y voluminosos que están, por decirlo así, en contacto unos con otros y ocupan por sí solos toda la mucosa: se ha podido decir, no sin razón, que su conjunto representa una sola y única placa de Peyer, que se extiende de un extremo al otro del apéndice.

La base de los folículos está próxima a la superficie exterior del apéndice, mientras que la cabeza, más o menos redondeada, forma prominencia en la luz del conducto. «La superficie de las trabéculas interfoliculares está revestida de un epitelio cilíndrico mezclado con células caliciformes. En su espesor y en el seno de un tejido conjuntivo ordinario, cada trabécula contiene cierto número de criptas de Lieberkühn, vasos sanguíneos y grandes capilares linfáticos, que pasan de una trabécula a otra, terminando todos por ampollas o arcos, algunas veces casi en contacto con el epitelio de revestimiento (Renaut). En los individuos de doce a veinticuatro años alcanza su mayor desarrollo el aparato linfoideo del apéndice. Más allá de los veinticinco a los treinta años, los folículos disminuyen a la vez en anchura y en longitud y, en consecuencia, forman en el interior del conducto una prominencia menos considerable y están, por otra parte, menos apretados unos contra otros. (Testut-Latarget, 1994)

El apéndice contiene nódulos linfoides en la submucosa, así como criptas de diferentes tamaños. Por debajo de éstas se hallan complejos de:

·      Células  neuroendocrinas

·      Células ganglionares

·      Células de Schwann

·      Fibras neurales

 

Vascularización

Arterias.  Las arterias son suministradas por una rama colateral de la arteria mesentérica superior, la arteria ileocecal, a la que hemos dado el nombre de arteria ileocecoapendiculocólica, que indica así todo el territorio que le pertenece. Es una colateral que nace del lado derecho de la mesentérica. Su longitud, muy variable, oscila entre 6 y 17 centímetros. Su modo de división ofrece numerosas variedades. El modo más frecuente es una ramificación en ramillete, que comprende esquemáticamente cinco ramas. Entre estas ramas, dos corresponden al ciego: son las arterias cecales anterior y posterior. Una pertenece al apéndice: es la arteria apendicular. Una cuarta rama alcanza la verdadera terminación de la mesentérica superior: es la arteria ileal. En fin, la rama cólica alcanza el colon ascendente en dirección del ángulo derecho. (Testut-Latarget, 1994)

a) El tronco raíz está cubierto a poca distancia de su origen por el peritoneo parietal. Camina, pues, a la derecha de la raíz del mesenterio, después de haber cruzado generalmente la cara posterior de la vena mesentérica superior. El vaso se dirige oblicuamente abajo y a la derecha, a una distancia sumamente variable de su origen; se divide ora en ramillete (56 por 100), ora formando un asa arterial de la que parten las ramas terminales (15 por 100), ora prolongándose en una rama principal que llega al ángulo ileocecal para convertirse en una de las arterias cecales, mientras que las otras arterias aparecen como colaterales (15 por 100, según Hovelacque).

Figura 35 Vascularización del ciego y del apéndice. 1, tronco de la arteria ileocecoapendiculocólica. 2, arteria cecal anterior. 3, arteria cecal posterior. 4, arteria apendicular. 5, arteria recurrente ileal. 6, arteria cólica derecha inferior. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

Figura 36   Vascularización del ciego y del apéndice. Vista posterior. 1, arteria ileocecoapendicular.  2, rama ileal.  3, rama cólica.  4, arteria cecal anterior.  5, arteria cecal posterior.  6, arteria apendicular que emite una rama en la base del apéndice.  6’, arteria del fondo del ciego. Tomado de Testut-Latarget, 1994. Anatomía Humana. Salvat.

 

b) Arterias cecales. Las dos arterias cecales, anteriores y posteriores, aparecen análogas a los vasos rectos que hemos estudiado en el intestino delgado y que volveremos a encontrar en el colon. El aumento de calibre de la ampolla cecal aumenta su calibre, pero en realidad se disponen y distribuyen del mismo modo que la vasa recta.

 La arteria cecal anterior es generalmente única. Es larga y voluminosa. Se dirige abajo y a la derecha, contenida en el pliegue peritoneal, que hemos denominado pliegue mesentéricocecal. Pasa por debajo del ángulo ileocólico y llega al colon en general a un centímetro por encima del borde superior de este ángulo. Abandona generalmente, antes de llegar al colon, una colateral cólica que alcanza el colon ascendente, inmediatamente por encima del ciego. Al llegar a éste, la arteria cecal anterior se inclina a la izquierda y abajo, pasando, ora por debajo de la cintilla anterior, ora por la porción del ciego situada a la izquierda de éste. Da ramas a la cara anterior del ciego. Excepcionalmente abandona una rama que llega al origen del apéndice. La arteria cecal anterior es excepcionalmente doble o triple.

 La arteria cecal posterior, generalmente más voluminosa que la arteria cecal anterior, es, lo más, a menudo única. Sigue un trayecto paralelo a la precedente, llega al borde interno del colon algo por encima del ángulo ileocólico y desciende por la cara posterior del ciego. Los modos de ramificación en esta cara son tan variables como en la cecal anterior. Sea de ello lo que fuere, las ramas terminales irrigan la cara posterior del ciego y se anastomosan con ramas de la cecal anterior. La cecal posterior contribuye en gran parte a la vascularización del fondo del ciego; incluso algunas veces lo irriga por completo. Con más frecuencia que la arteria cecal anterior, una de las arterias del fondo del ciego, procedente de la cecal posterior, abandona un pequeño vaso que llega a la raíz apendicular. (Testut-Latarget, 1994)

c) Arteria apendicular. Esta es generalmente única también. Se encuentran a veces dos, excepcionalmente tres. Su trayecto es casi constante. Después de su origen pasa detrás del íleon, encerrada en el mesoapéndice que la sostiene. Está situada primero a lo ancho del órgano, en general a más de un centímetro (Quénu y Heitz- Boyer). En este punto el apéndice es casi horizontal, y su meso, ancho. La arteria está de ordinario a la izquierda. Progresivamente se aproxima al apéndice y le alcanza a muy poca distancia de la punta para penetrar en sus túnicas. A medida que se aproxima, el mesoapéndice disminuye. El apéndice, que se ha hecho libre, es generalmente descendente. Cuando el meso es muy corto, la arteria se pega rápidamente a las paredes apendiculares.

La arteria apendicular da en el curso de su trayecto ramos finos que se podrían considerar como los vasos rectos del apéndice; son en número de dos a seis y nacen encima del punto donde llegan al apéndice. Su dirección es, pues, oblicua. Cada uno de estos ramos, antes de terminar en el órgano, se divide en tres ramos secundarios. Estos ramos se anastomosan a veces dibujando, junto al apéndice, un arco yuxtaapendicular, miniatura del arco cólico que encontramos en el intestino grueso.

Se han clasificado los tipos de ramificación de la arteria apendicular en dos grupos: el tipo escaleriforme, en que las arterias se destacan regularmente como los dientes de un peine (Ogneff), caso el más frecuente, o el tipo disperso. En el primer caso el apéndice sería más libre que en el segundo.

Además de los vasos destinados al apéndice, la arteria apendicular puede dar un vaso destinado al íleon, la arteria recurrente ileal. Esta arteria, a la cual también se denomina arteria ileoapendicular, pasa al pliegue peritoneal ileoapendicular. Pero esta arteria no es constante. La arteria apendicular da también un ramo al fondo del ciego. (Testut-Latarget, 1994)

Figura 37 Vascularización normal. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

Figura 38. Variantes de origen en arteria apendicular. La arteria apendicular da en el curso de su trayecto ramos finos que se podrían considerar como los vasos rectos del apéndice; son en número de dos a seis y nacen encima del punto donde llegan al apéndice. Tomado de Skandalakis, 2014. Surgical anatomy and technique. 4ta edición. Editorial Springer.  Y adaptado de Testut-Latarget, 1994.


Figura 39 arterias apendiculares accesorias. Se han clasificado los tipos de ramificación de la arteria apendicular en dos grupos: el tipo escaleriforme, en que las arterias se destacan regularmente como los dientes de un peine (Ogneff), caso el más frecuente, o el tipo disperso. . Tomado de Skandalakis, 2014. Surgical anatomy and technique. 4ta edición. Editorial Springer.  Y adaptado de Testut-Latarget, 1994.

 

d) Anastomosis. Hemos visto que la arteria ileal se anastomosaba por inosculación con la terminación de la mesentérica superior; igualmente, por parte del colon ascendente, la rama cólica de la ileocólica se anastomosa asimismo con la rama inferior de la cólica. En el ciego se comprueba que existen numerosas anastomosis debajo de la serosa, pero éstas son finas; constituyen el plexo subseroso. El tronco de la arteria apendicular se anastomosa a veces con ramas nacidas de las arterias próximas y especialmente de la cecal posterior. Estas anastomosis son siempre finas, y se comprende que desde el punto de vista macroscópico se pueda considerar la arteria apendicular como una arteria terminal. Inyecciones con tinta china en apéndices aclarados por el método de Spalteholz han demostrado la riqueza vascular de las paredes del apéndice. Las redes forman una especie de enrejado vascular muy tupido, que comunica con la red cecal a la altura de la implantación apendicular. (Testut-Latarget, 1994)

Drenaje venoso


El drenaje venoso del ciego y el apéndice vermiforme fluye a través de una tributaria de la VMS, la vena ileocólica. (Moore, 2013)  Las venas del ciego se dirigen todas hacia el ángulo ileocecal superior y desembocan, en este punto, en la vena mesentérica superior. La arteria apendicular va constantemente acompañada de una vena que lleva el mismo nombre: vena apendicular, y recibe como afluentes, además de los ramos que proceden del propio apéndice, otros dos ramos, que provienen, uno de la cara anterior del ciego, y el otro, de la cara anterior del íleon. (Testut-Latarget, 1994)

Figura 40 Valoración del ciego y del apéndice. Terminación de la arteria mesentérica superior. La cruz Indica la terminación de la arteria mesentérica superior. 1, tronco ileocecoapendiculocólico que forma un asa arterial de la que parten ramas colaterales. 1’, vena ileocecoapendiculocólica: las ramas colaterales no se han representado. 2, arteria recurrente lleal. 3, arteria cólica inferior derecha. 4. arteria cecal anterior. 5, arteria cecal posterior. 6, arteria apendicular. 6’, arteria del fondo del ciego y de la base del apéndice. 7, rama terminal de la arteria mesentérica superior. 8, terminación de esta arteria anastomosándose con la recurrente ileal. Tomado de Testut-Latarget, 1994.Anatomía Humana. Salvat.

 

Drenaje linfático

El drenaje linfático del ciego y el apéndice vermiforme pasa hacia los nódulos linfáticos del mesoapéndice y los nódulos linfáticos ileocólicos, situados a lo largo de la arteria ileocólica. Los vasos linfáticos eferentes pasan hacia los nódulos linfáticos mesentéricos superiores. (Moore, 2013)


   El drenaje linfático de la región ileocecal es a través de una cadena de ganglios alrededor de las arterias apendicular, ileocólica y mesentérica superior que llegan al ganglio celiaco y la cisterna del quilo. Los linfocitos formados en los ganglios pasan a la luz del apéndice.


Figura 41 Drenaje linfático del apéndice. Tomado de Skandalakis, 2014. Surgical anatomy and technique. 4ta edición. Editorial Springer.

 Los linfáticos del ciego siguen con bastante exactitud el trayecto de los vasos sanguíneos. Los distinguiremos en tres grupos: 1. linfáticos anteriores; 2. linfáticos posteriores; 3. linfáticos apendiculares.

1.  Linfáticos anteriores. Los linfáticos anteriores o prececales se originan, como su nombre indica, en la cara anterior del ciego. Siguiendo el trayecto de la arteria ileocecal anterior, van a desembocar en un grupo de dos o tres ganglios (ganglios cecales anteriores) situados en el repliegue ileocecal anterior, algo por debajo del punto donde desemboca el íleon en el ciego. Los aferentes de los ganglios cecales anteriores y también algunos conductos linfáticos que pasan cerca de estos ganglios sin desembocar en ellos  se dirigen oblicuamente hacia arriba y adentro y van a terminar en un grupo ganglionar situado en el ángulo ileocecal alrededor de la porción terminal de la arteria mesentérica superior: son los ganglios ileocecales.

2.  Linfáticos posteriores.  Los linfáticos posteriores o retrocecales nacen de la cara posterior del ciego. Siguiendo el trayecto de la arteria ileocecal posterior, desembocan en un grupo de tres o cuatro ganglios (ganglios cecales posteriores) que ocupa el lado posterointerno del ciego. Según observa Tuffier, se hallan cubiertos por el peritoneo, que los aplica en este punto sobre las paredes mismas del intestino y los separa por completo de la fosa iliaca. Como en el caso anterior, los aferentes de los ganglios cecales posteriores terminan en los ganglios ileocecales.

3. 
Linfáticos apendiculares. Los linfáticos del apéndice, en número de tres o cuatro, discurren por el espesor del mesoapéndice y van del vértice a la base, como lo hace la vena apendicular. Terminan en unos ganglios que, al igual que ellos, ocupan el mesoapéndice y que se designan con el nombre de ganglios apendiculares. Los eferentes de estos ganglios desembocan, lo mismo que en los linfáticos anteriores y los linfáticos posteriores, en el grupo de los ganglios ileocecales, que viene a ser la terminación común de todos los linfáticos del ciego. (Testut-Latarget, 1994)

Figura 42. Linfáticos del ciego y del apéndice: A, cara anterior; B, cara posterior. 1, ciego, con 1’, su apéndice. 2, íleon. 3, ramas terminales de la arteria mesentérica superior con su vena. 4, ganglios cecales anteriores. 5, ganglios cecales posteriores. 6, ganglio apendicular (subileal). 7, ganglios ileocecales. Tomado de Testut-Latarget, 1994.Anatomía Humana. Salvat.

 Los ganglios apendiculares son muy variables en número: generalmente se observan uno o dos, más rara vez tres o más de tres; muchos son los casos en que faltan por completo. Respecto a su situación, es asimismo variable. Pueden ocupar uno de los tres puntos siguientes (Tixier y Viannay):

1.   por detrás del íleon, en la base del mesoapéndice (ganglios ileoapendiculares o retroileales): es la disposición más frecuente;

2.   por debajo del íleon, en el mesoapéndice (ganglios apendiculares o subileales);

3.   por encima de la base del apéndice, contra la misma pared cecal (ganglios cecoapendiculares).

Recordemos, para terminar, que la red linfática del apéndice se anastomosa con la red de la hoja peritoneal que reviste la fosa iliaca interna, y que por este hecho puede entrar en relación con algunos territorios vecinos, especialmente los de la excavación de la pelvis. A propósito de los linfáticos del intestino grueso, la corriente ileoapendiculocólica, después de haber alcanzado los ganglios de que acabamos de hablar, va a verterse definitivamente en el gran confluente retroportal. (Testut-Latarget, 1994)

 

Inervación.  

La inervación simpática del apéndice procede de los ganglios mesentéricos superiores y celíacos. La inervación parasimpática se origina en el nervio vago. La raíz torácica octava conduce la inervación sensorial del dolor, aunque también podría transmitirse a través de los nervios torácicos décimo y undécimo.

Dos sistemas de inervación diferentes desde el punto de vista anatómico son responsables de los distintos patrones de dolor observados en la apendicitis. La distensión del grupo de fibras simpáticas del peritoneo visceral del apéndice ocasiona un dolor periumbilical moderadamente intenso de tipo cólico o continuo. Cuando se distienden, las fibras nerviosas simpáticas que transmiten las señales de dolor no responden a la inflamación. Por el contrario, la inflamación del peritoneo parietal produce dolor. Este peritoneo recibe su inervación de nervios sensoriales somáticos torácicos. Cuando el apéndice inflamado se halla en posición anterior, origina los hallazgos clásicos de hiperestesia inicial seguida de dolor localizado y dolor con la palpación en la zona inflamada.

Formaciones nerviosas intramurales en la región ileocecal. Gran número de observaciones fisiológicas coinciden en demostrar que la actividad motora está particularmente desarrollada en la región ileocecal. Así Alvarez y sus colaboradores, registrando por el método gráfico las contracciones rítmicas espontáneas de los diversos segmentos del intestino aislado del conejo, conservados en líquido de Locke caliente oxigenando, comprueban que el ritmo de los segmentos es tanto menos frecuente cuanto más alejada del píloro está la región de que proceden, salvo si se trata de preparaciones ileocecales; en otros términos, el ileocaecum constituye una excepción a la ley de movilidad intestinal de Alvarez, según la cual el automatismo disminuye en el tracto cuando nos alejamos del estómago. Por ejemplo, un segmento duodenal se contrae dieciséis veces por minuto; un segmento ileal proximal, nueve veces por minuto; una preparación cecal posee un ritmo de doce contracciones por minuto. Por lo demás, en el intestino in situ, no solamente se comprueba la velocidad del ritmo cecal, sino que también se ve que el ciego impone su propio ritmo a la parte terminal del íleon.



Figura. 43 Plexo mientérico. Corte longitudinal de la túnica cecal en la implantación del apéndice (según Morin). La mucosa no figura en el dibujo y únicamente se ha representado la parte externa de la capa de las fibras circulares. 1» serosa. — 2, capa de fibras musculares longitudinales (capa muscular externa). — 3, plexo mientérico. — 3’, célula nerviosa. — 3”, célula satélite. — 4, capa de fibras circulares (capa muscular interna). — 5, sección de la capa precedente.

 

Existe otro método de análisis fisiológico mucho más sensible aún: el registro electroenterográfico de las corrientes de acción desarrolladas por la musculatura entérica. Ahora bien, Alvarez y Mahoney han observado que las variaciones eléctricas eran menos amplias, pero mucho más frecuentes en el íleon terminal y el ciego que en el íleon proximal. Finalmente, Alvarez pudo conservar vivos y animados de pulsaciones, durante varios días, colgajos musculares procedentes del intestino de un ajusticiado y tomados a diferentes alturas. Ahora bien, ha encontrado también signos de un automatismo; electivamente desarrollado y de una excitabilidad más delicada tomando como test el valor del período latente en los colgajos ileocecales. Muchos otros trabajos del intestino aislado han confirmado las conclusiones de Alvarez, y se puede admitir  la demostración fisiológica de un centro automático ileocecal. Puesto que a una función particular debe necesariamente corresponder una estructura anatómica especial, forzoso es suponer la existencia en el ileocaecum de dispositivos motores autónomos bien desarrollados, y, desde este punto de vista, hay que subrayar la gran abundancia de la pared cecal en fibras y sobre todo en células nerviosas.

 

 Anatomía quirúrgica

Posición del apéndice vermiforme

Un punto de controversia entre los especialistas ha sido la ubicación anatómica del apéndice cecal. Los conocimientos acumulados han sido adquiridos fundamentalmente del estudio de textos clásicos de anatomías humana y quirúrgica. Muchos de estos conocimientos derivan de estudios en cadáveres; esto sesga el conocimiento de la morfofisiología de esta estructura.  El cirujano tiene la oportunidad única de eliminar las limitaciones de los estudios en el cadáver al precisar, en el transcurso de una intervención quirúrgica, los elementos anatomo-fisiológicas de las diferentes estructuras. La cirugía laparoscópica constituye el medio ideal para explorar, en el vivo, el contenido visceral de la cavidad abdominal. Desde el advenimiento de la cirugía endoscópica se revolucionaron los conocimientos de muchos anatomistas y cirujanos. Esta revolución ha demostrado que el apéndice puede ubicarse en diferentes posiciones relacionadas con el ciego y que este, a su vez, no siempre se encuentra en la fosa ilíaca derecha (FID).

Recientemente el Dr Casado, 2014, encontró que la localización más frecuente del ciego fue en la FID en 184 pacientes. La localización menos frecuente fue el hipocondrio derecho con 1 caso.  La implantación en el ciego del apéndice cecal fue posterior a la válvula ileocecal en 213 casos (90,26 %).

La situación más frecuente fue la mesocelíaca, en 95 pacientes (40,25 %) y las menos frecuentes fueron la subhepática y la anterocecal con 1 caso.

El número de ramas de la arteria apendicular fue de 3 en 184 pacientes. Se identificaron 6 arterias en 4 casos.

El meso-apéndice tuvo forma triangular en 161 casos.

El lugar de inserción del meso-apéndice más frecuente fue el tercio medio en 179 casos. Casado, 2014

La posición anatómica del apéndice determina los síntomas y la localización del espasmo muscular y de la sensibilidad dolorosa cuando el apéndice se inflama. La base del apéndice se encuentra profunda a un punto situado a la mitad de una línea imaginaria ubicada entre la espina iliaca anterosuperior derecha (EIAS) y la cicatriz umbilical (Testut-Latarget, 1994) (el punto de Mc Burney sobre la línea espinoumbilical).

 

Posición normal.


Figura 44 Posición anatómica normal. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

 

Variantes de posición

   Anomalías de posición del apéndice con relación al ciego.  Aunque la base de implantación es constante, la dirección, las relaciones parietales y vasculares del apéndice son variables.

Figura 45. Diversas posiciones anatómicas del apéndice vermiforme

 

Anomalías posicionales clásicas


Posición retrocecal (65 %) El apéndice retrocecal se extiende superiormente hacia la flexura cólica derecha y suele estar libre. En ocasiones se encuentra bajo la cubierta peritoneal del ciego, donde suele fusionarse con el ciego o con la pared posterior del abdomen.


Figura 46 Apéndice retrocecal. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

 

Se explica: Por razones embriológicas de desarrollo asimétrico del brote cecal. Por adherencias peritoneales anormales durante el descenso del ciego a la fosa ilíaca derecha. Pueden darse varias variantes: Apéndice retrocecal fijado por adherencias peritoneales detrás del ciego y que remontan por detrás del colon ascendente, incluso hasta el ángulo derecho; Apéndice retrocecal libre no fijado detrás de un ciego flotante o de un colon ascendente libre. A partir de esta segunda disposición más libre, se puede explicar una fijación secundaria por fenómenos inflamatorios iterativos. El carácter intra o extraperitoneal de esta localización retrocecal  explica estas variantes y sus dificultades de exéresis quirúrgica.


Posición pélvica (25 %)   El ciego está en la fosa ilíaca derecha. El apéndice es largo como un meso estirado. Se sumerge en la cavidad pélvica y puede tener relación con la vejiga, el recto, el útero, el ovario y el ligamento ancho.


Figura 47 Apéndice pélvico. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

 

 Posición mesocelíaca (mesocólica) (1 %)


A partir de un ciego siempre en posición normal, el apéndice está orientado hacia dentro, pasa por detrás de la última asa de delgado hacia la cara posterior del mesenterio.


Figura 48 Apéndice mesocólico. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

 

Disposición en forma de embudo  

Anomalía banal pero no rara. El apéndice está libre pero no es laterocecal interno y su base de implantación a nivel de la convergencia de las tres tenías es terminal en el polo inferior del ciego.


Figura 49 Apéndice en embudo. Tomado de Técnicas quirúrgicas - Aparato digestivo, Elsevier 2008. Masson

 

Anomalías posicionales raras

Posición intramural.

   Corresponde a un apéndice localizado en la pared cecal extrínseca en relación con su serosa y él mismo recubierto de peritoneo. Se han descrito casos rarísimos de apéndices totalmente incluidos en el grosor de la pared cecal sin serosa propia (Semm, 1983]. El descubrimiento del apéndice y su exéresis imponen una incisión de la serosa cecal a nivel de un espesamiento percibido en la cara posterior del ciego.

 

Exposición y movilización

La incisión de apendicectomía suele practicarse sobre el punto de McBurney. El eje de la incisión forma un ángulo recto respecto de la línea que une la espina ilíaca anterosuperior y el ombligo, y se sitúa a dos tercios de distancia de éste. Una tercera parte de la incisión debe quedar por encima de la línea; dos tercios deben hacerlo por debajo de ella.


Figura 50 Incisión de apendicectomía (línea azul) con relación al punto de McBurney. Recuadro: Localización real de 30 apéndices en 30 pacientes. [sk4]

 

   Me he inclinado a utilizar los hallazgos clínicos para seleccionar el lugar de incisión de la apendicectomía. La incisión clásica de separación de fibras musculares se practica a un nivel ligeramente por encima, por debajo o en el punto de McBurney, dependiendo de la localización del dolor del paciente. He preferido una incisión (aproximadamente, del tipo transverso de Rocky-Davis) centrada sobre el punto de máximo dolor con la palpación o cualquier masa palpable. La incisión skinline suele curar con una cicatriz de reducidas dimensiones y puede extenderse medialmente en caso necesario. Moore

El cirujano no debe esperar encontrar el apéndice exactamente en el punto de McBurney. Mediante técnicas radiológicas, DeGaris encontró la base del apéndice en las proximidades de este punto en 7 de 30 pacientes, mientras que estaba desplazada en 23 casos. Karim y cols. describieron que el 70% de los apéndices visualizados en 51 sujetos se localizaba por debajo de la línea interespinosa. En un estudio de 275 enemas de doble contraste, Ramsden y cols. indicaron que solamente un 35% de las bases apendiculares se encontraba a una distancia de 5 cm del punto de McBurney; un 15% se hallaba a más de 10 cm de distancia.

 

Identificación

En primer lugar, debe identificarse el ciego. Este órgano se diferencia del colon transverso por la ausencia de fijaciones del epiplón mayor. La imposibilidad para localizar el ciego debe plantear una posible rotación patológica de los intestinos o un ciego no descendido (véase «Topografía, posición y relaciones»).

Una vez identificado el ciego, se debe continuar en sentido caudal respecto de una de las tenías cólicas hasta la base del apéndice, la cual surge siempre del ciego en el punto de convergencia de las tenías a pesar de la considerable movilidad del extremo del apéndice. Puede resultar necesario realizar una incisión en el peritoneo posterior lateral al ciego con el fin de exponer un apéndice retrocecal muy oculto.

 

Aplicaciones quirúrgicas

·      La convergencia de tenías cólicas en la base apendicular permite identificar un apéndice escondido.

·      Cada posición del apéndice produce y semeja un cuadro clínico diferente:

- Apéndice retrocecal: dolor en el CID o flanco derecho con irritación uretèrica.

- Apéndice pélvico: dolor pélvico con síntomas urinarios; descartar una enfermedad inflamatoria pélvica.

La frecuencia de la ausencia congénita del apéndice es excesivamente baja para considerarla seriamente. Sin embargo, puede darse una aparente ausencia de este órgano como consecuencia de una invaginación. En este caso, el paciente debe presentar un hoyuelo evidente en la localización normal del apéndice. Un cirujano competente siempre explorará el abdomen buscando signos de una intervención quirúrgica previa.

- Apéndice subhepático: debido a la rotación patológica del ciego; cursa con síntomas biliares.

- Apéndice en la línea media superior o inferior: dolor epigástrico o hipogástrico.

- Transposición visceral: cuando aparece, el dolor se localiza en el Cll.

En el paciente pediátrico con un diagnóstico incierto de apendicitis aguda, recomendamos llevar a cabo una intervención quirúrgica urgente en las niñas y someter a los niños a un seguimiento continuo. Los complementos diagnósticos, como el enema Gastrografin urgente, resultan útiles en algunos casos. El retraso diagnóstico supone el factor de mayor relevancia en la perforación según Berry y Malt. A pesar de la reducción del índice de mortalidad observado en los últimos años, la morbilidad continúa siendo elevada cuando se producen retrasos en el diagnóstico y la cirugía.

Guidry y Poole describieron que el apéndice se hallaba en una localización «escondida» en el 15% de los pacientes con apendicitis simple o sin apendicitis, en comparación con un 68% de pacientes con apendicitis gangrenosa o perforativa. Estos mismos autores concluyeron que las variaciones anatómicas observadas con relación a la localización del apéndice pueden ocasionar un retraso diagnóstico que se traduce en una apendicectomía tardía. Stevenson recomendó la apendicectomía programada en el paciente con un diagnóstico clínico de cólico apendicular.

 

Dificultades anatómicas para exteriorización

   Uno de los problemas que se presentan a menudo es el de la dificultad para exteriorizar el apéndice o el ciego, por la presencia de adherencias o velos de origen congénito o adquirido.

 

Velos de Lane


   Los velos ileales de Lane que son frecuentemente simples bridas que dificultan su exteriorización. Estas formaciones deben seccionarse.  Son avasculares.



 

Repliegues de Treves


   Los repliegues ileocecales o ileomesoapendiculares de Treves son casi siempre avasculares, son a veces obstáculo para la fácil exteriorización del apéndice. Su sección resuelve el problema.

 


Velos de Jackson

Los velos pericecoileales de Jackson pueden simular ciegos extraperitoneales

 


Lesiones anatómicas

Lesiones vasculares

Puede formarse un hematoma en el mesenterio del apéndice o el mesenterio ileocecal como consecuencia de la apendicectomía. También es posible una hemorragia intraluminal. Los vasos ilíacos derechos pueden sufrir daños, en especial en el paciente con un apéndice «pélvico» proyectado hacia abajo.

El hemoperitoneo puede darse por una ligadura incorrecta del mesenterio apendicular. McGraw recomendó ligar las ramas individuales de la arteria apendicular en el mesoapéndice. Kazarian y cols. describieron seis casos de hemorragia intraperitoneal en 539 intervenciones de apendicitis.

 

Lesiones orgánicas

El ciego, el íleon terminal, o cualquier asa intestinal pueden sufrir daños por una tracción excesiva o un manejo brusco. Una apendicectomía pélvica dificultosa puede también dañar el uréter derecho, la trompa uterina derecha o el ovario.

La visualización adecuada debe evitar daños a otras estructuras. Esta visualización puede resultar imposible en caso de retraso diagnóstico en un paciente con una perforación localizada del apéndice que acude a consulta varios días después del inicio del proceso. En esta etapa, la masa inflamatoria puede incluir desde un flemón hasta una cavidad de absceso rellena de pus. Habitualmente, el tratamiento recomendado no es de tipo quirúrgico. Por lo general, los flemones remiten al administrar antibióticos. Los abscesos verdaderos pueden precisar su drenado quirúrgico o un drenado orientado por la imagen. Cuando se lleva a cabo la primera modalidad, generalmente no se recomienda realizar una apendicectomía, salvo cuando el apéndice pueda visualizarse de manera inmediata en el Interior de la cavidad abdominal. Normalmente, la opción más prudente consiste en practicar una apendicectomía retrasada tras la resolución de la inflamación con el fin de evitar ocasionar daños a estructuras adyacentes y/o derramar los contenidos del absceso en la cavidad peritoneal.

Las fístulas fecales son una complicación molesta, aunque por lo general poco peligrosa, de la apendicectomía. Se han descrito asociadas a técnicas de inversión y no inversión. Una fístula fecal creada por una técnica de inversión puede ser consecuencia de la necrosis de una sutura en bolsa de tabaco excesivamente tensa o de una lesión cecal. Las fístulas fecales de un muñón apendicular no invertido pueden deberse al desprendimiento de una sutura excesivamente laxa o a la necrosis de una ligadura excesivamente tensa. La mayor parte de las fístulas desaparece de forma espontánea, a no ser que se haya retenido algún cuerpo extraño, exista obstrucción del colon distal o se haya conservado un remanente apendicular productor de mucosidad. La selección de ; una técnica de inversión o no inversión parece relacionarse más con la costumbre que con datos científicos. La técnica correcta permite tratar el muñón apendicular mediante una ligadura simple o ligadura e inversión.

Puede formarse una fístula fecal debido a la ligadura incorrecta o a la falta de Inversión del muñón apendicular. Esta fístula puede crearse cuando una perforación preoperatoria o una inflamación grave se localiza en la base del apéndice o en la pared del ciego; a pesar de ello, muchos cirujanos no invierten el muñón. Kazarian y cols. documentaron un índice de formación de fístulas fecales comprendido entre un 0% y un 1,4%.

 

Lesiones nerviosas

Nervios motores

La utilización de una Incisión vertical implica la posibilidad de producir daños a los nervios torácicos X, XI y XII, o, en ciertos casos, al nervio iliohipogástrico. Este tipo de lesión se traduce en cierto grado de atrofia muscular tardía de la porción inferior de los músculos oblicuo interno y abdominal transverso, así como del recto del abdomen, y el posible (aunque infrecuente) desarrollo de una hernia inguinal. Es conveniente evitar dañar los nervios siempre que sea posible.

 

Nervios sensitivos

La división de las ramas cutáneas lateral y anterior de los nervios intercostales puede causar una parestesia alrededor de la incisión, la cual desaparece en 2 o 3 meses.

 

Intervención inadecuada

El cirujano debe poseer conocimientos sólidos de embriología y anatomía de los intestinos para evitar llevar a cabo una intervención inadecuada. Esta información reduce el tiempo necesario para localizar e identificar el apéndice, al tiempo que evita un tratamiento incorrecto de la apendicitis aguda en un ciego no descendido. Como ejemplos de una intervención inadecuada cabe citar un muñón apendicular largo no invertido, que podría presentar apendicitis aguda recurrente, y un muñón invertido largo, que puede producir un defecto radiológico de rellenado que simularía un tumor. Cuando los cirujanos dejan un vértice apendicular ¡n situ debido a un proceso inflamatorio local grave, lo hacen por necesidad, aunque son conscientes de la posible aparición de complicaciones en una etapa posterior.

La recomendación de Lin y cols. (ya mencionada en un párrafo anterior de este capítulo) de descartar de forma sistemática la existencia de una duplicación apendicular durante la intervención quirúrgica constituye otra versión del sabio consejo «hombre prevenido, vale por dos».

Price y cols. recomendaron una apendicectomía de intervalo como componente clave del tratamiento completo del absceso apendicular, y presentaron dos casos en los que el drenado inicial no eliminó la necesidad de una posterior extirpación. Al analizar los resultados de un servicio de cirugía de mínima agresividad y un servicio general, Katkhouda y cols. observaron una reducción estadísticamente significativa de los índices de absceso intraabdominal debido a una apendicitis perforada en el primero de ellos

 

Función

El apéndice vermiforme del hombre suele considerarse un “órgano vestigial sin función conocida”. Ello implica un órgano con desarrollo más completo en una etapa anterior del hombre o en periodos antiguos de la evolución de la especie. Pocas pruebas indican que sea así. Por el contrario, las disponibles en la actualidad sugieren que el apéndice es una parte muy especializada del tubo digestivo.

El tejido linfoide aparece por primera vez en el apéndice del hombre alrededor de las dos semanas del nacimiento. Los folículos linfáticos aumentan en número de manera gradual hasta un máximo de casi 200 entre los 12 y 20 años. Después de los 30 hay una reducción súbita a menos de la mitad y a continuación sólo huellas o ausencia total de tejido linfoide después de los 60. Al mismo tiempo que la atrofia linfoide sucede, se presenta fibrosis que oblitera de manera parcial o total la luz en muchas personas de edad avanzada.

En el decenio de 1960 se propuso que quizá los tejidos linfoepiteliales de las placas de Peyer y el apéndice en el hombre sean el equivalente de la bolsa de Fabricio de las aves en términos del procesamiento y maduración de linfocitos independientes del timo. Desde entonces se ha demostrado que algunos sitios fuera del intestino también actúan como órganos centrales para la maduración de linfocitos B.

El apéndice también participa en el sistema inmunitario secretorio del intestino. Las inmunoglobulinas secretorias producidas por los tejidos linfoides relacionados con el intestino actúan como una barrera muy eficaz que protege el medio interior contra el exterior hostil. Aunque el apéndice es una parte integral del mecanismo de globulina inmunitaria secretoria mediado por tejidos linfoides relacionados con el intestino, no es indispensable. Su extirpación no origina ningún defecto detectable en la función del sistema de inmunoglobulinas. En consecuencia, el apéndice del hombre es un órgano inmunológico útil, aunque no esencial.

En el decenio de 1960 varios estudios retrospectivos de datos de necropsias sugirieron otra posible función del apéndice en enfermedades del hombre. Se encontró que la frecuencia de apendectomía en pacientes que murieron de carcinoma del colon era más alta que en grupos testigo comparables. Se comenzó a dudar de la costumbre extendida de realizar una apendectomía concurrente durante otra operación. No obstante, estudios retrospectivos subsecuentes no confirmaron la relación y en uno diseñado para resolver la pregunta “¿En cuántos pacientes en quienes se ha practicado una apendectomía se desarrollará cáncer?” Moertel y cols, no pudieron comprobar que esta operación predispone a cáncer.

 

Relación con ¿cáncer? ¿CUCI? 

Se ha reportado mayor incidencia de Cáncer de colon y CUCI en pacientes apendicectomizados, de ahí que ya no se promueve la apendicetomía profiláctica. Sin embargo, en el 2013 Castillo publica que la mayoría de las apendicectomías realizadas en pacientes pediátricos que desarrollan posteriormente una Enfermedad de Crohn (EC) son realizadas por un sesgo diagnóstico de apendicitis aguda y la relación entre ambas puede limitarse a la falta de diagnóstico de la EC en el momento de la intervención. La apendicectomía en la edad pediátrica no parece estar asociada a un peor pronóstico de la enfermedad. No se evidencian cambios histológicos compatibles con EC en el primer episodio.

Por su parte y en relación con la colitis ulcerosa (CUCI) en 2011 Picazo-Ferrera menciona y concluye en un estudio de 114 pacientes con diagnóstico de CUCI de enero de 2007 a junio de 2010. Se observó que la apendicectomía previa al diagnóstico se asoció con el desarrollo de manifestaciones extraintestinales en pacientes mexicanos con CUCI.

 

Función inmune

Entre los humanos de edad adulta, se ha encontrado evidencia que el apéndice tiene que ver con la función inmune. El tejido linfoide comienza a acumularse en el apéndice poco después del nacimiento y alcanza su pico entre la segunda y tercera década de vida, disminuyendo rápidamente después de esto y prácticamente desapareciendo después de los 60 años. Durante los primeros años el apéndice ha mostrado su función como un órgano linfoide, ayudando en la maduración de los linfocitos B (una variedad de los glóbulos blancos) y en la producción de la clase de anticuerpos conocidos como inmunoglobulina A (Ig A). Otras investigaciones han mostrado que el apéndice está involucrado en la producción de las moléculas que ayudan al movimiento directo de linfocitos a varios lugares en el cuerpo. Así entonces, pareciera que la función del apéndice es exponer a los glóbulos blancos a una amplia variedad de antígenos, o sustancias extrañas, presentes en el tracto gastrointestinal. El apéndice probablemente ayuda a suprimir una respuesta destructiva de anticuerpos mientras promueve la inmunidad local.

Algunos científicos han propuesto recientemente que el apéndice puede albergar y proteger a las bacterias que benefician la función del colon humano.  El profesor de fisiología de la Universidad Estatal de Oklahoma, Loren G. Martin, sostiene que el apéndice tiene una función en fetos y adultos. Se han encontrado células endocrinas en el apéndice de un feto de 11 semanas que contribuyen al control de los mecanismos biológicos (homeostasis). En adultos, Martin sostiene que el apéndice actúa como órgano linfático, sugiriendo que podría tener una función en el sistema linfático. Zahid sugiere que, si tiene una función, sería tanto para crear hormonas en el desarrollo fetal, así como para desarrollar el sistema inmune, exponiendo al cuerpo a antígenos para que así puedan producir anticuerpos. Señala que los médicos en la última década han dejado de extirpar el apéndice como precaución rutinaria, porque puede ser trasplantado en el tracto urinario para reconstruir el músculo del esfínter y reconstruir una vejiga funcional.

  Durante mucho tiempo se desconoció la función del apéndice, hoy al hacer el estudio histológico vemos que forma parte del denominado MALT (tejido linfoideo asociado a mucosa) más precisamente al GALT (a mucosa intestinal: junto con amígdalas).

 

Mantener la flora intestinal

A pesar de que hace mucho que fue aceptado como tejido inmune, el tejido que rodea el apéndice y el resto del intestino tiene varias funciones importantes. (Kumar, 1989) William Parker, Randy Bollinger y sus compañeros de la Universidad Duke propusieron que el apéndice sirve de refugio a las bacterias saprófitas cuando una enfermedad elimina las bacterias del resto del intestino (Associated Press, 2009. Bollinger, 2007) Esta propuesta está basada en una nueva forma de entender cómo soporta el sistema inmune el crecimiento de las bacterias intestinales beneficiosas. (Sonnenburg, 2004. Everett, 2004) Esta función puede ser útil en una cultura que carezca de la atención sanitaria moderna y donde la diarrea sea frecuente. Los datos epidemiológicos actuales, muestran que la diarrea es una de las principales causas de muerte en los países en desarrollo, indicando que esta elimina las bacterias beneficiosas y que el apéndice ayuda a su recuperación proporcionándoles un "refugio"

Recientemente, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, en EE. UU. ha apuntado cuál sería la función de este órgano: un refugio bacteriano. Los autores aseguran en el trabajo, publicado en “Journal of Theoretical Biology”, que su función básica es la producción y protección de los diferentes microorganismos que forman la flora bacteriana de nuestro intestino. Según esta conclusión, después de una enfermedad que implique destrucción de las bacterias beneficiosas que habitan en nuestro sistema digestivo, el apéndice permitiría recuperar su funcionabilidad. Sin embargo, como descubrieron investigadores de la Duke University Medical Center en el año 2009, la principal función del apéndice es la de albergar bacterias, las cuales componen la flora intestinal y cumplen funciones fundamentales en nuestro organismo. Es decir, su función principal es la de hacer posible que determinados microbios puedan crecer para controlar y estimular la acción de nuestra flora intestinal, permitiendo la regulación de las funciones de nuestra flora intestinal ante el menor riesgo de infección en nuestro colon o en nuestro intestino.  Nos encontramos, por tanto, ante un órgano cuya función principal es de tipo inmunológico.  En palabras de los investigadores, al parecer el apéndice actuaría como un refugio para bacterias buenas, las cuales nuestro organismo puede utilizar para ‘reiniciar’ al intestino luego de un ataque de cólera o de disentería.

 

 

 

 

Bibliografía

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Todo esta perfecto pero creo que falto la inervación. :)

equipo de laboratorio de alimentos dijo...

Gran información.